24.7.06

WILLIAM ACKERMAN:
"In Search of the Turtle's Navel"

La historia de la creación del sello Windham Hill es parte fundamental en la definición de la etiqueta new age music, y en consecuencia de mucho de lo que se puede denominar nueva música instrumental contemporánea, en este caso enfocada especialmente al entorno acústico americano. William Ackerman era un carpintero de origen alemán que vivía en 1975 en Palo Alto (California), y destacaba entre sus amigos por ser un gran guitarrista amateur, que amenizaba muchas de sus reuniones. Como una especie de apuesta y ante la presión de éstos, se comprometió a confeccionar un disco si dichos colegas le conseguían que 60 personas pagaran cinco dólares por él... ¡antes de grabarlo! De esta forma tan aparentemente banal surgió Windham Hill Records, con un prensaje de 500 copias de su primera referencia, "In Search of the Turtle's Navel", que poco a poco, entre el boca a boca y una distribución bastante casera en radios y periódicos, acabaron resultando escasas. Durante los siguientes meses Will Ackerman y su esposa (y futura presidenta de Windham Hill), Anne Robinson, compaginaron sus trabajos con la tarea de sacar adelante a la compañía, logrando finalmente entre los dos no sólo eso, sino conseguir los fichajes de músicos de una calidad impresionante, y popularizar una música para la que la prestigiosa revista Billboard tuvo que buscar una denominación ante su creciente expectación, naciendo así la etiqueta New Age Music.

Ese folk de guitarra tan genuinamente americano que los amigos de Will Ackerman escuchaban en los setenta ha pasado a la historia como uno de los sonidos míticos de la música instrumental, y no sólo por ser el detonante de una 'nueva era' musical sino también por contar con una calidad fuera de toda duda. De hecho Scott Saxon, el dueño de los estudios Mantra de San Mateo, California, en los que Ackerman grabó "In Search of the Turtle's Navel", decidió con muy buen ojo no cobrarle dicha grabación y participar en su elaboración, con lo que acabó convirtiéndose en el productor, ingeniero y mezclador de los dos primeros discos de nuestro admirado guitarrista. El sonido de guitarra de Will Ackerman no es espectacular, no destaca por su originalidad, más bien por su buscada simplicidad, (él mismo dice que, escuchándolo varias décadas después, se sorprende ante un disco sencillo pero sincero, y sorprendente por su propia inocencia, que es lo que hace que se mantenga fresco y adictivo en la actualidad) pero tiene algo que lo diferencia de los demás guitarristas, una especial espiritualidad que no ha sido totalmente reconocida por lo recóndito de su estilo y el mal nombre que acompaña al movimiento 'new age' entre la crítica. Sin embargo no había nacido aún esa etiqueta en los setenta, y son grandes maestros de la guitarra folk americana los que influenciaron a Ackerman en este su primer álbum: John Fahey (en "What the Buzzard Told Suzanne"), Leo Kottke (en "The Pink Chiffon Tricycle Queen" y "Second Great Tortion Bar Overland of West Townshend, Vermont, Jose Pepsi Attending") y Robbie Basho (en "Ely"). En el primer trabajo de este virtuoso y de la compañía Windham Hill, publicado en 1976 con piezas compuestas entre 1970 y 1974, podemos encontrar auténticas joyas a las cuerdas con cierto aire de country que no hay que dejar escapar, en especial en las canciones influidas por Kottke, destacando ese comienzo completo y animado de título "The Pink Chiffon Tricycle Queen" -con ella se puede uno imaginar aquellas reuniones de amigos en las que Ackerman tañía su guitarra despreocupado, sin saber lo que se le venia encima-, y una "Second Great Tortion Bar Overland of West Townshend, Vermont, Jose Pepsi Attending" muy destacable, aun sin ser de las canciones emblemáticas del álbum. En la escucha del disco enseguida aparecen títulos tan importantes en la memoria de las nuevas músicas como la sensual "Ely" (preciosa y reflexiva tonada inspirada por la catedral de Ely, en Inglaterra), la romántica "Barbara's Song" (con un tono más serio, Will despliega una melodía contundente y maravillosa, "una canción de amor y sus sufrimientos miserables", decía) o la admirada y repetida hasta la saciedad en samplers "Windham Mary" (dedicada a Mary Folsom, una de las fundadoras del Windham Hill Inn, en Vermont), una de las creaciones maestras de este fenomenal artista, de grandísima calidad en su composición e interpretación, capaz por sí sola de cambiar la perspectiva de cualquier oyente y caer rendido a los pies de Ackerman. Más calmada es la influencia de Fahey ("What the Buzzard Told Suzanne"), o la interior "Dance for the Death of a Bird", basada en la música japonesa de koto -instrumento de madera de trece cuerdas-, pero en esta selección de temas que Ackerman había compuesto desde 1970, ante todo deslumbra el corte más conocido y poderoso del disco, con el que más se puede entender el auge de Windham Hill, la mítica y prodigiosa "Processional", sin duda una de las piezas clave de la música del siglo XX, un momento emocionante a las seis cuerdas y un regalo para cualquier amante de la música, que iba a ser reinventada en discos posteriores, y se iba a convertir en punto fundamental en los conciertos de su autor. Will hablaba así de humilde y taxativo sobre la grabación de "In Search of the Turtle's Navel" veinte años después: "Grabé un sencillo registro de guitarra solista en Mantra Studios en San Mateo, California, con un tipo llamado Scott Saxon. Creo que todo el proyecto tuvo lugar en tres sesiones de dos horas. Es imposible describir la inocencia de la experiencia".

"In Search of the Turtle's Navel" contó con otros dos títulos en las primeras ediciones del mismo, comenzó llamándose simplemente "Turtle's Navel" en las maquetas, pasando a "The Search for the Turtle's Navel" en su primera edición en Windham Hill, con una portada de fondo negro y tipografía muy del oeste (carpeta desplegable y una canción, "Woman She Raids", que desapareció en la reedición). Dicha portada se suavizó en las nuevas ediciones, mantuvo la imagen de esa niñita que es realmente Eleanor, la hermana de Will, pero con gran cantidad de color blanco y el tipo de letra más sencillo. Como única nota discordante, la compañía alemana Pastels publicó una edición en 1978 con cambio total de portada e incluso de canciones. La artesanía de este trabajo era el espíritu original de la compañía, pero también es destacable el aire inocente, cómico incluso, en algunos títulos y explicaciones ("Second Great Tortion Bar Overland of West Townshend, Vermont, Jose Pepsi Attending", "Slow Motion Roast Beef Restaurant Seduction"), si bien se encuadra en una adecuada madurez general por la que los cortes más inspirados se presentan en una sorprendente, atractiva y genuina cara A en la que Will Ackerman hace fácil lo difícil con su guitarra folk. El propio título del álbum, 'En busca del ombligo de la tortuga', da fe de esa genuina comicidad, e influyó en el primer logotipo de Windham Hill, ni más ni menos que una tortuga buscándose el ombligo, sustituido muy pronto por el ya clásico bosque rayado con una enorme luna de fondo, creado por Jay Durgan. Es conveniente rescatar a la mínima ocasión los discos de este guitarrista que se hizo a sí mismo llamado William Ackerman, en especial, y con gran añoranza, "In Search of the Turtle's Navel", un vendaval folclórico de soberana maestría, un disco seminal donde los haya.





4 comentarios:

Anónimo dijo...

Vaya, pues ni conocía la historia ni tengo nada de este autor (aunque lo conozco por su renombre). Ahora mismo le echo un vistazo al disco a ver qué tal. Tampoco tenía nada de Relativity, y eso que Nigthnoise me encanta.

Me está gustando mucho tu blog. En cuanto pueda lo anuncio en el mío :)

Anónimo dijo...

Hola, warren. Evidentemente tengo que recomendarte que los escuches, pues por algo los he puesto ahí. Entre todos vamos consiguiendo poco a poco descubrir aquello que vale la pena y que solos no podemos abarcar.
Ya dirás cual es tu blog, para entrar y anunciarlo yo también.

Anónimo dijo...

Para mi blog sólo tienes que pinchar en mi nick, pero pongo la dirección también:

http://warrenelcriticon.bitacoras.com/

Ya he añadido en enlaces el tuyo, con sumo placer he de decir, pues me está encantando.

El disco de Ackerman está en camino, a ver qué tal.

Anónimo dijo...

Cuando no le ponía toda la melaza "new age" y se quedaba más cerca de la guitarra folk me podía gustar, por ejemplo en "The Bricklayer's Beatiful Daughter".