Luis Paniagua es el mas joven portador de un apellido no sólo inequívocamente castellano sino además eminentemente musical. De hecho se trata de una ilustre referencia en el mundo de la música antigua, gracias a la labor de su hermano mayor, Gregorio, al frente del grupo Atrium Musicae, del que Luis y varios de sus nueve hermanos formaron parte durante diez años. Su interés prioritario se centró enseguida en otras culturas más espirituales, en concreto la de la India, donde estudió sitar durante seis meses con el maestro T. N. Nagar en Benarés, lugar de nacimiento de Ravi Shankar. Paniagua fusiona desde entonces elementos de oriente y occidente (clarificador es el título de su único trabajo con el grupo Babia, "Oriente-Occidente") y rememora su aprendizaje a través del sitar y otros instrumentos -especialmente de cuerda y percusión-, aportando su bagaje de tantos años en contacto con la música. Nos encontramos con un artista que crea, imagina, inventa nuevas situaciones en el panorama de la música instrumental española desde los años 80 hasta la actualidad, y el resultado es una trayectoria musical fascinante, imaginativa, centrada tanto en proyectos para danza, teatro o audiovisuales como en otras composiciones más personales, donde aromas orientales se funden con sabores antiguos en un contexto muy actual.
Madrileño nacido en 1957, Luis es un buscador del sonido, viéndole en directo puede parecer que el propio aire le vaya dictando cada paso a seguir. Así, guiado por la luz de su espíritu inquieto descubrió hace muchos años que (al menos durante gran parte de su trayectoria) el sitar era su instrumento primordial. El primero lo compró en Berlín en 1975, estando de gira con Atrium Musicae, y posiblemente esa seguridad en las posibilidades de ese sonido metalizado, fue determinante en su éxito, porque es evidente que lo ha alcanzado, no en ventas y popularidad masiva sino a nivel espiritual. Como él mismo dice, "todo tiene su momento", y su despegue en solitario llegó a través de varias compañías discográficas en los 90 con trabajos como "De mágico acuerdo", "Neptuno", "Planeo" (clara muestra del extraordinario momento que vivía la inspiración de Luis en los 80 y principios de los 90), y su posterior fichaje con el atrevido sello Hyades Arts. Antes de la publicación de "La bolsa o la vida" en 1992, Paniagua hablaba del amor y la belleza como lo más importante, y eso es lo que nos encontramos en este disco, belleza, amor y un asombroso ejemplo de equilibrio entre oriente y occidente, esos mundos tan cercanos como alejados que Paniagua tiene tan presentes en su vida. Aquí se pueden atisbar los impulsos que poblaban trabajos anteriores como "Neptuno" ("El cuarto de los niños" se asemeja en su base al tema "Aquí y ahora") o "Planeo" ("La certeza de la duda" parece "Planeo (Parte segunda)" retrabajado), pero mejor elaborados por mor de la experiencia que dan los años en la música. Él es en definitiva como el funambulista del que habla en el libreto de este trabajo, un buscador del riesgo que se divierte en "Para empezar" (una entrada sublime, un cúmulo de vivencias con el melodioso sonido del sitar), explora en "El claro oscuro", juega en "El cuarto de los niños" (más que original utilización de la percusión para ejecutar una excepcional melodía infantil), abre su corazón en la delicada "Poema de amor" (una declaración llena de alma y sentimiento) o experimenta en "Ceremonia". Aún extasiados por lo que estamos escuchando, sorprende que en la segunda mitad del disco el show del funambulista alcance sus momentos más gloriosos: "Harim" es un contundente ejemplo del uso maestro del sitar en un contexto ambiental; "La bolsa o la vida" es también el título de la composición donde se muestra de forma más veraz la dificultad, la indecisión y la turbación de este artista que se debate entre dos mundos de contrastes, de riquezas y pobrezas. Pero es en la soberbia "Todo es muy bonito, no me quiero ir" y en la aflamencada "Tras la celosía", donde probablemente se encierre de manera más fehaciente el propósito de unión de culturas, de globalización, y en definitiva de esperanza, del disco, un trabajo de generosa duración (casi setenta minutos) que concluye con "El funámbulo" (atención a la emoción destilada durante todo su tránsito y a su rítmico final) y "La certeza de la duda", otra de esas maravillas donde nuestro sitarista se recrea en la melodía atrayente. En definitiva, "La bolsa o la vida" es un divertimento, un trabajo sorprendente, fluido, espiritual, donde destacan notablemente las cuerdas y las percusiones, Luis parece gozar con la música como el niño que descubre las notas y juega con ellas entusiasmado, se entiende así tanto la excitación infantil de "El cuarto de los niños" como la espontaneidad de "Harim" o "La certeza de la duda", temas destacados en uno de los grandes álbumes españoles de las nuevas músicas en los 90.
Cuando el sello español Hyades Arts decidió irrumpir de lleno en el mundo del compact disc -el vinilo comenzaba a quedar atrás- con sus difíciles músicas electrónicas, parecía claro que el reconocimiento de la crítica no iba a traducirse en un éxito de ventas de esa 'música avanzada' para una minoría. Entre propuestas tan alternativas como las de Adolfo Núñez, El sueño de Hyparco o Iury Lech, Luis Paniagua consiguió deslizar dos trabajos refrescantes, "La bolsa o la vida" en 1992 y "Muy frágil" un año más tarde, aportando una música más fácil de asimilar (más mundano el primero, en un terreno más espiritual el segundo) y un pequeño paso hacia la comercialidad, aunque el sello acabara desapareciendo sin remedio. En "La bolsa o la vida", Luis logró un maravilloso equilibrio entre lo terrenal y lo meditativo, escondiendo múltiples experiencias en una, pues todas son reflejo de la apertura de miras de este nuevo juglar que actualmente anida en la localidad almeriense de Mojácar, desde donde dirige su propio sello, Silentium Records.
9 comentarios:
Tenía un poco olvidado este disco pero recuerdo perfectamente la época en la que lo escuchaba. Me gusta mucho el estilo.
Luego hizo Arbol de cenizas que tambien está muy bien.
Es verdad ,Trecet puso mucho "Arbol de cenizas".
Gracias Pepe por estos recuerdos.
En esa época vi dos veces a Luis en concierto en Zaragoza, y me sorprendió muy agradablemente cómo se montaba lo del show en plan intimista, con sus tubos de colores, percusiones, pregrabaciones, y por supuesto el imprescindible sitar.
No sólo de recuerdos se vive, Luis Paniagua sigue sorprendiendo en cada nuevo trabajo, investigad y veréis.
Gracias por escribir sobre mi, y sobretodo por escuchar mi música. Hoy sigo haciendo conciertos y grabaciones… si queréis más información: www.luispaniagua.com y si queréis contacto directo o no encontráis mis discos en las tiendas escribirme unas líneas: luispaniagua@luispaniagua.com
Un abrazo
Luis Paniagua
Gracias, Luis, por leer mi crítica y dejar este comentario. Lo dicho sobre "La bolsa o la vida" bien podría extenderse a toda tu carrera, enhorabuena por seguir con tan altas cotas de calidad.
Un abrazo.
Grande,grande luis paniagua. Recuerdo que vino a mi programa. Fue la primera entrevista, y la verdad es que fue muy divertida, es un tipo de estos que han recorrido mundo y se nota cuando hablan, pero en su caso con una especie de inocencia que encandila.
Menuda familia! Ver a Luis en directo es una pasada.
No puedo ni compartir ni refutar los comentarios anteriores. Sería interesante que añadiérais algún fragmento musical en la página para que los no iniciados como yo pudiéramos añadirnos a tal entusiasmo, o no según el caso . Os visitaré en el futuro con toda mi curiosidad intactapor estos músicos.
Hace tiempo que me lo planteo, creo que se pueden poner hasta treinta segundos sin incurrir en ilegalidades. Te agradezco tu visita y tu opinión.
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