No es difícil que ciertos músicos de prestigio asociados sin temor a etiquetas como nuevas músicas, new age o música cósmica utilicen para sus obras una cierta dosis de electrónica, que en ocasiones conlleva una carga rítmica superior a lo que muchos oyentes esperan encontrar en sus discos. Jarre, Oldfield o Enigma bien pueden formar parte del repertorio de determinados DJ's que busquen otro tipo de sonidos, más centrados en la fusión con elementos de world music y con una indudable línea de calidad que se mantiene en cualquiera de sus propuestas, algunas de las cuales han podido entrar en terrenos que se pueden denominar con otras etiquetas, por ejemplo la música dance o algo más allá, la música trance. Christopher von Deylen es uno de los nombres de calidad en cuanto a este tipo de música, un alemán que junto a Mirko von Schlieffen creó el grupo Schiller en 1998. Hay que matizar que el de Schiller es un trance étnico (con claros ecos del sonido de Enigma), incluso melódico (al estilo de Robert Miles), y bastante suave en sus composiciones más rotundas, en absoluto progresivo. Tecno, house, ambient y, por qué no, new age, han acabado marcando una línea electrónica de calidad que por momentos relaja y en otros enciende los ánimos. Como ya lo fuera del krautrock, Alemania -el país de origen de otras potentes bandas electrónicas como Kraftwerk y Tangerine Dream, por no hablar del ultrareferenciado Klaus Schulze- fue la cuna principal de este estilo, que ha evolucionado -generalmente mal- con el tiempo, pero que ha dejado pequeños ejemplos, como el de Schiller, de grupos que pueden derribar fronteras y gustar por igual a los que buscan relax o diversión.
"Die glockenspiel" fue la canción que, incluso antes de completar un primer álbum, dió comienzo a esta historia, e incluso originó el nombre del grupo, ya que "Die glocke" (la campana) es un poema del dramaturgo alemán Friedrich Schiller. Intentando inventar una nueva música electrónica, estos dos artistas fundaron el sello Zeitgeist y publicaron con ese mismo título su primer disco en 1999, con un éxito que no se hizo esperar. El inicio es atrayente, con una voz sugerente como surgida de un método para aprender alemán, algo que va a convertirse en un clásico en los discos de Schiller. "Der anfang" nos plantea un viaje que parece más relajante de lo que realmente va a acabar resultando, si bien el planteamiento del siguiente corte, "Glück und erfüllung", con su ritmo percusivo constante y notas alargadas evocativas de guitarra, de carácter desértico, invita a cerrar los ojos y dejarse llevar hacia otros territorios. Ante las atmósferas presentadas, indudablemente viene a la cabeza el grupo Enigma, impresión que se ve reforzada con la voz de presentación, el teclado simulando una flauta y la entrada de la percusión. Es en "Liebesschmerz" -segundo sencillo del trabajo- donde las intenciones se aclaran, los espíritus se abren al movimiento y el ritmo de las nuevas tendencias de baile electrónicas domina la mayor parte de esta impresionante primera obra del dúo, una verdadera demostración de que tecno, world music y new age pueden conjuntarse con éxito y acallar el eterno dilema de las fronteras de lo viejo y lo nuevo, lo antiguo y lo moderno, lo acústico y lo electrónico. Huyendo además de las facilidades, coexisten en el disco pasajes abstractos, ambientales ("Freiheit", en el que sonidos naturales y un teclado más relajante preceden a un bucle percusivo que vuelve a recordar claramente al que Enigma utilizó en su impactante primer trabajo, influencia a la que hay que unir el sonido aflautado, étnico, del teclado que marca la pieza) con momentos destinados a la cultura de club: tras la mencionada "Liebesschmerz" y una hipnótica muestra de sampleo de una voz melodiosa junto a una melodía movida, con atrevidos cambios de orientación y fondo machacón que no llega a molestar, de título "Das unbekannte reich", comienza la parte estrella del álbum, englobada en la tendencia discotequera que se respira desde el principio y que aquí encuentra su Everest, en especial con el primer sencillo del álbum, el mítico "Das glockenspiel". Enmascarada en las nuevas tendencias, "Körperbewegung" es una pieza delicada y romántica, más cercana a Robert Miles que a Paul Oakenfold, en un tono general impetuoso, pero siempre elegante. "Ruhe" -tercer sencillo- es otro de los temas estrella, conducido por un marcado bajo y notas repetitivas de guitarra (interpretados ambos por Thissy Thiers, curiosamente un antiguo colaborador de Michael Cretu, es decir, Enigma) que juegan con dos tipos de voces de acompañamiento, masculina y femenina. En este sentido, y aunque se escuchen interesantes voces, el trabajo es mayoritariamente instrumental, no así los álbumes posteriores, que incorporarán numerosos vocalistas invitados como Kim Sanders, Maya Saban, Sarah Brightman, Moya Brennan o incluso ana Torroja, que también había colaborado unos años antes con otro dúo de interesante interacción étnico-electrónica como Deep Forest.
"Zeitgeist" inaugura un particular mundo de magia en movimiento, de ritmo impulsado por las nuevas tendencias, el afán tecnológico que, bien encauzado, también puede decir mucho y atraer no sólo por el movimiento que inspira sino por lo que contiene, el encanto de la buena música de baile. Dejando aparte la música, es destacable lo cuidado de la presentación y diseño gráfico de toda la discografía de Schiller, cuyas portadas se basan siempre en pictogramas, lo cual no sólo los hace interesantes estilísticamente sino además fácilmente distinguibles. El pictograma seleccionado en "Zeitgeist" es un reloj (zeit en alemán significa tiempo), holográfico en algunas de las ediciones del álbum, que por lo general son numerosas. Por ejemplo, "Zeitgeist" podía encontrarse en su edición simple, doble (con un segundo CD de música non-stop titulado "Chill out mix") o triple (en una edición de Singapur con video-clips), y además dos años después se comercializó por parte de Radikal Records la edición norteamericana, con traducción de los títulos de las canciones y título general "Spirit of the age". Tras un segundo trabajo de título "Weltreise" el grupo se rompió, quedándose con el nombre de Schiller Christopher von Deylen, un tipo sencillo y discreto a pesar de ser, musicalmente hablando, una gran estrella. Desde Berlín continúa con esta propuesta que a pesar de su estética algo más dura de lo habitual para las nuevas músicas, tiene puntos en común dignos de ser escuchados y, por qué no, disfrutados.
9 comentarios:
Por suerte, hay una palabra que nunca tendra nada que ver con Schiller: criterio.
Uy, no he entendido muy bien el comentario, la verdad.
Descubrí a Schiller gracias a la colaboración de Mike Oldfield,y rebuscando en sus discos anteriores tambien me gustó este primero.
Creo que,en su campo,sí que tiene buen criterio.
A mi me pasó lo mismo, Santi, Morgentau fue el descubrimiento de este artista, quizás no impresionante pero sí interesante.
Muy recomendables son sus trabajos previos con Bluchel. Menos pretenciosos y más coherentes. Con el paso de los años ha ido buscando abrir nuevos mercados con canciones en diferentes idiomas.
yaki
Ahí me has pillado, aún tengo mucho que escuchar, aunque recuerdo que el tema "Café del mar" de Energy 52 sonaba muy bien.
Este Blog pierde mucho sin Carbon Based Lifeforms.
Algunos ejemplos:
http://www.youtube.com/watch?v=jANSeB4DnHY&feature=related
http://www.youtube.com/watch?v=Sxagp1RD43k
Los máximos exponentes, a mi juicio, del ambient moderno. También podríamos citar a gente como Jon Hopkins y demás...
Oliver.
No los conocía, Oliver. Lo que he escuchado suena bien, seguiré atento.
Gracias por este tipo de recomendaciones.
Yo también fui uno de los que los descubrió a través de Oldfield y si bien me gustan sus discos, lo cierto es que Schiller parece estar un poco anquilosado en su estilo y sin evolucionar demasiado, siendo este Zeitgeist el punto de referencia para el resto (lo que no quita que obras como Tag und Nacht sean grandiosas).
Publicar un comentario