7.7.10

MICHAEL HOPPÉ & TIM WHEATER:
"Romances"

Aunque este delicado trabajo esté firmado por dos prestigiosos intérpretes como Michael Hoppé y Tim Wheater, su verdadero instigador es el abuelo del primero de ellos, el no menos afamado Emil Otto Hoppé. Denominado por algunos como 'el maestro', E. O. Hoppé fue un influyente fotógrafo durante la primera mitad del siglo XX. Nacido en Alemania, pero emigrado a Inglaterra, acabó especializándose en el retrato, para el que personajes ilustres como Albert Einstein, Isadora Duncan, H. G. Wells o Benito Mussolini desfilaron ante su cámara. Su nieto Michael dedica este álbum a la memoria de tan prestigioso retratista a través de una serie de fotografías en las cuales capturó la esencia femenina de doce importantes damas del blanco y negro. La música de la obra se adapta a cada personaje en un deleitoso juego poético, tratando de reflejar lo que sus miradas y sus gestos nos quieren decir. La comunión entre estas dos formas de arte es tan tierna y enamoradiza que el título refleja perfectamente lo que acontece: "Romances".

No deja de resultar curioso que un álbum de sonido apacible y especialmente acústico como este, fuera publicado por Erdenklang, sello alemán de música electrónica (su significado es 'el sonido de la tierra') que, entre referencias de grupos y músicos de cierta relevancia como VOX, Blue Chip Orchestra, Johannes Schmoelling, Matthias Thurow, Bernard Xolotl o Scarlet Rivera, acertó al introducir este disco de Hoppé y Wheater en 1993 en un subsello de la compañía dedicado a la música acústica y new age denominado 'Silent beauty' (otro subsello, 'Cross culture', se ocupaba de las músicas del mundo). Sin embargo hay que mencionar, para evitar equívocos, que "Romances" se puede encontrar actualmente con otro título, "The Yearning (Romances for Alto Flute)", en compañías como la alemana Teldec o la americana Bainbridge Records. Las cualidades de este disco vienen avaladas por la calidad de los dos músicos implicados, Michael Hoppé que compone toda la música y toca los teclados, y Tim Wheater que se encarga de la flauta. Este último, antiguo acompañante del grupo Eurythmics, y que llegó casualmente a esta 'música curativa' -como gusta llamarla-, se ocupa de la parte más agradecida del disco, esas melodías placenteras y adormecidas cuyas filigranas bailan sobre los teclados de Michael Hoppé, antiguo ejecutivo de PolyGram que acabó encontrando su sitio al otro lado del contrato. "Lilies on the Lake" -dedicada a su majestad la Reina Elizabeth- es el tema de presentación y uno de los más recordados, un sereno arrullo que en su sencillez llega a extasiar. Aunque la imagen de Marlene Dietrich sea de mayor dureza, tan sólo un poco más de actividad se percibe en la acunante "Glass Idol...". Una de las posibles notas negativas del álbum, que tal vez lo limite un poco, es el gran parecido entre las composiciones, en un conjunto de poco riesgo, si bien eficaz y de emotiva interpretación; las ligeras variaciones son perceptibles por la melodía de la flauta, más adormecida (en las antes mencionadas) o algo más despierta (como en "The Waltz of Whispers" -dedicado a la actriz Gladys Cooper-, o la luminosa "Nocturnes and the Quarter Moon" -a la exótica Lil Dagover-), agradeciendo ciertos momentos en los que los teclados imitan un fondo de cuerdas ("Wing'd Slippers" -para la bailarina rusa Tamara Karsavina-, "Distant Moment" -para Mary Pickford-). La serenidad provoca momentos poseedores de un cierto aura de religiosidad ("Rendezvous", la canción de la escritora Vita Sackville-West) y en general de una serena magia atemporal, con momentos más misteriosos, como la esencia india del tema dedicado a la princesa White Deer, "Indigo Sunset". Junto a las inmortalizadas en los tres primeros temas del álbum, de las mejores paradas por la destreza de sus melodías son la actriz Ellen Terry ("Of Mask and Shadow") y en especial la bailarina argentina Teddie Gerard, en la agradable "...Never Forgotten" que cierra el álbum, un trabajo dulce y relajante para el que no se puede negar que se ha realizado -no podía ser menos siendo el sincero homenaje que es- un libreto acorde, con las doce fotografías, información de las damas retratadas, y una deliciosa imagen de portada, que resume la sensualidad del álbum como ninguna, y que recoge a la actriz nacida en Buenos Aires Mona Maris.

El conjunto presenta rasgos muy positivos y alguno débilmente negativo. Por un lado es un conjunto de melodías ciertamente románticas (como dice su título), relajantes, debidamente bien interpretadas y sin florituras innecesarias. Sin embargo, su escucha atenta puede generar una cierta monotonía por esa extrema sencillez y poca profundidad ya comentadas. La dicotomía es clara: individualmente las piezas son hermosas, poéticas; en conjunto, como música de fondo son muy agradables, pero atentamente pueden llegar a cansar. Eso si no te enamoras sin remedio del estilo pulcro, deliciosamente ambiental y atractivamente melódico. Si es así, hay muchos más romances compuestos por Michael Hoppé (que inauguró esta denominación cinco años antes de este disco en la obra "Quiet Storms (Romances for Flute and Harp)" con la ayuda de Lou Anne Neill y Louise Di Tullio), para violonchelo, piano, arpa, armónica y una segunda parte de este álbum con el título "The Dreamer (Romances for Alto Flute Volume 2)", que recoge otros doce romances con fotografías de Emil Otto Hoppé, y con características similares a los aquí escuchados, composiciones oníricas, cubiertas por un velo o escuchadas desde el otro lado de un antiguo espejo en blanco y negro.





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