Es fácil perderse en la vasta discografia de Paul Winter, su intensa trayectoria ha dejado plasmados enormes momentos en el mundo del jazz (enamorado de la música brasileña en los 60), de las músicas del mundo (desde Sudamérica a Rusia) o de la new age, firmados con su nombre o compartiendo autoría bajo la denominación de Paul Winter Consort, conjunto por el que han desfilado nombres tan ilustres como David Darling, Paul McCandless, Glen Moore, Ralph Towner, Paul Halley o Eugene Friesen. Winter fundó en 1980 Living Music, su propia compañía de discos, como un modo de que sus propios trabajos (en especial después de convertirse en artista residente de la catedral St. John the Divine, donde tenía previsto, dada su impresionante acústica, grabar sus futuros proyectos) y los de sus colaboradores más directos vieran la luz sin los problemas habituales de las músicas instrumentales, con la confianza de quien sabe que su música va a ser comprendida y respetada. El nombre, aclaraba Paul, aludía a la intención primaria de crear un catálogo de música intemporal, que mantendría viva la música que veneraba, desde Bach hasta África, y desde el violonchelo hasta el aullido del lobo. "Callings" fue un hermoso primer lanzamiento, al que siguieron, bajo el nombre de Paul Winter sin el añadido 'consort', "Missa Gaia" y "Sun Singer", una tercera referencia publicada en 1983, inspirada ni por animales en peligro de extinción, ni por esplendorosos paisajes, sino por una estatua de bronce.
Obra del escultor Carl Milles, 'Sun Singer', la enorme estatua masculina que sirvió de motivo principal, título y portada de este trabajo, lo fue realmente por su 'abrazo al sol', como una celebración de la existencia e influencia vital del astro rey. También la canción principal del álbum portaba ese título: "Esta es mi canción de homenaje al sol. Se inspira en una impresionante estatua de bronce de 16 metros llamada 'El cantor del sol', que se encuentra en el puerto de Estocolmo, un guerrero vestido sólo con su casco de acero, de pie con los brazos estirados hacia el sol, después de haber abandonado sus armas y abrazado la paz. Es una obra del escultor sueco Carl Milles, que a su vez se inspiró en el poema "Canto al sol" del también sueco Isaías Tegner". Efectivamente, "Sun Singer" es el corte que abre ("Sun Singer Theme", un pequeño anticipo de corta duración) y cierra el plástico, plasmando maravillosamente en música la energía de esa estrella mediana a la que debemos la vida sobre la Tierra. Como grandísimo clásico del dúo de compositores Halley-Winter, se trata de una altiva composición que no sólo agrada al oido sino que ademas anima el espíritu. Es necesario degustar con atención su generosa alegría, la altiva gracia de un continuo clímax practicamente oracional, o lo cuidado de su instrumentación, desde el saxo, fabuloso y dominante, a una tímida pero deslumbrante percusión, pasando por el hilo conductor del piano, todo ello en una duración adecuada que, como tema culminante del trabajo, hace rendirse ante el grupo con un cierto sentimiento de asombro y un deseo inherente de nuevos trabajos que realcen lo escuchado. "Hymn to the Sun" es un despertar susurrante, una entrada furtiva al universo ecologista de este maestro de los instrumentos de viento, y su adormecida delicadeza, basada en una melodía de Bach, continúa en "Dolphin Morning" (donde con la ayuda de una eficaz y suave percusión, órgano y saxo se conjuran en un nuevo amanecer, fundido con sones eclesiásticos y sonidos de delfines nariz de botella) y "Reflections in a Summer Pond" (con un tono clásico que desata el lado romántico de piano y saxo), antes de la llegada de los cortes más agradecidos del álbum, y verdadero acierto del mismo. Efectivamente, no es hasta la mitad del disco cuando este empieza a convertirse en indispensable, con la aparición de canciones carismaticas como "Dancing Particles" o "Winter's Dream", además del mencionado broche final, el tema principal con el que se cierra el telón de esta encantadora obra. La animada "Dancing Particles", tremendamente disfrutable también en directo por su energía y sensualidad con esencia de bossa nova, es una gran creación conjunta del terceto protagonista de esta música difícil de definir por su fusión de jazz, folclore y elementos tanto tropicales como eclesiásticos. Seguidamente llega la magistral "Winter's Dream", tal vez el corte más recordado del álbum, otra pieza monstruosa, donde se deja notar más Paul Winter por su contenido ligero de saxo melancólico (si bien se trata de una composición exclusiva de Paul Halley), despertando a la naturaleza; el invierno posiblemente sueña con una mañana plácida y soleada, y esas impresiones cobran vida en esta monumental oda a todo tipo de vida. A partir de ahí, "Heaven Within" es un pequeño himno más perezoso y relajante, un ambiente ideal para documental de fauna salvaje (la misma a la que adora Paul winter, cuyos padres trabajaron en un circo) y "Big Ben's Bolero" se deja llevar por una percusión y piano mas animados. La producción del álbum corrió a cargo del propio Paul Winter y en cuanto a la interpretación, Winter se encargó del saxo soprano Selmer, Paul Halley de los teclados (piano, clavicordio, órgano -el Aeolian Skinner de la catedral-) y Glen Vélez de las percusiones (pandereta, bendir -tambor marroquí usado por beduinos, que como se advierte en el libreto, produce un zumbido característico que no es causado por el propio disco o los auriculares-). Además, Eric Herz toca también el clavicordio en "Dancing Particles".
El poder de Radio 3 y otros pocos reductos de las 'otras músicas', lograron que un nombre hasta entonces ignorado como el de Paul Winter fuera conocido por miles de oyentes entusiastas que acogieron de una manera fabulosa su jazz ecológico de raíz melódica, tanto en disco como en directo, unas giras que llegaron tan exitosamente a nuestro país en los 90 que incluso fueron el germen de un premio Grammy. Una década antes, y enclavado posiblemente en uno de sus mejores momentos, "Sun Singer" era un trabajo altamente disfrutable en su alegría sensiblera (tal vez parte de su sensibilidad provenga del maestro espiritual Swami Satchidananda, al que Paul agradece 'la luz de sus enseñanzas'), pero de argumentos sólidos y muy consolidados, que ganó el premio de la NAIRD (National Association of Independent Record Distributors) al mejor álbum jazz del año 1983. En la contraportada de la primera edición del vinilo, una frase del poeta y filósofo estadounidense Henry David Thoreau: “Para aquel cuyo pensamiento elástico y vigoroso marcha a la par del sol, el día es una mañana perpetua. No importan los relojes o cuáles sean las actitudes y ocupaciones de los hombres, la mañana es cuando yo estoy despierto y hay en mí un amanecer".
ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
En dos palabras:muy bueno, muy bueno, muy bueno.
ResponderEliminarFantástica la integración del órgano y el clavicordio (o "jiñocordio" diría mi hermano, al que no le gusta ése sonido).
Me parece muy destacable lo bien que ha envejecido ésta grabación, ya entrada en años. Yo creo que las grabaciones-hablo en general- envejecen mucho mejor si no utilizaron sonidos emulados por sintetizadores. Me estoy acordando del tema "personnel changes" de Mertens con aquel piano/clavicordio eléctrico. Me imagino que con un clavicordio de verdad ahora sonaría mejor.
Otra cosa: esos tamborcicos marroquís a mí no me hacen especial gracia, la verdad. Parece que tienes los altavoces cascados o reventados, o que ésa pista la saturaron de volumen. Recuerdo otro tema del mencionado antes Wim, "struggle for pleasure",- brutal tema por supuesto- en el que sonaba al fondo un sonidito roto que incluso me llevó a quejarme a Linacero pensando que la copia estaba mal.
Winter, Halley, compañía, ojalá no nos dejaran nunca...
Ya echaba de menos tu comentario!!
ResponderEliminarCuriosas alusiones a Mertens (me gustaría saber qué opina al respecto mi colega Christian) y muy buena anécdota en Linacero (mítica tienda de discos zaragozana, para el lector forastero).
Siempre me he preguntado si el bueno de Halley no acabara un poco cansado de que sus grandísimas canciones estuvieran firmadas, al menos en la portada de los discos, por Paul Winter, como mucho por el Paul Winter Consort. A veces The Winter-Halley consort hubiera sido más correcto. Es algo parecido a lo de Eric Woolfson en The Alan Parsons Project, ¿no?
Pues nada, era una reflexión, pues sin quitarle méritos a Winter, hay que recordar que Paul Halley es un grandísimo compositor, cosa que demostró, ya con su nombre, en "Angel on a stone wall".
Hay que ver cuantas cosas sabes!.
ResponderEliminarLo de la distorsión lo avisa en el disco. Mi hermano cuando se lo grabé, también me dijo que se lo había grabado mal, por los panderos de Vélez.
Recuerdo que este álbum lo compré (cuando no tenía un duro), tan sólo, porque el tema Winter's dream, me pareció fabuloso en directo (el añadido del Cello de Friesen, ausente en el disco, era una preciosidad.
No te engañes, Jaime, sobre Winter sabes tú más que yo. Sólo soy un investigador enfervorizado.
ResponderEliminar"Winter's dream" es increíble, en directo, en estudio, o en pepitoria.