ERIK WOLLO:
"Traces"
Es sorprendente que a pesar de la calidad de sus discos, en un estilo ambiental electrónico tan en alza en los 90, el nombre del noruego Erik Wollo no alcanzara una mayor repercusión a niveles generales. Por ejemplo su compañero en el grupo Celeste Oystein Sevag sí que llegó a altas cotas de popularidad en un estilo bastante más acústico, un Sevag que iba a participar en la producción de los primeros trabajos de Wollo, por ejemplo "Traces", que si bien no es su primer álbum en solitario sí que comenzó a marcar un estilo electrónico del cual fue una especie de pionero en Noruega y al que sigue siendo fiel durante su larga carrera. Atras quedaron influencias de jazz, rock, y permanecen en el fondo las de música clásica o étnica, para un trabajo publicado en primera instancia en vinilo en 1985 y por fin en CD en 1988 por la compañía francesa Badland Records con la adición de una suite dedicada a su nuevo estudio de grabación llamado 'Wintergarden'.
"Traces" presenta doce cálidos cortes de abrumadora sencillez, en los que la electrónica encuentra caminos bien melódicos, bien ambientales, para llenar con numerosas tonalidades y ritmos originales el espacio que discurre entre el artista y el oyente, consiguiendo llevarlo a su mínima expresión, a una auténtica conexión entre ambos. Engancha el sutil aire melodioso de algunas de las composiciones, así como se agradece su tímida esencia folclórica, aunque escondida, que acaba por hacer de él un trabajo más auténtico. La melodía cálida con acompañamiento de efecto vigoroso que presenta el álbum ("Tide 1"), consigue que sigamos escuchando con interés y caigamos en la penetrante añoranza de su sonido electrónico que, aún presentando claros momentos de brumosa ambientalidad ("Entrance"), convencen por su penetrante arraigo en un sentimiento más puro y terrenal que sintético. Para ser un disco de juventud, sorprende la madurez de un sonido que con canciones como "Totem" (la joya del álbum junto a las dos "Tide") consigue llegar a un nivel de composición, producción e incluso empatía al que es difícil de acceder para la mayoría; la belleza y profundidad de su conjunción de percusión, voces y melodía ponen en alerta ante la promesa que este teclista noruego representaba a mediados de los 80, y sería interesante analizar las causas por las que él y otros casos parecidos no han trascendido al gran público. El disco continúa con una ambientalidad algo más lenta ("Vapor") y fantasías animadas de excelente gusto ("Ceremony", "Discovery"), cuando no en momentos gloriosos como otra de las composiciones destacadas, "Tide 2", continuación de la que abría esta obra. El resto del disco confirma esas buenas impresiones y continúa con su contagiosa vitalidad en atmósferas activas y atrayentes, como el encanto neoclásico adornado por pulsos como olas rompiendo en la orilla de "Little dream in turquoise". Ese era el final del vinilo y el comienzo del bonus del CD, la avanzada y excitante suite "Wintergarden", aunque no tan destacable en el conjunto del trabajo, dominado por su excepcional primera mitad.
Wollo seguirá demostrando en próximos trabajos que puede llegar a ser por momentos tan terrenalmente ambiental como Roach, tan minimalista como Reich o tan comercial como Jarre, demostrando una elegancia común en todos ellos tanto en sus obras publicadas como en sus composiciones para televisión, ballet o teatro. Más allá de discos superproducidos, de buscada pero vacía comercialidad, llena más de Erik Wollo su manera particular de preparar la atmósfera y el encuentro sorpresivo con la melodía, a veces escondida, otras casi inexistente, generalmente exultante y de gran sensualidad, en un conjunto muy rítmico y agradable, que encierra momentos de todo tipo, relajantes, efectistas, rebuscados o algo más fáciles, pero en todo momento jugando con originales fondos y plácidas notas, como en esta pequeña maravilla de título "Traces".
"Traces"
Es sorprendente que a pesar de la calidad de sus discos, en un estilo ambiental electrónico tan en alza en los 90, el nombre del noruego Erik Wollo no alcanzara una mayor repercusión a niveles generales. Por ejemplo su compañero en el grupo Celeste Oystein Sevag sí que llegó a altas cotas de popularidad en un estilo bastante más acústico, un Sevag que iba a participar en la producción de los primeros trabajos de Wollo, por ejemplo "Traces", que si bien no es su primer álbum en solitario sí que comenzó a marcar un estilo electrónico del cual fue una especie de pionero en Noruega y al que sigue siendo fiel durante su larga carrera. Atras quedaron influencias de jazz, rock, y permanecen en el fondo las de música clásica o étnica, para un trabajo publicado en primera instancia en vinilo en 1985 y por fin en CD en 1988 por la compañía francesa Badland Records con la adición de una suite dedicada a su nuevo estudio de grabación llamado 'Wintergarden'.
"Traces" presenta doce cálidos cortes de abrumadora sencillez, en los que la electrónica encuentra caminos bien melódicos, bien ambientales, para llenar con numerosas tonalidades y ritmos originales el espacio que discurre entre el artista y el oyente, consiguiendo llevarlo a su mínima expresión, a una auténtica conexión entre ambos. Engancha el sutil aire melodioso de algunas de las composiciones, así como se agradece su tímida esencia folclórica, aunque escondida, que acaba por hacer de él un trabajo más auténtico. La melodía cálida con acompañamiento de efecto vigoroso que presenta el álbum ("Tide 1"), consigue que sigamos escuchando con interés y caigamos en la penetrante añoranza de su sonido electrónico que, aún presentando claros momentos de brumosa ambientalidad ("Entrance"), convencen por su penetrante arraigo en un sentimiento más puro y terrenal que sintético. Para ser un disco de juventud, sorprende la madurez de un sonido que con canciones como "Totem" (la joya del álbum junto a las dos "Tide") consigue llegar a un nivel de composición, producción e incluso empatía al que es difícil de acceder para la mayoría; la belleza y profundidad de su conjunción de percusión, voces y melodía ponen en alerta ante la promesa que este teclista noruego representaba a mediados de los 80, y sería interesante analizar las causas por las que él y otros casos parecidos no han trascendido al gran público. El disco continúa con una ambientalidad algo más lenta ("Vapor") y fantasías animadas de excelente gusto ("Ceremony", "Discovery"), cuando no en momentos gloriosos como otra de las composiciones destacadas, "Tide 2", continuación de la que abría esta obra. El resto del disco confirma esas buenas impresiones y continúa con su contagiosa vitalidad en atmósferas activas y atrayentes, como el encanto neoclásico adornado por pulsos como olas rompiendo en la orilla de "Little dream in turquoise". Ese era el final del vinilo y el comienzo del bonus del CD, la avanzada y excitante suite "Wintergarden", aunque no tan destacable en el conjunto del trabajo, dominado por su excepcional primera mitad.
Wollo seguirá demostrando en próximos trabajos que puede llegar a ser por momentos tan terrenalmente ambiental como Roach, tan minimalista como Reich o tan comercial como Jarre, demostrando una elegancia común en todos ellos tanto en sus obras publicadas como en sus composiciones para televisión, ballet o teatro. Más allá de discos superproducidos, de buscada pero vacía comercialidad, llena más de Erik Wollo su manera particular de preparar la atmósfera y el encuentro sorpresivo con la melodía, a veces escondida, otras casi inexistente, generalmente exultante y de gran sensualidad, en un conjunto muy rítmico y agradable, que encierra momentos de todo tipo, relajantes, efectistas, rebuscados o algo más fáciles, pero en todo momento jugando con originales fondos y plácidas notas, como en esta pequeña maravilla de título "Traces".
Sensacional, de Charles Ives a Erik Wollo en un salto. Interesantes gustos.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarErik Wollo nunca fué ni sigue siendo, por suerte, un musico destinado al gran público.Hablo ese gran público que se apunta a las modas del momento con la misma facilidad con que las abandonan.
Hay que tener en cuenta que el boom de las llamadas nuevas músicas en los 90 se debió sobre todo al apoyo comercial que tuvieron ciertos músicos por parte de las discográficas y emisoras de radio pero que también hacían una música muy accesible y facil de escuchar con lo cual mucha gente se apuntó sin problemas a la moda de la new age en aquellos años, al menos aquí en España. Sin olvidar que independientemente de modas new age o de nuevas músicas pasajeras, la música electrónica "de verdad" en este pais siempre ha sido cosa de cuatro gatos.
Erik Wollo siempre ha estado en otra onda con una música demasiado compleja, ambiental e intrincada en el fondo aunque aparentemente sencilla en su forma pero nunca de una escucha facil, accesible e inmediata para ese "gran público".
En el entorno de los verdaderos aficionados y amantes de estos tipos de música Erik Wollo es muy conocido, cabeza de cartel en los festivales internacionales de música electrónica más prestigiosos donde participa.
Un saludo de parte de un seguidor de tu blog y antiguo suscriptor de tu fanzine Orabidoo.
No hay límites para estos tipos de música si están bien realizados, por eso lo mismo podemos escuchar con gozo un solo de piano que música electrónica o un canto gregoriano. Ives y Wollo seguramente intentan cosas parecidas de distintas maneras y con cerca de un siglo de diferencia.
ResponderEliminarEn cuanto a tí, Paco, ¿qué decir?, creo que lo has dejado muy claro en tu síntesis. ¿Orabidoo? Me quiere sonar. Recuerdos de otro sufridor 'oldfiano'.