La presentación oficial del sello Private Music se dio en 1985, con una caja de cuatro casetes con sus primeras referencias, las de Sanford Ponder ("Etosha"), Patrick O'Hearn ("Ancient dreams"), Jerry Goodman ("On the future of aviation") y la recopilación "Piano one". Enseguida llegarían nuevas obras de Eddie Jobson, Lucia Hwong, Leo Kottke o Yanni, pero en aquellos comienzos Peter Baumann, el famoso creador del sello, había grabado varios videoclips de esos trabajos pioneros, que aparte de poder verse en los canales interesados, se editaron en 1986 en forma de VHS en los Estados Unidos y como Laserdisc únicamente en Japón. Los vídeos musicales incluídos fueron el legendario "On the future of aviation" de Jerry Goodman, "Beauty in darkness" de Patrick O'Hearn, "Memories of Vienna" de Eddie Jobson, "Water garden" de Sanford Ponder y "Dragon dance" de Lucia Hwong. Private Music era una compañía tecnológica, y el mundo del videoclip se adecuaba especialmente a su propuesta avanzada, un AOR de etiqueta impulsado por el auge del formato compact disc. Sin embargo, y jugando bien sus bazas, Baumann también dejó sitio en su catálogo al instrumento más carismático del mundo acústico, el piano, y su antes mencionada cuarta referencia así lo atestiguaba, una compilación de temas de cuatro artistas, de los que sólo uno iba a grabar un nuevo plástico para el sello de Baumann.
El libreto del álbum destaca al piano como el mayor de los inventos musicales: "una orquesta en sí misma, de insuperable profundidad emocional y flexibilidad expresiva. No hay estilo de música que no se haya tocado en sus teclas. No hay rincón del mundo donde no se haya escuchado. Trueno, percusivo, audaz, introspectivo, conmovedor, curioso, inquisitivo, peculiar... el piano lo ha sido todo para todos los oyentes; la voz perfecta de compositores tan diferentes como Beethoven y Satie, Gershwin y Mozart, Franz Liszt y Jerry Lee Lewis". No son ellos los que aquí aparecían, evidentemente, y si algo se observaba en cuanto a estos protagonistas del disco, los pianistas, era la variedad de sus procedencias, tanto musicales como geográficas, el rock progresivo del inglés Eddie Jobson, el jazz del estadounidense Eric Watson y del alemán Joachim Kuhn (que comenzó en el campo clásico), y el eclecticismo de Ryuichi Sakamoto, japonés que ha unificado sin pudor en su mundo musical lo étnico, lo electrónico y lo clásico. Comienza el álbum con "New feelings", una pieza tranquila y soñadora, de un Joachim Kuhn que repite al final de la cara A del plástico con "Housewife's song", un tema paisajístico, más movido y tarareable que el que la abría. Ryuichi Sakamoto, tal vez por mediación de un Baumann que, inevitablemente, tenía que vender discos, rescata una de las más grandes piezas para cine de la época, ese "Merry christmas Mr. Lawrence" que fue más allá de la película británica-japonesa de igual título en la que venía recogida, para convertirse en un pequeño hito de la instrumentalidad melódica de los 80 (pocos han visto la película y muchos han escuchado la canción) y por supuesto en el gran recuerdo popular de su autor, cuya vitalidad artística le ha llevado, mucho antes y mucho después, por otros caminos más audaces, aunque por lo general no haya conectado tanto con el público como con esta acertada tonada que, en el conjunto de todo el soundtrack, obtuvo el premio Bafta a mejor banda sonora en 1984. En la cara B (o en séptima posición en el CD), Sakamoto aporta una segunda pieza, "Last regrets", no excesivamente elaborada pero que hay que escuchar, y que va alzando poco a poco la cara de este segundo lado, que se afianza en su final con la tercera pieza firmada por Eddie Jobson. Precisamente el británico (que aporta tres composiciones al disco) fue el músico que iba a hipnotizar al público con el siguiente álbum prensado por Private Music, el imprescindible "Theme of secrets". Los amantes del rock progresivo admiran sin duda la discografía de este multiartista, sus grandes momentos en Roxy Music, UK, King Crimson, Yes, Jethro Tull, Frank Zappa y Curved Air, pero los seguidores de la new age o de una música más tranquila y sofisticada, recuerdan especialmente "Theme of secrets" como el refugio especial de la faceta más intimista de Jobson. Mientras tanto, "Piano one" fue su vehículo de avanzadilla en la compañía, y para él aporta tres composiciones: "The dark room" (tema transparente y cristalino, muy en la onda de "Theme of secrets" aunque más a cielo abierto, sin el misterioso velo que cubría aquel maravilloso trabajo), "Balooning over Texas" (que aunque no sea de lo mejor de Jobson, otorga un poco de movimiento a la segunda parte del disco, con algo de jazz en su interior) y "Disturbance in Vienna" (anticipando el tema que estará presente en su propio disco para Private). Por último mencionar que, abriendo la cara B sin hacer mucho ruido, sonaba la pieza de Eric Watson "Puppet flower", un solo recogido, tal vez demasiado para el espíritu de Private, por lo que no es un tema a recordar en un conjunto, eso sí, bastante interesante y asequible.
Tendencias avanzadas, novedosas, que circulaban entre el piano o teclados planeadores, electrónicas palpitantes, violines que iban más allá de su papel de acompañamiento para convertirse en instrumentos rugientes, guitarras atmosféricas... Las músicas privadas escapaban de los estereotipos y jugaban un papel primordial en una serie de trabajos únicos y frescos, distintos y vivificantes, flamantes y descarados. Entre una serie de propuestas en las que la electrónica tomaba una clara preponderancia, el más grande de los instrumentos acústicos se coló decididamente en el título y desarrollo de un trabajo conjunto entre cuatro músicos, un recopilatorio de temas inéditos (al menos en sus versiones pianísticas) titulado "Piano one", que contó con una segunda entrega de lógico título "Piano two" en 1987, de nuevo formada por cuatro nombres, algo más conocidos que los del primer volumen: repite Joachim Kuhn en uno de los temas, y se incorporan Michael Riesman (famoso por sus colaboraciones con Philip Glass, y de hecho el solo de piano que propone es obra de Glass, un aria de su ópera "Satyagraha") y los afamados Yanni y Suzanne Ciani, que aportan tres piezas cada uno, alguna ya conocida ("Nostalgia", presente en el trabajo de Yanni "Keys to imagination", y las muy recordadas de Suzanne "The Fifth Wave: Water Lullaby" -de "Seven waves"- y "The velocity of love" -del trabajo homónimo-) y otras que iban a aparecer, en sus versiones completas, en futuros álbumes de estos dos artistas superventas, que mantuvieron su estancia en Private Music hasta comienzos de la década de los 90.
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A mí me gustan muchísimo la mayoría de los músicos que empezaron la andadura de Private y soy acérrimo del piano. Por lo tanto debería entusiasmarme ésta selección de piezas, pero me dejan un poco decepcionado. El "tono" general del compilado apunta a atmósferas impresionistas que casarían más con otro sello imprescindible (Windham Hill) o con Narada. Además, tanto Kuhn como Sakamoto no tenían nada que ver con Private y aquí son protagonistas (ésto no quita para que Mr Lawrence sea sensacional, lo mejor del compacto).Insisto en que no le veo apenas sentido a la recopilación. Los temas del bueno de Johnson (grandísimo eso sí su Theme of secrets) tampoco me "levantan de la butaca".
ResponderEliminarMás me gusta sin embargo la continuación "Two" que también comentas, sobretodo los temazos de Yanni.
No sé, igual he dicho alguna burrada. Corrígeme Pepe y rectificaré encantado.
De burradas nada, amiguete, Piano One no es el mejor disco de piano del panorama, pero pertenece a una época mágica y al poker de álbumes originales de una compañía imprescindible. Si a eso unimos la presencia de Jobson (aunque yo también adoro especialmente su Theme of secrets) y del temazo de Sakamoto, el disco es suficientemente accesible (a pesar de algún ramalazo de jazz sobrante) para hablar sobre él y, por supuesto, disfrutar de su sonido 'privado', sin esperar una obra maestra, por supuesto.
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