Al hablar de la música del griego Vangelis hay que sacar a colación su carácter épico y grandilocuente, características con las que no sólo logró vender millones de discos sino ser escuchado indirectamente a través de sintonías en radio y televisión por casi todo el mundo desarrollado. La calidad que confería a sus obras parecía ser un recurso innato, sobre todo desde que desplegara sus conocimientos tecnológicos en una primera estancia forzada en Paris. Una vez trasladado a Londres, "Heaven and Hell" fue su primer gran éxito desde los estudios Nemo, completo laboratorio musical con un propósito, el de convertir una tecnología al alcance de muy pocos en una sucesión de notas, ritmos, melodías y secuencias que abrieran la puerta a nuevos caminos, mundos lejanos y cautivadoras formas de expresión sin palabras. Cambiando la orquestalidad por nuevos guiños al rock progresivo y a la música cósmica, el siguiente paso fue "Albedo 0.39" (un trabajo muy apreciado por sus seguidores, aunque no exento de altibajos, que contenía los conocidísimos himnos "Pulstar" y "Alpha"). Con "Spiral", publicado por RCA en 1977, consiguió ir más allá y, sin renunciar a su sonido característico, encontró la esencia de la comercialidad en una comunión alquímica entre el futuro y el presente, entre la electrónica más avanzada y el magnetismo de lo terrenal.
En 1977 se comercializó el sintetizador Yamaha CS-80, con notables mejoras de sonido y versatilidad en su ejecución; Klaus Schulze o Jean Michel Jarre fueron algunos de sus usuarios, pero posiblemente fuera Vangelis quien mejor supo sacarle partido, comenzando por el propio álbum de ese año 1977, "Spiral": "Para mí, el CS-80 es el mejor sintetizador que se haya hecho (...) el mejor diseño de sintetizador analógico que haya existido. Fue un instrumento brillante, aunque desafortunadamente no fue muy exitoso. Necesita mucha práctica si quieres poder tocarlo correctamente, y debido a la forma en que funciona el teclado, es un instrumento bastante difícil de dominar". "Spiral" estaba integrado por cinco composiciones de media duración hasta completar unos escasos cuarenta minutos, minutaje suficiente cuando todo lo contenido en una obra es imprescindible. Es precisamente "Spiral" la que marca el inicio del disco con un estallido sonoro, una hipnótica secuencia que recrea un movimiento oscilante (como una espiral, por supuesto), el latido de un sensacional trabajo que abre los ojos con un toque de campanas. Aunque parezca un momento sacado de la película '2001: Una odisea del espacio', musicalmente se asemeja mucho más al repique de campanas tubulares con el que un joven Mike Oldfield sorprendió al mundo cuatro años antes. No es la única semejanza con "Tubular bells", ya que la atractiva portada de "Spiral", idea del propio Vangelis, también parece estar en concordancia con el disco seminal de Virgin Records. Tales referencias son meras anécdotas si continuamos la escucha, pues durante siete intensos minutos asistimos boquiabiertos a un vendaval de efectos sonoros con varias melodías definidas en una acción desenfrenada digna de sagas estelares de la época. "Ballad" es el segundo corte, el más meditativo del álbum y por su ausencia de ritmos secuenciados el que pasa más desapercibido del mismo, si bien supone una propuesta original, rotunda y muy llevadera con la voz tarareante y procesada de un Vangelis que no prodiga excesivamente su garganta en sus trabajos. "Dervish D." cierra la cara A del vinilo o casete (eran otros tiempos) de forma hipnótica, no en vano se trata un tema inspirado por los bailes giratorios de los derviches ("'Dervish D' está inspirado en el bailarín derviche que, en su giro, se da cuenta de la espiral del universo", decía); como los miembros de tal congregación musulmana, un poderoso misticismo se apodera de la pieza y, junto al clímax conseguido por la cíclica secuencia, la percusión y los teclados emulando instrumentos de viento, elevan al oyente en una danza imposible de refrenar, un auténtico hit de la música electrónica de los 70. Varias tonadas de este álbum se iban a convertir en muy populares con el paso del tiempo e iban a ser integradas en numerosos recopilatorios de su autor y transformadas por doquier en versiones de discos de sintetizador, como es el caso de las comentadas "Spiral" y "Dervish D." y por supuesto de su primer sencillo, la sensual "To the Unknown Man", combinación de dulzura en una melodía casi infantil sobre un pulso sintetizado, y de fuerza por medio de una ruidosa y carismática percusión casi militar, que se acaban fundiendo en un tajante clímax. "To the Unknown Man", merced a su utilización en publicidad y sintonías, es una de las canciones más conocidas de su autor, un sueño de plácido despertar en una 'humanidad desconocida', que contaría con un corto "To the Unknown Man II", con alguna relación con el primero, en el single que, con diferentes portadas según el país, presentaba siempre en la cara A una versión recortada de tema principal. No se queda atrás el último tema del álbum, "3+3" (compuesto en compases ternarios), el más largo y acompañado por un sempiterno secuenciador, así como por unos falsos metales (característicos del griego), en el que el novedoso Yamaha CS80 y demás sintetizadores de los estudios Nemo tuvieron mucho que ver. Un recorte de "3+3" fue la cara B del single de "Dervish D.", mientras que años después RCA publicó en Brasil otro sencillo, con "Spiral" en la cara A y "Bacchanale" -perteneciente al anterior trabajo "Heaven and Hell"- en la B, ya que ambos temas aparecían en una popular telenovela, 'Coraçao Alado'.
Entre numerosos encargos, colaboraciones, producciones y bandas sonoras que le estaban permitiendo sacar adelante su estudio privado, y afianzarse en un estatus económico desahogado, Vangelis cuajó en soledad una obra deliciosa, espectacular, incluso revolucionaria, combinando de nuevo recogimiento y espectáculo en una muestra de calidad electrónica. Innovador pero absolutamente accesible, "Spiral" es uno de los álbumes clásicos de Vangelis, un divertimento de sorprendente conjunción, que en algunos momentos parece acercarse a otras propuestas superventas electrónicas de la época, como las de Tangerine Dream, Jean Michel Jarre, Kraftwerk o The Alan Parsons Project, pero sin perder un sonido propio y una identidad característica, la que ya se había creado este orondo teclista cuya popularidad iba a continuar in crescendo con los años, aunque su último trabajo para RCA iba a ser un experimental y anticomercial "Beabourg" en 1978, de difícil asimilación para un público que enseguida iba a volver a encontrarse con grandes sintonías, como "Hymne" y "L'enfant" en el plástico de 1979 "Opera Sauvage".
En 1977 se comercializó el sintetizador Yamaha CS-80, con notables mejoras de sonido y versatilidad en su ejecución; Klaus Schulze o Jean Michel Jarre fueron algunos de sus usuarios, pero posiblemente fuera Vangelis quien mejor supo sacarle partido, comenzando por el propio álbum de ese año 1977, "Spiral": "Para mí, el CS-80 es el mejor sintetizador que se haya hecho (...) el mejor diseño de sintetizador analógico que haya existido. Fue un instrumento brillante, aunque desafortunadamente no fue muy exitoso. Necesita mucha práctica si quieres poder tocarlo correctamente, y debido a la forma en que funciona el teclado, es un instrumento bastante difícil de dominar". "Spiral" estaba integrado por cinco composiciones de media duración hasta completar unos escasos cuarenta minutos, minutaje suficiente cuando todo lo contenido en una obra es imprescindible. Es precisamente "Spiral" la que marca el inicio del disco con un estallido sonoro, una hipnótica secuencia que recrea un movimiento oscilante (como una espiral, por supuesto), el latido de un sensacional trabajo que abre los ojos con un toque de campanas. Aunque parezca un momento sacado de la película '2001: Una odisea del espacio', musicalmente se asemeja mucho más al repique de campanas tubulares con el que un joven Mike Oldfield sorprendió al mundo cuatro años antes. No es la única semejanza con "Tubular bells", ya que la atractiva portada de "Spiral", idea del propio Vangelis, también parece estar en concordancia con el disco seminal de Virgin Records. Tales referencias son meras anécdotas si continuamos la escucha, pues durante siete intensos minutos asistimos boquiabiertos a un vendaval de efectos sonoros con varias melodías definidas en una acción desenfrenada digna de sagas estelares de la época. "Ballad" es el segundo corte, el más meditativo del álbum y por su ausencia de ritmos secuenciados el que pasa más desapercibido del mismo, si bien supone una propuesta original, rotunda y muy llevadera con la voz tarareante y procesada de un Vangelis que no prodiga excesivamente su garganta en sus trabajos. "Dervish D." cierra la cara A del vinilo o casete (eran otros tiempos) de forma hipnótica, no en vano se trata un tema inspirado por los bailes giratorios de los derviches ("'Dervish D' está inspirado en el bailarín derviche que, en su giro, se da cuenta de la espiral del universo", decía); como los miembros de tal congregación musulmana, un poderoso misticismo se apodera de la pieza y, junto al clímax conseguido por la cíclica secuencia, la percusión y los teclados emulando instrumentos de viento, elevan al oyente en una danza imposible de refrenar, un auténtico hit de la música electrónica de los 70. Varias tonadas de este álbum se iban a convertir en muy populares con el paso del tiempo e iban a ser integradas en numerosos recopilatorios de su autor y transformadas por doquier en versiones de discos de sintetizador, como es el caso de las comentadas "Spiral" y "Dervish D." y por supuesto de su primer sencillo, la sensual "To the Unknown Man", combinación de dulzura en una melodía casi infantil sobre un pulso sintetizado, y de fuerza por medio de una ruidosa y carismática percusión casi militar, que se acaban fundiendo en un tajante clímax. "To the Unknown Man", merced a su utilización en publicidad y sintonías, es una de las canciones más conocidas de su autor, un sueño de plácido despertar en una 'humanidad desconocida', que contaría con un corto "To the Unknown Man II", con alguna relación con el primero, en el single que, con diferentes portadas según el país, presentaba siempre en la cara A una versión recortada de tema principal. No se queda atrás el último tema del álbum, "3+3" (compuesto en compases ternarios), el más largo y acompañado por un sempiterno secuenciador, así como por unos falsos metales (característicos del griego), en el que el novedoso Yamaha CS80 y demás sintetizadores de los estudios Nemo tuvieron mucho que ver. Un recorte de "3+3" fue la cara B del single de "Dervish D.", mientras que años después RCA publicó en Brasil otro sencillo, con "Spiral" en la cara A y "Bacchanale" -perteneciente al anterior trabajo "Heaven and Hell"- en la B, ya que ambos temas aparecían en una popular telenovela, 'Coraçao Alado'.
Entre numerosos encargos, colaboraciones, producciones y bandas sonoras que le estaban permitiendo sacar adelante su estudio privado, y afianzarse en un estatus económico desahogado, Vangelis cuajó en soledad una obra deliciosa, espectacular, incluso revolucionaria, combinando de nuevo recogimiento y espectáculo en una muestra de calidad electrónica. Innovador pero absolutamente accesible, "Spiral" es uno de los álbumes clásicos de Vangelis, un divertimento de sorprendente conjunción, que en algunos momentos parece acercarse a otras propuestas superventas electrónicas de la época, como las de Tangerine Dream, Jean Michel Jarre, Kraftwerk o The Alan Parsons Project, pero sin perder un sonido propio y una identidad característica, la que ya se había creado este orondo teclista cuya popularidad iba a continuar in crescendo con los años, aunque su último trabajo para RCA iba a ser un experimental y anticomercial "Beabourg" en 1978, de difícil asimilación para un público que enseguida iba a volver a encontrarse con grandes sintonías, como "Hymne" y "L'enfant" en el plástico de 1979 "Opera Sauvage".
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Vangelis es un caso aparte en todos los músicos que comentas. Se habla mucho de un estilo con Vangelis. Es cierto que Vangelis tiene uno o varios estilos inconfundibles, pero, si escuchas su inmensa discografía descubres a un músico total. Basta con escucharel Poema Sinfónico, Sex Power, La Fiesta Salvaje, China, 666...para darse de la diversidad de estilos que ha abordado de manera espontánea. Lo que más me maravilla de este hombre es lo qu es capaz de hacer en tiempo real con los sintetizadores, véase Musique au Coeur.
ResponderEliminarTú lo has dicho, un músico total cuyas décadas de los 70, 80 y 90 son fascinantes.
ResponderEliminarUn buen recuerdo, sí señor... El tema que da título al álbum es magnífico, de esos en los que cuadra todo y te invitan a cerrar los ojos y adentrarte en otros mundos, con sus partes diferenciadas (comienzo espectacular y final soberbio). "To the unknown man" conocería versión cantada por Milva, en la estrecha colaboración que mantuvieron a comienzos de los ochenta.
ResponderEliminarVangelis es uno de mis músicos favoritos y me alegro que comentes otro de sus discos.
ResponderEliminarSin embargo, recuerdo que cuando lo compré hace unos 20 años,seducido además por la espléndida portada, me decepcionó un poco (sólo un poco). Y es que adoro al Vangelis melódico tipo Opera Sauvage, pero creo, y es mi humilde opinión, que cuando se ponía al frente de secuenciadores y demás aparatejos para hacer una música más "tecno-espacial" en sus discos de los 70, era superado por JM Jarre y por T.Dream. En este sentido el disco suyo que más me gusta es "Direct".
De todos modos pienso que "To the unknown man" es un tema increíble, con un desarrollo perfecto. Y como suelo hacer al leer tu crítica de un disco que conozco, le daré otra escucha un día de éstos para ver si mis sensaciones siguen siendo las mismas.
A mí me gusta por igual un Vangelis y otro, aunque reconozco que el melódico es absolutamente único. ¿"Direct"? Je je, será el siguiente, pepitogrillo, aunque pasará un tiempo.
ResponderEliminarQue buen dato, Christian, no recordaba lo de la canción con Milva.
La obra spiral de vangelis la he estado estudiando un poco por encima y llego ala conclusion de q se apoya demasiado en motivos musicales concretos, haciendose repetitiva. mi primera audicion de esta obra me decepciono, ya q tnia muy altas las espectativas y me habian hablado muy bien de este disco. Me parecio escuchar una musica pseudo chill out con matices de jarre y oldfield. No acabo de pillarle el que... No obstante, es calidad e intentare q su incomprensibilidad sea lo mas comprensible posible. El disco transmite y recrea ciertos paraisos virtuales d dificil cmprension. Lo seguire scuchando a ver si me acaba entrando por el oido de una vez...
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