"Tengo una profunda necesidad de silencio (...) Prefiero el silencio a la música". Son palabras del noruego Oystein Sevag, un estupendo artista al cual la timidez de su infancia le hizo concentrarse muy temprano en la música, concretamente en el piano, demostrando poseer un estupendo oído. Afortunadamente esa necesidad de silencio no le impidió crear una serie de discos maravillosos desde que, desalentado por la negatividad de la industria, fundara en 1988 su propia compañía, Siddhartha Spiritual Records, inspirado por la novela de Hermann Hesse 'Siddhartha', definida por el mismo como un 'poema hindú', en la que entraban en juego elementos meditativos, espirituales, los mismos que imperan desde mediados de los años 80 en la vida y en la música de este artista que, sin horarios de trabajo, necesita simplemente encontrar la inspiración. Ya instalado en la eficaz compañía Windham Hill, que reeditó su primer trabajo, el soberbio "Close your eyes and see", 1993 fue el año de un correcto "Link", de marcada ambientalidad e improvisación jazzística, del que hay que destacar sobre todo una grandísima maravilla de título "The door is open". Fue sin embargo más notoria la publicación en 1995 de "Global house", álbum completísimo y de contagiosa alegría en el que, como sucede con toda su obra, Oystein derrocha elegancia por los cuatro costados.
Producido por él mismo, "Global house" incorpora a la música de Sevag una fascinante búsqueda en las músicas del mundo asociada a la continua investigación de este músico noruego que, sin dejar de lado el jazz, y como ya atisbábamos en "Link", se centra en un acercamiento a fórmulas neoclásicas. Así, teclados, guitarra, saxo o trompeta se unen por un lado a percusiones o didgeridoo y por otro a chelos y, por primera vez en sus discos en solitario, violines. "Song from the planet" es una entradilla rítmica que parece homenajear algunas notas de su éxito del anterior éxito "The door is open", y presenta de golpe la importancia en la totalidad del álbum de las variadas y contundentes percusiones de Sergio Gonzales y Rune Arnesen, junto a los cálidos y ya característicos teclados de Oystein Sevag. No falta en esos teclados ni un componente ambiental (son protagonistas únicos en "Behind the mirror"-un final relajado- y esa oración que supone "Psalm" y coprotagonistas en "Song from the planet" y "Evening) ni la dulzura de las notas pianísticas que protagonizaron su inicio en la música a los 5 años. Interpretado en dos temas de este disco por Zotora Nygard, el didgeridoo es un extraño instrumento australiano de viento que por su carácter rítmico suele usarse de fondo, casi como otra percusión más; lo escuchamos en la ambiental "Back in the jungle" pero esencialmente en el tema que da título al álbum, un "Global house" inspirado parcialmente en su éxito "Norwegian mood" de su anterior trabajo. Es ahí y en la siguiente composición, la pegadiza "Norwegian mountains", donde más brilla el saxo de Bendik Hofseth, elaborando completas y bellísimas melodías marca de la casa. La guitarra acústica de otro de los incombustibles amigos de Sevag, Lakki Patey, deposita su magia y un extraordinario intimismo en composiciones como "Evening", mientras que en "Birds flying" se respira la necesidad de la improvisación con un resultado supremo, en una fiesta de sonido jazz abierto al mundo. Pero es la incorporación de violines y violas lo que acaba otorgando un toque especial a ese ya de por sí completísimo conjunto, más acústico de lo que solía ser habitual hasta la fecha en la música de este escandinavo que pretende llegar a los corazones de la gente: "Paris" es una de las canciones más bonitas y sentidas del álbum, una suave y grata melodía en la que se puede literalmente vislumbrar el mágico ambiente de los boulevards parisinos (de ella dijo que le ayudó a descubrir lo agradecido que es trabajar exclusivamente con instrumentos acústicos, que ayudan a sacar a la luz la arquitectura de las músicas), mientras que con "Reflection" básicamente sobran las palabras, pues nos encontramos ante una de esas deliciosas miniaturas que perdurarán para siempre en la memoria, una composición especial, limpia, melancólica, verdaderamente hermosa, que formó parte del recopilatorio "In search of angels". Incluído en "A winter's solstice vol.IV" ese mismo año 1994, "Crystal palace" es otra maravillosa pieza corta, de las mejores compuestas por el noruego, donde se impone la delicadeza del conjunto en una acertada poesía musical que parece recrear fríos paisajes desde una ventana agraciada por el calor del hogar. Ramón Trecet la rescató para su compilación "Diálogos con la música". Al año siguiente, para el volumen V de dicha compilación del sello Windham Hill, Sevag entregó "My heart is always moving", sencilla pero acertada adaptación de un villancico tradicional escandinavo. "Childrens Song" sería la siguiente pieza inédita incluída en recopilatorios del sello californiano, y en esta ocasión, al ser para el álbum "Piano sampler II", se trata evidentemente de un tranquilo solo de piano, correcto aunque se eche de menos esa completa instrumetación que tan bien sabe combinar este artista.
"Global house" no es cronológicamente el álbum siguiente a "Link" en la discografía de Oystein Sevag, si bien sí que lo es en su publicación a nivel mundial. Esto es así porque Windham Hill decidió que "Visual", una colaboración bastante ambiental entre Sevag y Lakki Patey que publicó Siddhartha en noruega en 1994, podía confundir al público, por lo que decidió encargar a Sevag otro álbum de similares características a "Link", para publicar "Visual" posteriormente. Cuestiones como esa y un futuro cambio de dirección artística de la compañía, acabarían por forzar su cambio hacia Hearts of Space, que publicaría en 1997 "Bridge", que como sus posteriores álbumes, presentan un jazz ambiental y neoclásico de escucha relajada, pero donde se ha perdido algo de frescura y la facilidad para las melodías pegadizas que popularizaron al Sevag de los 90. Mientras tanto, aún en 1995, se percibe en "Global house" una conciencia global, un aura espiritual común en todas las composiciones, que podrían actuar como una sola. Más melódica que la de su compatriota Jan Garbarek, la música de Sevag se mueve por terrenos delicados, melancólicos, pero de fuerza y convicción, la que le llevó al éxito y le forjó un nombre respetable en la tríada de clásica, jazz y new age.
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Este músico es realmente bueno,en especial sus primeros discos son estupendos.
ResponderEliminarEl siguiente a este tambien está muy bien.
Tienes razón, es difícil elegir, así que me quedo con todos. En cada uno de ellos hay auténticas maravillas, pero son trabajos completos y muy cuidados.
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