La Ruta de la Seda no era una ruta real, sino el romántico nombre que el geógrafo y geólogo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen, otorgó en el siglo XIX (en 1877 exactamente) a una serie de caminos mongoles para los comerciantes que transitaban entre Asia y Europa. Por esta ruta, activa desde el siglo I antes de Cristo, no sólo se movió el comercio sino también el conocimiento y las culturas de los pueblos implicados. Dos televisiones unieron sus esfuerzos en 1980 para realizar un íntegro y digno documental sobre esta ruta, la japonesa NHK y la china CCTV, con el resultado de doce capítulos, que fueron completados por una segunda parte de dieciocho capítulos más en 1983 (la primera parte fue rodada en territorio chino y la segunda fuera de China). Tal esfuerzo merecía una música a la altura de las imágenes, y Kitaro no decepcionó en absoluto, más bien se fusionó totalmente con la historia y creó una obra maestra de la música para televisión (fue premiada en Japón con el premio Galaxy) y de la música instrumental en general, un gran número de composiciones que han sido recogidas en cuatro excepcionales volúmenes, de los cuales el primero es el más representativo. No desmerecen sin embargo los demás, con temas tan importantes en la obra de Kitaro como "Caravansary" (en el cuarto, "India" -también conocido como "Ten-Jiku"-) o "Silver moon" (en el segundo, aunque se trate sencilamente del tema principal de la serie con un tratamiento más lento), y varios de una inspirada tercera parte, que se puede adquirir bajo el título "Sik road III", "Tonko" o el más común, "Tunhuang".
La ciudad china de Dunhuang (especialmente conocida por las Cuevas de Mogao) fue importante en la antigua Ruta de la Seda, y da nombre a este álbum publicado en 1981 -un año después que las dos primeros entregas- por Canyon Records, con la distribución fuera de Japón, según los países, de Polydor, Gramavision o Kuckuck, que además optó por un cambio radical de portada (una pintura china sobre seda del siglo XVI), en vez de la preciosa ilustración de Shusei Nagaoka (que en los 70 y 80 trabajó con grupos como Earth, Wind and Fire, Deep Purple o la ELO, y que con Kitaro ya había colaborado en "Oasis"). Domo Records lo reeditó digitalmente en 1996. "Tunhuang" es un trabajo muy natural, que comienza con trinos de pájaros en "Lord of the wind", los silbantes teclados parecen emanar de la propia tierra como géiseres infinitos, un efecto natural de colosal atmósfera ascendente con el que Kitaro presenta en este nuevo viaje por la Ruta de la Seda sus colosales credenciales, las de un músico célebre, consumado, y en un estado de forma apoteósico. Su estilo, en discos como éste, ha sido denominado como pictórico, pues si cerramos los ojos parece recrear los paisajes de aquellos milenarios caminos de comerciantes. Con "Fata Morgana" aparece el primer gran momento del disco, un fondo melódico cíclico y burbujeante, un ambiente majestuoso al que teclados aflautados le aportan un mágico y elevador encanto, un encantamiento realmente, hechizo que se mantiene durante todo el álbum, del que "Sacred journey I" es otro claro ejemplo de calma, bondad y dulzura, con un fondo de imágenes paradisíacas; los matices de celestiales teclados de este tema (también conocido como "Pilgrimage" en algunas edicines del álbum) son otro clásico de este compositor, paisajes exóticos que también reclaman movimiento. De este modo, en "Lord of the sand" entra en escena el ritmo, por medio de unos contundentes tambores; sones orientales de sitar otorgan un aspecto viajero a este planeador vuelo tan grato y absolutamente mágico como enérgico, uno de los puntos álgidos de este gran trabajo. "Tunhuang" es calmada y melódica, de una energía espiritual culminada por un oleaje sintético, mientras que "Free flight" es más relajante incluso, por su tonada creciente en cámara lenta. En el futuro recopilatorio "Ten Years", esta pieza será ligeramente recreada (y recortado su títuo a "Flight") para lograr una mayor contundencia. "Mandala" presenta un fondo burbujeante con arremetidas de silbantes teclados característicos del nipón, un clímax celestial plagado de sonidos casi cósmicos que sin embargo casan perfectamente con las imágenes de la ruta de la seda. "Tao" se mantiene en el tono general, Kitaro no se deja llevar por estridencias ni cambios de registro, pero sabe mantener su impronta a lo largo de los muchos volúmenes de la banda sonora sin perder calidad ni interés. Para culminar esta tercera entrega, la segunda parte de 'Sacred journey' (o también "Pilgrimage II") mantiene su preciosista melodía, pero terrenalizando la sideralidad de la primera, logrando un impresionante clímax de asombrosa conjunción entre lo mundano y lo celestial; la entrada de la batería y un arranque de épica ayudan a conformar un final verdaderamente espectacular en este completísimo trabajo, con su continuo despliegue de efectos, viajes astrales, ambientes nebulosos y melodías elevadoras, que encandilan y atrapan en su dulce encanto. Con él y su espíritu cósmico, viajamos a otros mundos que, como dijo Paul Eduard, están en este, dada la presencia de un componente terrenal en sus ambientes, con sus modulaciones y timbres de difícil ubicación, entre cuerdas y vientos. Producido de nuevo por Taka Nanri, Kitaro emplea en este disco él mismo numerosos instrumentos: sintetizadores Roland, Prophet y Moog, guitarra acústia, sitar, santur (instrumento de cuerda percutida), tabla, percusiones, mellotron, arpa irlandesa, violín, campanas y quena (flauta de caña), dejando un breve espacio al violín de Yasuo Kojima.
Como los maneki-nekos, esas figuritas que mueven sus manos sin cesar arriba y abajo en restaurantes y tiendas orientales, parece que esta pequeña maravilla nos dé la bienvenida invitándonos a entrar en una cultura distinta pero hospitalaria y muy agradable en todas sus manifestaciones vitales, entre ellas una música que puede alcanzar cotas extraordinarias de lirismo y pacífica belleza. Fondos etéreos, espumosos y campanilleantes inundan esta banda sonora, de una esencia natural tan profunda como su acabado cósmico, como ya sucediera en anteriores entregas de la saga 'Silk road' y, en definitiva, en casi toda la discografía de este músico maravilloso, exótico y esencial que se llama Kitaro, y que busca en su música la sencillez, más allá de su grandilocuencia se respira en su obra una extraordinaria concordia con los elementos, que puede beneficiar al oyente: "Yo pretendo crear música que alivie esa guerra que muchos tienen en su interior". Aún más, es comúnmente aceptado que existen sonidos sanadores, vibraciones de armónicos cuya energía sónica puede ejercer en ciertas situaciones una milagrosa influencia sobre ciertas dolencias físicas, paliando el dolor, facilitando la mejoría o ayudando, incluso, a la curación. No es Kitaro un musicoterapeuta ni un curandero, evidentemente, pero sus atmósferas planeadoras parecen en ocasiones tener ciertos efectos balsámicos en el espíritu, por lo tupido y sedoso, pero a la par enérgico y vital, de sus vuelos.
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Muy buena crítica, don José, para tan buen disco; una escucha realmente agradable y bella que sigue sonando tan bien hoy como cuando fue publicada. Éste es uno de los discos que Kitaro me firmó cuando actuó por Zaragoza hace ya unos cuantos años. Por cierto, sigo buscando solución a un enigma que me persigue: allá por los primeros noventa (si la memoria no me falla) sonaba la segunda parte de "Sacred Journey" (una versión, creo) en un anuncio de un coche que aparecía por una carretera de montaña a la luz del atardecer. A pesar de haberme peinado unos cuantos vídeos de Youtube, aún no he dado con su paradero, así que se agradece cualquier ayuda sobre el anuncio y la marca de coche...
ResponderEliminarAfortunado tú, que has visto a Kitaro en directo. Yo no recuerdo bien por qué no fui a ese concierto de 1998, pero el caso es que no fui.
ResponderEliminarY lo del coche!!! Es un enigma que nos ha perseguido durante años, existió ese anuncio o es producto de tu calenturienta imaginación? A decir verdad, a mí también me suena algo así, pero no sé si algún día sabremos la verdad, salvo que alguien pueda darnos alguna pista.
Yo te aseguro que el anuncio existió y que lo vi varias veces. Lo que ya nadie puede asegurar es si don Ricardo vino conmigo al concierto de Kitaro o no, porque ni él lo recuerda. Yo creo que sí, pero vaya usted a saber...
ResponderEliminarPues no sé qué decirte, pero yo si voy a un concierto de Kitaro (y más en esa época), me acordaría!!! Le concedo a Don Ricardo el beneficio de la duda.
ResponderEliminarPues me quiere sonar lo del anunco, pero no puedo aportar pruebas, jeje.
ResponderEliminarEso si, comparto la admiración por Kitaro y toda su música para la ruta de la seda.
Pero Pepe, ¿Tú tienes algún disco de Kítaro?
ResponderEliminarJa ja, ya veo por dónde vas (tú lo sufriste, lo cual te agradezco).
ResponderEliminarFer, me suena que no es la única pasión musical que compartimos. Un saludo.