29.4.24

MICHAEL HEDGES:
"Breakfast in the Field

Tuvieron que pasar cinco años desde la aparición de "In Search of the Turtle's Navel", el trabajo seminal de guitarra folk de William Ackerman, para que otro guitarrista esencial, el sacramentés Michael Hedges, llegara a la nómina del sello Windham Hill. "Breakfast in the Field" fue en 1981 la referencia número 17 de la compañía, y fue también el primer álbum de un guitarrista acústico fabuloso, esencial y tremendamente influyente, que Ackerman descubrió cuando tocaba en una cafetería de Palo Alto, la misma ciudad donde, no podía ser casualidad, estaba establecida Windham Hill. "Era genial -decía años después el fundador del sello-, Hedges era trascendente, tocaba la guitarra con técnicas que probablemente no aprendió en el conservatorio". Tal vez Ackerman se vio reflejado en aquel joven, tal vez fue un impacto absoluto, el caso es que fue allí mismo donde él y Hedges utilizaron una servilleta del local para improvisar un contrato en el acto. Will reconocía que había otras personas haciendo tapping y cosas muy especiales con las cuerdas, como Stanley Jordan, pero el estilo y la energía desplegada en el escenario por aquel joven eran algo único: "No era sólo la técnica aplicada a una melodía, era algo orgánico (...) Junto con su uso de la guitarra como instrumento de percusión, tenía un rango de pianista y un ritmo de baterista que iban más allá del espectáculo hacia el éxtasis puro". Ficharle fue un impulso incontrolable, del que no se arrepintió ninguna de las dos partes. 

"Breakfast in the Field" es un debut potente de un músico al que le sobraba potencia. Sus ganas de agradar originaron un álbum con abundancia de momentos técnicos, con la sencillez y la osadía de estar hecho sin sobregrabaciones ni multipista, bajo la producción de Will Ackerman y la ayuda de ilustres del sello como Michael Manring y George Winston, aunque en una medida tan justa que no deja que la blancura del firmante del disco capture otros colores. En una viveza extrema, Hedges consigue aunar potencia y sensibilidad. La potencia es la de sus dedos rasgando cuerdas, notas tan rotundas como un fenómeno atmosférico. La sensibilidad se deja notar en lo que transmite, que va más allá de su imagen transgresora. Este disco con el encanto de lo primario, pero que ya es desde siempre una obra a tener en cuenta, comienza con "Layover", una pieza animada al estilo fingerpicking (o fingerstyle, una técnica del folk y blues estadounidense en la que los dedos del intérprete, como si de un pianista se tratara, ejecutan a la vez ritmo y melodía), que deja bien a las claras la capacidad del músico; en ella, hasta su final brusco es perfecto. "The Happy Couple" es una tonada más tranquila, paisajística, como un paseo hacia ese despreocupado desayuno en el campo del título del álbum; casi podemos ver a Michael, sentado descalzo sobre la hierba, con la melena acariciada por el viento, cediendo al paisaje su eterna melodía, presuntamente sencilla. "Eleven Small Roaches" es una pequeña maravilla, una completa incursión en el más puro folk con el sello Ackerman. A continuación, "The Funky Avocado" es una clase magistral, moviéndose hacia el funky y el rhythm and blues con sentimiento rockero; Hedges contaba que su vivienda cercana a una ruidosa discoteca de Baltimore (en la época en la que estudiaba en el prestigioso Conservatorio Peabody) influyó definitivamente en su potente linea de bajo. Pero si hablamos de sentimiento, llega la deliciosa "Baby Toes" para dejar claro que Michael Hedges es mucho más que lo que su aspecto pueda dar a entender. Aquí se escucha con claridad el fretless (bajo sin trastes) de Michael Manring. Acaba el lado A del vinilo, pleno de composiciones cortas y disfrutables, con la dosis justa de experimentación en el tema homónimo, "Breakfast in the Field", respirando la libertad que sólo una compañía como Windham Hill podría apadrinar. Sólo para los que sepan escuchar, "Two Days Old" es una exquisita manera de que guitarra y fretless charlen de una manera expresiva, dibujando unas ondas sonoras de inusual maestría en un álbum debut. "Peg Leg Speed King" es otra complicada e increíble muestra de cómo de una sola toma y con una única guitarra se pueden obtener sonidos variados, melodía y ritmo a la vez, un fingerstyle marca de la casa, que continúa por terrenos folclóricos en "The Unexpected Visitor". "Silent Anticipations" es otra joya de difícil definición, casi experimental, que va anticipando ese final titulado "Lenono" en el que, silente pero seguro, vuelve a aparecer Manring sobre la delicada composición de Hedges, con la incorporación en su segundo tramo, por fin, del anunciado piano de George Winston. Los tres juntos se despiden hasta la siguiente obra de Michael Hedges en 1984, tremenda confirmación de la clase del guitarrista, de título "Aerial Boundaries", en la que Manring volverá a colaborar en dos de los temas, ayuda que seguirá repitiendo en las siguientes obras de Hedges, que le devolvería la colaboración en un tema de su disco de 1986 "Unusual Weather".

La publicidad de Windham Hill decía: "en su exploración de la guitarra, Michael se ha hecho conocido por su método poco ortodoxo de atacar las notas, un acercamiento al instrumento que ha creado un sonido verdaderamente único. Sus dos primeros álbumes, 'Breakfast in the Field' y 'Aerial Boundaries' están considerados entre los discos de guitarra estadounidenses más importantes de la última década". Efectivcamente, muchos intérpretes actuales de guitarra acústica, incluso jóvenes que no vivieron su momento álgido, afirman que Hedges es una de sus mayores influencias, e intentan demostrarlo en sus trabajos. Escuchando discos como este, nos puede embargar un sentimiento de gratitud hacia esos músicos sin artificios, honestos en sus composiciones y en sus intenciones, que nos hacen la vida más llevadera. Los acordes de Michael Hedges en cada pieza de "Breakfast in the Field" son adictivos en todo momento, cada instante es celebrado como un regalo, y es que la importancia y el recuerdo imborrable de Hedges en el mundo del country, del rock alternativo y del folk americanos se podría asemejar a la de Martyn Bennett en la música celta avanzada de cambio de siglo. Ambos eran unos jóvenes virtuosos que rompieron barreras y que murieron jóvenes (Hedges concretamente en un accidente de automóvil a los 43 años), músicos auténticos que se fueron demasiado pronto.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:











No hay comentarios: