La proliferación de nuevos artistas, dada la cada vez mayor facilidad para realizar cualquier grabación desde casa, y el gran número de estilos y subestilos implicados en el gran circo del negocio musical, provoca que en la actualidad haya tantos tipos de oyente como personas, cada uno con sus preferencias y debilidades, que pueden acceder de manera casi aburrida a cualquier álbum o canción prácticamente al instante. Es difícil sin embargo que esta marea de oyentes no hayan escuchado alguna vez a un artista multifuncional como Yann Tiersen, que lo mismo juega con pianos de juguete como construye piezas ambientales, gira con una banda de sonido rockero o introduce en el imaginario colectivo melodías folclóricas inseparables de las imágenes de ciertas películas de éxito. Intérprete de numerosos instrumentos en su dilatada trayectoria (sus estudios en conservatorio fueron de violín y piano y su primera publicación data de 1995), en 2016 fue el piano la vía de expresión elegida por este músico bretón que hacía ya años había alcanzado la madurez artística y la fama mundial. El trabajo en cuestión se tituló simplemente "Eusa", y fue publicado por su compañía de los últimos años, Mute Records.
Siempre se espera mucho de músicos como Yann Tiersen, que cada nuevo trabajo sea otro "Amélie", pero la dificultad es máxima, y el músico ha de evolucionar, aceptando el oyente sus éxitos y sus fracasos sin necesidad de reprochar nada a cada paso, siempre que estos conlleven un trabajo. En este caso, su acercamiento al rock derivó además en un estilo fuerte, chocante con las formas más dulces que caracterizaron los tiempos de aquella inolvidable banda sonora. La injusticia es aún mayor por parte de cierto tipo de público cuando, pasado el tiempo, retornando a admirables sonidos delicados, el artista genera una obra tan válida como esta. El origen de "Eusa" es muy natural y espontáneo, y a pesar de que en más de una ocasión declarara "no creo en la inspiración, creo en el trabajo", los paisajes de Ouessant fueron la mejor de las inspiraciones. Ouessant (Eusa en bretón) es la pequeña isla al oeste de la costa bretona (muy cerca, de hecho, de su lugar de nacimiento, la ciudad de Brest) en la que Yann vive y compone desde hace años. De menos de 1000 habitantes, este pedazo de tierra es conmemorado en este trabajo ("quiero compartir mi casa con mi público", decía), al elegir diez de sus lugares, hacer grabaciones de campo, respirar sus atmósferas e incluso tocar directamente en ellos. "La idea era crear un mapa de la isla, y por extensión, un mapa de quién soy yo". Así surgió en primer lugar un libro de partituras para que la gente pudiera tocarlas en casa, diez composiciones que, presentadas en directo con éxito, acabaron convirtiéndose en disco tras la grabación en los estudios Abbey Road. Entre las piezas más desarrolladas del disco se deslizan como enlaces pequeñas improvisaciones tituladas genéricamente "Hent" y simplemente numeradas de la I a la VIII, donde se abre paso la melancolía hecha paisaje, y es más importante el sonido que el instrumento. Aparte de recoger grabaciones de campo de todo tipo de manifestaciones naturales en la isla (agua, viento, animales), en la primera y la última (recibiendo y cerrando la obra) se escuchan poemas escritos por la poetisa bretona Angela Duval. De hecho, "Eusa" comienza como un disco de relajación ("Hent 1"), para continuar con melodías tan sugerentes como "Pern" (una pausada impresión de los paisajes bretones, una pieza deliciosa) o "Porz goret" (el primer sencillo del trabajo, un baile impresionista al piano que recuerda a su época pasada, a maravillosas miniaturas como "Comptine d'un autre été: L'après midi"). La magia paisajística del piano minimalista continúa en "Lok Gweltz", y "Penn Ar Roc'h" es otra bonita tonada melancólica en el repertorio del de Brest. En sus paisajísticas composiciones parecen atisbarse recuerdos tanto de grandes clásicos como de pioneros de la new age (George Winston en "Kereon" o "Yuzin" -otras dos piezas destacadas del trabajo- o Michael Jones en "Roc'h Ar Vugale" -que llegó como un adelanto del disco-), así como al Einaudi más llamativo y encantador (en la mencionada "Pern"), y se fusionan con sonidos de las naturaleza ("Penn Ar Lann", otra de las grandes composiciones del álbum, es una excepcional comunión con la fauna, al escucharse sonidos de aves, que recuerdan especialmente a las ballenas de aquel glorioso disco de Michael Gettel titulado "San Juan suite", dedicado también a unas islas maravillosas). Algunas partituras, como "Kadoran", se saltan el espíritu contemplativo, aunque el artista retorna enseguida a la paz de Eusa. Concienciado con la ecología, Tiersen es libre, hace lo que quiere, no está sometido a rigores estéticos ni atrapado en un tiempo o estilo determinados. Es como esa naturaleza que adora, se abre camino sin planes, según cómo le dicte el paso del tiempo. Aunque títulos como "Pern", "Porz goret", "Yuzin" o "Penn ar lann" puedan ser algunas de las melodías destacadas en el conjunto de una obra de tonadas directas y agradables, realmente cada una de las partituras que la componen tienen algo, y ayudados por los sonidos ambientales, somos conducidos directamente a la tierra habitada más occidental de la Francia metropolitana, la casa de Tiersen, la isla de Eusa.
Dice Tiersen que cada disco le lleva al siguiente. "Infinity" fue su anterior propuesta, publicada en 2014 y derivada de un viaje a Islandia. Dos años después, este todoterreno emerge en el mundo neoclásico de la mano del piano, con una serie de composiciones de muy bella factura, cada una de las cuales lleva silueteada la rúbrica de su autor, un ya veterano bardo que de vez en cuando se deja llevar por la melancolía de las teclas blancas y negras. Con el tiempo queda cada vez más claro que Yann se desmarca de la utilización de su música en "Amélie", su trabajo no era en absoluto parisino (de hecho, él se considera bretón, no francés), y aquellas tonadas tan folclóricas eran más naturaleza que ciudad. Bastantes años después, y elevado a un nivel popular gracias en gran parte a dicho film, este joven veterano que dijo que "todos los días hay música oculta entre los ruidos, sólo hay que hallarla", la encontró en los paisajes naturales de su lugar de residencia, y conectado con la tierra el ruido se hizo música, y la música fue un delicioso paréntesis en el bullicio de nuestro día a día.
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Gracias, Pepe, por descubrirme a este músico. Realmente pensé que quien estaba detrás detrás de la BSO de Amélie se dedicaba a eso: a hacer BSO pianística-comerciales... Veo que erraba. Este hombre es capaz de evocar con su piano los paisajes que ve y disfruta. No tengo muy claro si los "ruidos" ambientales que se escuchan me gustan o molestan en ciertas ocasiones (los pájaros y el agua quedan bien, pero no tanto el viento o los "crujidos" amplificados por la "reverb"). Pero bueno, supongo que forma parte del espíritu de este trabajo. En cualquier caso, me lo anoto para "perseguirle".
ResponderEliminarUn abrazo.
Es muy distinta la atmósfera de este trabajo que la de la conocida banda sonora, pero ambos son trabajos muy válidos y, tú lo has dicho, evocativos.
ResponderEliminarA mí los ruiditos ambientales, utilizados con esta suavidad y en pocas de las piezas, no me disgustan, en este caso, de hecho, aportan el toque de realismo natural, nos acercan a Eusa.