Si atendemos a que una etnia es un conjunto de personas de procedencia común, la denominada como música étnica sería cualquier música sobre la faz de la Tierra que provenga de la tradición de los pueblos de la misma, y sea utilizada en sus costumbres, fiestas o religiones. Así entendido, se trataría realmente de toda música tradicional del mundo, al igual que sucedería con el término world music, donde lo mismo podríamos hablar del flamenco como de los cantos rituales de los indios americanos o de los coros de voces búlgaras. Profundizando en esta paradoja, se entraría además en cuestiones difíciles de entender o de explicar, como las curiosas coincidencias de estilos, que nos hablarían de lejanísimas procedencias comunes en el tiempo de las músicas tradicionales de pueblos muy distanciados kilométricamente. Dejando estas cuestiones para otro tipo de estudios históricos, geográficos o antropológicos, un paso adelante en lo musical constituye la interactuación, de igual a igual, entre pueblos. No hablamos de que se incorporen ciertos elementos hindúes o africanos en la música pop anglosajona, o que se deslicen cantos gregorianos en obras destinadas a la música electrónica o de baile, sino de que músicos de países lejanos colaboren en un mismo producto de interacción de elementos. Posiblemente el éxito del álbum "Graceland" de Paul Simon fuera el acicate para la instauración de la world music, pero algunos años antes de que se inaugurara dicha expresión, una banda alemana llamada Dissidenten ya había traspasado con enorme calidad esa frontera -ayudando de paso a denominar el movimiento 'ethno-beat' o 'world beat'- cuando, tras un primer álbum grabado en la India con músicos locales ("Germanistan"), nos ofrecieron un estupendo segundo trabajo desde Tanger (Marruecos) junto al grupo marroquí Lem Chaheb (nombre que en ocasiones aparecía en portada y en otras no). Su mítico título, "Sahara elektrik", aunque las letras 'k' han sido tomadas indistintamente también como 'c' en algunas ediciones ("Sahara electric").
Dissidenten nacieron como grupo en el Berlín de principios de los 80, por parte de Uve Müllrich, Marlon Klein y Friedo Josch, provenientes de la anterior banda Embryo, y su vitalidad multicultural les fue creando un nombre más allá de muchas fronteras musicales. A finales de 1983 (aunque las ediciones más comerciales datan de enero de 1984, año en el que se fija popularmente la fecha de salida a la venta del álbum) entraron por la puerta grande en las enciclopedias musicales gracias a "Sahara elektrik", publicado por el sello alemán Exil, y la repercusión de su sencillo principal, "Fata Morgana", que tuvo que luchar en un panorama convulso, una orgía de estilos de siempre y de nunca, así como fusiones con las nuevas tecnologías y la filosofía de la nueva era. El éxito de esta canción fue especialmente importante en España, Italia y Canadá, pero en otros países como Estados Unidos, por ejemplo, "no aceptaban nada que no estuviera cantado en inglés", decían. El tiempo, sin embargo, acabó por consolidar ese estilo y por reconocer a "Sahara elektrik" como una de las piedras sobre las que se sustentaba ese nuevo sonido. "Inshalla - Kif Kif" es el comienzo de la obra, donde comienzan a asombrar las auténticas voces de los marroquíes (ese grupo formado por Cherif Lamrani, Mbark Chadili y Mohammed Ayoubi) y un ritmo que no puede parar, sustentado en una anímica percusión, de los propios Lem Chaheb con la ayuda de la batería de Marlon Klein, productor también del álbum. Uve Müllrich se encarga de guitarras y bajo, y Friedo Josch de la flauta. La excelencia llega con el segundo corte, el pegadizo "Fata Morgana", desértica urdimbre que atrapa en su hipnótico compás, afortunada fusión de atavismo exótico y modernidad cercana a discotecas y clubes de la época, para los que "Fata Morgana" fue convenientemente remezclada sin piedad. En "El mounadi - The desert life" se aprecia especialmente la batería, si bien es de nuevo el ritmo y las voces autóctonas los elementos que destacan en un conjunto en el que se escucha también la guitarra de Müllrich. Sin desmerecer sus cualidades, mayor ha sido la trascendencia del corte homónimo del álbum, un "Sahara elektrik" en el que hay que destacar las flautas (Josch) y el mandolincello (Lamrani), que actúan sobre las voces y demás elementos occidentales en una 'letanía árabe' de acertado trance. "Casablanca - Wacha wacha" es el final de este profundo y cultural viaje hasta un etnicismo cercano pero detenido por el límite continental y el mar Mediterráneo, pudiendo notarse especialmente su presencia en las músicas populares del sur de España, país que acogió esta música tan viva, aceptando a Dissidenten como un grupo a tener en cuenta, y siguiéndolo con calidez en sus actuaciones en nuestro territorio. La portada del álbum es un inocente pero muy acertado montaje de colores cálidos jugando con la profundidad de las arenas del Sahara y sus habitantes más famosos, tuaregs y camellos. Una segunda portada, más imaginativa (de la compañía Globe Style, otra de las que publicaron el álbum -en el Reino Unido- aparte de Exil -Alemania-, L'escargot -Francia-, Amok -Canadá- o Shanachie -Estados Unidos-), presentaba un mapa sobre el que se proponía el viaje de ida y vuelta entre Alemania (Berlín oeste, concretamente) y Marruecos. El CD que propuso Exil en 1990 contenía además un tema extra, "Shadows go Arab", que tras un curioso parecido inicial al "Concierto de Aranjuez" del Maestro Rodrigo, enseguida se encuentra con otro acertado ritmo africano, en esta ocasión sin voces. "Todas las composiciones inspiradas en música tribal de Marruecos", se puede leer en el disco, en el que también cuentan una delirante historia sobre un viejo autobús averiado, un taller de reparación en una aldea perdida, y unos músicos locales que son el principio y el fin de esta música que, realmente, suena más a árabe que a europea.
Su propio nombre les define, esa disidencia respecto a la música que se hacía por entonces en Alemania les hizo encontrar en países como Marruecos o la India, una manera de entender este arte que plasmaron, convenientemente fusionada, en su obra. "Llegábamos a los sitios con la mente muy abierta, e intentábamos conocer a músicos de la zona que estuviesen interesados en trabajar con nosotros en algo nuevo". Así encontraron a Lem Chaheb, y posteriormente a Jil Jilala, Nas El Ghiwane y otros, en una cooperación de respeto mutuo y pasión por la tradición: "Desde el principio respetamos las raíces y exploramos nuevos sonidos, haciéndolos accesibles a la gente (...) No sé si somos influencia o no, siempre hemos intentado seguir nuestro propio camino, hacer algo original. Creo que no hemos copiado, aunque también tengamos nuestras propias influencias". Muy pronto serían ellos los que acabarían influyendo, y muchos músicos conocidos o desconocidos tomaron el testigo de "Sahara elektrik", nombres ilustres como Paul Simon, David Byrne o Peter Gabriel (que había creado el festival Womad en 1982), a los que en estos tiempos de cambio se les aceptaría casi todo, sea el enfoque más o menos auténtico, o de mayor o menor interacción cultural: "Nosotros lo hicimos así, cogimos los bártulos y nos fuimos a Tánger, a Casablanca, estuvimos allí un tiempo y vimos lo que podía pasar". La autenticidad de aquellos tres músicos fue tan acertada que sigue siendo recordada tiempo después, y canciones como "Fata Morgana" o "Sahara elektrik" mantienen todo su ímpetu y, para el público joven que no haya entrado todavía en contacto con ellas, su anímico efecto sorpresa.
Buenas. Muchos músicos para sus composiciones, han estudiado y analizado músicas de otros países, pero fundamentalmente músicas que podríamos llamar "étnicas", aportándole valor e incluyendo esos sonidos en sus trabajos. Hace un tiempo viajé a Egipto y el conductor del autobús que nos llevaba de un lugar a otro para conocer las maravillas y monumentos egipcios, nos ponía constantemente el tema "Fata morgana". Me sonaba haber escuchado este tema hace años, y cuando le pregunté por el tema en cuestión, me dijo que no tenía ni idea, pero que estaba enamorado de este tema. He decir que los compañeros de viaje, estaban un poco cansados de ir escuchando casi de forma continua el tema en cuestión. Un abrazo
ResponderEliminarMuy buena anécdota, J.A., esa cancioncilla casa perfectamente con las arenas egipcias, pero claro, puede tornar en cansina a la vigésima escucha seguida, je je.
ResponderEliminarAnte todo, sana envidia la que me provocas, no he pisado Egipto y me fascina esa cultura. Algún día lo lograré.
Más que un comentario las mías son preguntas sobre esta banda y en particular Sahara Electric por ese estilo y sonido tan impactante desde su comienzo. Pregunto, en que idioma canta dissident y si su estilo y ritmo musical son representativos de alguna región árabe en particular?
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