Una voz tan talentosa, arcana y excitante como la de Loreena McKennitt no podía dejar pasar más tiempo sin volver a ser escuchada. Doce años después de su última muestra de composiciones propias, que llevaba por título "An Ancient Muse" (aparte quedan otros trabajos que profundizaban en los carols -"A Midwinter Night's Dream"-, o adaptaciones de composiciones tradicionales -"The Wind that Shakes the Barley"- o creadas por la propia Loreena para trabajos anteriores -"Troubadours on the Rhine"-), la cantautora canadiense reaparece en 2018 y despliega una nueva gama de canciones en un álbum pleno de magia y emocionales viajes, en esta ocasión más lejanos temporal que geográficamente, como si su alma hubiera quedado perdida hacia un destino desconocido, ese que encierra la inevitable pregunta de quiénes somos o hacia dónde vamos, que se hace en su nuevo trabajo, titulado así precisamente, "Lost Souls" ('el océano abre sus brazos a las almas perdidas', dice también un verso del primer tema del disco). Publicado por Quinlan Road (ella es su propio jefe), distribuido por Universal Music y autoproducido por Loreena McKennitt, la expectación hacia esta nueva entrega se tornó enseguida en un cierto y sorpresivo éxito, que viene a confirmar el número de seguidores que apostaban con seguridad por un retorno cualitativo de la cantante canadiense. Escucha tras escucha de este disco de impoluto diseño y portada fantasmal, se puede afirmar con rotundidad que no quedaron decepcionados ante un producto muy estudiado, muy cuidado y producido con esmero, pero eso es precisamente lo que se espera y desea de Loreena McKennitt, su sello propio, el regreso de un estilo inconfundible, el de la calidad innegable sin excesiva alharaca.
"Lost Souls" es una obra menos aventurera, más poética y de esencia medieval, que nos acerca a la Loreena de la época de "Parallel Dreams" o, con todas las reservas hacia la que puede ser posiblemente su mejor obra, de "The Visit". Hay excepciones, claro está, como ese maravilloso tema de inicio que se acerca a nuestro país, a la España de guitarras y ambiente nocturno (concretamente recuerda su primera visita a Granada en 1981), en un corte destacado, "Spanish Guitars and Night Plazas", en el que, entre una ambientación monumental que incluye la guitarra flamenca de Daniel Casares y la percusión y palmas de Miguel Ortiz Ruvira, la voz de la McKennitt es la de siempre, tumultuosa y evocadora, un encanto que perdura a lo largo del disco y que se nutre a su vez de una instrumentación tan lograda como familiar, ya que el grueso de la banda que la acompaña desde casi siempre se mantiene en "Lost Souls", especialmente Brian Hughes (guitarra, bouzouki, sintetizador), Rick Lazar (percusión, aunque aquí se restringe a un solo tema), Hugh Marsh (violín), Nigel Eaton (hurdy gurdy) y Caroline Lavelle (violonchelo). Aparte de la voz, Loreena interpreta piano, teclado, acordeón y arpa. A esas "noches sensuales grabadas en mi mente, enriquecidas con el aroma del jazmín" le siguen los acordes de otro de los cortes importantes del trabajo, "A Hundred Wishes", una preciosa balada sobre el deseo de estar con la persona amada y recordar los grandes momentos vividos, en este caso en Francia, en España o en Irlanda. Loreena recita este poema como en los viejos tiempos, en los que esta contadora de historias alcanzó la fama mundial por recitaciones opulentas como "The Lady of Shalott" o "The Bonny Swans". Retorna aquí el encanto de ese estribillo perpetuo que no queremos que se acabe nunca, con sus giros vocales característicos, si bien una mayor duración hubiese beneficiado al conjunto del tema, por lo demás fantástico y rotundo. El regreso a épocas pasadas queda claramente reflejado en estas dos primeras canciones del álbum, escritas en la época de "The Visit" -casi tres décadas antes- y guardadas en lo más profundo de un maravilloso baúl en la mente de Loreena; el rumbo viajero que tomaron sus discos desde entonces hicieron de esta espera una lógica, llegando el momento apropiado en esta vuelta a las raíces. Anteriores incluso son "The Ballad of the Fox Hunter" (otra balada sencilla pero tierna y agradable, sobre su especial relación con los animales, basada en el poema de William Butler Yeats), el instrumental "Manx Ayre", proveniente de un set de tonadas de la época anterior a "Elemental" -titulada entonces "Port ui Mhuirfheasa"-, cuando ella hacía busking (actuación de artistas callejeros) o "Ages Past, Ages Hence", una canción inspirada esta vez por los árboles y su importancia en los pueblos antiguos, contundente, vibrante, con éxtasis instrumental, en la que se escucha por primera vez en el disco, en la propia introducción del tema, la nyckelharpa (o viola de teclas) de Ana Alcaide; esta madrileña residente en Toledo, una especie de Loreena McKennitt española, estudió este instrumento tradicional sueco de cuerda frotada en Malmö, y basados en él, ha grabado con éxito varios discos como "Viola de teclas", "Leyenda" o el exitoso "La cantiga del fuego", basado en la tradición sefardí. Ana sustituye en los trabajos de Loreena a la afamada artista noruega Annbjørg Lien. "La Belle Dame sans Merci" es otra nueva balada con aire de inocencia, más acunante que las demás canciones del disco, con un arrullo de voz y cuerdas y teclas en su justa medida, y la elegancia habitual; proveniente de la época de "An Ancient Muse", la letra es un arreglo de un poema de John Keats. "Breaking of the Sword" fue la primera canción que se pudo escuchar y adquirir de "Lost Souls", el single de anticipo del disco en noviembre de 2017; de ritmo marcial, sin ser lo mejor del trabajo, fue la demostración de que la canadiense estaba despierta y seguía reflexionando sobre la vida y la humanidad, pues este tema está dedicado a las familias que lloran la pérdida de un ser querido, viniendo su inspiración en una visita en Vimy (al norte de Francia) al Monumento Conmemorativo Nacional Canadiense, dedicado a los canadienses que dieron sus vidas en la Primera Guerra Mundial. Continuando con sus causas humanitarias, las ganancias de la descarga del single fueron donadas al Fondo de apoyo a las Tropas de las Fuerzas Armadas Canadienses. Como última de las canciones, "Lost Souls" es un final sencillo, la vuelta a casa de las almas perdidas ("tal vez no estamos perdidos, simplemente nos lleva mucho tiempo regresar a casa", dice), a la altura de un buen trabajo que es también la vuelta de Loreena McKennitt. Mantenido con nota alta el carisma de la voz, restaba por ver cómo cuajaban los esperados temas instrumentales: el primero de ellos, "Manx Ayre" (mencionado anteriormente), accede sin deslumbrar a territorios lejanos con una sencillez repetitiva y costumbrista, envuelta en una cierta inocencia folkie, como la de los coletazos celtas de Gwendal o Alan Stivell (una de sus influencias) en los 70. El segundo instrumental, que supone la vuelta -ellos han estado en los últimos proyectos étnicos de Loreena- de músicos griegos como Sokratis Sinopoulos (lira), Panos Dimitrakopoulos (kanun) o el sirio Haig Yazdjian (oud), es "Sun, Moon and Stars", más atrayente y rotundo, inspirado en una melodía popular moldava que logra enganchar con su compás danzante y su ritmo mediterráneo que entraña un periplo hacia el conocimiento antiguo, con el exotismo del otro lado del mare nostrum, o incluso más allá, y es que todo trabajo de esta artista supone algún tipo de viaje, ya sea interior, hacia la tradición, o en una búsqueda del origen de lo celta desde Occidente hasta Oriente. "Lost Souls" es más bien un camino de vuelta a casa, aunque sin profundizar en la herencia celta, no necesita Loreena ese artificio que tal vez redunde en próximos trabajos, y aposenta su inspiración en lo medieval y en la poesía, así como en otro tipo de literatura ("A Short History of Progress", de Ronald Wright), sin dejar de disfrutar de las noches de fiesta españolas o de homenajear a sus compatriotas caídos en combate. "Lost Souls" suena a la Loreena autentica, pero no a ya escuchada a pesar del rescate de gran parte de las canciones, más bien se vuelve a respirar un repertorio nuevo, cálido y vibrante. Tal vez carezca de ese single que engancha sin remedio, pero si le otorgamos ese papel simbólico a "A Hundred Wishes" o "Spanish Guitars and Night Plazas" y admiramos la cohesión general con sus toques folclóricos, celtas, medievales y mediterráneos, solo resta disfrutar y aplaudir el regreso de la pelirroja, preocupada en esta época tanto por su entorno (personas, animales, plantas) como por las ventas de su música (su nuevo trabajo entró al puesto número 15 de ventas en España).
La influencia de la poesía en las letras de las canciones de Loreena McKennitt es digna de ser estudiada a fondo, es grande e ilustre la nómina de bardos y dramaturgos que han desfilado por sus discos, en su mayoría poetas británicos que desarrollaron su obra durante el siglo XIX o principios del XX (algunos a finales del XVIII) como William Blake, Padraic Collum, Alfred Lord Tennyson, Alfred Noyes, Sir Walter Scott o Robert Dwyer Joyce. Las mayores excepciones en cuanto a la localización geográfica, fueron el canadiense Archibald Lampman y el español San Juan de la Cruz, y temporalmente el propio San Juan de la Cruz y el célebre William Shakespeare, ambos del siglo XVI. Sin embargo, un autor destaca entre todos, el dublinés William Butler Yeats; este Premio Nobel de Literatura alcanza en "Lost Souls" su cuarta participación en la obra de Loreena McKennitt. Por el contrario, la segunda aparición poética en el álbum viene dada por la inclusión de un texto del londinense John Keats, que inaugura de este modo su particular inspiración hacia la canadiense. Pasados los 60 años, Loreena ha compuesto, grabado y producido un nuevo plástico (sí, también existe versión en vinilo) de ensueño, una puerta abierta a la excelencia, a un viaje sonoro y sensorial cuyos únicos precedentes son de la propia artista, muchos años antes, cuando ejercía de trovadora de su mágico universo. Su sonido es actual sabiendo sonar a antiguo, y a buen seguro que, tras este retorno a sus inicios folclóricos, pronto nos deparará nuevos viajes exóticos, tal como avanzan sus últimas visitas a la India, buscando conexiones entre lo hindú y lo celta. Su nombre es una garantía aunque pasen las décadas, y es que ella es autentica, su música es poesía, su poesía es música.
ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
Muy buena crítica, como de costumbre; certera y muy bien documentada. A mí también me ha gustado el disco; muy en su línea intimista y con la acostumbrada sensibilidad. Mi tema favorito, el primero. Disco muy homogéneo y gozable en su totalidad. No encuentro una maravilla estilo "The old ways" ni tampoco la esperaba; me conformo con que, con una periodicidad mayor que la de Enya, nos ofrezca un álbum de esta calidad.
ResponderEliminarSi siempre para un artista las comparaciones de las nuevas obras con sus temas clásicos son difíciles, más aún cuando dejas pasar tantos años como es el caso: corres el riesgo de que más canciones pasadas se hayan convertido en tales y las nuevas se comparen peor.
Tengo que felicitarte por tu crítica, macho. Antes de entrar en lo que me parece el disco en general hablaré de los artistas que la acompañan, que son importantes. Primero los clásicos de siempre: Carolina (la Bella) Lavelle, Brian (la Bestia) Hughes, Hugh Marsh, que es familia del calvo de la lotería y Dudley Phillips, que Loreena hace bien en tenerlo en el grupo por si se joden las bombillas del escenario. Además de otros músicos más, me alegra que esté Ana Alcaide y Daniel Casares.
ResponderEliminar1 Spanish Guitars and Night Plazas
Una canción muy española en la que se echa en falta al Cigala haciendo la segunda voz o a la ronda de Boltaña con Carlos Núñez tocando las castañuelas. Pero se la damos por buena. Una de las mejores del disco sin salirnos del flamenco. Si queremos más sabor español con fragancia Mckennitt siempre nos quedará el tema Santiago.
2 A Hundred Wishes
Esta canción me hace volver a tiempos antiguos de sus primeros trabajos. Hay una canción en Parallel Dreams que maneja una secuencia melódica muy parecida. No recuerdo el nombre. La canción es muy buena. Y ya van dos.
3 Ages Past, ages Hence
Con esta canción, Loreena vuelve a sus raíces mas celtas. De nuevo me viene a la mente una canción de Parallel Dreams que creo que también estaba dedicada a los arboles en Irlanda. Esta claro que las industrias de explotación forestal no comprarán este disco.
4 The Ballad of the Fox Hunter
Esta balada está dedicada al perro de los Fraggle Rock; a no que es un poema de W.B Yeats. A Loreena parece que le gustan mucho los chuchos. Y es un temazo que me recuerda a los tiempos de The Book Of Secrets. El disco empieza a enamorar.
5 Manx Ayr
No lo dice pero esta canción es un homenaje a los amantes de Teruel. La escucho e imagino mercados medievales, doncellas descalzas y caballos en calcetines. Otro tema celta que se agradece escuchar en estos tiempos de sequía creativa.
6 La Belle Dame Sans Merci
Esta canción me parece mas cercana a sus últimos discos. Para mi de las más flojas.
7 Sun, Moon and Stars
Una canción con un parecido sospechoso a la canción de Marco Polo de The Book of secrets. Yo creo que con esta canción, Loreena, mas que transportarnos a Moldavia nos invita a irnos de kebab mientras sintonizamos radio Marraquesch. Pero en seguida parece que se va quitando el turbante, se baja del camello y se pone el uniforme militar para dejarnos con la composición mas atípica que he podido escuchar de esa mujer en toda su carrera. Estoy hablando de la canción Breaking of the Sword, la número 8. Es como el himno de España pero con letra. Creo que incluso se puede llegar a escuchar a Manolo el del Bombo.
9 Lost souls
Para mi la mejor de todo el disco. La mas mística y filosófica. Muy transcendental y espiritual. Me recuerda a una canción de The Mask and Mirror.
Las almas perdidas de Loreena son un trabajo muy bien hecho, como siempre. Para mi, un regreso a la música celta que es la que le dio la fama. Una vuelta a sus raíces pero con la experiencia de los años y una mirada al futuro.
Es necesario conformarse, Christian, alegrarse de hecho, al escuchar nuevos trabajos como este. Tal vez no contenga otro «The old ways,», «Breaking the silence» o «The lady of Shalott», pero está claro que no es un paso atrás. Yo desde luego lo he pillado con muchas ganas, tal vez por eso me ha convencido.
ResponderEliminarY a otro que le ha gustado bastante es a Petetis, vaya comentario, macho. Hay apreciaciones muy interesantes, dentro de tu típico estilo jocoso. Lo mejor, que «Manx Ayr» es un homenaje a los amantes de Teruel, ja ja, bravo.