Solsticio de invierno
Solsticio de invierno es una exposición de mis discos favoritos de las Nuevas Músicas, un término paradójico (¿cómo llamar "nuevo" a algo que puede llevar compuesto siglos?) que engloba mercadotécnicamente tendencias musicales con puntos en común. New age, sinfónica, contemporánea, celta, folk, músicas del mundo, bandas sonoras, minimalismo... términos que no deben confundir nuestros sentimientos hacia una música que, a mí particularmente, hace mucho que me cautivó.
13.6.25
WIM MERTENS:
"When Tool Met Wood"
13.5.25
FINIS AFRICAE:
"Prima travesía"
17.4.25
TANGERINE DREAM:
"Le Parc"
20.3.25
STEPHAN MICUS:
"To the Rising Moon"
19.2.25
THE CHIEFTAINS:
"The Long Black Veil"
6.2.25
IMA GALGUÉN:
"Regreso al espíritu"
Aunque gozó de unos años de expansión popular, el de Ima Galguén es un nombre bastante desconocido a nivel general en España, salvo posiblemente en las Canarias, su comunidad de origen, y concretamente en su isla, La Palma. Tampoco el verdadero nombre de esta compositora y cantante, María del Carmen González, dará más pistas a la mayoría. Son esas pequeñas injusticias de la industria, que apuesta desde siempre por otro tipo de músicas más modernizadas, que aunque puedan contener visos folclóricos (hubo una clara tendencia en este sentido en ciertos momentos de los años noventa), se orientan claramente al pop, al rock, a lo latino o a estilos que los veteranos no saben ni siquiera distinguir o incluso escribir. De este modo, un inmenso tanto por ciento de la población no ha podido, querido o sabido escuchar una música agraciada, la de Ima Galguén, que parte de la tierra y del corazón, con una voz presa de la nobleza de lo auténtico, una poesía primorosa y sin artificios, y con una instrumentación rica y variada. El fruto es exquisito y respondió al nombre, en 1997, de "Regreso al espíritu", primera referencia de la cantante en solitario, publicada por Estudios La Palma, con reediciones en Digipalma, Knife Music (en 1999), Wind Records (en Taiwan, 2000) y D. R. Global Entertaiment (en México, 2000, con cambio radical de portada).
Aunque Ima firma el trabajo, es importante reconocer que "Regreso al espíritu" es el fruto de su colaboración con el poeta orensano (afincado en La Palma) Ramón Araujo, coautor y coproductor de las canciones del disco. Araujo ya había colaborado en el anterior proyecto de Ima junto a Jorge Guerra, denominado Carmen y Jorge, en el que ofrecían canciones infantiles. "Regreso al espíritu" es, pues, un proyecto conjunto entre Ramón Araujo y María del Carmen González, para el cual la vocalista adopta su nuevo nombre, Galguén, que es el nombre antiguo con que se conocía el norte de la isla de La Palma. Con esa poesía en las letras, ella canta a lugares que existen en esa parte de la isla y que, escuchado el disco, apetece conocer. "Canto de fe" nos abre la puerta a un folclore fresco, salpicado por las olas. La voz de Ima seduce como si de una nana se tratara, pero no adormece, hipnotiza. El acompañamiento instrumental parece celta (la pieza comienza con una hermosa flauta), aunque se decanta hacia lugares más cercanos, y se acaba casi sin darnos cuenta, dando paso a una de las canciones importantes del disco (no en vano ella adoptó ese apellido), "Galguén", un aire de aspecto más animado que deja entrever sin embargo un lamento, una canción ecológica de instrumentación sencilla (destaca el violín de Gonzalo Cabrera) que llega muy dentro: 'Bosque de Galguén, mil dragos al pie del ocaso. Bosque de Galguén, mil dragos me dicen el último adiós. Que el tiempo nos traiga el olvido y borre los pasos perdidos, aquí en Galguén'. Compilaciones como "Naciones celtas II" o "Discópolis 5000" portaron con orgullo esta canción entre sus pistas. De nuevo la entradilla celta (ese violín junto al laúd y las guitarras) nos transporta lejos de España en "Casa en el valle", pero el acento de Ima sigue siendo canario, y es que "La casa en el valle" es la música del pueblo, de su pueblo, con temática costumbrista. En canciones como "Háblame", Ima parece seguir la estela de una Loreena McKennitt primaria, una cantante que junto a otras como Enya, Claire Pelletier o Savina Yannatou, forma parte de sus influencias, que también llegan a los verdores celtas de Galicia por medio de Uxia, Rosa Cedrón o Emilio Cao. Que los mágicos paisajes de La Palma son la mejor de las inspiraciones, se vuelve a demostrar en "Bujarén", nombre de una fuente y una playa del nororeste de la isla; aquí es una instrumentación más autóctona y también mediterránea la que parece dominar, en otra pieza destacada, intensa y emocionante: 'El bosque de tabaibas sobrevive en la ladera. Sobre el acantilado un ave se transforma en luz. ¡Cómo gime el mar abajo en Bujarén!'. Gran momento del disco este, pues otra gran canción suena a continuación, la titulada "La zarza", tema con entradilla de piano y magia en su interior, una pequeña joya en el disco con la poesía de Ramón Araujo impresa en su letra, que se pregunta quién dibujó en la roca el meandro y la espiral, y siente su presencia entre las sombras; "La zarza" fue incluido en 1998 por el sello Putumayo en su recopilatorio "Women of Spirit". "La galga" es otro canto folclórico elevado hacia el viento, con animado final danzarín. La quena andina abre "Dama", otra bella canción con el folclore por bandera, mientras que una guitarra muy templada acompaña "Al borde del sendero". Otras bellas canciones con efluvios populares como "Regreso al hogar", "Llueve" o "Mar de la alegría" completan el trabajo (que en las primeras ediciones porta un tema eliminado posteriormente, "Llamaré"), hacia cuyo final nos encontramos con una composición muy personal, la única compuesta exclusivamente por la vocalista, "Silencio azul", con una instrumentación deliciosa donde afloran guitarras y violín, y una letra que dice así: 'Donde el silencio es azul y el Norte es igual al Sur, donde el aire es de cristal y el viento es la soledad, busco mi sombra perdida en el río de la vida, busco la senda olvidada, confundida con la nada (...) Pero siempre aflora, de la nada, una ilusión, una melodía, un verso, una canción. Siempre se oye el eco del latir del corazón vibra en lo más hondo la presencia de mi yo'. Acompañando a Ima, Rodrigo Melgar interpreta la flauta y la quena, Gonzalo Cabrera el violín, Juan Carlos P. Brito la guitarra y Oswaldo Bethencourt se encarga de laúd, guitarra eléctrica y acústica y los arreglos MIDI. Como ya se ha comentado, el sonido resultante se recrea, a pesar de sus numerosas influencias, en un tipo de sonido de corte celta en gran parte de las piezas, fuertemente influenciadas por ese paisaje de La Palma: "Es una señal de identidad, un punto de partida y al mismo tiempo de regreso. La isla no tiene límites gracias al horizonte que la habita".
Oscar García escribía esto en la contraportada del álbum: "Si San Borondón, la Non Trubada, es la isla mágica por excelencia, el espíritu evanescente del mar de las Canarias, espejismo de una oculta realidad, Ima, su hermana ínsula, se presenta como el mayor misterio. Ángel tutelar, puerta y llave a la vez, Ima es un sueño destinado a hacerse realidad por los renacidos hijos de la Atlántida. Ella espera, como la Esfinge, y sólo a quien responda a sus preguntas abrirá su verde corazón". Esta poética alabanza es fiel a lo que el disco refleja y a las emociones que su escucha suscita, un cordial hechizo en su música, una tierna nostalgia en sus letras, un pequeño y dulce universo que se nutre de la solidez de la tierra, de la fuerza del viento y de la tenacidad de un enclave rodeado por las aguas. A pesar de no conseguir derribar del todo la barrera del anonimato musical más allá de las islas afortunadas, "Regreso al Espíritu" es solamente el primer peldaño en la carrera de una Ima Galguén que ha continuado ofreciendo sus discos (en el segundo, "Abismo arriba", una de las canciones se titula "Regreso a Galguén"), siempre recomendables, por medio de su propio sello, Galguén Producciones. Los que se adentren en su mundo disfrutarán y se embelesarán con la nostalgia de su sonido puro, con su límpida sencillez.
14.1.25
PETER KATER & R. CARLOS NAKAI:
"Natives"
Pianista nacido en Alemania y criado en los Estados Unidos, Peter Kater es una de las figuras más relevantes de la música new age con elementos folclóricos y de jazz. Fue en Nueva Jersey donde comenzó a tomar clases de piano a los siete años, y una década después se llevó su conocimiento y su mochila de viaje por todo el país, tocando en cafeterías y restaurantes a cambio de propinas y comida. Instalado en Boulder, Colorado, y con inspiraciones tan vitales como las de Paul Winter, Keith Jarrett o Ralph Towner, Peter Kater lanzó en 1983 "Spirit", un primer disco de piano solo algo bisoño, entre influencias clásicas, jazz, románticas o de un folk cercano al de George Winston, como en el caso del tema que lo titula, "Spirit". A pesar del auge de la new age y del apoyo de nombres tan importantes como el actor Robert Redford, Peter quiso encontrar su camino entre desarrollos centrados en el mundo del jazz, así llegaron sus siguientes obras, "Coming Home" o "Two Hearts", discos con los que el artista iba ganando experiencia mientras saltaba de compañías de discos. Algo más interesante, por su elaboración de bellos paisajes y atmósferas, es su retorno al piano solo en "Anthem", siempre en clave de jazz pero con una mayor seguridad. Con su fichaje por Silver Wave Records llega una etapa interesante, la inspiración alcanza unos cauces más naturales y su smooth jazz abandona el alto componente rítmico para adaptarse a la música instrumental para adultos que imperaba a finales de los 80. "The Fool and the Hummingbird" es su interesante debut en esa compañía que le vio crecer definitivamente, y en la que, tras un disco de villancicos a piano solo -luego llegarán más, también con otra instrumentación- y un "Gatheway" demasiado urbano (bastante más interesante en su faceta de conjunto de jazz es su posterior "Moments, Dreams and Visions", banda sonora del documental 'Greenpeace: Greatest Hits'), comenzó su idilio con los indios nativos americanos en el disco "Homage", prácticamente en el cambio de década.
De ascendencia ute y navajo, Raymond Carlos Nakai es un consumado intérprete de flauta nativo americana que lleva desde comienzos de los años 80 publicando su música en el sello Canyon Records, comercializada generalmente como new age aunque se trate de una muestra viva del folclore autóctono de su país. Cómo llegaron a fundirse ese folclore y el jazz lo contaba así Peter Kater: "Allá por el año 1987, estaba de compras en una tienda del suroeste. Nunca había oído hablar de Carlos, pero compré uno de sus casetes para regalárselo a un amigo como regalo de cumpleaños. Le gustó tanto el casete que me envió una copia. Empecé a tocarlo al piano y luego llamé a R. Carlos y le dije: 'Oye, creo que esto suena muy bien. ¿Quieres probar algo?'. Estaba dispuesto a hacerlo y eso me llevó al trabajo que he hecho con él". En "Homage", un buen trabajo de 1989, hay una primera colaboración en la canción "Shaman's Call", pero fue en 1990 cuando ambos músicos pusieron en práctica su fusión de conceptos en el álbum "Natives", publicado por Silver Wave Records, sobre el que Kater comentó: "Nací en una familia alemana en Múnich, a unas 5.000 millas del lugar de nacimiento de Carlos, en el suroeste de Estados Unidos. Pero cuando él y yo entramos al estudio y comenzamos a tocar, todos los kilómetros que nos separaban, todas nuestras divisiones tradicionales y culturales, desaparecieron. Parecía que a través de nuestra música empezábamos a recordar nuestro origen común, nuestro terreno común. Que todos somos 'nativos' de la Tierra". No se trata este de un trabajo poblado exclusivamente por cantos rituales, ni por danzas del fuego, este disco no es sino una colaboración improvisada, de tú a tú, entre dos ciudadanos del mundo y dos grandes músicos, el pianista proveniente del jazz y de la new age, y el indio nativo que encandila con su flauta al estilo tradicional. El piano marca el camino de cada pieza, y el espíritu de la flauta aporta la sensibilidad nativa, de tal manera que la combinación de los esfuerzos de ambos músicos otorga un resultado verdaderamente reconfortante. Una hermosa portada, aunque de difícil definición, nos recibe, y este texto en el interior nos aclara las intenciones de los artistas: 'Este álbum es una exploración y expresión improvisada de las siete direcciones. Fue grabado digitalmente, en vivo, directamente en cinta, sin sobregrabaciones ni remezclas'. La flauta comienza en "Centering" como una llamada a la naturaleza, a la que enseguida se une el piano, hermanados ambos en una causa común. El diálogo es verdaderamente hermoso, como si estos dos músicos hubieran estado llamados a encontrarse, su pureza se disfruta a cada minuto. En la bellísima "East" el piano comienza somnoliento, sus notas despiertan a una flauta que suena como un cachorro de coyote. La voz se une, con una adusta pero ardiente gravedad, para desarrollar una clara conciencia ecológica. "South" es otra pieza hermosa, plena de coloristas florituras, para una pareja que parecen haber estado tocando juntos toda la vida. Más o menos largas, el tiempo no parece pasar por este río de notas puras, más ambiental en unos temas ("Day Sky - Night Sky"), algo más melódico en otros como "West", una de las más primorosas improvisaciones de este trabajo, o como en la despedida del mismo, "Within (Recentering)". Entre medio, en "North", el piano parece animarse recobrando antiguas andanzas de Peter en el mundo del jazz, si bien la flauta emerge de sus entrañas para regresar a la calma desértica. Además, "Earth" es una emotiva plegaria para la Madre Tierra, como las dos oraciones que acompañan el disco, la Oración del Este (hacia el sol, que es luz, calor y vida) y la Oración del Oeste ('Llevo dentro de mí el poder de la creación, pero aquellas cosas sobre las que no tengo control me permitirán ver más allá de mi lamentable yo y volverme verdaderamente uno con toda la vida aquí en mi hogar. Volveré a ser Uno con mi poder y veré todo lo que soy'). Silver Wave lo anunciaba así en su publicidad: "Tras su lanzamiento, Natives permaneció en la lista New Age de Billboard durante casi un año, allanando el camino para el renacimiento actual de la flauta nativa. Una vez más, la música es totalmente improvisada, con las melodías románticas de Kater y los grupos de acordes gruesos de la mano izquierda en el piano de cola, lo que proporciona un entorno fértil para los vuelos de improvisación de Nakai. Y aunque Kater es un impresionante estilista del piano, este es claramente el espectáculo de Nakai; los tonos frágiles de su silbato de hueso de águila y su canto medido con el acompañamiento de un sonajero de tortuga algonquina siempre llevan la música a un plano superior". Efectivamente, además de su inconfundible flauta nativo americana, Nakai incorporaba en el disco las voces, el silbato de hueso de águila, la flauta hawaiana de nariz y algunas percusiones.
Parte de los beneficios de "Natives" iban destinados al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, responsable de coordinar las respuestas a los problemas ambientales. De hecho Kater, que se iba a embarcar ese año 1990 en una gran gira organizada por dicho Programa, fue galardonado con el Premio al Liderazgo Ambiental de las Naciones Unidas. Él afirma en su página web que "al grabar con Nakai, sentí que me estaba embarcando en una pequeña indulgencia 'personal', desviándome temporalmente de mi próspera carrera en el jazz contemporáneo convencional". Para su sorpresa, las grabaciones con R. Carlos Nakai se volvieron incluso más populares que las suyas de jazz en solitario, alcanzando unas ventas generosas y una necesidad de crecimiento en lo que Peter denomina música curativa, de sanación y transformación personal. "Natives" fue el primer trabajo íntegro de colaboración entre Peter Kater y R. Carlos Nakai, pero sus caminos se han vuelto a encontrar en muchas otras ocasiones, álbumes como "Migration", "Honorable Sky" (ambos con la ayuda de más instrumentación) o la banda sonora del documental "How the West Was Lost", donde los pueblos nativos americanos narraban la pérdida paulatina de su territorio durante la segunda mitad del siglo XIX.
19.12.24
THE ALAN PARSONS PROJECT:
"Eye in the Sky"
15.11.24
BIELLA NUEI:
"Las aves y las flores"
Como el de cualquier comunidad autónoma española, el folclore aragonés va más allá de la imagen arcaica de lo popular que se arrastró en la península tras décadas de dictadura. En el caso de Aragón, es difícil no asociar a Zaragoza, Huesca o Teruel a las típicas jotas y su característicos cante, baile y traje regional, así como a ciertos cantautores como José Antonio Labordeta (también político y defensor a ultranza de su tierra) o Joaquín Carbonell como nombres cabeceros, sin olvidar la aparición de María José Hernández más adelante, sin las antiguas reivindicaciones sociales. Hay sin embargo, sin olvidar esos nombres y por supuesto la enorme musicalidad de las jotas, otros muchos tipos de bailes, baladas y ritmos tradicionales que hacen las delicias de los folcloristas, de bandas, orquestas y por supuesto de seguidores de las músicas de raíz y del publico en general. Así, unos cuantos grupos llevados por la pasión hacia la tradición, tomaron la responsabilidad de recuperar un repertorio casi perdido, un idioma propio (la fabla aragonesa, cuya salud se estaba recuperando tras mucho tiempo en proceso de extinción) y, en ocasiones, instrumentos emblemáticos tan olvidados o desprestigiados como la dulzaina, la gaita de boto o el salterio.
Chicotén (otro nombre del salterio, precisamente), Hato de Foces o Somerondón fueron de los primeros grupos que volvieron a grabar ese repertorio antiguo y disperso, pero una nueva generación vino a tomar impulso en la década de los noventa, bandas como Cornamusa, Ixo Rai!, La orquestina del Fabirol, La ronda de Boltaña, Fagüeño, O'Carolan, Joaquín Pardinilla y, por supuesto, Biella Nuei. La primera formación de este conjunto data de 1984 a partir de un colectivo musical universitario, con numerosas actuaciones durante los siguientes años, que les proporcionaron algún que otro premio (para su LP "Monegros") y una cierta fama en la comunidad. Como explican en el libreto del álbum, el grupo se encontró durante sus primeros diez años de existencia con una realidad desoladora: "la práctica inexistencia tanto de estudios sobre la tradición musical aragonesa como de copias de instrumentos autóctonos". La labor de estudio, documentación y recopilación tanto de datos como de melodías, fueron tan necesarios como los propios ensayos: "Siempre ayudados por muchos amigos con nuestro mismo interés, comenzamos a desarrollar una intensa labor de grabación y archivo de la tradición oral, que nos ha llevado a rescatar dances y melodías antiguas, a entrevistarnos con viejos gaiteros, a viajar de un lugar a otro para recoger un romance, una canción de cuna, una rogativa...". Aparte de desarrollar un taller de construcción de instrumentos musicales, Biella Nuei grabó en Madrid su primer CD, con trece de sus muchos temas rescatados durante sus inicios, "Las aves y las flores", publicado por SAGA en 1994. El comienzo es fabuloso, "Dama hermosa - Las aves y las flores" son dos grandes melodías para gaita de boto aragonesa unidas para la ocasión; su origen se ubica en las cercanas localidades de La Almolda (Zaragoza) y Valfarta (Huesca), y su recuperación para este trabajo es de un gozoso disfrute por la afabilidad de su letra y lo contundente de la melodía. La variante aragonesa de la gaita de boto consta de un boto de cabrito (cubierto con una tela de flores), el clarín (piezas de madera de boj forradas de piel de culebra, que hacen sonar la melodía con el empleo de una lengüeta doble de caña denominada pita), el bordón (que emite un sonido continuo), la bordoneta (un bordón pequeño) y el soplador (para insuflar el aire). También se puede escuchar en ese primer tema, como a lo largo del disco, el pinfano (flauta de pico construida en caña, habitual entre pastores) y la dulzaina (también llamada gaita, chuflaina o chifla), un instrumento de viento de doble lengüeta de la familia de la chirimía o el oboe. Unas "Habaneras", canciones lentas procedentes de Cuba, se adornan con letras de amor tradicionales de varios pueblos aragoneses en el apacible segundo corte de un álbum que también acoge ritmos europeos que llegaron muchos años atrás al cancionero tradicional, como esas movidas y pegadizas "Polcas Biella Nuei", del pueblo oscense de Urdués la primera, y original de Blas Coscollar la segunda. El clarín, la parte de la gaita de boto que se encarga de la melodía, es el mayor responsable de su atrayente sonido. A continuación llega un agradable "Fandango" inspirado en una albada de Terriente (Teruel), si bien con una letra más popular de otros pueblos de la zona, de nuevo con temática amorosa. Durante este primer tramo, el trabajo se ofrece como una estupenda sorpresa en todos sus aspectos, que ven su continuación hasta completar sus trece cortes. Del dance de Tauste (Zaragoza) procede "Mudanzas de Arcos", mientras que a mitad del disco llega una de sus tonadas más conocidas, una sorpresa que nos lleva a citar datos históricos: conocida es sin duda la melodía de "Ball de Benás", similar a ese canto patriótico conocido como 'Himno de Riego', que cantaba la columna comandada por el teniente coronel Rafael del Riego durante el alzamiento militar denominado como 'Pronunciamiento de Riego', detonante de la Revolución de 1820 durante el reinado de Fernando VII. Aunque la música se atribuya en ocasiones a José Melchor Gomis, su gran semejanza con la 'Dance de Guayente' y el 'Ball de Benás' (o Dance de los mayordomos) hace pensar que Riego la pudo escuchar durante una época en la que estuvo preso en Jaca durante la guerra de la Independencia, para después utilizarla como música de su 'Himno'. En Benasque (o Benás) se utiliza todos los años esta melodía para su dance del día de San Marcial. Acordeón, violín, gaita de boto y pinfano se citan en esta tonada tan popular como acertada. Con el "Romance de Catalina", cantado en fabla aragonesa, Biella Nuei ganaron un premio en Galicia, donde valoraron, afirman, "la intensidad emocional y que en él se considere a Aragón como tierra de libertad". El bolero aragonés tiene cabida en el disco en los "Boleros de Caspe", mientras que otro dance tradicional, el del pueblo de La Muela, es el origen de "Por una niña". Viajamos a continuación al Pirineo oscense con "La pasabilla - Palotiau de Broto", pasacalles de San Chuan de Plan (y de Sariñena) el primero, melodía originaria de Broto la segunda, ejemplos ambos del uso de dos instrumentos inseparables como son el chiflo (flauta de tres agujeros, forrada con piel de culebra) y el salterio o chicotén (tambor de cuerdas que marca el ritmo y un bordón continuo a la melodía del chiflo). Una de las canciones más divertidas y fáciles de escuchar del álbum es ese homenaje a los cabezudos zaragozanos titulado sencillamente "Los cabezudos", que tras una música inicial inspirada en una melodía de Pradilla de Ebro (Zaragoza) incluye diversas coplillas que, como en cualquier otro punto del país, les cantan los chavales a esos singulares personajes (no sin advertir que, tras escuchar la copla referida al popular Moro o Morico, ningún grupo étnico debe sentirse atacado) que hacen las delicias de los jóvenes, a la vez que infunden un cierto miedo a los más pequeños. Además de otras letras y música de Luis Miguel Bajén, también podemos escuchar un pequeño fragmento, el más conocido, de la zarzuela "Gigantes y cabezudos" del compositor del siglo XIX Manuel Fernández Caballero. El "Pasodoble de Villarluengo" es una tonada de Camilo Ronzano utilizada en ese pueblo turolense, estupenda muestra de la alegría de los bailes tradicionales. El disco no puede finalizar sino con otra de sus canciones destacadas, un tradicional de Espierba y Bielsa (dos pueblos del valle pirenaico de Bielsa) que ha conocido diversas versiones por parte de otros grupos aragoneses: "El villano", que en aragonés cita lugares y personajes del valle, es otro ejemplo de la utilización de chiflo y salterio, junto a la gaita de boto, pinfano y percusiones típicas como cucharas de boj, hierros o aceros. Todos los temas son tradicionales salvo los aportes ya mencionados. Los arreglos son de Luis Miguel Bajén y Biella Nuei, que en esa época eran: Alberto Aznar (clarinete dulzaina, gaita de boto aragonesa), Luis Miguel Bajén (voz, guitarra, dulzaina, chiflo, salterio, pinfano, flauta travesera, cucharas y otras percusiones), Manuel Colás (bandurria, laúd, guitarrico, voz), Fernando Gabarrús (cucharas, castañuelas, pandereta, cañera, caja, bombo, cántaro, hierros y otras percusiones), Jacobo García-Rodeja (violín, percusiones), Belén Gonzalvo (violonchelo) y Rafael Sánchez (acordeón). Además, colaboraban Jesús Acero (gaita aragonesa en "Dama hermosa - Las aves y las flores" y clarín en "Polcas Biella Nuei") y Mario Gros (gaita aragonesa en "Ball de Benás").
Combinando canciones con instrumentales, el de Biella Nuei es, como el de tantos grupos en tantas otras comunidades autónomas, otro fascinante logro para la música folclórica hispana. Con buena acogida popular y de crítica, "Las aves y las flores" fue la excelente demostración de las cualidades del grupo en campos unificados, la documentación y la interpretación: "La música tradicional, la originaria y verdaderamente popular, tiene algo que ofrecer en este triste fin de siglo en que la cultura, convertida en mero objeto de consumo, parece atrapada en un callejón sin salida (...) Sólo el respeto a la diversidad cultural, a esas diferencias que nos enriquecen, permitirá que exista una verdadera libertad de elección", afirmaban. Sin el hastío que pueden provocar algunas tradiciones puras en un público de finales del siglo XX gracias a unos arreglos bien pensados y convenientemente cuidados, la propuesta de este conjunto aragonés sorprendió a propios y extraños y aprovechó el gran momento de expansión, e incluso unión, de todas las músicas de raíz españolas, para salir de sus fronteras y gozar de un cierto nombre en todo el país, y es que su estilo tradicional, rural por cercanía, mostraba además una buena permeabilidad hacia otros ritmos (tanto llegados de fuera como más urbanos y actuales), y la reivindicación lingüística conllevaba también aciertos musicales, disfrutables totalmente en cada rincón de la península, incluso fuera de ella. Biella Nuei han evolucionado con los años, han fusionado su música con las de otras culturas (de Occitania, el Bearne o Marruecos) y han hecho buenos amigos por el camino, pero su esencia, la tradición aragonesa con la que comenzaron su singladura, se vive especialmente en trabajos como "Las aves y las flores" o el siguiente, "Solombra", que junto a "Sol d'ibierno" forman una especie de trilogía inicial en la trayectoria de esta inquieta banda.
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