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Alemán de padres daneses y residente desde los 90 en la isla de Ibiza, Gad tenía en 2005 una gran experiencia como productor no sólo de Cretu sino de Fancy, Sandra o los innombrables Milli Vanilli. Él podía llevar a cabo gran labor de estudio, y por lo tanto crear un álbum especial a poco que la inspiración acompañase, así que se dejó atraer por leyendas y poemas de sus ancestros y se unió musicalmente a la cantante clásica danesa Helene Horlyck. La temática de los mitos de los pueblos vikingos, unida a la condición autóctona de los artistas y el sello Enigma (ya de por sí antiguo y misterioso) que acompaña al autor, coloca a este disco en la antesala de lo épico, que si bien no es garantía de calidad, sí que proporciona un aura de emoción y aventura. Sin embargo acompaña al disco una hermosa portada que parece ahondar más en terrenos new age y románticos, lo que siempre puede ayudar a su comercialización. Así pues, el conjunto presume de conectar la energía mitológoca con la espiritualidad romántica. Una corta entradilla ("Prelude"), tan eficaz como las de Enigma, nos introduce en un mundo a la par lírico y tecnológico, más agradable que original pero sin duda bien construido y producido, así como altamente atractivo. Imitando a Michael Cretu, bases rítmicas elegantes se funden con brillantes atmósferas en las que la voz femenina juega un papel decisivo. El efecto es grato y afortunado en especial en "Ragnarok - Twilight of the Gods" y "The Seeress Prophecy (Daydreaming)", indudables cortes estrella del álbum, mientras que en alguna de las canciones emula el estilo 'classical crossover' que popularizó la soprano británica Sarah Brightman, es decir, la fusión de una voz operística con ritmos electrónicos, que podemos escuchar en "Odin's Hill" o "Cape Porcupine", en un acomodo ideal junto a la luminosa guitarra del propio Gad. Por su parte, "The Monks of Lindisfarne" recoge un muestreo de cantos gregorianos adornados de nuevo con esos armoniosos guitarreos, serenos e inconfundibles por sus sempiternos discos con Cretu, parecidos en ocasiones a los de un Mike Oldfield que también residió en la isla de Ibiza durante los años anteriores a "The Nine Worlds", en el que se podrían encontrar ciertos parecidos con álbumes de Oldfield como "Tres Lunas". Esta abrumante primera mitad del álbum continúa por el camino marcado hasta completar sus doce cortes, encontrando también tiempo para momentos ambientales muy relajantes, de los que "Land of the Elves" es una estupenda muestra. Es importante la contribución de Helene al trabajo, no sólo por aportar tan bella voz sino por hacerlo de una manera especial, casi obsesiva, improvisando hasta la extenuación para encontrar la chispa perfecta, en latín o incluso en un idioma inventado por ella -inspirado en el sueco antiguo- que aporta una extraordinaria originalidad y frescura.
Desde el principio Jens Gad vió muchas posibilidades en los mitos vikingos. Así, la batalla del fin del mundo entre los dioses (Ragnarok), el castillo monasterio de Lindisfarme (al norte de Gran Bretaña), cuyo ataque significó el inicio de la Era vikinga, la runa Othila (con forma de lazo, que simboliza la unión por causas comunes) o la ciudad rusa de Staraja Ladoga, son sólo algunos de los lugares o momentos rememorados en esta grata aventura, para deleitarse conjugando suaves ritmos avanzados con un lirismo que puede ser a la vez relajante y estimulante. El propio Jens Gad lo expresa así: "La música evoca emociones: euforia, amor, agresividad y melancolía. Yo no sobreviría ni un sólo día sin música".
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