De las muchas voces femeninas que han traspasado las fronteras de Grecia en las últimas décadas, posiblemente sea la de Eleftheria Arvanitaki la más versátil y poderosa, logrando un merecido éxito internacional sin perder por eso la pureza de la canción tradicional griega en cualquiera de sus estilos (ante todo el denominado rembetiko, proveniente de los refugiados turcos). Desde que comenzara a despuntar en el arte de la canción, muchos compositores y letristas griegos (Nikos Mamagakis, Stamatis Spanoudakis, Lina Nicolakopoulou) creyeron ver en Eleftheria su musa, el medio de expresar sus ideas y encauzar comercialmente sus creaciones; su carrera se ha beneficiado de esos nombres que han contribuido a formar una discografía plagada de clásicos y bellísimas canciones como "Meno ektos", "Dinata", "Stis akres ap' ta matia aou" o algunas de las incluidas en el álbum "Tragoudia gia tous mines" (donde Dimitris Papadimitriou compone la música sobre letras de poetas helenos), publicado por PolyGram en 1996 y cuya traducción española sería 'Canciones para los meses'.
No sólo el idioma sino el propio sonido del álbum delata que nos encontramos ante un trabajo típicamente griego, de una artista que a principios del siglo XXI comenzó un despegue internacional que consiguió además cromatizar su música con motivos de otras culturas, en el mismo movimiento que antes la había girado hacia la canción moderna, y atrajo un público de toda gama posible de edades. En "Tragoudia gia tous mines" Eleftheria consigue que sus cuerdas vocales doten a la música, con la autoría general de Dimitris Papadimitriou, del lirismo de la poesía griega tanto antigua (Safo, poetisa de Lesbos del siglo VII antes de Cristo) como de principios del siglo XX (Maria Polydouri, Kostas Karyotakis), finales del mismo (el Premio Nobel de Literatura Odysseas Elytis) o actual (Mihalis Ganas), en un recorrido plagado de canciones maravillosamente épicas, auténticas delicias de suave instrumentación como "Sappho" (la auténtica joya del disco, un placer auditivo de características atemporales, con los versos de Mihalis Ganas), "To parapono" (otro clásico del repertorio de aromas antiguos de Eleftheria), "Lianotragoudo" o la inmensa "Ola ta pire to kalokairi" (un sencillo único, que consigue plasmar de manera majestuosa, tanto en lo instrumental como por la exquisita voz, la poesía del Nobel Elytis), posiblemente sus mejores ejemplos de maestría. No hay que desdeñar tampoco ritmos muy animados ("Sou to' pa gia ta syneffa", "Tou pothou to agrimi"), ambientes tradicionales ("Den tragoudo para giati m'agapises", "Pame ksana sta thavmata"), y un estupendo broche final ("San tin agapi tin krifi") para un trabajo maravilloso, que contaría cuatro años después con un CDsingle titulado "Tragoudia gia tous mines: The third side", compuesto por cinco de sus composiciones más destacadas. Papadimitriou habla en el folleto del álbum sobre el título y la temática del mismo: "meses, no años, son la percepción del tiempo con la que se relacionan nuestras experiencias, emociones y sentimientos. Los años son unidades cronológicas para contar el tiempo, no más, dice. Los meses, sin embargo, en su carácter cíclico, le brindan la familiaridad de los verdaderos amigos (...) Los meses son como estatuas que miran nuestros pasos, observando en silencio en las plazas y caminos principales de nuestra vida". La compilación "The very best 1989-1998" recogió en su tracklist algunos temas de este trabajo ("To parapono", "Pame ksana sta thavmata", "Lianotragoudo"). Por el contrario, "Sappho", que a pesar de ser una grandiosa canción no suele aparecer en los discos recopilatorios de Eleftheria, sí que vino recogida en una colección de doce canciones de vocalistas femeninas publicada por Real World en 2001 con el título de "Gifted: Women of the World", junto a otro corte de otro álbum de la Arvanitaki, "The bodies and the knives", y otros de Sheila Chandra, Susana Baca, Estrella Morente y otras grandes cantantes de importancia mundial.
Su figura esbelta le otorga una eterna juventud, pero su trabajada voz delata una madurez que sólo el paso de los años puede ofrecer, el mismo del que ha obtenido las tablas de las que hace gala en el escenario, ofreciendo majestuosos diálogos entre una artista agradecida y un público entregado. Eleftheria Arvanitaki, junto a Alkistis Protopsalti, Haris Alexiou y muchas otras vocalistas de ayer, hoy y siempre, han logrado que en los últimos años las canciones en ese extraño idioma que es el griego no sean difíciles de escuchar para nosotros y gocen de una calidez soberana en base a estupendos arreglos, ritmos llevaderos y por supuesto ardientes voces que llegan más allá que la poesía que recitan, que en "Tragoudia gia tous mines" venía acompañada de la música de un alumbrado Dimitris Papadimitriou, compositor griego que interactuó con la cantante con la eficacia de un perfecto engranaje. Elegante y poderosa a la par, así es Eleftheria Arvanitaki, la última diva del pueblo heleno.
8 comentarios:
Una voz divina,como bien dices.
De las voces griegas es la que mas me gusta,solo me falta verla en directo.
Inténtalo a la mínima oportunidad, Santi, son conciertos sencillitos pero en los que la Arvanitaki conecta realmente con el público. Una gozada.
Pos yo soy de Alkistis Protopsalti Ea!
Por cierto, tienes perfil en Last.fm?
Es que Alkistis es también magistral, quizás me he acercado más a Elefthería porque la he visto varias veces en directo y a Alkistis no.
No tengo perfil en Last.fm, lo siento.
La arvanitakis es la Helena de Troya de los siglos XX y XXI. Su voz y figura merecen la talla en mármol y piedras preciosas. Lo más parecido a escucharla es comerse un yogurt griego con los pies.
Tú y yo estuvimos bien cerca de Elefthería en su último concierto en Zaragoza y no hiciste ni un amago de lanzarte a sus pies... ¿estás madurando?
Un saludo.
Eleftheria es también una de mis debilidades, su último disco Mírame merece mucho la pena. El 7 de mayo abre su gira en España para presentarlo y ya tengo las entradas. Si duda será una de las citas más esperadas del año para mí. Saludos desde Voces del Mundo.
Si viniera otra vez a Zaragoza volvería a picar, sin duda. Un saludo.
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