El año 2002 marcó el momento en el que comprobar si la alargada sombra de "Play" iba a poder con Moby o si este extraordinario personaje conseguiría mantener el nivel de su disco anterior, un trabajo soberbio e influyente en el que, como curiosidad, todas sus canciones lograron licencias para su uso en cine, televisión o publicidad. Ocho sencillos y más de diez millones de copias era el dato a batir, y si bien su siguiente plástico no alcanzó tales cifras, sí que se acercó notablemente al nivel ahí exhibido. Mute Records publicó "18" en ese 2002, un disco en el que 18 canciones luchaban por fusionar estilos y asombrar a una audiencia que, ocho meses después, aún recordaba los lamentables atentados contra las torres gemelas. Teniendo en cuenta que Moby nació un 11 de septiembre de 1965 en la ciudad de Nueva York, cabría suponer que este hecho influyó notablemente en la construcción de "18", aunque Richard Melville Hall (verdadero nombre de este genio de la música) admite que la mayoría del álbum estaba acabado por entonces, si bien su idea de hacer algo cálido que llegara al corazón de la gente, cobró mucho más sentido. No se puede evitar encontrar un cierto sentimiento de melancolía en la generalidad del disco, pero a la vez de superación a través de los ritmos y las voces presentes en la obra.
Un caudal inagotable de buenas ideas abordaba a Moby en esta época, y lo demostró en gran parte de "18". Lo más sorprendente es que este neoyorquino parece no desechar practicamente nada, llegando a desarrollar multitud de melodías que, si no tienen cabida en el correspondiente disco, encuentran hueco en sus típicos álbumes de caras B o remezclas ("18" también lo tuvo unos meses después). La consecuencia es que entre auténticas genialidades nos podemos encontrar algunas composiciones menos inspiradas, si bien en ese sentido "18" parece fluir con gran naturalidad y ser incluso más completo que "Play" (aunque cuatro o cinco temas de aquel resulten practicamente insuperables). No deberían caber esas dudas, ya que nuestro protagonista considera cada disco como una obra completa y pide que se escuche íntegramente, lo cual es fácil de complacer si bien acabamos destacando un número determinado de canciones sobre otras. Por ejemplo, el acierto en la apertura del álbum y comercial primer sencillo, el potente hit "We are all made of stars" (cantado por Moby inspirado en la física cuántica, y con la presencia de una sonora y rockera guitarra eléctrica en una estructura popera muy sencilla), así como las dos composiciones que le suceden, tercer y quinto singles respectivamente, "In this world" (un corte profundo y elegante cantado con potencia al estilo gospel por Jennifer Price) e "In my heart" (donde retorna un ostinato de teclado inicial sobre el que abruma el gran uso de las voces sampleadas del coro The shining light gospel choir). Seguramente por delante de ellas, al menos en el orden de los sencillos, la extraordinaria "Extreme ways", con su genial comienzo (un sample de las cuerdas utilizadas por Hugo Winterhalter en su versión de "Everybody's talkin'"), ritmo adictivo y la voz de Moby, que fue utilizada no sólo como segundo single sino como tema estrella en los créditos finales de la saga de películas de Jason Bourne. El cuarto single del álbum fue otro tema muy sencillo, "Sunday (The day before my birthday)", con el sample de la voz de Sylvia Robinson, y el sexto y último el extraño corte "Jam for the ladies". Otro punto importante de los sencillos del disco son sus impactantes videoclips, "We are all made of stars" (donde Moby viste como el astronauta de la portada del disco mientras pasea por un impuro Hollywood), "Extreme ways" (que continúa la depravación en un directo del tema con varios Moby's en el escenario), "In this world" (protagonizado por unos pequeños y simpáticos alienígenas que sólo quieren saludar a la humanidad, pero casi nadie -sólo un personaje interpretado por Moby- llega a verles) y su continuación con los alienígenas ya aceptados y acaparando eventos, "Sunday (The day before my birthday)". Siendo el de Moby un estilo tan enérgico, chocan y también destacan las delicadas vocales interpretadas por mujeres, pequeñas sugestiones con su sello característico que atrapan a la vez por la fuerza de su instrumentación y lo sugerente de las voces de Azure Ray ("Great escape"), Dianne McCaulley ("One of these mornings") o Sinéad O'Connor ("Harbour"). Por lo demás, los experimentos de Moby circulan entre las enajenaciones furibundas y los misticismos urbanos, y aunque considere "18" como su disco más cohesionado estilísticamente, multitud de estilos se funden con la electrónica: rock ("We are all made of stars"), gospel ("In this world", "In my heart"), pop urbano ("Signs of love"), jazz ("Another woman"), soul ("At least we tried"), hip hop ("Jam for the ladies"), chill out ("Fireworks"), downtempo ("Sleep alone"), ambient ("18") o música disco, si bien nos encontramos con un álbum más tranquilo en este sentido que sus antecesores, no sólo "Play" sino por ejemplo "Everything is wrong", otra de las interesantes obras de este músico, protagonista en esta época, además, de una vida convulsa y llena de excesos, de la que salió años más tarde.
El eje central de "18", dice Melville, gira alrededor de la tristeza, la alegría, la meditación y la esperanza. Un mundo de contrastes, como lo es la aparente interioridad de alguna de las canciones mencionadas (es especial las de vocalistas femeninas) con la extroversión de esencia disco y acabado retro que está presente en prácticamente todo el trabajo, un álbum imprescindible, que muestra un gran sentido del humor en sus video-clips, y que supone una mayoría de edad ("18") de este artista al que "Play" no parecía haber cambiado excesivamente ("vivo en el mismo apartamento, compro en el mismo supermercado, como en los mismos restaurantes y tengo los mismos amigos (...) La única diferencia es que ahora vuelo en business class y antes lo hacía en turista. ¡Ah! Y además hace cuatro años tenía más pelo"). La atemporalidad que de manera tan maravillosa se respiraba en "Play" encuentra aquí un nuevo acomodo, en otra entretenida demostración -con menos momentos sampleados- de que el estudio de grabación es un arma infalible para este heredero con espíritu de DJ de los Oldfield, Eno o Jarre.
ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS: