Dead Can Dance son uno de esos extraños ejemplos de grupos a los que el paso del tiempo, lejos de sumirlos en un triste olvido, ha revitalizado y continúa elevándolos al lugar que merecen en el panorama musical, aún habiendo vivido un letargo del que despertaron tras muchos años de silencio. La esencia de su música procede de un inframundo donde los muertos pueden bailar, es decir, donde pasado y presente se funden en una comunión perfecta, desafiando, con sus voces heréticas, a la esencia misma de la naturaleza humana. De tan particular, extraño y cambiante que resulta, este sonido es casi inclasificable, constituyendo su propio estilo, que antes de tomar elementos de las músicas del mundo se acercaba a lo gótico, como sucede en el disco aquí comentado. Sin embargo, una ligera escucha de su música desvela los elementos decisivos que la acercan a un público numeroso y variopinto: la escogida instrumentación, el uso especial de las voces, el halo de misterio que desprenden, y sobre todo la búsqueda estética, la huida de los convencionalismos del rock y el pop para innovar hacia caminos que en esa época estaban totalmente abiertos ("desde nuestra creación en 1981 hemos rechazado englobarnos dentro de las tendencias musicales menos exigentes, adoptando tradiciones musicales diversas y adaptándolas a nuestras propias necesidades, causando a menudo la consternación a aquellos que intentan clasificar nuestra música").
Pesimista, tenebrosa, incluso apocalíptica, así se percibe esta grandiosa música destilada por Brendan Perry y Lisa Gerrard. El primero, anglo-irlandés criado en Australia, aporta la esencia folk derivada hacia la electrónica y una gloriosa poesía romántica. La segunda, nacida en Melbourne, se nutrió de la multiculturalidad desde su infancia por su familia -también emigrantes irlandeses- y entorno, influencias celtas, árabes y mediterráneas que a la larga ha aportado a su música, tanto en Dead Can Dance como en solitario. Las canciones de este disco, publicado en 1987 por 4AD, el sello de rock alternativo que les acogió cuando emigraron a Londres, van más allá de la letra o de la música, parecen conectar con otra realidad, de tal manera que definitivamente, al final es inevitable quedarse atrapado en su sonido, de hecho la capacidad hipnótica de algunas de las piezas hace que su duración se antoje realmente corta. La nueva mentalidad de un grupo que firmó su homónimo álbum de debut tres años atrás provino de una concienciación de cambio estético, a partir de la cual se trabajó casi de manera experimental en base a formas clásicas y folclóricas, así como una instrumentación distinta a la habitual de guitarra, bajo y batería, con la incorporación de cuerdas y metales. "Within the realm of a dying sun" contiene en su escasa duración un desarrollo específico, totalmente buscado por Lisa y Brendan, por el cual nos encontramos con una primera parte dominada por la voz de Brendan Perry, para que Lisa Gerrard tome el relevo en la segunda. En cierto modo parece existir un camino que nos conduce de la oscuridad hacia la luz, con un seguro significado de renacimiento. La parte de Brendan es misteriosa, inquietante, dominada por los teclados, fondos de violines y chelos, y unos fabulosos vientos entre los que destacan, en esa búsqueda de distinta instrumentación, el trombón, la tuba y la trompeta. Aparte del místico corte instrumental, "Windfall", tres son esos soberbios temas cantados por Perry: "Anywhere out of the world", "In the wake of adversity" y la excepcional "Xavier", una de las cumbres del disco. A partir de aquí, y con la entrada de una fanfarria, le llega el turno a la terrenalidad de la voz de Lisa Gerrard marcando el camino venidero de la banda, pues estos cuatro temas restantes se desarrollan entre lo medieval ("Dawn of the iconoclast"), oriental ("Cantara"), religioso ("Summoning of the muse") y étnico ("Persephone"), en un total eclecticismo. "Cantara" es, junto con la mencionada "Xavier", lo mejor del trabajo, una genial base instrumental de cuerda (el salterio, vistoso y de sonoridad medieval) que acaba siendo acomodo de un hipnótico ritmo típicamente oriental, constituyendo una de las grandes canciones del grupo y plato fuerte de sus directos. Varias de las canciones de este disco han sido versionadas o algunos de sus extractos sampleados por grupos de rock gótico, folk o música electrónica.
El aire tétrico que le otorgan los metales, el romanticismo de su primera parte, lo enigmático de sus voces, incluso el panteón de la portada del álbum (de la familia del naturalista François-Vincent Raspail, en el cementerio parisino de Père-Lachaise), van en concordancia con el nombre del grupo, aunque como éste, sólo son instrumentos para encubrir una forma única de asociar música y emociones. Ellos marcaron un camino a seguir, y no son pocos los grupos que los reverencian y que intentan imitar su experimentación y ese camino hacia un mundo interior que curiosamente es también universal. Así son Dead Can Dance, un grupo atrapado en otro tiempo, anclado musicalmente en un pasado entre medieval y tribal, en una polivalencia que roza lo mágico. Si desconocéis su trabajo, es inevitable que tarde o temprano caigáis en su exclusivo mundo, y aunque cualquiera de sus discos es recomendable, tal vez un buen comienzo sería este colosal "Within the realm of a dying sun".
9 comentarios:
Mi grupo favorito junto a Capercaillie y Hedningarna. Espero con muchísimas ganas que la vuelta del grupo traiga algún disco pronto :) Aunque he de decir que el último de Gerrard en solitario me decepcionó.
Un artículo fantástico, bonito, explicativo... Me ha gustado más de lo habitual, te has lucido :)
Saludetes.
He de reconocer que ha sido últimamente cuando he redescubierto a Dead can Dance. Les conocí, como casi todos los que nos gustan las Nuevas Músicas, con "Into the labyrinth" gracias a Trecet, pero no sé muy bien por qué no acabé de escarbar entre sus discos anteriores.
Sabía de tu devoción hacia esta mítica banda, y yo también espero nuevas señales, así como poder verlos en directo.
Todavía góticos, pero muy abiertos. El tratamiento de las voces lo hace único. Aparte de los valorables clásicos "Cantara" (en directo es bestial), y "Xavier"; "Summoning of the muse" es sublime, así como otras partes del CD.
Tuve la oportunidad irrepetible de ver en vivo a DCD en la ciudad de Mexico, imposible explicar lo que transmite la musica de esta banda.
Por favor sigan publicando estos articulos que son de lo mejor...en medio de tanta basura musical de nuestos dias.
Saludos.
Yo no he tenido aún la oportunidad de verlos en directo, debe ser, como bien dices, algo irrepetible. Sí que he visto el video de "Toward the whitin" y es fabuloso, una atmósfera especial.
Gracias por tus comentarios y por leerme, amigo mexicano, yo seguiré con las críticas mientras pueda. Un saludo.
Yo conocia ha dead can dance hace un años, y desde que escucho su música me siento sumergido en una atmósfera obscura, donde el recorrido es una danza oscura.Gracia de Dead can Dance decidi dar vida a Recorete, un payaso nocturno y taciturno que muestra su mundo confuso a través de la danza que acompaña el canto de Dead can Dance
Dead Can Dance... no se puede decir mucho, año tras año se vuelve mas perfecta para mis oidos.
Estos maestros han sido guias para muchas bandas, la que mas me interesa hacerles conocer es Dark Sanctuary, un grupo originario de Francia, que fue tanta la inspiracion de Brendan Perry y Lisa Gerrard que unas de sus obras es un tributo hacia ellos, que contiene una sola cancion llamada "Summoning of the Muse"... muy recomendable el tema y la banda.Si alguien esta interesado en conocer mas de esta banda francesa, les dejo mi correo, darksanctuary@live.com.ar.
Esa música tan sombría da mucho juego en las artes escénicas, así que Recorete no puede estar mejor arropado.
En cuanto a Dark Santuary, por supuesto que investigaré al respecto. Dead can dance son un grupo de culto que han generado bastantes influencias, lo que se necesita es que se reanuden su actividad, en estudio y en directo.
Llegué por casualidad a este blog buscando algo de Mike Oldfield. Yo soy un gran fan de DCD desde hace muuuchos años. Los conocí con su primer disco, que junto con éste son mis preferidos. Este sonico gótico, oscuro me encanta. Al igual que el otro comentario soy también seguidor de Dark Sanctuary, muy recomendables. Buen artículo. Saludos desde Asturias!
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