Cuando etiquetas como new age o música cósmica se estaban implantando en el panorama musical mundial -especialmente en los Estados Unidos-, algunas mujeres como Suzanne Ciani o Constance Demby consiguieron imponer sus estilos basados en los teclados y, cada una a su manera, crearon escuela. La californiana Constance Demby concretamente define su música como 'música espacial sinfónica clásica contemporánea', término asaz pretencioso pero aceptable por las cualidades de la misma, que parece abarcar un poco de todo lo ahí expuesto. Aún habría que añadirle un alto componente espiritual (estudió yoga y peregrinó a la India en 1979) y otro étnico, dada la afición de Constance y su aprendizaje autodidacta de instrumentos de diversas culturas como la china, india o balinesa; de hecho, ella es una intérprete consumada de dulcimer (que resuena especialmente en su trabajo "Sacred space music"), koto, sheng o tambura. Sound Currents fue el sello que creó en 1978 para difundir su música meditativa, discos como "Skies above skies" o "Sunborne", que no contaban con un gran fondo electrónico. "Sacred space music", en 1982, la encumbraría a lo alto de la new age (término que detesta por considerar que representa a muchos músicos mediocres), momento en que entra en escena Stephen Hill y su compañía Hearts of Space, en la que publica su exitosa sinfonía espacial "Novus magnificat" en 1986, con una portada de Geoffrey Chandler que parece inspirarse en la película "2001: Una odisea del espacio", y el subtítulo 'Through the Stargate', a través de la puerta estelar.
Aunque dicha puerta estelar y el término 'música cósmica' parezcan implicar viajes imposibles a otras galaxias, en realidad la música de Constance Demby, en especial en sus primeros discos, debe más a los viajes interiores, hacia la misma conciencia, en la búsqueda de una fusión de cuerpo y mente. Incluso la propia sinfonía que estamos glosando, definida por Constance como un mensaje galáctico (dice que comenzó a escucharla en su interior unos tres años antes de empezar a grabarla, la música fluía y ella era una canalizadora de esos sonidos), es también perfecta para la relajación, con su manto de meditativos teclados, coros sugerentes, un piano pacífico pero penetrante y los sintetizadores simulando a edificantes instrumentos de viento. 'Dedicada al infinito', "Novus magnificat" está dividida en dos partes de larga duración, queriendo realzar así su presunto carácter épico, si bien ambas partes presentan (desde la edición digital de 2008, aunque algunos ya existían con anterioridad) varios títulos por separado, cinco la primera y seis la segunda. En cuanto a la primera parte, oscila entre una plegaria espacial y lo que podríamos denominar como el ballet de las esferas, con un maravilloso final soñador y absolutamente envolvente: es fácil perderse en esa bruma meditativa cósmica que suponen sus primeros doce minutos (de títulos "Soul's journey" y "Ascent"), que dan paso a otro momento algo más movido, de vientos, activas voces y fondo envolvente ("Tears for Terra"), rematado por sonoras percusiones ("Exultate") y un final glorioso dominado por un potente clímax de efectos, teclados y percusión, de título "My heart doth soar", que concentra el esfuerzo y la ascensión de Constance Demby a lo largo de los años. Sin embargo, el extracto más conocido y posiblemente más inspirado del trabajo es el que abre la segunda parte, "The flying Bach", con claras tendencias neoclásicas en el contexto espacial que clama la obra, un efervescente sonido de órgano como tocado en el espacio, en mitad de la nada, donde por cierto el sonido no se propaga. Este comienzo mágico se mitiga un poco conforme avanza la suite, desarrollándose por caminos de calma y vaporosidad, si bien al pasar ese primer momento de referencia, hay que reconocer que el camino no es excesivamente brillante, al menos hasta la llegada de los dos últimos cortes, "Magnificat" -con amago de melodía aventurera- y "Cosmic carousel" -otro ballet espacial que acaba retornando a la tranquilidad del cosmos-. Sin llegar a las excelencias de, por ejemplo, Vangelis, Constance utiliza el estudio de grabación con mano maestra para manejar los hilos de sus exuberantes atmósferas y crear un tejido firme y atrayente ("paso muchas horas en el estudio experimentando con sonidos muestreados y combinándolos"). Inspirada por la música clásica y sagrada occidental, una de las características principales de "Novus magnificat" es que fue grabado sin que la música estuviera escrita o preparada de antemano, se trataría entonces de una suerte de improvisación que se iba mejorando y aderezando sobre la marcha, y en la que el reciente Emulator II tendría un especial protagonismo. Además del piano, los sintetizadores utilizados son dicho Emulator II y el Roland Juno 60, con los que la Demby emula violas, violines, chelo, fagot, arpa, órgano, cuerno francés, campanas, efectos electrónicos, timbales y voces. Es importante hacer notar además, que para esas texturas tan bien elaboradas cuenta con la colaboración del compositor Michael Stearns, en una producción de Constance Demby y Anne Turner. En la recopilación "Light of this world" de 1987, Constance decidió incluir los dos cortes más carismáticos del trabajo, el cierre de la primera parte ("My heart doth soar") y el comienzo de la segunda ("The flying Bach"). Además, otros importamtes recopilatorios, especialmente de Hearts of Space, publicaron temas de una obra que, en 2017, contó con una necesaria reedición por su 30 aniversario -"Novus Magnificat: Through the Stargate (30th Anniversary Edition)"- con un segundo disco que presentaba material en directo.
Aunque dicha puerta estelar y el término 'música cósmica' parezcan implicar viajes imposibles a otras galaxias, en realidad la música de Constance Demby, en especial en sus primeros discos, debe más a los viajes interiores, hacia la misma conciencia, en la búsqueda de una fusión de cuerpo y mente. Incluso la propia sinfonía que estamos glosando, definida por Constance como un mensaje galáctico (dice que comenzó a escucharla en su interior unos tres años antes de empezar a grabarla, la música fluía y ella era una canalizadora de esos sonidos), es también perfecta para la relajación, con su manto de meditativos teclados, coros sugerentes, un piano pacífico pero penetrante y los sintetizadores simulando a edificantes instrumentos de viento. 'Dedicada al infinito', "Novus magnificat" está dividida en dos partes de larga duración, queriendo realzar así su presunto carácter épico, si bien ambas partes presentan (desde la edición digital de 2008, aunque algunos ya existían con anterioridad) varios títulos por separado, cinco la primera y seis la segunda. En cuanto a la primera parte, oscila entre una plegaria espacial y lo que podríamos denominar como el ballet de las esferas, con un maravilloso final soñador y absolutamente envolvente: es fácil perderse en esa bruma meditativa cósmica que suponen sus primeros doce minutos (de títulos "Soul's journey" y "Ascent"), que dan paso a otro momento algo más movido, de vientos, activas voces y fondo envolvente ("Tears for Terra"), rematado por sonoras percusiones ("Exultate") y un final glorioso dominado por un potente clímax de efectos, teclados y percusión, de título "My heart doth soar", que concentra el esfuerzo y la ascensión de Constance Demby a lo largo de los años. Sin embargo, el extracto más conocido y posiblemente más inspirado del trabajo es el que abre la segunda parte, "The flying Bach", con claras tendencias neoclásicas en el contexto espacial que clama la obra, un efervescente sonido de órgano como tocado en el espacio, en mitad de la nada, donde por cierto el sonido no se propaga. Este comienzo mágico se mitiga un poco conforme avanza la suite, desarrollándose por caminos de calma y vaporosidad, si bien al pasar ese primer momento de referencia, hay que reconocer que el camino no es excesivamente brillante, al menos hasta la llegada de los dos últimos cortes, "Magnificat" -con amago de melodía aventurera- y "Cosmic carousel" -otro ballet espacial que acaba retornando a la tranquilidad del cosmos-. Sin llegar a las excelencias de, por ejemplo, Vangelis, Constance utiliza el estudio de grabación con mano maestra para manejar los hilos de sus exuberantes atmósferas y crear un tejido firme y atrayente ("paso muchas horas en el estudio experimentando con sonidos muestreados y combinándolos"). Inspirada por la música clásica y sagrada occidental, una de las características principales de "Novus magnificat" es que fue grabado sin que la música estuviera escrita o preparada de antemano, se trataría entonces de una suerte de improvisación que se iba mejorando y aderezando sobre la marcha, y en la que el reciente Emulator II tendría un especial protagonismo. Además del piano, los sintetizadores utilizados son dicho Emulator II y el Roland Juno 60, con los que la Demby emula violas, violines, chelo, fagot, arpa, órgano, cuerno francés, campanas, efectos electrónicos, timbales y voces. Es importante hacer notar además, que para esas texturas tan bien elaboradas cuenta con la colaboración del compositor Michael Stearns, en una producción de Constance Demby y Anne Turner. En la recopilación "Light of this world" de 1987, Constance decidió incluir los dos cortes más carismáticos del trabajo, el cierre de la primera parte ("My heart doth soar") y el comienzo de la segunda ("The flying Bach"). Además, otros importamtes recopilatorios, especialmente de Hearts of Space, publicaron temas de una obra que, en 2017, contó con una necesaria reedición por su 30 aniversario -"Novus Magnificat: Through the Stargate (30th Anniversary Edition)"- con un segundo disco que presentaba material en directo.
Las elogiosas críticas de la prensa especializada (que la elevaron a la categoría de clásico de nuestro tiempo) y la radiodifusión de "The flying Bach" y de otros extractos de la obra, elevaron a Constance Demby a grandes cotas de popularidad y ventas -más de 200.000 copias en las que no hay que olvidar la importancia promotora de un sello importante como Hearts of Space-, que refrendó con su siguiente álbum, "Set free" -no tan completo, en una estructura de temas cortos con influencias étnicas- y en especial con el muy neoclásico "Aeterna", muy en la línea de otro gran artista del sello con el que se puede comparar su sonido, Raphael. Lejos de la presunta frialdad cósmica, la música es apasionada, vital, con una gran carga espiritual, incluso religiosa, y con la presencia de un especial componente romántico muy femenino. Y aunque los años pasados oculten en la bruma parte de sus siguientes propuestas (algunas de ellas realizadas en una residencia temporal en España, concretamente en la barcelonesa Sitges), son precisamente las más antiguas, aquellas que Stephen Hill atrajo para Hearts of Space, las que han salido vencedoras y seguirán perdurando entre los fans de la música cósmica, sin que importe el género.
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Don Pepe, ¿conoce usted el tema musical que suena en este anuncio?
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=3GejRUlV63k
Lo siento, amigo, es delicado y sugerente, pero no le encuentro correspondencia con lo que yo pueda conocer.
ResponderEliminarPor lo que he visto, los anuncios de Almudena Cid, José Manuel Calderón y Huecco llevan esa misma sintonía, seguramente de algún músico anónimo español (sería lógico que también fuese extremeño, ¿no?).
Sólo un consejo más, en una linea melódica parecida, ¿conoces a Dustin O'Halloran?:
http://www.youtube.com/watch?v=Zx6gr_Ch9x8
Me puse en contacto con la entidad responsable de la campaña www.marcaextremadura.com y me han contestado: es una pieza compuesta especialmente para el anuncio :(
ResponderEliminarSí, conocí a Dustin en su web. Otro pianista del estilo y quizás algo más completo en su repertorio es el italiano Leudovico Eudinaci.
Estimado Pepe:
ResponderEliminarSaludos desde Tijuana, B.C.
Encontré tu excelente blog y he estado disfrutando de los acertados comentarios sobre la música.
Me regresaste a los 80's cuando descubrí la música "New Age" a través del programa "Music from the Hearts of Space" (www.hos.com) donde conocí a través de este excelente programa a artistas como Constance Demby, David Arkestone, David Lanz, Kitaro, Vangelis, Danna & Clement, Steve Roach, Robert Rich, Michael Stearns, y muchos otros.
Gracias a tu post volví a poner el CD de Constance Demby y fue como si regresara 30 años en el pasado (Como ha pasado el tiempo!!!)
Te recomiendo que escuches a Kevin Braheny en Galaxies o Amin Batia en "Interstellar Suite".
Ambos trabajos los reseñe en mi blog "Mis 100 mejores", lo encuentras en www.mis100mejores.blogspot.com
Te envio un afectuoso abrazo
Roberto
Impresionante blog, que grandes recomendaciones o presentaciones. Gracias.
ResponderEliminarMuchas gracias a los dos, Roberto y Lu, por acercaros aquí y compartir vuestras impresiones.
ResponderEliminarRoberto, no soy un gran seguidor de todo el rock sinfónico, pero sí que me interesa a nivel general (a nivel particular sólo Oldfield y Vangelis). Interesantes recomendaciones las tuyas.
¡Grandes músicos, sí señor! Con frecuencia se olvida las Música Contemporánea que se hace en el sur de España. Sergio de la Puente es un ejemplo: http://www.youtube.com/watch?v=PI2ZAWj3WA8
ResponderEliminarOliver
Hoy me he enterado a través de su cuenta de Facebook que ha fallecido este pasado sábado dia 20 con 81 años. Me ha entristecido su marcha y espero que arriba en el firmamento hayan acogido a su nueva estrella. Descanse en paz, Constance.
ResponderEliminarhttps://www.facebook.com/constance.demby/posts/10221335745395383
No sabía nada, Ignacio, muchas gracias por la información. Con los años van desapareciendo las grandes figuras de la música!!
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