27.11.20

CAPERCAILLIE:
"To the moon"

Ya advertía Donald Shaw que el momento de auge de la música celta en las últimas décadas de la pasada centuria entrañaba también algún riesgo, porque las modas vienen y van sin poder luchar contra ello. No sería una banda tan emblemática como la que fundara el propio Shaw en 1984, Capercaillie, la más perjudicada en ese caso, pues ellos ya se habían forjado un nombre que era sinónimo de calidad y tradición, pero también de modernidad: "Queremos llegar al mayor número de gente posible. Somos un grupo de música tradicional, pero que también sabe tocar música de su tiempo". Efectivamente, el acercamiento de su música a los nuevos tiempos en la década de los 90 fue progresivo, con el punto culminante de un trabajo con ritmos funk titulado simplemente "Capercaillie", del que no quedaron nada satisfechos, y con el que a la vez bucearon en nuevos sonidos y confundieron a su público, que venía de adorar el superventas "Secret people". Ellos nunca se habían separado de sus raíces, de su cultura, en una evolución en la que el inglés fue usurpando poco a poco el sitio al gaélico escocés, la lengua materna de Donald y de su mujer, Karen Matheson, la espectacular voz de la banda. En este momento, para acabar de impulsar la creación de su nuevo disco, llegó otro proyecto audiovisual (ellos ya habían puesto su espectacular sello en documentales tan loables como "The blood is strong") que les volvió a motivar especialmente, la película sobre ese personaje considerado como el Robin Hood escocés, 'Rob Roy, la pasión de un rebelde'.

Dentro de esa curiosa iniciativa cinematográfica de que los estudios importantes rueden casi a la vez películas de temáticas parecidas para competir entre ellas (sobre Cristóbal Colón o Wyatt Earp en esa misma época, por ejemplo, o sobre hormigas animadas o asteroides que van a chocar contra la Tierra unos años después), los héroes nacionales escoceses tuvieron su lucha particular en la taquilla en las figuras de William Wallace ('Braveheart') y Rob Roy MacGregor ('Rob Roy'). Ambos soundtracks eran espectaculares, obra de James Horner el primero y de Carter Burwell el que aquí nos ocupa, ya que 'Rob Roy' incluía canciones con la participación de Capercaillie, plasmadas además en el CD de la banda sonora, concretamente "Hand earth" (con la voz de Karen Matheson), "The gaelic reels", "The blunt reels" (ambas escritas por el grupo), y los tradicionales "Ailein duinn" (canción en gaélico que entró en el top 40 del Reino Unido), "Theid mi Dhachaigh (I'll go home)" y "Morag's lament". El grupo, además, apareció como figurantes en la película, tocando "Ailein duinn" mientras bailaban los protagonistas, Liam Neeson y Jessica Lange. Ese proyecto retornó los intereses del grupo por un sonido más antiguo, y eso condujo hasta "To the moon", trabajo con más folk que pop, que incluía algunos de los cortes del film. En su web se comenta así: "La banda pasó la primera parte de 1995 escribiendo música y apareciendo en la película de Hollywood 'Rob Roy', y luego comenzó a trabajar en el álbum. Pidieron la ayuda de Fred Morrison, el gaitero campeón escocés, y el sonido de la banda dio otro gran paso adelante. El álbum contiene 'Ailein duinn', el tema principal de 'Rob Roy' que presenta al renombrado gaitero Davy Spillane, y 'Claire in heaven', una poderosa canción de Manus con una sección instrumental electrizante de Charlie McKerron en el violín, Marc Duff en el tin whistle y Fred en la gaita". Efectivamente, dos tipos de gaita sonaban en el trabajo, especialmente la escocesa highland pipe intepretada en varios temas del disco por Fred Morrison, y la irlandesa uilleann pipe, que toca Davy Spillane en "Ailean duin". "To the moon" comienza con su tema homónimo, que integra los tradicionales "A nighean donn" y "A ghealaich", y sin ser ni de lejos la mejor canción del disco, anticipa las intenciones modernizantes de la tradición escocesa que preconiza esta banda desde años atrás. Con "Claire in heaven" llega ya la excelencia instrumental (la vocal está presente en todo el álbum), en una canción muy amena -en el tono más actual y joven de la banda- de Manus Lunny que no tiene continuidad en su otra pieza del álbum, "Níl Sí NGrá". Aparte de los mencionados Morrison y Spillane, y las contribuciones de Marc Duff (flauta, bodhrán), Ray Fean (batería) y Wilf Taylor (percusión) -dos percusionistas que sustituyen temporalmente a James Mackintosh, ocupado en los comienzos de su otra banda, Shooglenifty-, el grupo estaba constituido oficialmente por Karen Matheson (voz), Donald Shaw (teclados, acordeón, voces), John Saich (bajo, guitarra, voces), Manus Lunny (bouzouki, guitarra, bodhrán) y Charlie McKerron (violín). El disco continúa con el buen ritmo y frases en español de "Why won't you touch me", aunque se trata de una fusión difícil con nuestro idioma (la idea fue de John Saich), que protagoniza el título de la bailable, amena y simpática "La paella grande". Aunque el trabajo comienza dubitativo, con un primer tramo balsámico en la medida que lo es la voz de Karen Matheson, su interés general va aumentando conforme pasan las canciones, hasta llegar a un momento en el que te das cuenta de la enorme calidad de una banda que hace fácil lo difícil y, aún con una cierta perdida de su chispa inicial, mantenía una corrección innegable, con instantes de enorme clase, un aluvión final de canciones que reflejan una enorme personalidad. Por ejemplo, "You" es una deliciosa canción que parece recrear sonidos pasados del grupo, un guiño que también se nota en la desenfadada "The crooked mountain". Más comprometida es "God's alibi", bellísimo tema sobre la fe puesta a prueba que escribió Donald en Macedonia, reflexionando sobre las creencias de un pueblo al que parecía que Dios había abandonado. El gaélico regresa entonces con "Fear-Allabain" (armonías vocales de señales antiguas con la música celta del siglo XXI, el gustoso contraste que ofrece esta banda) y la espectacular canción de la película 'Rob Roy', un "Ailein duinn" que es sin duda el mejor tema del álbum, con profundidad, aroma tradicional y una gran interpretación, con especial atención a la uilleann pipe del gran Davy Spillane. Antes del tramo final del trabajo, "Rob Roy's reels" son algunos de los reels presentes en la película, necesarios aquí aunque tuvieran su propio disco con la banda sonora. "The price of fire" es una canción romántica que se asoma a lo celta por la instrumentación, pero bien podría pertenecer a repertorios de artistas pop de renombre. Sin duda, otra de las mejores piezas del disco que, como contraste, culmina con un buen final instrumental, "Eastern reel", para recordar al mundo que Capercaillie es una banda folclórica de repertorio tradicional escocés.

Survival Records publicó "To the moon" en 1995, disco que dio paso a lo que ellos llamaron 'la gira que no acaba nunca', aunque estar en la carretera fue su condición natural durante estos años de bonanza. De curiosa capacidad de enganche conforme avanzan sus canciones, "To the moon" es una obra especial, muy agradable, que arrastra lo bueno de la etapa anterior del conjunto aunque no pueda llegar a superarla. Aun así, es un album fresco y acertado, y muchos de sus cortes presentan un encanto arrebatador desde sus raíces -aunque predominen las canciones en inglés-, con el acierto del añadido de los temas de 'Rob Roy, la pasión de un rebelde'. Además, y como primer acercamiento a nuestro país -dos años después grabarán parte de su trabajo "Beautiful wasteland" en Ronda (Málaga)-, en "Why won't you touch me" chapurrean algo en castellano, y "La paella grande" presenta un titulo rotundamente español. A partir de este momento, Karen Matheson iba a proponer una serie de dicos en solitario (absolutamente recomendable el primero de ellos, "The dreaming sea") a la par que seguía su importante contribución en Capercaillie, banda que iba a continuar su acertada actividad ("Nadurra" y "Choice language" son otros de sus títulos importantes), si bien sus trabajos dificilmente iban a alcanzar las cotas hasta aquí presentadas.

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4 comentarios:

  1. El auge de la música celta de los 90 es un fénomeno similar al que ocurrió con la New Age (e incluso el chill out), géneros que tradicionalmente deberían ser de nicho que, de la noche a la mañana, se convierten en un éxito. Esto tuvo un doble efecto:

    - La producción aumentó de forma descontrolada con mucho producto mediocre.
    - Bandas de renombre en estos géneros previos al éxito, que se ven obligadas a hacer cosas raras para mantener el nivel de éxito.

    Un paralelismo que me viene a la cabeza con el disco "funk" que comentas, es el del lanzamiento de Hai un Paraiso de Luar na Lubre que, sin ser un mal álbum, de repente tener remezclas hechas por Carlos Jean me deja un poco descolocado.

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  2. Buena reflexión. Parecía que las remezclas fueran obligadas en esos años, el propio Mike Oldfield tuvo lo suyo también, así como Jarre y muchos otros. Recuerdo un disco horrendo de Patrick O'Hearn -un poco anterior, de 1990- titulado "Mix up". En fin, había cosas hechas con buen gusto que aún valían, pero otras...

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  3. Un atuéntico clásico y un estupendo análisis. Hacía siglos que no escuchaba al grupo, gracias :)
    De hecho, en general no he encontrado música celta, con fusión moderna o no, en la última década que me llame. Ahora parece que se lleva más lo nórdico, con toques black metal en algunos casos. Wardruna, Ivar Bjornson & Einar Selvik, Heilung...

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  4. Es cierto que lo celta ha perdido algo de magia y difusión, pero particularmente me pillas con esos grupos nórdicos. Por lo que he picoteado (seguiré en ello), hay por ahí mucho heredero de Hedningarna.

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