18.5.18

DAVID ARKENSTONE & ANDREW WHITE:
"Island"

Uno de los artistas más claramente asociados a la música new age, que encontró una gran aceptación y popularidad en la época de mayor auge del género, es David Arkenstone, un todoterreno de nombre e imagen carismáticos que, tras unos coletazos en el mundo del rock con, entre otras, una banda llamada simplemente Arkenstone -donde tocaba guitarra y teclados-, encontró su verdadero camino entre un caudal sinfónico de magia y aventura, una personalidad musical a la que se ha mantenido fiel durante décadas. Nacido en 1952 en Chicago, donde permaneció hasta los 10 años cuando se trasladó con su familia a California, fue en 1985 cuando se convenció, tras varios intentos infructuosos de publicación de su material, de que el rock no era su camino, y envió a varias compañías otro tipo de composiciones instrumentales, más melódicas pero directas y estimulantes, que acabaron encontrando acomodo en Narada Productions. La compañía de Milwaukee inauguraba así, con "Valley in the clouds" en 1987, su división Narada Mystique, de interacción entre lo acústico y lo electrónico, en la que Arkenstone iba a publicar sus trabajos en solitario hasta su salida del sello. Sin embargo, no sería Mystique la división de Narada que publicara "Island" en 1989, sino Equinox, considerando este trabajo de una gama más suave, especialmente por la aportación del guitarrista Andrew White, digna de esa 'fusión contemporánea con otros estilos' de la que hablaba la compañía.

Fantasioso y altamente interesante, "Valley in the clouds" había sido una entrada rotunda en el mundo de la new age épica -especialmente en su tramo inicial, ya que al conjunto le acababa faltando una cierta consistencia- por pàrte de David Arkenstone. Preguntado sobre sus primeros recuerdos musicales, David habla recurrentemente de su impresión a los cuatro años al escuchar la suite de Chaikovski "El cascanueces": "Estaba llena de imágenes, especialmente de tierras lejanas, que se ha convertido en un tema mío. Luego, mientras escuchaba más de cerca, creo que fue el contenido emocional de la música lo que me atrapó". Efectivamente, la imaginería exótica y lejana es un tema recurrente en la mente de Arkenstone, y él mismo afirma que sus comienzos fueron una especie de combinación de Chaikovski y The Beatles, con el apoyo de sus padres y fatigosas clases de piano, que se ampliaron más adelante con, según dice, "todas las clases de música posibles", así como nociones de orquestación ("a medida que pasaron los años y comencé a buscar mi propia voz musical, anhelaba crear mi propia interpretación del poder y la versatilidad de una orquesta"). La llegada de la tecnología complementó toda esa formación y logró conformar un estilo auténtico y personal: "Una vez que los sintetizadores y las computadoras comenzaron a comunicarse, me lancé a ese mundo y nunca miré hacia atrás, pude escuchar cosas que anteriormente sólo imaginaba". Pero electrónica y acústica son dos materias que, bien utilizadas, pueden producir buenos frutos, y en esta exitosa fusión tuvo gran parte de culpa el guitarrista Andrew White, un excelente intérprete que pasaba también por un momento lleno de ideas; la conjunción, que incluye una lograda fusión emocional, fue buena para ambos artistas, y es que este trabajo -su única colaboración, de hecho-, es un todo de suntuosa belleza, una música muy fácil de escuchar, para huir de cualquier estrés o preocupación. "Hay una parte de mí", decía Arkenstone, "que siempre le gustaría vivir en los trópicos", y "Island", que posee aromas de tierra y mar, no hace sino avanzar en la idea aventurera de "Valley in the clouds" y anticipar el conseguido trabajo "Citizen of time", un afortunado camino de new age épica de poso sencillo y entretenido. "Nantucket" es una obertura juguetona de fácil escucha, amenizada por las flautas, una especie de himno de carácter desenfadado. "Ballet" es una pieza dinámica, amena, mas seria que la anterior, y acto seguido llega uno de los mejores cortes del trabajo, "The island road", por su combinación de ritmo llevadero, grata melodía y ambiente general desenfadado, hecho desde y para el disfrute. Ambas son composiones de Arkenstone, como "Caravan", "The palace" (movidas pero algo vacías) y "Passage" (sencilla y ambiental, su calma le viene bien al trabajo para reorganizarse en su parte media, pues se trata de una pieza luminosa y destacada en el álbum, altiva, distendida y bien construida, que deja inmejorables sensaciones para afrontar el final con garantías). Las aportaciones de White son "Along the shoreline" (melodía conseguida, en un ambiente placentero, sin sobresaltos) y especialmente un estupendo final de título "Carnation Lily Lily Rose", un corte delicado y reflexivo en el que la guitarra, presa de motivos folkies, hace cobrar vida al oboe, para juntos culminar gratamente este supuesto cuento. Entre medio quedan las composiciones conjuntas, donde destaca la dinámica, aventurera "Desert ride" (en la que mejor se escucha la guitarra en la primera parte del álbum, aportando suaves compases folclóricos), si bien no hay que dejar de escuchar la llevadera "Hindu Holiday" (en la que abundan los clichés -típicos en Arkenstone- del estilo new age épico, con una guitarra eléctrica entre un desarrollo algo blando y previsible) y las tímidas cuerdas de la agradable "Nullarbor". David Arkenstone interpreta piano, teclados, guitarra y flautas, y Andrew White guitarra acústica, bajo y teclados; como músicos invitados, las percusiones de Daniel Chase y John Seydewitz, el violín de Bruce Bowers, el bajo de Roger Fiets, y los vientos de Jay Leslie (flauta y saxofón) y de Nancy Rumbel (oboe, cuerno inglés).

"Mi segundo álbum, 'Island', fue una colaboración con Andrew White, un guitarrista increíble. Fue una sugerencia de la compañía discográfica que funcionó bastante bien". Como segundo trabajo de Arkenstone en Narada, el multiinstrumentista aún no se había creado el populoso nombre que iba a tener en breve, pero ya se intuían sus enormes posibilidades y su exitosa conexión con la audiencia. Aunque más o menos ambos músicos se reparten las composiciones del álbum (cuatro son de Arkenstone, dos de White y las demás ex aequo), el 'sonido Arkenstone' -al menos lo que nos ofreció posteriormente- parece bastante presente dominando el conjunto, un estilo que él mismo calificaba como un reflejo directo de su propio espíritu. No hay que desdeñar sin embargo la labor de White, que ya había publicado el interesante "Conversations" en 1982 con Sona Gaia, la filial de Narada, y que hasta el cambio de siglo iba a publicar varios CDs sobre guitarra celta -y más adelante en un estilo de cantautor- en compañías como White Cloud, Linn Records o Vertical Records (producido aquí por Donald Shaw). Este inglés afincado desde los 16 años en Nueva Zelanda siempre se ha considerado un trovador, y su guitarra embellecía notablemente las composiciones de esta colaboración, algunas de cuyas canciones se utilizaron en diversos samplers de Narada como "Narada Equinox Sampler 1" ("Nantucket", "Ballet"), "The Narada collection 2 ("The island road", "Carnation Lily Lily Rose") o "Narada decade, the anniversary collection" ("Carnation Lily Lily Rose").

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2 comentarios:

Jaime dijo...

Me parece el disco más conseguido de su primera época, sobre todo la primera parte del disco

Pepe dijo...

Es adictivo por momentos. Lástima que no hicieran algún otro disco juntos.