Cualquier búsqueda de un trabajo musical dedicado a Antonio Gaudí, y especialmente titulado con el apellido del gran arquitecto catalán, nos remitirá sin duda al fantástico décimo disco de The Alan Parsons Project. No es este, sin embargo, el único álbum interesante titulado así, "Gaudí". Cuatro años después del homenaje de Parsons y Woolfson, llegó desde California la obra de un joven sintesista llamado Robert Rich, que ya había alcanzado un nombre en el panorama electrónico gracias a sus esfuerzos ambientales grabados en los Soundscapes Studios y autoeditados desde comienzos de los 80, que le condujeron irremediablemente (previo paso por Multimood Records para publicar "Numena", que supuso un primer paso hacia su sonido futuro) hasta Hearts of Space a finales de esa década. Una vez en la compañía dirigida por Stephen Hill, tras su apacible álbum de debut "Rainforest" (1989) y la enorme colaboración con Steve Roach "Strata" (1990), llegó "Gaudí" en 1991. Una de las escaleras de caracol del templo barcelonés de la Sagrada Familia, inspirada -como toda esa gran catedral- en la naturaleza, muestra su caprichosa forma que simboliza el ascenso a los cielos en la portada del trabajo, introduciéndonos en el particular mundo que durante poco menos de una hora comparten el arquitecto español y el músico norteamericano.
Ya en el memorable "Strata", Rich y Steve Roach habían dejado clara su admiración hacia otro catalán ilustre, el surrealista pintor Salvador Dalí, referenciado por numerosos artistas electrónicos desde Klaus Schulze hasta Tangerine Dream. Sólo un año después, Rich muestra su asombro ante la obra de Gaudí, y la utiliza como inspiración en su propia música, en la que afirma utilizar elementos tanto de composición como de improvisación, tal y como Gaudí combinó fundamentos matemáticos con la capacidad de improvisar. Robert desliza este comentario en el interior del disco: "Su arquitectura orgánica fluida esconde una geometría sutil; sus formas serpenteantes expresan tanto el amor por la naturaleza como el anhelo de la belleza sagrada. Este equilibrio me inspira. La música utiliza la vibración y el tiempo para expresar el espíritu humano, la arquitectura emplea la materia y el espacio; sin embargo, ambos pueden evocar emociones sin nombre, ambos pueden insinuar lo sublime". En la contraportada, Rich vuelve a anotar lo siguiente: "Los miembros rítmicos giran hacia arriba en equilibrio sobre una columna helicoidal, una melodía de color brilla entre las sombras y la luz del mosaico, la línea sinuosa revela su propia proporción líquida, una geometría de la vida". Robert utiliza sintetizadores analógicos y digitales, sampler, guitarra hawaiana y percusiones (dumbec, udu, tambor parlante, waterphone), y denomina a su sonido con el concepto inventado 'glurp'. El único músico que le acompaña en el tema "Tracery" es Pranesh Khan con la tabla. "Sagrada Familia" es ese prólogo pleno de suspense que augura una buena historia. Ecos de vientos y percusión juegan entre las piedras de la gran obra de Gaudí, esculpidas hacia el cielo. Lo ambiental y lo folclórico parecen darse la mano entre las formas naturales de torres y minaretes, tejiendo una red de sonido único en el álbum. "Tracery" es, sin embargo, el tema más conocido del disco, un amable pero intenso juego rítmico, muy acertado y evocador, con una melodía superior, derivada de su cadencioso motivo. Con él lo mismo podemos visitar el interior de la Sagrada Familia como respirar la atmósfera mágica del Parque Güell. Emparejado con él, pero sin la ayuda de movidas pulsiones, se alza "Silhouette", atmosférico, susurrante, como lo es, en mayor medida, el etéreo "Harmonic Clouds", que parece moverse hacia otras dimensiones. Rich continúa buscando y ofreciendo bases percusivas llevaderas sobre las que interactuar con notas que reclaman una atención melódica en "The Spiral Steps", antes de alcanzar la parte más puramente ambiental del trabajo, ya que "Air", "Serpent" y "Minaret" vuelven a mostrar la faceta calmada, desértica, de Robert Rich, evocativa de una inmensa soledad, si bien en "Minaret" se atisba una cierta salida hacia la luz, un encuentro con el exterior, con el mundo, simbolizado aquí con la obra del arquitecto catalán. Para acabar, "Mosaic" es la vuelta a la fuerza de "Tracery", al ímpetu celestial que se eleva hacia las alturas, al poder de la melodía que es ritmo, del ritmo que es melodía. Las voces sampleadas son esenciales en el juego apoteósico. Gran final de un trabajo que se pasa en un suspiro, una obra más que aceptable que combina las dos vertientes del sintesista norteamericano, la movida y la calmada, consiguiendo envolver con sus ambientes primarios y atrapando con lo orgánico de sus ritmos, con la extraña energía alquímica de sus construcciones, que uniendo música y arquitectura, fluyen en este trabajo con elegancia ambiental, intentando abrazar las pautas naturales del modernismo del gran arquitecto catalán Antonio Gaudí.
Tras su fichaje por Hearts of Space, Robert Rich fue tenido muy en cuenta en los años 90 como un experto en el diseño del sonido y como un compositor evolucionado, que lo mismo se movía entre sintetizadores ambientales que se salía de su zona de confort y confeccionaba álbumes en la frontera del rock progresivo o del tribalismo acústico más atrevido. Hearts of Space destaca en sus notas de prensa la interacción entre lo físico y lo metafísico, lo sensual y lo místico, lo material y lo abstracto, que supone la música de Robert Rich, especialmente en este trabajo en el que inspirado por Gaudí, afirman que "una unión equilibrada de la luz y la sombra, el poder y la sutileza, la simetría y la forma fluida, pueden desencadenar emociones que permiten vislumbrar lo sublime". Efectivamente, él siempre intenta que un sentimiento mágico se apodere de cada obra, de cada nota, y fue en "Gaudí" donde más fácilmente nos condujo a su mundo de ensueño, dejándose guiar por el encanto y la seducción de las matemáticas ocultas en esta arquitectura, conectando mentalmente lo terrenal y orgánico de creaciones tan fabulosas como la Sagrada Familia, el Parque Güell o la Casa Batlló, con lo espacial de una música que desde entonces ha continuado ofreciendo en obras electroacústicas de gran calidad, desde comienzos de siglo en su propio sello, Soundscape.
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