Sin ningún vínculo familiar con el renombrado autor de "Riverdance" (el irlandés Bill Whelan), el espléndido acordeonista John Whelan desplegó en los años 90 una serie de trabajos en la compañía Narada con la etiqueta 'Celtic' bien presente en el título, como sello distintivo pero también como reclamo en esa época de alto interés por la música y la cultura celta. No son nada desdeñables esta serie de trabajos ("Celtic reflections", "Celtic crossroads", "Celtic fire" y otros), como no lo es este inglés (nacido en Dunstable, una pequeña ciudad cercana a Londres) de padres irlandeses, que desde los once años destacó con el acordeón de doble fila de botones (acordeón diatónico a botones o melodeón), llegando a ganar los más prestigiosos premios de música tradicional (incluido el prestigioso Fleadh Cheoil na hEireann), y grabando su primer álbum a los 14 años, "The pride of Wexford", dedicado a su padre, Denis Whelan, "cuya única adicción -decía- era la música irlandesa". En 1980 y con 20 años, John decidió que tenía que continuar con su carrera en los Estados Unidos, así que se trasladó a New Jersey y posteriormente a Connecticut, y tras un buen álbum de debut en 1987 junto a la violinista Eileen Ivers ("Fresh takes", en el que colaboraba Triona Ni Dhomhnaill) publicado por Green Linnet, fichó por Narada, presentando en 1996 su primer trabajo en solitario, "Celtic reflections", de subtítulo 'Misty-eyed morning'.
Enseguida se nota que no se trata este de un trabajo de estilo únicamente tradicional, de hecho todas las composiciones de este disco autoproducido son nuevas y en su mayoría propias, accediendo a otro nivel más personal del que pueden otorgar las tonadas de siempre, escuchadas en tantas y tantas ocasiones. Ese toque auténtico se respira desde el título del primer corte, que es el nombre de la esposa de John, y es que el pequeño aire titulado "Louise", una delicia de acordeón en modo folclórico avanzado, posee suficiente alma como para continuar paladeando esta atractiva y despierta música. De hecho, el segundo tema, "Longing for home, longing for here", con un toque más actual (un paso adelante de la tradición basado en una atmósfera que se hace corta), nos inunda de alegría, basado en la vehemencia de su interpretación, si bien esta composición podría ser fenomenal con una mayor carga climática final, evitando ese cortante fade-out. Por su desmarque de la tipicidad celta, se trata de uno de los momentos más curiosos del álbum, compuesto por Kinny Landrum, al igual que "Cape Finisterre", otra acertada composición puramente celta, con buenas percusiones y acompañamiento de cuerdas. Landrum interpreta los teclados en el disco, uniéndose así a Greg Anderson (guitarra acústica), Molly Mason (bajo), Pat Kilbride (cistro, guitarra, teclados), Jay Ungar (violín), Lisa Gutkin (violín) John Simon (harmonio), John Ballesteros (percusión) y los afamados Jerry O'Sullivan (gaita irlandesa, flauta irlandesa) y Séamus Egan (tin whistle, low whistle, flauta, mandolina, guitarra de cuerdas de nylon), americanos de ascendencia irlandesa. "Dancing to a lot of time" es una danza más que correcta, de nuevo folk pero en una onda mas bailable, con las flautas ayudando a entrar en ambiente festivo. Un momento destacado del álbum llega con el slow air "From the heart", gran melodía, evocativa y soñadora, clara remembranza de tiempos antiguos al estar gratamente dotada del tono melancólico del acordeón. Años después, titularía un trabajo de Whelan ("From the heart", 2002, en el que vendría incluída con el título "Bit from the heart"). También importante es "Desaunay", alegre tonada con algo de añoranza, una hornpipe (danza irlandesa de compás cuaternario pero pausado) dedicada al intérprete francés de melodeón Serge Desaunay, sones de aspecto tradicional que ya se habían escuchado en la década anterior en "Fresh takes", el mencionado álbum de John Whelan junto a Eileen Ivers, que también incluía -en una versión anterior- la joya del álbum, "Trip to Skye", un auténtico temazo de mágica melodía, que bien puede pasar por una de esas tonadas tradicionales e inmortales de siempre. Esta hermosa tuna está dedicada a otro gran acordeonista, el escocés Phil Cunningham, al que John visitó en la isla de Skye antes de la Navidad de 1985. Whelan se muestra como un gran acordeonista, pero inquieto, no se detiene en la rica tradición irlandesa sino que avanza con sus propias composiciones hacia un espacio mas avanzado logrando un gran resultado, un trabajo del que se pueden destacar varias composiciones de excepción ("From the heart", "Trip to Skye"), y del que restan por mencionar danzas coloridas ("Breton gathering", "The last dance" -con acompañamiento destacado del violín y una percusión manual muy familiar, conformando una hermosa melodía-), aires de escondida sonoridad medieval ("The road home", compuesta al alimón por Whelan y Pat Kilbride) y con sentimiento ("Song for Hillary"), una mágica tonada de gaita y acordeón que parece evocar viejas leyendas celtas ("Misty-eyed morning") o una despedida sin brillo pero sí alegría, igual de familiar que todo el trabajo, pues está dedicada especialmente a su madre ("My ballingarry lady"). Otros importantes recopilatorios incluyeron las piezas más destacadas de este trabajo de John Whelan, por ejemplo: "Desaunay" (en "The Big Squeeze. Masters of the Celtic Accordion", de Green Linnet en 1988 -la versión anterior-), "From the heart" (en las compilaciones de Narada "Celtic soul" -año 2000- y "Best of Narada new age" -2002-), la primera versión de "Trip to Skye" (en "The celts rise again", en 1990, así como en "Joyful noise", de 1998 -ambas de Green Linnet-, y en "Celtic odyssey (A contemporary celtic journey)" en 1993 -de Narada-) y la versión en solitario, la que aquí nos ocupa (en "Dance of the celts", de Narada en 1997). En 2013, Whelan publicó la retrospectiva "Passage of time" en JW Records, que incluía "Louise", "Trip to Skye", "From the heart" y "Desaunay".
"Este álbum es un viaje personal a través de las diferentes fases de mi vida", explica, "reflejando mis intereses musicales e influencias. También se trata de esa 'mañana de ojos brumosos' en la que a veces nos despertamos, un momento para reflexionar sobre lo valioso de nuestra vida y la de nuestra familia. Para mí el álbum es, espero, la culminación de lo que he estado haciendo musicalmente durante los últimos 16 años, desde que llegué a Estados Unidos". Se destacaba también en el libreto del álbum que la de John Whelan es una música "universal en su atractivo y profundamente personal en su impacto (...) Escribe solo desde el corazón, inspirándose en la familia, los amigos y otros músicos que han tocado su vida y han dejado una impronta duradera. Es por eso por lo que su arte es libre de artificios, y por qué él mismo se mantiene humilde acerca de los abundantes dones musicales con los que claramente ha sido bendecido". Efectivamente, los agradecimientos en este trabajo son especialmente para su mujer -Louise-, sus hijos -Denis y Emmett-, sus padres -Denis y Mary- y para otros músicos que le inspiraron, como Colm Folan y Paddy Taylor. John, al que se puede ver vagamente tocando el acordeón en películas como "Cabalga con el diablo" o "Dioses y generales", realizó una gira europea a finales de los 90 -patrocinada por Virgin Records, poseedora de Narada y Higher Octave Music en esa época- junto a Craig Chaquico, Vas y Buckethead. Posiblemente se escucharan en esos conciertos algunas de las composiciones de "Celtic reflections", un delicado y profundo viaje desde Irlanda a Estados Unidos, recreándose en bellas melodías, especialmente de ese acordeón diatónico tan expresivo, con el que John logra una fusión de lo viejo y lo nuevo, ecos de su herencia tradicional que suena clara y hermosa entre nieblas matinales.
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