Aparte de los elementos propios del campo clásico como la orquesta y el coro, el completo músico británico David Bedford recurrió a otros artificios sonoros en sus primeros trabajos grabados para el sello de Richard Branson, Virgin Records, entre ellos la percusión y la guitarra eléctrica de su joven y ya famoso amigo Mike Oldfield. La grata sorpresa que supuso "Star's end" en 1974 -uno de los primeros álbumes que aportaba la electrificación a una orquesta sinfónica-, y los grandes momentos que deparó un año después el intento de ópera escolar "The rime of the ancient mariner" -"The Rio Grande" es una de las grandes canciones grabadas por Bedford- tenían que ser refrendados en una nueva obra, un disco lo suficientemente atractivo y distinto a los anteriores como para sorprender de nuevo al abierto público de los 70. Así, David añadió un guiño comercial al nuevo proyecto, una cierta facilidad melódica, suavizando su afán experimental (de difícil escucha fueron otras obras compuestas en la época como "Nurses song with elephants", "Star clusters, nebulae & places in Devon" o "The song of the white horse") y aprovechando las posibilidades comerciales del rock sinfónico y la psicodelia, especialmente centrado en los sintetizadores. Bedford hurgó además en la literatura, una de sus pasiones, como ya lo hizo musicando el poema de Samuel Taylor Colleridge 'The rime of the ancient mariner' un año atrás, y se entretuvo con una de las historias más legendarias de la literatura universal, 'La Odisea' de Homero.
Publicado por Virgin Records en 1976, parece como si Bedford confeccionara "The odyssey" con la intención de agradar a la casa de discos, pues es un trabajo más asequible, con varios cortes de claras posibilidades comerciales en la época (dentro de la anti-comercialidad de su autor), y pensados algunos de ellos durante su creación, posiblemente, para la guitarra de Mike Oldfield. Y es que "The odyssey" huye del concepto orquestal de las obras anteriores para inscribirse en las cercanías del rock progresivo más centrado en aprovechar la sonoridad de los teclados. Bedford fue inteligente, dividió la obra en temas cortos para agradar a Richard Branson, y mantuvo la cualidad de álbum conceptual con temática literaria para contentarse a sí mismo, que por cierto aparecía en primer plano en la portada, como si fuera el mismísimo Odiseo (Ulises). Para asomar la vertiente épica en la partitura decidió acometer 'La Odisea' de Homero, poema griego del siglo VIII a. C. que narra el regreso del héroe mitológico Ulises a su casa en la isla de Ítaca tras la guerra de Troya, veinte años después de su partida. Durante este período, su hijo Telémaco y su esposa Penélope, tras creerle muerto, reciben en su palacio a numerosos pretendientes que buscan desposarla, a pesar de la reticencia de ambos. Un leitmotiv se muestra intermitentemente en el disco ("Penelope's shroud", tema recurrente que se divide en cinco partes muy cortas intercaladas entre los demás), sencillo pero efectivo en la familiaridad que logra con el oyente. Como si de un film se tratara, identificamos a Penélope con dicha melodía hipnótica y asumimos su desesperada condición (ella teje durante veinte años un sudario para el rey Laertes, padre de Ulises, pero deshace por las noches lo construido durante el día) en su carácter repetitivo. Mientras tanto, la melodía, la dimensión épica, aventurera, viene denotada por piezas tal vez no profundas pero tan acertadas melódicamente como "King Aeolus" (sobre un fondo sugestivo se alzan los teclados simbolizando los vientos con los que Eolo intenta ayudar a Ulises en su regreso a Ítaca) o "Scylla and Charybdis" (más fácilmente melódica incluso, toma realmente la misma melodía de "King Aeolus" aunque se muestra afable, heroica, envalentonada en sus cambios continuos y en su atmósfera tétrica central, que ayuda a representar el peligro de los dos monstruos marinos Escila y Caribdis). La pasional participación de Mike Oldfield en la obra desata la locura oculta en el pragmático Bedford, originando los dos cortes más radiados del trabajo, y posiblemente también los dos más destacados en su conjunto: "The phaeacian games" refleja realmente la última etapa de este periplo, aunque Bedford prefiere situarla en una posición anterior en el disco; Ulises, que está muy cerca de regresar a Ítaca, por invitación del rey Alcínoo acaba presenciando e incluso participando en los juegos feacios (un pueblo mítico de la Isla de Esqueria), donde lanza el disco de bronce más lejos que ninguno de los participantes habían logrado nunca. "The phaeacian games" es por tanto prácticamente una recreación del espíritu olímpico, un tema jubiloso, magnífico, donde aparece majestuosa la inconfundible guitarra de Oldfield en una extendida conjunción con los teclados. Algo distinta es "The sirens", donde aparece mágicamente el encanto coral característico del compositor británico (por medio del coro de chicas Queen's College, que ya se escuchaba en "The rime of the ancient mariner"), en una pieza intensa y alumbrada que parece tener vida propia desarrollándose de manera seductora, como no podía ser menos tratándose de esas criaturas mitológicas que intentaron atraer a un desesperado Ulises atado en el mástil de su barco. "The sirens" es uno de los mayores aciertos del disco, además de incluir una nueva interpretación de Oldfield a la guitarra, ésta más texturada, muy diferente a la de "The phaeacian games". Otro guitarrista se asoma en "Circe's island", el futuro miembro de The Police Andy Summers, con una guitarra psicodélica junto a percusión de copas de cristal, la voz de Sophie Dickson y el poso minimalista de los teclados, conformando un tímido carácter vanguardista del que David difícilmente puede evadirse, haciendo de esta pieza un esfuerzo postrero (aunque el trabajo no concluye aún) por retomar intereses propios, incluida esa voz femenina que posee un nuevo aire hipnótico como ya sucediera en "The sirens" (no en vano representa a Circe, una diosa bruja que intenta atrapar a Ulises y sus hombres en la isla de Ea). Para concluir el trabajo, "The battle in the hall" representa el pasaje en el que una vez en Ítaca, Ulises -transmutado en mendigo- mata en el gran salón con su arco a los demás pretendientes de Penélope. La pieza prolonga una constante tensión hasta que surge, aunque más lenta, la misma melodía de "The phaeacian games" conduciendo al oyente hasta un final feliz. "The odyssey" es un disco sencillo, con un puñado de melodías Bedford supo construir toda una obra que, en su conjunto, no deja de representar una avanzada muestra de sinfonismo épico donde late una tensión evanescente. Los teclados utilizados por el propio Bedford en la obra incluyen el sintetizador Arp 2600, sintetizador de cuerdas Stringman, piano eléctrico Fender Rhodes, piano de cola Steinway, clavinet (un clavicordio amplificado electrónicamente) y órgano Hammond, además de interpretar percusiones por medio de vibráfono, timbales, platillos, gong y copas de vino. La demostración de la presumible grandiosidad del proyecto se dejó notar especialmente en su presentación en el Royal Albert Hall londinense el 25 de enero de 1977, espectáculo definido como 'El mayor evento de teclados de todos los tiempos', que contó con la presencia de grandes figuras como Mike Oldfield, Jon Lord, Mike Ratledge, Peter Lemer o Dave Stewart, mientras que otros como Vangelis o Peter Bardens no pudieron estar a pesar de ser invitados.
David Bedford se muestra aquí rotundo y directo, alejado de la vanguardia que había hecho de sus anteriores obras experimentos de difícil escucha. No se pretende evaluar la calidad o importancia de las obras de esta etapa, sino destacar su variedad de miras y capacidad de adaptación a todo tipo de estilos clásicos y populares, de un autor completo e injustamente olvidado. Si bien en ciertos momentos de su carrera más conocida (con "Star's end", por ejemplo) se habló de que Bedford estaba explorando áreas de composición descuidadas en Gran Bretaña, con "The odyssey" y su asomo a la comercialidad, el crítico y musicólogo Richard Witts asoció este plástico a ciertos retazos del rock de Canterbury, y el público en general iba más allá, emparejándolo con un rock progresivo más certero. Desde luego, hace décadas que dejaron de hacerse obras como éstas, partituras que forman parte de la historia de la música, pero "The odyssey" permanece en la memoria para aquel que desee acercarse a su estela y contagiarse de su epicidad, la de un trabajo conceptual que, como las grandes obras de David Bedford grabadas en la década de los 70 para Virgin Records, resuena en nuestra cabeza tiempo después de su escucha. Y continuarán haciéndolo, porque las rescataremos de vez en cuando como prueba de un estilo auténtico y excitante, que difícilmente se desvanecerá.
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Qué añadir que no haya dicho Pepe. Fabuloso disco, fabuloso artículo. Este disco es la comercialidad (aunque yo creo que tampoco tanta) bien entendida por Bedford. Simplemente, gracias, David y Pepe.
ResponderEliminarDéjalo en gracias a David, yo soy un mero transmisor de su excelencia!!
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