Mucho se sabe y se ha hablado de la creación de una compañía pionera en las músicas instrumentales artesanas como Windham Hill Records, pero no tanto se ha escrito sobre la segunda gran discográfica que, una década después, se repartió con aquella un gran porcentaje del pastel de la exitosa -en aquella época- música new age, Narada Productions. Aunque su creación no tuviera el componente azaroso -casi romántico- de la primera, su importancia bien merece unas líneas para glosar las circunstancias de sus comienzos, situados también en los Estados Unidos, concretamente en la norteña ciudad de Milwaukee a comienzos de la década de los 80. Las músicas de grandes artistas que ya forman parte de la mitología de las nuevas músicas como Michael Jones, David Lanz, Peter Buffett o David Arkenstone hubieran visto la luz posiblemente de otro modo con otro sello discográfico, pero los mandatarios de Narada tuvieron el don para encontrarles el hueco en el mercado por medio de su propio negocio, sabiendo estar en el sitio exacto y el momento justo, y dando los pasos adecuados para la consecución de unos fines cuya importancia perdura hasta nuestros días y, por medio de álbumes como "Pianoscapes", "Cristofori's dream", "Citizen of time", "Lost frontier", "Natural states" y muchísimos más, continuará por siempre.
La semilla de Narada Productions nació en 1979 cuando Wesley Van Linda (que poseía una librería de Nueva Era) se asoció con John Morey (desde entonces presidente de la compañía), con el nombre principal de Music Design Inc, un negocio de venta por correo de ese tipo de discos de la aún no denominada como 'música new age' -incluídos los de Windham Hill- que, en muchos casos, eran dificiles de encontrar, y continuó como una importante distribuidora de esta música desde el lado este de Milwaukee, con Todd Broadie como manager de ventas. Sus primeros clientes fueron negocios no estrictamente musicales, como librerías, boutiques, tiendas de regalos o tiendas naturistas, que comenzaron a vender sorpresivamente grandes cantidades de ejemplares de los discos que sonaban en sus negocios. Morey llegó a admitir: "Somos el distribuidor más grande de la música new age en el país y probablemente en el mundo". Pero Morey y Van Linda no se quedaron ahí, y en 1983 dieron el pistoletazo de salida a su propio sello de música instrumental, tan artesana como la de Windham Hill, con el nombre de Narada Productions, así como a algún sello subsidiario -incluso anteriores a la propia denominación Narada-, como Sona Gaia o Antiquity. Narada fue un gran rishi (hombre santo y sabio) indio, convencido de haber logrado un dominio perfecto del arte de la música, tanto en teoría como en interpretación; vivió en el siglo I, y su nombre se convirtió en un título de los expertos en música. Muchos siglos después, se reinstauraba ese apelativo. Y así como Windham Hill nació en la soleada California de las manos de un guitarrista -ese carpintero de origen alemán que respondía al nombre de Will Ackerman-, este sello rival optó por un pianista como su primera referencia, pretendiendo hacerse con su hueco en el creciente mercado de la música instrumental en norteamérica, y posteriormente en el resto del mundo. La estrategia era sencilla, acercarse a las enormes ventas del pianista 'rival', George Winston, si bien no iba a ser fácil, dada la calidad y el carisma de las composiciones del excéntrico teclista de Montana. Un canadiense de nombre Michael Jones fue el elegido para esta inaguración, un estupendo intérprete cuyas primeras grabaciones ya habían sido distribuídas por Music Design Inc. Jones (Ontario, 1942), estudiante de piano desde su infancia, optó en sus años universitarios por la psicología, y comenzó a dedicarse a la educación de adultos y consultoría en liderazgo creativo. Sin embargo, en sus charlas y seminarios siempre incluía un piano para sus interludios, un instrumento que cautivaba a sus alumnos hasta el punto de que alguno de ellos, a la par que sus propios amigos, le insistían en que grabara esas músicas, unas piezas muy personales en las que estaba impregnado, posiblemente por encima de otros compositores clásicos, Frédéric Chopin, pianista que desde el conservatorio había sido especialmente asimilado por Michael mucho más que Bach o Beethoven. En su libro "Creating an imaginative life", Jones cuenta su experiencia con la película "The Eddy Duchin story" ('Melodía inmortal' en España), cuando los ojos se le llenaron de lágrimas con la interpretación del "Nocturno en mi bemol menor" del compositor polaco. Los años pasaron, y en su resurgir pianístico, Michael Jones intentó encontrar el espíritu de la música de Chopin, esa emoción que el canadiense tenía dentro desde muchos días atrás. El álbum que editó Narada con el título emblemático de "Pianoscapes" tiene también una historia muy abultada, de la que enseguida sabremos, pero el compendio de temas de piano en solitario que llegó a miles de oyentes en todo el mundo con más facilidad fue la edición en CD aparecida en 1985 (el LP de esa misma compañía llegó dos años antes), un plausible y relajante conjunto de seis piezas de duraciones que llegan facilmente a los diez minutos, que incitan, efectivamente, a la escapada a la naturaleza. "Daybreak" es un buen comienzo, un placentero paseo de cadencia bamboleante, disfrutando del paisaje y de la puesta de sol; la tonada va y viene, se recrea en las vistas, en los aledaños, en la belleza bucólica, y el cambio de ritmo obliga a prestar atención. "Judy's dream" es un sueño romántico (Judy es la esposa de Michael) con apariencia improvisada, que parece brotar del interior del pianista; a pesar de sus buenas intenciones y de no llegar a resultar tedioso, tal vez le sobren un par de minutos, siendo posiblemente el tema más flojo del álbum. Tras un inicio titubeante se alza melodiosa y destacada en el trabajo una composición de tímido encanto titulada "Dancing waters", hermosa y danzarina, muy luminosa, como un ballet de la naturaleza a cámara lenta. "Tapestry" es una pieza de sabor antiguo, que puede recordar de algún modo el estilo de George Winston; es otra preciosa melodía que no casa realmente con el titulo del álbum, pues transmite sensaciones de interior, como de un amplio salón que el piano tiene que llenar de vida. Por el contrario, "Pianoscapes" es abierta, muy viva y reconfortante, el mejor corte del álbum y el que posee su emblemático título, una melodía ondulante para dejarse llevar. Como conclusión de esta versión corta del trabajo, "Endings" es una partitura danzarina, composición tranquila, paseante, inspirada -al contrario que el resto del álbum- por las luces nocturnas de la ciudad, y de una duración, por fin, normalizada, y por tanto mas llevadera. "Pianoscapes" no es un disco fácil, consta de seis composiciones de solo piano muy relajadas, elegantes y de desarrollos largos (tres de ellas superan los diez minutos), en las que por lo general no reina la melodía dulzona sino una plácida atmósfera de apariencia improvisada, de hecho Jones no destaca precisamente por sucesiones de teclas fácilmente reconocibles, sino por esa envoltura de belleza natural, de frescura, de libertad, con la que inunda sus trabajos. No se duda en absoluto de las capacidades del músico de Ontario, si bien se puede echar de menos en un primer momento algo que sirva de enganche con el oyente (al menos con el que se acostumbró en aquella época al estilo más dinámico y directo del superventas George Winston, y que pronto adoptará a David Lanz), que sin embargo acostumbra su oído a poco que persevere en la escucha tranquila del álbum y en la admiración de unas notas alegres y armoniosas.
También la historia de "Pianoscapes" va mas allá de la comentada referencia de Narada, y es que Michael Jones publicó su música por primera vez en su propio sello Pianoscapes en 1981, una grabación titulada "Pianoscapes (Michael's music)", que es la misma que publicó por primera vez Narada en doble LP en 1983. La principal diferencia con la edición posterior en CD es la duración de las canciones, mucho más largas (lo que provocó ese doble LP), incluso en algunos casos hasta el doble -la original "Pianoscapes" duraba 20 minutos, exactamente el doble de la comentada anteriormente-. La segunda diferencia es el título de "Tapestry", que originalmente era "Tapestries". La edición en CD normalizó las duraciones y vendió más de 100.000 copias de esa música que los asistentes a sus ponencias reclamaban a Michael Jones, pero eliminó dos cortes, "Swallows" y "Twilight". Esto se solucionó definitivamente en 2002 cuando Narada publicó la definitiva "Pianoscapes (Deluxe edition)", un doble CD con cambio de portada, listado de temas y duraciones originales, y la inclusión de tres composiciones nuevas de la época, "Echoes", "On the road" y "Night wind" (que habían sido grabadas bajo los títulos "Echoes", "Sun showers" y "Song for Eia" para el álbum "Sunscapes"). "Cuando grabé el original 'Pianoscapes' no tenía una audiencia particular en mente, porque yo no tenía una audiencia en ese momento. Todo lo que tenía era un plan y un ingeniero de grabación, y unos noventa minutos de música. Un disco salió de eso (...) Fue lanzado en una cassette extendida, y yo estaba simplemente asombrado cuando vendí mis primeros 150 ejemplares", decía Michael, pero su éxito sólo requería tiempo, y es que su estilo pianístico, pintoresco y atractivo, no pasa por florituras ni melodías excesivamente engalanadas para silbar cuando se recuerda su nombre, más bien al contrario, propone una acuarela de grandes dimensiones, un lienzo neoimpresionista para ser admirado en conjunto, con desarrollos largos y pausados de ideas inspiradas en la naturaleza.