Tras su impresionante entrada en el mundillo musical en los setenta, el teclista Jean Michel Jarre daba muestras de una intensa inquietud durante la primera mitad de la década siguiente, con puntos culminantes como el interesante "Magnetic Fields" en 1981, la sorprendente gira por China ese mismo año, la subasta de la única copia de un disco mítico titulado "Music for Supermarkets" en 1983 y la publicación de un estupendo experimento con voces del mundo sampleadas en 1984 bajo el nombre de "Zoolook". Se cumplían ya diez años de "Oxygène" pero el francés no perdía comba en el negocio de la música electrónica, encontrándose de hecho en uno de sus momentos de mayor popularidad. Tanto fue así que la NASA le encargó un enorme show para celebrar sus 25 años de historia, así como el 150 aniversario de la ciudad de Houston, sede de dicha agencia. En enero de 1986, la tragedia del transbordador espacial Challenger supuso una gran rémora para dicho concierto, en el que Jean Michel Jarre pretendía presentar su nuevo trabajo; la desdicha fue incluso mayor para él, teniendo en cuenta que uno de los astronautas que viajaban en el transbordador, Ronald McNair, iba a participar en el evento desde el espacio, interpretando una pieza con su saxofón. Aunque al final el proyecto siguió adelante, el nuevo trabajo de Jean Michel Jarre iba a contar con una bonita dedicatoria hacia ese astronauta de color.
Jarre propuso en este disco un contexto más espacial, que va a conllevar momentos de celebración, de alegría, pero también de tristeza y sentido homenaje. "Rendez-Vous" ('cita' en francés) fue publicado por Disques Dreyfus en 1986, una vez más con un espléndido diseño de portada de Michel Granger. De nuevo la idea del álbum (y con la excepción de su anterior trabajo, "Zoolook") es la de presentar una temática que evoluciona a lo largo del mismo sin presentar bruscos cortes en su desarrollo y bajo títulos simplemente numerados (aunque en este caso ordinalmente) que comienzan con "First Rendez-Vous". Este inicio es, como suele ser habitual en la primera época de la obra de Jarre, evocativo, incluso sobrecogedor, en forma de pequeño crescendo atmosférico que nos conduce al gran leitmotiv del disco, otra de esas soberbias demostraciones tecnológicas de Jarre, melodía pegadiza usada en radios y publicidad de la época que, con el título de "Second Rendez-Vous", nos atrapa en una corriente que aparece y desaparece a lo largo de cuatro partes con breves interludios en los que se desarrollan otras pequeñas melodías, retomando siempre la principal (una de esas 'melodías secundarias' será interpretada en directo con la famosa arpa láser, haces de luz que suenan cuando Jarre pasa la mano por ellos, en un efecto visual futurista y enormemente atractivo). La 'tercera cita' es más intimista, pero enseguida vuelve el Jarre de melodía pegadiza en unas de sus composiciones más famosas de siempre, "Fourth Rendez-Vous", que admiró medio mundo gracias a un espectacular teclado semicircular que fue utilizado por primera vez en el concierto de Houston, en el que se iluminaban las teclas al ser pulsadas. El francés parece retomar por momentos sus típicas ambientaciones circenses en una juguetona 'quinta cita' que se divide en tres partes, más seria y disfrutable la primera, algo deslabazada y fuera de lugar la segunda, y extraña y aparentemente desfasada la tercera, una sucesión de secuencias en un ritmo frenético sin un sentido claro aunque verdaderamente sugestivo. Aunque la 'cara B' del disco no mantenga el nivel de atracción y posiblemente de calidad de su primera parte (a pesar de esa gran 'cuarta cita'), vale la pena mantener la escucha para detenerse en la 'cita final', un emotivo "Last Rendez-Vous" -subtitulado "Ron's Piece"- dominado por ese triste saxofón que en Houston iba a interpretar Ron McNair y que al final tuvo que ser reemplazado por Kurk Whalum, que actuó desde lo alto de un rascacielos. Así como muchos años antes Jarre había contribuído enormemente a acercar la electrónica a la música de consumo general, logrando de hecho un increíble éxito, ese acercamiento era incluso mucho mayor al compartir con toda una ciudad la experiencia de sus macroespectáculos, enormes performances de sonido, luz e imagen que hicieron de ciudades como Paris en 1979 o Houston y Lyon este año 1986 mundos de ensoñación y fantasía durante varias horas.
Este trabajo no estuvo exento de una cierta polémica, al contener bastantes composiciones pre-existentes, tanto en esa 'única copia' de "Music for Supermarkets" (una parte de "Fifth Rendez-Vous") como discos de otro artista para el que Jarre compuso en los setenta, Gerard Lenorman ("Second Rendez-Vous", "Third Rendez-Vous"), si bien se presentaba una extraña dicotomía por la calidad de algunas de esas canciones, merecedoras sin duda de este rescate. "Rendez-Vous" no es el mejor disco de Jean Michel Jarre, posiblemente no sea tan rompedor como "Oxygène", tan completo como "Equinoxe" o tan original -incluso descarado- como "Zoolook", pero los fans del de Lyon se encontraban aquí con otra eficaz muestra de las posibilidades del estudio de grabación, emocionante por los sucesos acontecidos, y más humanizada (tanto por ese toque emotivo que incluye el latido de corazón de Ron McNair como por la presencia de coros infantiles o un instrumento extraño en la música electrónica como el saxofón) que sus predecesoras.
ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
Jarre propuso en este disco un contexto más espacial, que va a conllevar momentos de celebración, de alegría, pero también de tristeza y sentido homenaje. "Rendez-Vous" ('cita' en francés) fue publicado por Disques Dreyfus en 1986, una vez más con un espléndido diseño de portada de Michel Granger. De nuevo la idea del álbum (y con la excepción de su anterior trabajo, "Zoolook") es la de presentar una temática que evoluciona a lo largo del mismo sin presentar bruscos cortes en su desarrollo y bajo títulos simplemente numerados (aunque en este caso ordinalmente) que comienzan con "First Rendez-Vous". Este inicio es, como suele ser habitual en la primera época de la obra de Jarre, evocativo, incluso sobrecogedor, en forma de pequeño crescendo atmosférico que nos conduce al gran leitmotiv del disco, otra de esas soberbias demostraciones tecnológicas de Jarre, melodía pegadiza usada en radios y publicidad de la época que, con el título de "Second Rendez-Vous", nos atrapa en una corriente que aparece y desaparece a lo largo de cuatro partes con breves interludios en los que se desarrollan otras pequeñas melodías, retomando siempre la principal (una de esas 'melodías secundarias' será interpretada en directo con la famosa arpa láser, haces de luz que suenan cuando Jarre pasa la mano por ellos, en un efecto visual futurista y enormemente atractivo). La 'tercera cita' es más intimista, pero enseguida vuelve el Jarre de melodía pegadiza en unas de sus composiciones más famosas de siempre, "Fourth Rendez-Vous", que admiró medio mundo gracias a un espectacular teclado semicircular que fue utilizado por primera vez en el concierto de Houston, en el que se iluminaban las teclas al ser pulsadas. El francés parece retomar por momentos sus típicas ambientaciones circenses en una juguetona 'quinta cita' que se divide en tres partes, más seria y disfrutable la primera, algo deslabazada y fuera de lugar la segunda, y extraña y aparentemente desfasada la tercera, una sucesión de secuencias en un ritmo frenético sin un sentido claro aunque verdaderamente sugestivo. Aunque la 'cara B' del disco no mantenga el nivel de atracción y posiblemente de calidad de su primera parte (a pesar de esa gran 'cuarta cita'), vale la pena mantener la escucha para detenerse en la 'cita final', un emotivo "Last Rendez-Vous" -subtitulado "Ron's Piece"- dominado por ese triste saxofón que en Houston iba a interpretar Ron McNair y que al final tuvo que ser reemplazado por Kurk Whalum, que actuó desde lo alto de un rascacielos. Así como muchos años antes Jarre había contribuído enormemente a acercar la electrónica a la música de consumo general, logrando de hecho un increíble éxito, ese acercamiento era incluso mucho mayor al compartir con toda una ciudad la experiencia de sus macroespectáculos, enormes performances de sonido, luz e imagen que hicieron de ciudades como Paris en 1979 o Houston y Lyon este año 1986 mundos de ensoñación y fantasía durante varias horas.
Este trabajo no estuvo exento de una cierta polémica, al contener bastantes composiciones pre-existentes, tanto en esa 'única copia' de "Music for Supermarkets" (una parte de "Fifth Rendez-Vous") como discos de otro artista para el que Jarre compuso en los setenta, Gerard Lenorman ("Second Rendez-Vous", "Third Rendez-Vous"), si bien se presentaba una extraña dicotomía por la calidad de algunas de esas canciones, merecedoras sin duda de este rescate. "Rendez-Vous" no es el mejor disco de Jean Michel Jarre, posiblemente no sea tan rompedor como "Oxygène", tan completo como "Equinoxe" o tan original -incluso descarado- como "Zoolook", pero los fans del de Lyon se encontraban aquí con otra eficaz muestra de las posibilidades del estudio de grabación, emocionante por los sucesos acontecidos, y más humanizada (tanto por ese toque emotivo que incluye el latido de corazón de Ron McNair como por la presencia de coros infantiles o un instrumento extraño en la música electrónica como el saxofón) que sus predecesoras.
ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
Otra joyita del mejor Jarre.
ResponderEliminar¿Como se ha podido echar tanto a perder este tío ultimamente?
Tú lo has dicho, los últimos tiempos no han sido del todo buenos para Jarre. ¿Habrá solución?
ResponderEliminarA mi Rendez-Vous me ha parecido siempre un disco hecho expresamente para el directo (primero Houston y luego todos los demás). Esas prisas explicarían la recuperación de melodías anteriores en Rv2, Rv3 y Rv5, así como la pobre producción del álbum, con los temas muy mejorados en sus versiones 'live'. Claro que, comparada con la de Zoolook, cualquier producción parecería pobre...
ResponderEliminarHola a todos!
ResponderEliminarEn primer lugar, felicidades por tu estupendo blog, está muy trabajado y las semblanzas que haces de los discos creo que son muy acertadas.
Comparto el interés por las Nuevas Músicas y, aunque yo lo situaría en otra onda, este disco de Jarre me parece genial. Fue el primero de sus discos que escuché íntegramente. Yo no diría que su producción es pobre, pero sí sobria, lo que a mi juicio lo hace muy interesante. Mis favoritas: First y Last Rendez-Vous
Uno de los recuerdos de mi infancia fue ese impresionante concierto de Houston.
ResponderEliminarPosiblemente también sea uno de mis primeros recuerdos sobre Jarre. A partir de ahí me hice poco a poco con todos sus discos, y otros conciertos, como el de Londres, ya los viví en toda su extensión por televisión.
ResponderEliminarLos dos amigos anteriores presentan opiniones un poco distintas en cuanto a la producción de este Rendez-vous, si bien ambos tienen algo de razón. Coincido con pepitogrillo en que su producción no es pobre sino sobria (aunque tampoco llegaría hasta allí) y con invitadodeinvierno en que cualquier producción se desluce comparada con Zoolook. En cuanto a que se pensara paar el directo puede ser, pero si gana en esas representaciones no es porque la música mejore sino por la parafernalia añadida que la convierte en un espectáculo inolvidable, de hecho como suena tan bien siempre se ha especulado sobre la posibilidad de que haya mucho más % de grabación que de directo, incluso en momentos tan importantes como los de la arpa-láser.
Me gusta Jarre. Sin embargo, Siempre he pensado que los discos de Jarre son imperfectos en relación con la idea musical que tratan de representar. Siempre falta algo, o sobra algo...
ResponderEliminar