27.9.20

PATRICK O'HEARN:
"Ancient dreams"

A mediados de los años 80 del siglo XX, apareció en el panorama musical estadounidense Private Music, una nueva compañía independiente que ahondaba en las bondades de la música instrumental desde un enfoque tecnológico, con preponderancia electrónica y lanzamientos de grabaciones digitales de gama alta efectuadas en principio sólo en cinta de cromo y los novedosos discos compactos, aunque enseguida se incorporaría el eterno vinilo al conjunto. Su creador e impulsor, el ex-miembro de Tangerine Dream Peter Baumann, era una garantía de clase y experiencia que puso todo su empeño en el impulso inicial del sello. Aparte de los canales habituales de comercialización, las tiendas de discos y grandes almacenes, Private hurgó sabiamente en otros alternativos que aceptaron e incluso adoptaron como propia la filosofía de esta 'nueva era' musical: librerías (Rizzoli, entre otras), boutiques de ropa (In Gear, Arresta, Japanesque, Domus, Charivari), galerías de arte, incluso restaurantes y pizzerías, como Licorice Pizza. También se compraron espacios publicitarios en la televisión por cable y finalmente se firmó un acuerdo de distribución con RCA. Aunque la primera referencia de Private Music fuera "Etosha - Private music in the land of dry water", del teclista Sanford Ponder, fue el siguiente álbum el que acapara el recuerdo inicial del sello, el fabuloso debut en solitario del bajista Patrick O'Hearn titulado "Ancient dreams" y publicado en 1985. 

Nacido en una familia artística (músicos, actores, artistas), la música rondó alrededor de Patrick desde la infancia, tomando sin pudor cualquier instrumento para participar en las pequeñas sesiones familiares. Lo clásico (Stravinsky, Copeland, Satie, Ravel, Debussy, Bartok...) y el jazz (Miles Davis, John Coltrane, Charlie Parker, Coleman Hawkins, Ben Webster, Duke Ellington...) fueron sus primeras influencias, que explotaron tras el contacto con el ecléctico Frank Zappa, y el pop-rock de la banda Missing Persons. El estrés de sus desavenencias internas desembocaba en una liberación interior en solitario: "regresaba a mi apartamento donde tenía un pequeño estudio, y comenzaba a improvisar y grabar ideas musicales que estaban deliberadamente muy lejos de lo que había estado haciendo antes con la banda". Como antecedente a su nuevo camino, Patrick tocó bajo, sintetizador y percusión electrónica en el disco de Dan Siegel "Another time, another place", para el que escribió tres de los temas, haciéndose llamar Pat O'Hearn. Este artista comenzó a marcar tendencia en su primer trabajo en solitario, si bien no acabó de quedar totalmente satisfecho del mismo. Visto lo que logró pocos años después se entiende su postura, pero "Ancient dreams" es un gran trabajo, que apunta claramente muchas de la líneas estilísticas del bajista y sienta las bases de su sonido propio, que tan sólo necesitará pulir y saber unir a otras tendencias (bailables en "Rivers gonna rise", del mundo de la world music en "Eldorado") para explotar en forma de auténtico fenómeno instrumental avanzado. Eso sí, también hay quien prefiere, por encima de sus siguientes obras, este primerizo despliegue de magia electroacústica, que como se cuenta en su libreto, "es un viaje a través de un paisaje de audio cambiante y sincero, y que toca lugares secretos". Como introducción, "At first light" es un ambiente especial que intentando sonar misterioso se queda en exótico, en el que destaca especialmente el sonido grave del bajo. O'Hearn introduce de lleno un estilo semi-melódico que iba a resultar definitorio no sólo de la línea atmosférica del propio autor sino en cierto mmodo de los argumentos de la propia compañía, al menos en sus principios. Se respira la nocturnidad en oleadas de fresca pasión contenida, sustentada por las cuerdas del bajo, los imaginativos teclados y las sonoras percusiones, un entorno perfecto que queda reflejado en la bella y misteriosa portada del álbum, fotografía del maestro estadounidense Pete Turner. No tardaba en llegar el tema estrella del album, "Beauty in darkness", el que Baumann recogió en su pack promocional de cuatro video-clips. "Beauty in darkness" es una atrayente atmósfera en la que percusión y teclados ejecutan un amago de ambiente tribal, ejemplificando esos sueños antiguos de los que habla el título de la obra, y que quedan reflejados en la misma como perdidos en el éter que perdura desde antaño. La melodía, profunda, arcana, remite así mismo al pricipio de los tiempos y revive leyendas olvidadas. "Unusual climate" es posiblemente la pieza más luminosa del álbum, de escucha animada y reconfortante, que guarda en sus ritmos tesoros futuros. "Life along the river vaal" se adentra en un ambient seminal, con inicio marcial y melodía hechizante, antes de la llegada del tema homónimo y tercera pieza para el recuerdo en el disco, un "Ancient dreams" rítmico, animado, abierto a una nueva era que estaba llegando. El sonido es incluso alegre, cadencioso, consiguiendo plasmar una serena atemporalidad, con la marca O'Hearn a cada momento y la incorporación de la trompeta de su célebre amigo Mark Isham, que con sólo empujar un ápice logra resultados sorprendentes, que el tiempo dificilmente podrá superar. Como si se tratara de una improvisación de David Van Tieghem (futuro integrante de la nómina de Private Music, pero que no coincidió con O'Hearn), "Malevolent landscape" es una pieza juguetona con las percusiones, que mantienen su ímpetu en toda su extensión y una conexión corporal, en lucha mística, con los teclados. El tema final, "Last performance", es sólo un hasta pronto, un profundo vistazo a lo logrado y una mirada hacia el futuro abierto para este autor primario, imprescindible, que no estaba seguro de que a nadie le importara su nueva música: "Mis amigos músicos lo disfrutaron, pero ¿alguien más lo haría? La belleza de esos días era que no podía importarme menos. ¡Me encantó y eso era todo lo que importaba!". Su falta de pretensiones se volcó a favor de esa música extraña, que se benefició también de la novedad tecnológica que preconizaba Private Music. A partir de ideas básicas, sin excesivos cambios de ritmo y melodía, O'Hearn construyó un mundo nuevo y perfectamente identificativo, conduciendo el concepto del Group 87 hacia una semioscuridad en solitario muy sugerente, yendo mucho más allá de hecho, y logrando sonoridades recónditas e insondables que hacen de "Ancient dreams" todo un clásico de parada obligatoria para músicos electrónicos actuales. 

Ritual más que dramático, conectado con la tierra y su magia ancestral más que con la apertura espacial, la nueva era acogió este trabajo (había que etiquetarlo de alguna manera) y su enfoque tecnológico hacia el CD le aupó a una primera línea de actualidad, con Private Music y Peter Baumann haciendo sus deberes publicitarios. Es increible la gama de percusiones utilizadas, acústicas y electrónicas (Alex Acuña, Ron MacLeod y Brian MacLeod ayudan a Patrick en este apartado), y la trompeta de Mark Isham es la única ayuda que requieren los sintetizadores de O'Hearn, que compone los siete temas de un álbum que supone un gran trabajo en el estudio, que contó con la producción de Peter Baumann. No se puede hablar de"Ancient dreams" sin mencionar "Between two worlds", segundo álbum de O'Hearn en Private, nueva producción de Baumann con similares argumentos a los del debut, aunque algo menos explosivo en sus ambientes, que se suavizan y pierden el factor sorpresa, si bien muchos de ellos, como "Rain maker", "Fire ritual", "Forever the optimist" o "Between two worlds", mantienen la fortuna y la emoción del encuentro con nuevos mundos musicales, esos entre los que se encuentra ese trabajo, y hacia los que se expande siempre la música de Patrick O'Hearn.

ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
 




No hay comentarios: