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César fornés es un contador de cuentos, un músico auténtico cuyo reto es "llegar a hacer una música de la que estar orgulloso", y más allá, "llegar directamente al corazón". Con el tirón de las músicas instrumentales de finales de siglo tuvo su pequeño momento de gloria, suficiente para hacernos llegar este delicioso trabajo producido por Juan Alberto Arteche con la mujer de Fornés, Mora Amaro -que aparece en algunas de las imágenes promocionales del álbum-, como ingeniero de sonido. Nacido en 1952, comenzó a los 11 años a estudiar música, vocación heredada: "Mi padre era trompetista profesional, y muy bueno. Yo poco a poco me fui decantando por la guitarra, porque era un instrumento más íntimo, y más fácil". "Retorno a la fantasía" fue su primer trabajo en solitario, si bien tenía una gran experiencia en numerosos grupos de rock y jazz, en musicales como "Jesucristo superstar" o "Evita", y tocando para Camilo Sesto, Raphael, Miguel Ríos, José Luis Perales, Rocío Jurado y muchos más artistas españoles de primera fila. "Retorno a la fantasía" consta de dieciocho canciones, aunque muchas de ellas son de duraciones muy cortas, como pequeños experimentos que ilustran los poemas de César, esos escuetos textos que podemos leer en el libreto del álbum y que son inseparables de la propia música. Por ejemplo, el de "Muy adentro": "Aquellos botones de la camisa/ eran imposibles de abrochar,/ tanto,/ que me di cuenta que mi cuerpo/ quería decirme algo,/ pues yo/ mantenía con él un intercambio:/ yo le cuidaba lo mejor que podía,/ y él me avisaba cuando alguna bonita melodía/ estaba pasando por los alrededores". En un estilo sencillo ("he preferido la pureza de una ilusión sonora y no la complejidad de escalas y virtuosismos"), Fornés intenta escarbar en lo imaginario y devolvernos la fantasía perdida con el paso del tiempo, con aires medievales en los que no faltan caballeros, damas, palacios o bufones. "El molino de agua", haciendo honor al título del disco, es una fantasía para cuerdas, una oda musical tan simple como hermosa y bien ejecutada, el recuerdo de un tiempo pasado y feliz. Sin ir más lejos el segundo corte, "La promesa de una dama" -otra de las valiosas joyas de un trabajo de escucha entusiasta-, explora en la propia portada del disco, una viñeta de la histórica aventura gráfica "El príncipe valiente" de Harold Foster. Esas guitarras aventureras (Ovation, Martin, Contreras y Gibson) se detienen en paisajes, ciudades, pensamientos y leyendas, con la única ayuda de un emulador Proteus y del secuenciador Atari Notator. Una cierta ingenuidad se suple con técnica y astucia, encontrando con facilidad la melodía o el desarrollo adecuado a momentos más calmados ("Bochorno sobre el lago" -auténtico intimismo maravillosamente construido-, "El caballero andante"), meditabundos ("Los pensamientos de Güordek", "La casa de los sueños"), alegres ("Las andanzas de Yermín", "La carreta de cristal"), festivos incluso ("Carnaval en palacio"). "Todo es muy sencillo y a veces repetitivo, igual que la ola sigue a la ola... Yo cuando voy y vengo también puedo ser el mismo, pero la verdad es que eso no lo consigo".
La carrera de César Fornés no fue nunca un camino de rosas, ni en su época trabajando para otros, donde cosechó alguna mala experiencia por el encorsetamiento que esto suponía y la falta de permisibilidad por parte de alguna estrella, ni por supuesto cuando dejó todo de golpe y tuvo que tocar en el metro de Madrid, si bien aprendió mucho y acabó dando clases en conservatorios. En cuanto a su estilo de música asegura: "Yo siempre he hecho fusión, y a raiz de que saliera Vollenweider he tenido que llamarlo new age porque, siendo español, jazz no molaba". Es el gran problema de las etiquetas, unido al sempiterno de la cerrazón del mercado español (definitiva la frase de Juan A. Arteche: "Me he pasado toda la vida intentando ser más o menos libre dentro de la música y siempre me he encontrado con el muro impenetrable de las compañías discográficas"). Con artistas como César Fornés, Alberto Iglesias o Javier Paxariño, Música Sin-Fin logró al menos ofrecer esa calidad que sólo unos pocos saben reconocer, pero que es ciertamente indiscutible e injustamente olvidada salvo en círculos muy recónditos. "Retorno a la fantasía" es una de esas sorpresas que merecen ser rescatadas del olvido, un guiño a la literatura épica, al cine de aventuras, a los sueños infantiles. En esa temática legendaria, y aunque la portada sea un homenaje a "El príncipe valiente", Fornés bien podría haber elegido algún grabado o cuadro de los que recuerdan a nuestro ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, retratado en este disco desde la cordura del guitarrista formado en el conservatorio y la locura del músico callejero.