13.9.11

MASTRETTA:
"Melodías de Rayos-X"

Entre todas las denominaciones musicales que, por obra y gracia de la mezcolanza de estilos y, por supuesto, de la mercadotecnia, han surgido en los últimos años, la de 'lounge music' es la que implica una música más divertida y animada, ritmos cálidos y sensuales con efluvios de bossa nova, jazz y música para orquesta que también se pueden encontrar bajo denominaciones como 'easy listening' o 'música ligera'. La compañía Subterfuge Records apostó por un acercamiento a ese tipo de música con recordatorio a décadas en blanco y negro en su antología 'Música para un guateque sideral', que se presentaba como "una colección 'retrofuturista' dedicada a rescatar el glamour de la música de cóctel de los 60 y los 70, con reminiscencias cinematográficas y de espíritu hedonista, chic y frívolo". Podemos sentirnos afortunados, ya que, después de continuas negativas, este fue el sello que le publicó en 1998 a Nacho Mastretta su primer álbum en solitario, el sorprendente "Melodías de Rayos-X".

Nacido en Barcelona pero cántabro de adopción y afincado en Madrid desde los 90, Mastretta es un nombre a tener en cuenta en el panorama hispano de las últimas décadas, como músico, compositor, productor y técnico de sonido. Con el grupo 'Las manos de Orlac' incorporó ritmos caribeños a su música a finales de los 80, pero su enfoque posterior en solitario fue de difícil salida comercial hasta que Subterfuge Records se atrevió con su publicación en esa nueva gama de sonido cuya denominación, 'Música para un guateque sideral', es absolutamente idónea para lo que podemos escuchar en su primer largo, "Melodías de Rayos-X", elegido por el diario El País como mejor álbum electrónico español de la década de los 90, si bien la electrónica es tan sólo un envoltorio, una manera de poder amasar una música con sabor acústico, aromas de world music, recuerdos de viejo tocadiscos y resonancia a metales y a serie b: "El disco no estaba planteado en principio para ser editado por una compañía discográfica. No encajaba en las habituales clasificaciones. Por eso cuando Subterfuge aceptó grabarlo me alegré porque podía hacer lo que quisiera". No es de extrañar que en diversas entrevistas Nacho aporte los nombres de Porter, Mancini, Gershwin, Rota, Ellington, Chaplin o Jobim al hablar de influencias, pues la gracia y el desenfado de tales maestros se pueden encontrar en las dosis justas en temas como "Laguna seca" o "Sábanas blancas, cama estrecha", tan deliciosos y evocadores que parecen llevar sonando desde hace mucho tiempo en nuestra cabeza. Mastretta, que también se nutre de rock, de ritmos urbanos y de electrónica, no olvida su ascendencia mexicana por parte de madre y todo lo absorbido en sus viajes, creando un cocktail asombroso cuya primera parte es, sencillamente, maravillosa, pues aparte de las dos composiciones antes mencionadas ahí están el revival jazzero de "Mi cuarto de hora" o "Muñeca rusa", la incitación a la bossa nova de "El último habitante del planeta" o las sintonías en el limbo que suponen "Kid chocolate" o "Mosley". Ana Belén contribuye al éxtasis con la susurrante "Andrea Doria", en una segunda parte del disco donde destacan "Dolor de crooner" (que repite sones con aroma a bolero en "Latin lover") o "Tragahierros". El diseño de portada y los particulares dibujos interiores, a cargo de Fernando Mastretta, hermano de Nacho, como también lo es el autor de las fotografías, Marcos Mastretta.

Al escuchar "Melodías de Rayos-X" me viene a la cabeza el título de una antigua referencia de Luis Lozano
para 'El cometa de Madrid': "Bandas sonoras en busca de película", y es que este trabajo es una continua banda sonora de ciencia ficción de serie b, de spaguetti western rodado en Almería, de film de Fellini o de comedia de Woody Allen. Títulos tan sugerentes como "Sábanas blancas, cama estrecha", "Mi cuarto de hora" o "El último habitante del planeta" nos revelan una música viva, animosa, encantadora. piezas muy elaboradas, de apabullante gracia y mucho colorido. La instrumentación juega un papel fundamental en esa lucha de estilos que no es tal, sino más bien un baile de influencias con diversa inspiración y un fabuloso saber hacer. Notable y meritoria es la circunstancia de que Mastretta haya compuesto, interpretado, grabado y producido todas las canciones en su estudio doméstico, interpretando clarinete, saxo, armónica, sintetizador moog, piano, órgano, acordeón, guitarras, cítara, bajo, flauta, marimba, silbidos, percusiones, sampler y mezclador digital. Puntualmente Ricardo Moreno aporta batería y otras percusiones, Plinio Migliorini guitarra brasileña, Santiago Mauriño bajo, Pablo Novoa guitarra eléctrica y Ana Belén la voz en "Andrea Doria", completando un álbum importante, incluso indispensable, en la música española de cambio de siglo.



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