La ciudad escocesa de Glasgow fue desde los 80 un hervidero de jóvenes músicos con nuevas ideas. A las emergentes bandas de rock y pop se unieron otros conjuntos que optaban por ritmos más tradicionales, como por ejemplo Capercaillie. En este género folclórico, del norte del país procedían Runrig o la ruda propuesta de Wolfstone, y en los 90, desde Edimburgo, llegaron los renovadores Shooglenifty, que se unían a la eterna sapiencia de, por ejemplo, Phil Cunningham. Desde más lejos llegaron los triunfos de otros músicos escoceses, como Alasdair Fraser (afincado en California, donde fundó Culburnie Records), Johnny Cunningham (inolvidables sus encuentros estadounidenses con los hermanos irlandeses O'Domhnaill en las bandas Relativity -también con su hermano Phil- y Nightnoise) o Paul Mounsey. Durante más de dos décadas en las cuales nos ofreció álbumes avanzados y maravillosos como "Nahoo" o "City of walls", este músico escocés mimetizó completamente sus raíces celtas con la cultura brasileña por mor de su matrimonio con Dorinha, y largos años de estancia en la inmensa y caótica São Paulo. De regreso en Escocia (a Trotternish, en la isla de Skye), a Mounsey le llegó un encargo que volvió a llenarle de inspiración: el centro de artes An Lanntair de Stornoway (en la isla de Lewis) le propuso la creación de la música para la inauguración de su nuevo edificio, y para ello Paul contó con las voces de varias artistas de la propia isla de Lewis, la isla más grande del archipiélago de las Hébridas Exteriores. Para este y otros proyectos, el An Lanntair fundó el sello discográfico Lanntair, entre cuyos lanzamientos figura el CD de Paul Mounsey "Tha na láithean a'dol seachad" ('The days flash past'), publicado en 2005 con la música de dicha inauguración. En España, Resistencia tradujo los textos y el título en su propia edición de 2006, 'Pasan los días veloces'.
Es bien seguro que los responsables del centro de artes quedarían más que satifechos con la música presentada para el proyecto. Este aplicado compositor consigue involucrar al oyente en un divertido juego entre lo viejo y lo nuevo, un diálogo muy bien presentado (y autoproducido) que por momentos puede resultar profundo, incluso espectacular para los que gustan de melodías añejas y disfrutan con los tratamientos mas modernos. Los sonidos que envuelven a la tierna voz de Alyth McCormack en la canción de inicio ("Iomair thusa choinnich cridhe") son el ejemplo mas claro, y la convivencia de ambas vertientes consigue una pieza encantadora, en absoluto transgresora, como un delicioso juego, una canción de remeros escrita a finales del XVI por Alan Morison, de Ness, cuando cruzaba el Minch con sus hermanos y un amigo, remando ante la ausencia de viento ("hasta nuestros días, en Ness se acostumbra a aligerar la tarea de remar cantando la canción de los remeros del mar", se lee en las notas del álbum). Más profundidad reviste un segundo corte magistral, una completa canción que comienza con la voz del coautor Kevin MacNeil, recitando el título del tema y del disco ("Tha na láithean a' dol seachad", poema del escocés Iain Crichton Smith) en un soberbio envoltorio atmosférico y electrónico in crescendo, con maravilloso cambio de ritmo pianístico sorpresivo, que deriva hacia un final épico, donde una gaita nada estruendosa envuelve la pieza de clara esencia folclórica, sin abandonar el aporte neutro de la voz. No es el único poema recordado en el álbum (ni tampoco el único sobre el paso del tiempo), pues la rítmica, vigorosa, "Tim" ('El tiempo') -también con la voz de Kevin MacNeil, y tan cercana a nuevas tendencias que demuestra la increíble capacidad de Mounsey para afrontar retos de cualquier tipo, no sólo celtas- reverencia el poema de igual título de Murdo Macfarlane, otro poeta escocés que ha sido versionado por grandes bandas como Runrig o Capercaillie (y su líder Karen Matheson en solitario). Todas las voces femeninas invitadas al proyecto son originarias de la isla de Lewis, por ejemplo la deliciosa tonada de titulo "Gleann an fhraoich" -canción de amor que presenta una intensidad emocionante haciendo gala a la vez de una apabullante sencillez, retornando en cierto modo a la tradición- está cantada de manera embriagadora por Anna Murray, y es en esencia muy distinta al interesante e instructivo ejemplo de mouth music que le sigue, "M'eudail air do shuilean donna / A-nochd 's a-raoir", cantado por Chritine Primrose. Con "Thig am bata" Mounsey intenta un efecto multivocal relajante con la voz de Mary Smith, un momento placentero bien acompañado por una distendida melodía de corte sinfónico. Como buen ingeniero del sonido que es su autor, composiciones como esta son un ángulo abierto hacia nuevos caminos, hermanando ambiente y tradición. El tratamiento es algo mas étnico en "Fill-lu o ro hu o / Mor a cheannaich", pieza que presenta otro emocionante cambio de ritmo hacia las raíces, donde aflora la percusión (de aspecto brasileño) acompañando a los versos gaélicos de Ishbel Macaskill. La capacidad de Mounsey para transmitir emociones hace que consiga decir en el minuto escaso de "Beacon No1" más que muchos otros en todo un disco. De hecho, y ahondando en su variedad de registros, tanto su segunda parte, "Beacon No2" (un piano algo vanguardista) como el comienzo de "A'featheamh fad'" (con las voces de las hermanas Mackenzie, Fiona y Eilidh) parecen partituras envolventes destinadas a música de películas, profesión en la que Paul está inmerso en la actualidad como escritor de música adicional para grandes compositores de cine hollywoodiense como Danny Elfman o John Powell. El giro estilístico de la propia "A'featheamh fad'" retoma el rumbo pseudo-folclórico (escocés y brasileño) asociado a las voces invitadas a tan alegre festín casi carnavalesco. Para terminarlo, "Lewis rain" (de comienzo ambiental y final gozoso, de títulos de crédito), un cierre que aunque sea satisfactorio tal vez debería haber sido mas grandilocuente. Masterizado por Joao Vasconcelos en São Paulo, en "Tha na láithean a'dol seachad" Mounsey utiliza, además de las mencionadas voces, y de sus propias programaciones y teclados, sonidos de guitarra de Peter Maunu y bucles de batería de Abe laboriel Jr.
Muy entretenido, con la dosis de emoción que Paul sabe otorgar a sus obras, "Tha na láithean a'dol seachad" ('The days flash past') es otro gran trabajo del músico escocés, un gran álbum que lamentablemente inauguraría un silencio aún no roto en cuanto a discos firmados con su nombre. Aparte de sus semi-anónimos trabajos para cine, escasas son las huellas musicales distinguibles de Mounsey recientemente en la industria, por ejemplo la propia compañía Lanntair publicó en 2008 su tercera referencia, "Dhachaigh (Home): The Murdo Macfarlane Songbook", un CD de varios artistas basado en poemas de Murdo Macfarlane -sobre el que el An Lanntair había realizado una amplia exposición-, en el que Mounsey contribuía con dos composiciones, "Dhachaigh (Home)" y "Till (Return)". Además, "Senses" fue una canción que en 2011 se le encargó para la campaña de publicidad 'Visit Scotland'. En 2014, en CD "World jam", que recogía músicas de la serie de televisión Globe Trekker, incluía varios temas del escocés, algo que ya había sucedido en 2008 con su primera parte "Globe jam". Es una lástima que, al menos hasta la fecha, todo quede así, pues aparte de un gran compositor e intérprete, Paul Mounsey es un artista tremendamente resolutivo en el estudio de grabación, que ha dejado para la historia grandes canciones y álbumes meritorios, tanto los reputados "Nahoo" como "City of walls" o, por supuesto, este encantador 'Pasan los días veloces'.
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