Grecia es un país al que musicalmente siempre se le ha debido mucho, y especialmente en las últimas décadas del siglo XX ha aflorado de él mucho talento sin igual, músicos muy especiales, de enorme genialidad y a la vez muy variopintos: Vangelis o Yanni son ejemplos de grandes teclistas, Iannis Xenakis o Mikis Theodorakis figuras clave de la música contemporánea, María Callas (la gran diva, de origen griego aunque nacida en los Estados Unidos), Demis Roussos o Nana Mouskouri como voces de siempre, y Eleftheria Arvanitaki, Alkistis Protopsalti, Haris Alexiou o Savina Yannatou como esas otras voces que, con mayor o menor recorrido musical, llegaron sorpresivamente a nuestros oídos en aquellos años de explosión cultural. Un ejemplo de otro músico de orígenes griegos (aunque nacido y criado en los Estados Unidos) que en el umbral de cambio de siglo consiguió crearse un nombre, vender un gran número de discos (en solitario y junto a su amigo Paul Voudouris) y imponer un estilo desenfadado y abierto de nueva música instrumental melódica, fue Chris Spheeris.
Más allá del éxito de sus colaboraciones con Voudouris (sin duda "Enchantment" es uno de los grandes álbumes del siglo XX en cuanto a este tipo de música), este multiinstrumentista nacido en Milwaukee ha destacado como un gran compositor en solitario. Sus influencias pasan de la música tradicional griega a los Beatles o Elton John, pero también Vangelis, Génesis o Brian Eno sonaron en su habitación mientras imaginaba ingenuos acordes con intereses adolescentes. Con tal amalgama de estilos fue tejiendo sus propias ideas, pero escuchando su música se pueden deducir dos cosas, que es personal y espiritual, y que está notablemente influida por un espíritu viajero ("mis padres me animaron siempre a viajar y vivir la experiencia de otras culturas; donde quiera que fuéramos veía y escuchaba, y crecí en un vocabulario de sonidos exóticos y adornos musicales"). La confluencia de estas características dota a sus discos de un exotismo propio y sincero, que Chris fue explorando en trabajos como "Desires of the heart" o "Pathways to surrender", publicados en lo 80 por el sello Columbia, que pretendía lanzar a este guapo intérprete como una nueva figura instrumental de guitarra. A pesar de su calidad, el experimento no cuajó, y tuvo que ser "Enchantment" el álbum que originara un segundo despegue en la carrera en solitario de Spheeris, en ese momento en el que él y Paul Voudouris se dedicaron de nuevo a sus ideas en solitario. Así surgió "Culture", publicado en 1993 por Essence Records (el sello del propio Spheeris, del que "Culture" fue la primera referencia en solitario, y que distribuyó en España Resistencia), un álbum especialmente transcultural, profundo espiritualmente aunque posiblemente más 'global' que otros de sus éxitos anteriores (si bien canciones como "Pura vida", de "Enchantment", se acercan notablemente a esas intenciones). En él, este apuesto músico de sonrisa carismática nos invita a su particular viaje -por sitios cuyos sonidos ambientales reales se pueden escuchar en el disco, como Grecia, Tailandia, India y su propio lugar de residencia, Sedona (Arizona)- y acierta en su exposición e interpretación del mismo, de una forma cálida, familiar, pero ante todo, y como siempre en su música, vital y optimista. "Aria" es una pieza perfecta como primer single, directo y poderoso, una espectacular puesta en escena de una instrumentación sencilla (guitarra, teclados y percusión) y enérgica, capaz de catapultar un disco al éxito por su radiodifusión en una época en la que esta música era tomada en serio y poseía una excepcional calidad. También de poderosa base rítmica, muy visual y cultural, son "Margarita" -otro corte destacado, demostración de un estado de forma fantástico- o "Elektra", así como "Sapphire", pero el trabajo presenta también otra cara, romántica, intimista y delicada, en composiciones como "Embrace", de hermosísimas notas de guitarra que no pueden quedar en el olvido una vez se escuchan, o "Allura", también tierna y apasionada. En ellas se pueden apreciar las especiales colaboraciones del álbum, el violonchelo (Kris Yenney) y la flauta (Kirstine Hebert) en la primera y el saxo alto (Zac Johnson) en la segunda. Además, David Peterson interpreta el oboe en "Bombay" (otro de esos cortes movidos y destacados, muy intercultural merced al sonido parecido al de un sitar) y en el tema final, One". Junto a "Aria", es sin embargo "Culture" el corte más popular y especial del disco, con su pegadiza melodía aflautada y ambientación oriental. Lo movido, visual, y lo romántico, pasional, alcanzan juntos altísimas cotas de calidad, sólo hay que escuchar pequeñas maravillas como "Aria", "Culture", "Margarita", "Sapphire" o "Bombay" para darse cuenta de la genialidad de este guitarrista y multiinstrumentista residente en el desierto de Arizona y que nutre la sonoridad de sus guitarras, teclados y percusiones con flautas, chelos, saxos y oboes.
Tras la fachada de play-boy de Chris Spheeris se esconde un hombre humilde, abierto y sincero, un artista auténtico que impresiona con nuevos trabajos muy de vez en cuando, ocupado en otras aficiones como la fotografía, pintura o poesía. No es fácil continuar la senda marcada por una carrera plagada de éxitos, así que mientras esperamos la llegada de nuevas composiciones, es necesario paladear la esencia de su música en sus antiguos trabajos, de los que "Culture" (coproducido por Spheeris y Russell Bond, que se puede encontrar con portadas diferentes en formato digipack o en una posterior edición en caja normal) es un exótico ejemplo de calidad abierta al globo, pero ante todo de alegría y sentimiento, un disco emocionante que logró otro buen número de ventas y que conecta fácilmente con nuestros sentidos, inundando nuestro interior tanto de aventura como de añoranza.
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Más allá del éxito de sus colaboraciones con Voudouris (sin duda "Enchantment" es uno de los grandes álbumes del siglo XX en cuanto a este tipo de música), este multiinstrumentista nacido en Milwaukee ha destacado como un gran compositor en solitario. Sus influencias pasan de la música tradicional griega a los Beatles o Elton John, pero también Vangelis, Génesis o Brian Eno sonaron en su habitación mientras imaginaba ingenuos acordes con intereses adolescentes. Con tal amalgama de estilos fue tejiendo sus propias ideas, pero escuchando su música se pueden deducir dos cosas, que es personal y espiritual, y que está notablemente influida por un espíritu viajero ("mis padres me animaron siempre a viajar y vivir la experiencia de otras culturas; donde quiera que fuéramos veía y escuchaba, y crecí en un vocabulario de sonidos exóticos y adornos musicales"). La confluencia de estas características dota a sus discos de un exotismo propio y sincero, que Chris fue explorando en trabajos como "Desires of the heart" o "Pathways to surrender", publicados en lo 80 por el sello Columbia, que pretendía lanzar a este guapo intérprete como una nueva figura instrumental de guitarra. A pesar de su calidad, el experimento no cuajó, y tuvo que ser "Enchantment" el álbum que originara un segundo despegue en la carrera en solitario de Spheeris, en ese momento en el que él y Paul Voudouris se dedicaron de nuevo a sus ideas en solitario. Así surgió "Culture", publicado en 1993 por Essence Records (el sello del propio Spheeris, del que "Culture" fue la primera referencia en solitario, y que distribuyó en España Resistencia), un álbum especialmente transcultural, profundo espiritualmente aunque posiblemente más 'global' que otros de sus éxitos anteriores (si bien canciones como "Pura vida", de "Enchantment", se acercan notablemente a esas intenciones). En él, este apuesto músico de sonrisa carismática nos invita a su particular viaje -por sitios cuyos sonidos ambientales reales se pueden escuchar en el disco, como Grecia, Tailandia, India y su propio lugar de residencia, Sedona (Arizona)- y acierta en su exposición e interpretación del mismo, de una forma cálida, familiar, pero ante todo, y como siempre en su música, vital y optimista. "Aria" es una pieza perfecta como primer single, directo y poderoso, una espectacular puesta en escena de una instrumentación sencilla (guitarra, teclados y percusión) y enérgica, capaz de catapultar un disco al éxito por su radiodifusión en una época en la que esta música era tomada en serio y poseía una excepcional calidad. También de poderosa base rítmica, muy visual y cultural, son "Margarita" -otro corte destacado, demostración de un estado de forma fantástico- o "Elektra", así como "Sapphire", pero el trabajo presenta también otra cara, romántica, intimista y delicada, en composiciones como "Embrace", de hermosísimas notas de guitarra que no pueden quedar en el olvido una vez se escuchan, o "Allura", también tierna y apasionada. En ellas se pueden apreciar las especiales colaboraciones del álbum, el violonchelo (Kris Yenney) y la flauta (Kirstine Hebert) en la primera y el saxo alto (Zac Johnson) en la segunda. Además, David Peterson interpreta el oboe en "Bombay" (otro de esos cortes movidos y destacados, muy intercultural merced al sonido parecido al de un sitar) y en el tema final, One". Junto a "Aria", es sin embargo "Culture" el corte más popular y especial del disco, con su pegadiza melodía aflautada y ambientación oriental. Lo movido, visual, y lo romántico, pasional, alcanzan juntos altísimas cotas de calidad, sólo hay que escuchar pequeñas maravillas como "Aria", "Culture", "Margarita", "Sapphire" o "Bombay" para darse cuenta de la genialidad de este guitarrista y multiinstrumentista residente en el desierto de Arizona y que nutre la sonoridad de sus guitarras, teclados y percusiones con flautas, chelos, saxos y oboes.
Tras la fachada de play-boy de Chris Spheeris se esconde un hombre humilde, abierto y sincero, un artista auténtico que impresiona con nuevos trabajos muy de vez en cuando, ocupado en otras aficiones como la fotografía, pintura o poesía. No es fácil continuar la senda marcada por una carrera plagada de éxitos, así que mientras esperamos la llegada de nuevas composiciones, es necesario paladear la esencia de su música en sus antiguos trabajos, de los que "Culture" (coproducido por Spheeris y Russell Bond, que se puede encontrar con portadas diferentes en formato digipack o en una posterior edición en caja normal) es un exótico ejemplo de calidad abierta al globo, pero ante todo de alegría y sentimiento, un disco emocionante que logró otro buen número de ventas y que conecta fácilmente con nuestros sentidos, inundando nuestro interior tanto de aventura como de añoranza.
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7 comentarios:
Chris Spheeris es el trovador de la música mediterránea. El genio que aparece cuando menos te lo esperas y que va desprendiendo magia en forma de teclados y guitarras. Voudouris es el Sultán de las mil y una noches y con su flauta encanta. Voudouris y Spheeris juntos son una mezcla de sensaciones difícil de olvidar. Conocí a Spheeris por primera vez allá por el 98, y desde entonces no he podido dejar de escucharle. Este genio de la lámpara fue el único que me sacó de mi encantamiento y me hizo ver que hay algo mejor que los pies griegos femeninos…y es su música.
Culture, ¡apoteósico!. Chris spheris es el nuevo dios Apolo del siglo XX y XXI
Lo tuyo con Grecia (con las griegas y con Spheeris, aunque no sé en que orden) es pasión. El próximo día que nos veamos recuérdame que te lleve tu medicación.
Fuera bromas, ya sabes que a mí también me encanta la música de Spheeris, pero hace tiempo que nos tiene a pan y agua.
Ah, muy buena tu maqueta, aunque ese final es muy muy duro...
¿Algo mejor que los pies griegos femeninos? ¡Venga ya!
Sapo y su ironía, hace tiempo que no te dejabas caer por aquí, y sólo temas como el lesbianismo o los comentarios de Petete o de Sugrañes podían hacerte volver. Deberías escuchar un poco más a Spheeris y tomar nota, para esos conciertos que nos has prometido.
su música es maravillosa.Necesitamos un concierto de el en España
Estimados amigos, os estaría eternamente agradecido si cuando sepáis alguna fecha oficial para ese esperado concierto de Spheeris, lo comunicarais. Llevo siglos esperando ese evento.
Hola, amigo. He mirado un poco por su web y parece que últimamente está bastante activo en cuanto a conciertos, pero todos en la zona de California y Arizona, lo que queda un poco lejos, al menos de España. No creo que le veamos por aquí en breve, la verdad, pero no hay que perder la esperanza. Y ya por pedir, un nuevo disco no estaría nada mal!!!
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