Suzanne Ciani es en la actualidad una teclista conocida y respetada. Seguramente la imagen que todos tenemos de ella es la de una mujer dulce, tranquila, más o menos lo que transmite su música, calor y felicidad. Incluso su propia imagen es de apariencia frágil y delicada. Sin embargo nos encontramos ante una luchadora, en especial por superar un cáncer a comienzos de los 90, aunque también por haber tenido que combatir en un mundo, el de la música electrónica, dominado por los hombres. Tanto en sus comienzos en esa faceta (con una involucración sorprendente para los que la hayan conocido a partir de su época de Private Music) como en su vertiente más romántica y de piano, esta nieta de inmigrantes italianos ha salido bien parada y se ha ganado a pulso su fama en el mundo de la música instrumental.
Empalagosa para unos, genial para otros, esta artista nacida en 1946 fue la más rebelde de cuatro hermanas. Contrariamente a los casos más comunes, en los que profesores de corte clásico intentan encorsetar a sus alumnos y éstos muestran su rebeldía acercándose al rock y pop a la mínima oportunidad, Suzanne vió cómo su maestro de piano, el mismo que daba clases a sus hermanas, intentaba llevarla por el camino del pop, mientras ella quería aprender música clásica. El Wellsley College y otras instituciones saciaron su sed de composición clásica, hasta que la casualidad le llevaría hasta Don Buchla, que la introdujo de lleno en la electrónica musical, y posteriormente hasta el considerado padre de la música por ordenador, Max Matthews. Sin embargo la única salida que le quedó después de toda su extraordinaria formación fue realizar música para publicidad, momentos para compañías importantes como Coca-Cola, American Express, Atari, General Motors o Columbia Pictures, muchas de las cuales han visto la luz en 2012 en el CD "Lixiviation". En 1974 se traslada a Nueva York, y llega a trabajar en el estudio de Philip Glass, pero su condición de mujer siguió cerrándole las puertas más importantes, por lo que decidió publicar una serie de discos que le dieran reconocimiento. Durante dos años, en fines de semana y con su propio dinero, creó "Seven waves", pero ninguna compañía se atrevió a publicarlo, al fin y al cabo ella era una mujer que hacía electrónica, que no cantaba como las que triunfaban en aquella época. Contra todo pronóstico, "Seven waves" fue un gran éxito en el único país que acogió su publicación en 1982 bajo el sello JVC/Victor: el lejano Japón. Da la impresión de ser un disco frío y sofisticado, cuando en realidad es sencillo y cálido, inspirado también por la naturaleza, como demuestran los sonidos marinos que campean entre tema y tema, ese oleaje sereno pero atrevido que separa las principales 'siete olas', de las cuales la primera ("The first wave: Birth of Venus") es la más inspirada y popular, por la gracilidad de su luminosa melodía (complementada con otro instrumento electrónico extraño, un lyricon) en un contexto burbujeante que nos remonta a otros tiempos más sintéticos. A pesar de eso, "Seven waves" no ha envejecido mal, otro mérito de esta teclista estadounidense que continúa su paseo secuenciado con temas igual de alegres y románticos, exponentes de un mundo propio en el que también se podrían destacar "The fifth wave: Water lullaby" y el bonito cierre del trabajo, "The seventh wave: Sailing away", de sonido algo más cercano al pop. La historia de "Seven waves" tras su éxito japonés continúa con la publicación en Estados Unidos por parte de Finnadar Records, una división de Atlantic (1984), una siguiente reedición por la importante compañía Private Music (1988), y posteriormente por su propio sello (1994), denominado Seventh Wave en homenaje a este disco avanzado.
Suzanne recuerda en el libreto del trabajo (en su edición de 1995 por parte de Seventh Wave) que se trata de un disco especial, no sólo porque expresa su fascinación por los primigenios instrumentos electrónicos sino porque algunos de ellos, como el Buchla (prototipo creado por el pionero en materia de sintetizadores Don Buchla), ya no existen, por lo que estamos ante una grabación histórica, que contó con la eficaz colaboración de la ingeniera de sonido Leslie Mona-Mathus y del arreglista Mitch Farber, que le seguirían acompañando -en especial Mona-Mathus- en futuros y ya consolidados proyectos. Synclavier, Roland, Moog, vocoder, secuenciadores, piano... la lista de los teclados y instrumentos utilizados asusta por la profusión de nombres, siglas y números, pero todos ellos devienen en una música fácil de escuchar y admirable en su contexto, el de una mujer que se sobrepuso a cualquier inconveniente y que supo surfear en las olas más adecuadas, en concreto las siete de "Seven waves".
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6 comentarios:
Este artículo me ha transportado a mis años mozos. ¡Ah, la Ciani! Gracias por tus textos, que ayudan a descubrir... y a redescubrir.
Qué sorpresa, desconocía tu afición esporádica por estas músicas, y tu conocimiento de los pasos musicales de Suzanne Ciani.
Qué bueno es redescubrir (a pesar de darnos cuenta de que ya tenemos una edad).
Cianni ha sido la gran tapada por la sombra de Enya en lo referente a la figura femenina de las nuevas músicas. Sin embargos creo que a nivel compositivo la supera abiertamente. Otro tema es la labor de producción de Enya que es encomiable.
También Loreena McKennitt se ha llevado parte del pastel. Otra que se metió en la electrónica -aunque mucho más new age- con buenos resultados es Constance Demby, de la que hablaré algún día. Entre Enya y la Ciani me quedo con Enya, la verdad.
Las veces que he escuchado este disco (lo conservo en vinilo, junto con Neverland e History Of My Heart -los tres del sello Private Music-) es para imaginarme al lado mismo del mar y desintonizar del mundanal ruido. Los otros dos discos, no obstante, no me producen más que diferentes sensaciones escuchando tema tras tema y me pierdo en esa variedad de ambientaciones. No son tan homogéneos como el primero, que lo valoro mucho más que el resto de álbumes de Ciani.
Buan observación, Ignacio, puede que haya temas más reconocibles en los otros dos, pero este es más homogéneo.
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