7.6.19

KROKE:
"Ten"

La calidad y la elegancia natural del trío de Cracovia Kroke se había acabado por imponer en el panorama de las músicas del mundo (mas allá del klezmer -la música judía del este de Europa- del que han sido mayúsculos exponentes) bien entrado el siglo XXI, si bien desde sus inicios se podía afirmar sin titubeos que este portentoso conjunto iba a despuntar inevitablemente, saliendo de los circuitos de Polonia -donde les ha costado ser reconocidos, encontrando un público más entregado en Alemania o España- para arribar triunfantes al resto del globo. El bisoño "Trio" dio paso a un consolidado "Eden", y a los sencillamente geniales "The sounds of the vanishing world" y "Ten pieces to save the world", antes de grabar con Nigel Kennedy para EMI Music el definitivo éxito popular y crítico "East meet east". Aun continuando su vinculación con el sello berlinés Oriente Musik, "Ten" fue su primera referencia distribuida por Universal Music, que llegó en 2014 tras cinco años sin una obra propia de su estilo, ya que sus últimas publicaciones eran colaboraciones -siempre interesantes- y una adaptación de su música para ser tocada junto a una orquesta sinfónica ("Feelharmony", con la Sinfonietta Cracovia).

Tras décadas de interrupción a raíz del holocausto, la tradición judía cobró vida gracias, entre otros, a este conjunto formado por Tomasz Kukurba (viola, voces, flautas, darbuka, cajón, percusión, violín, balalaika), Jerzy Bawol (acordeón) y Tomasz Lato (contrabajo), que comenzó a forjarse en el histórico barrio (antigua ciudad importante de la cultura hebrea) de Kazimierz, en Cracovia. La música de Kroke, sin embargo, pronto comenzó a trascender más allá de ese folclore, se hizo auténtica, imaginativa, cobró vida propia sin renunciar a, como decía Tomasz Lato en la época de "Ten", la etnicidad, a ese reflejo popular de la alegría y la tristeza, de la vida en definitiva ("después de nuestros dos primeros discos nos distanciamos de aquello para intentar hacer algo que sonaba en nuestras almas, o sea, mezclar la improvisación, las influencias del jazz, la música étnica, todo lo que escuchábamos y con lo que nos sentíamos realmente a gusto"). Así, nos topamos en "Ten" con un trabajo muy variado y entretenido, con sus toques folclóricos, étnicos, neoclásicos y jazzísticos. Una extraordinaria animosidad emana de las composiciones de esta banda sin par, desde el minuto 1 de la obra: "Bright clouds" es una entrada salvaje, un elegante torbellino siguiendo la estela del popular "Ajde jano" que les abriera mercados muchos años atrás. La alegría comienza a embargar al oyente con esa pieza de ritmo bailable que sirvió para promocionar de entrada el álbum (con videoclip incluido), tras la que llega la voz -un elemento que dificilmente había surgido de manera convencional en los trabajos de la banda- de Anna Maria Jopek, una de las mejores cantantes polacas de jazz, que curiosamente, con su atrevido estilo, parece acercarles en "Psalmia" a secuencias más propias de los países escandinavos, si bien el comienzo auguraba cálidos efluvios de la lejana bossa nova. El acordeón marca el camino (la conjunción que le sigue es, como siempre, asombrosa) para adentrarnos en otra pequeña joya del álbum, "Valse defoy", un ligero vals que en su terreno medio cuenta también con un tarareo a cargo de Tomasz Kukurba. De Kukurba era ese tema, así como el primero, tomando en cierto modo el mando del grupo en la composición, si bien cada momento es realmente un trabajo conjunto, en el que se incluye ese cuarto miembro llamado Dariusz Grela, encargado de la grabación y las mezclas de los álbumes desde sus comienzos. Bawol firma "Joy as it is", donde la voz sigue siendo un nuevo elemento en esta pieza de baile folclórico de aspecto improvisativo. A continuación llega un pasacalles contemplativo ("Passacaglia for 3") en el que se pueden degustar los instrumentos implicados, plenos de gracia y líricas (por momentos épicas) intenciones. Un gran tema lento, de envoltura más meditativa, cuya parte de violín recuerda a otros grandes momentos del trío. Un aparente ritmo de tango (cualquier influencia es buena para ellos), origina en "Once upon a time" otra composición subyugante de Lato y Kukurba, que da paso a un nuevo temazo, un genial baile titulado "Mirrors", con asomo a la indispensable (e inigualable, sin duda) "Usual happiness", uno de sus grandes éxitos. "Frogs" es una de esas tonadas socarronas con las que asombra la banda en cada nueva entrega, en la que destaca especialmente el contrabajo. El disco culmina con "Free falling", que encierra un maravilloso despliegue vocal bastante serio (Kukurba de nuevo, sin la ironía de algunos de sus momentos en vivo) y un soberano clímax con el violín, que fue merecedor de tener también su propio videoclip y de considerarse, por tanto, como segundo sencillo del álbum. Un final distinto, con armonías vocales y ese violín que rasga el sonido como una rugiente guitarra eléctrica. Una reedición especial del disco editada únicamente en Polonia en 2016 incluía dos composiciones nuevas, dos villancicos de títulos "Mizerna cicha" (obra del antiguo maestro Jan Gall), y "Z narodzenia pana" (de autor desconocido). "Bright clouds", "Mirrors" y "Joy as it is" fueron las composiciones de este álbum elegidas para formar parte del recopilatorio "25 The best of", puesto a la venta en 2017 por el 25 aniversario del trío.

Si bien sus propuestas sonoras ya no son nuevas, su excelente realización, su composición impoluta y la siempre fresca y alegre desenvoltura de estos tres intérpretes, logran que cada uno de sus trabajos acabe siendo un nuevo regalo para el oyente, así como cada uno de sus conciertos, que en su momento de mayor popularidad en España (ellos siempre han destacado la grandeza del público español y agradecido la ayuda de locutores influyentes como Ramón Trecet) fueron objeto de gran seguimiento. De hecho, siendo excelentes intérpretes y fáciles de amoldar a otro tipo de repertorio, lo han podido demostrar en reuniones en el escenario con bandas de inquietudes afines como los castellanos La Musgaña, Tindra (grupo noruego), cantantes de Polonia o Mongolia y, por supuesto, un violinista excepcional como Nigel Kennedy. Más allá de denominaciones, la suya parece una música espontánea, que surge de manera natural e improvisada y llega a los corazones de la gente. En la biografía de su página web oficial afirman: "Desde el principio, la idea del grupo fue una búsqueda continua de algo nuevo, también dentro de nosotros. Nos gustaría que nuestra música fuese denominada simplemente 'música Kroke'" Sin desmerecer a trabajos de la última década como "Seventh trip" o "Out of sight", Kroke subieron un peldaño en su inspiración y elaboraron aquí su mejor disco en años, un trabajo de 10 (ten).

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