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EMI no presionó en ningún momento a su mimado músico, en un intento de que todo fluyera en la dirección adecuada, que visto el resultado final es un curioso cruce de caminos, compuesto de ideas que en ocasiones llevaban años rondando la cabeza de este británico influenciado por igual por la música clásica como por el rock setentero y el jazz. De este modo, el disco es un emocionante surtido de cuerdas, en especial una gran demostración de Kennedy con sus violines acústicos y eléctricos. "Autumn regrets" es uno de los cortes más interesantes del álbum, con un comienzo atípico que deriva enseguida hacia un estilo psicodélico, donde el violín enseña por momentos una faceta rabiosa engalanando con su furia este acertado inicio. Sin destacar especialmente, "I believe in god" continúa por derroteros rockeros, en los que no falta un estupendo solo a modo de guitarra de este 'Hendrix del violín', una plegaria bastante heavy que despista en cuanto a las intenciones del álbum, especialmente si en el tercer corte nos topamos de golpe con una sencilla canción de voz operística sin mucha enjundia ("Transfigured night") que difiere notablemente con la anterior y hace que comencemos a sospechar que el carácter provocador de Nigel ha dado lugar a un cierto pasotismo estilístico. David Roscarrick-Wholey es el vocalista de esta canción, y se le escucha además en "Soleil levant sur la Seine" (un baile parisino demasiado tranquilo a pesar de las programaciones del canadiense David Bottrill, a su vez productor del trabajo junto al propio Nigel Kennedy -un Bottrill que posteriormente a "Kafka" ha producido entre otros grupos a Dream Theater, Muse, Placebo o The Smashing Pumpkins-) y en la extraña y dificilmente clasificable, pero amena y particular "From Adam to Eve", en la que comparte protagonismo con otros dos vocalistas y coatores de la canción, Brix E Smith (la cantante y guitarrista del grupo americano The Fall) y Stephen Duffy (británico, miembro fundador de Duran Duran). La parte central del disco es sin duda la más acertada y fácil de seguir, en especial por las dos composiciones que rodean a la mencionada "From Adam to Eve", las dos pequeñas joyas del disco, ambas compuestas por un Nigel Kennedy en estado de gracia: "Melody in the wind" es una exquisita melodía que nos subyuga con su estilo clasicista, en la que conversan amigablemente, incluso bailan entre sí, los violines de Kennedy y del afamado violinista francés de jazz Stéphane Grappelli, una gran influencia para Nigel desde que coincidió con él a los 13 años (considerado incluso, en sus propias palabras -y Menuhin aparte- como 'un padre musical'), que falleció un año después de la publicación de "Kafka". Por otro lado, emotiva y maravillosa, en "Fallen forest" Kennedy demuestra que lo mismo que puede ser dominado por su vena extravagante, también ha sabido durante su carrera explorar en su interior y crear e interpretar este tipo de propuestas suaves, dueñas de una deliciosa languidez y ternura como de cuento. Continuando con el intervalo intimista tan agradable, Jane Siberry canta "Innig", de la que es también coautora (el único corte en el que no suena el violín, ocupándose nuestro artista de su segundo instrumento, el piano), y tras un interesante "New road" (más movido y de aire country) y un reflexivo "Solitude", este variopinto "Kafka" se despide sin grandes alardes con la voz de la chelista británica Caroline Lavelle en "Breathing stone". "Melody in the wind", "Fallen forest" y "Autumn regrets" fueron con toda lógica los tres cortes que componían el CDsingle principal del álbum, que se complementó con otro que incluía "Innig" además de los anteriores, y un tercero que presentaba un tema nuevo, de título "Mixamorphosis I". "Kafka" se grabó durante algo más de tres meses en los Rockfield Studios de Monmouth, en Gales, rodeados de bosques y naturaleza. Kennedy interpreta violines acústicos y eléctricos, viola, piano, saxo, arpa y mandolina, y otorgó una gran libertad a sus músicos para que tuvieran la fluidez necesaria para añadir su toque personal. Hay que constatar que hubo un nutrido vaivén de intérpretes, que dificilmente repiten juntos en cada una de las canciones, originando de esta forma ese sonido discontínuo seguramente intencionado, al hilo de la variedad estilística del álbum: "Tuve la suerte de contar con músicos muy buenos", decía Nigel remarcando que Kafka era "una producción de estudio, no una banda para salir a tocar". Al margen de los vocalistas, ya mencionados, los músicos más involucrados en este proyecto fueron el galés Pino Palladino al bajo, el brasileño Naná Vasconcelos a la percusión, Bill Dillon y Doug Boyle a las guitarras, el intérprete de Kora Ravi, el francés de origen marfileño Manu Katché a la batería y el contrabajista inglés Danny Thompson, dándose la circunstancia de que tanto estos dos últimos como Caroline Lavelle pertenecían a la banda de la genial vocalista Loreena McKennitt. Además, Rory McFarlane (contrabajo), Rupert Brown (batería), Simon Clarke (órgano), Naomi Boole-Masterson (cello) o el inglés asociado a la escena de Canterbury John Etheridge (guitarra clásica).
"Kafka", con su portada colorida, algo solarizada, en un principio no fue gratamente acogido por los fans del músico, considerando muchos de ellos que nunca podría llegar a ser un clásico en su discografía. Tal vez sería necesario cambiar el planteamiento de su escucha, tomarlo como un experimento, un híbrido de estilos, y dejarse atrapar al unísono por el riesgo de algunas de sus composiciones y la facilidad de otras, respetando las creaciones de este brightoniano como él mismo hace con las de Vivaldi, Bach, Beethoven o incluso The Doors, Jimi Hendrix o muchos otros ejemplos fuera del mundo clásico. Como bien expresa el violinista en el libreto del álbum, "la moda, el elitismo intelectual, el plagio y la política nunca se han relacionado con mis creencias musicales, por lo que es difícil encontrar una categoría conveniente con la que describir mi música. Todo lo que puedo decir es que he puesto mi corazón y mi alma en este álbum y ha sido muy gratificante, sobre todo por todos los maravillosos músicos que contribuyeron tanto, muchas gracias a ellos y también a ustedes por tomarse el tiempo para escuchar mis cosas". Sin duda, hay que agradecerle el esfuerzo, que también puede ser gratificante para cualquier tipo de público.
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