Se suele considerar al piano como el rey de los instrumentos musicales. Mozart, Beethoven, Liszt o Chopin son algunos de los grandes maestros clásicos de su utilización como instrumento solista. Bartolomeo Cristofori consiguió en los albores del siglo XVIII un diseño que suavizara el sonido metálico del clavicordio, y aunque ha contado con evidentes mejoras desde entonces, el piano actual aún conserva mucho de aquella idea de 1700. Tenía que ser un gran interprete de ese maravilloso instrumento como David Lanz el que lanzara al mundo un homenaje musical al inventor italiano, en forma de álbum delicioso e inmutable, "Cristofori's Dream", publicado en uno de los grandes momentos de cambio de mentalidad espiritual, cuando la música new age se abrió su propio hueco en el mercado estadounidense y mundial. El germen, la chispa que originó la idea del álbum, partió del libro 'Passion for the Piano' de Judith Oringer, que le regaló un amigo, que incluía una dedicatoria muy especial a Bartolomeo Cristofori. Ahí descubrió a este contemporáneo de Bach y se obsesionó con la idea de dedicarle un disco. Dos sueños convivían en el trabajo, el de David Lanz y el de Cristofori, y es que, decía el estadounidense, "de alguna manera, la melodía puede arrastrarnos a fantasías oníricas", así como "la música en sí misma es casi un estado de sueño", asociando de manera muy benevolente ambas vertientes.
En su búsqueda de ventas importantes que mantuvieran a flote a la compañía discográfica que le acogía, en este caso Narada Productions, fue David Lanz el pianista que más hizo por el sello de Milwaukee. El canadiense Michael Jones tuvo sin duda parte de culpa, y una calidad innegable en su rol casi romántico de pionero en Narada, pero fue Lanz el que consiguió conectar con el público, logrando así espectaculares cifras de ventas y un carismático número 1 en la categoría new age de la revista Billboard con este trabajo dedicado al inventor del piano. "Heartsounds" y "Nightfall" habían sido dos deliciosas referencias de solo piano en Narada, sin embargo la carrera de este siatelita llegó a lo más alto con "Cristofori’s Dream" en 1988. El corte de apertura del álbum sólo podía titularse así, "Cristofori's Dream", y se trata de un temazo sin discusión, una pieza sencilla pero bellísima, de una elegante perfección, que engancha a la primera escucha; violines, violas, chelos y el oboe de Nancy Rumbel complementan la partitura, y es que Lanz abrió en este trabajo el abanico de instrumentos, lo cual contribuyó a popularizar su música más allá de los solos de piano. "Woodlands" había sido un primer paso en este sentido, un trabajo muy bucólico de 1987 en colaboración con Eric Tingstad y Nancy Rumbel, el origen de una apertura que le hizo contemplar la posibilidad de trabajar con una orquesta, algo que acabó consiguiendo en "Skyline Firedance" en 1990. Mientras tanto, "Spiral Dance" es una melodía agradable, muy fluida y natural, que conecta con las estupendas obras de David Lanz con Paul Speer, productor además del álbum; los vientos que en la anterior solamente acompañaban aquí son primordiales, mientas que la guitarra del propio Speer se muestra en un segundo plano. "Green Into Gold" mantiene esa estela amena, muy visual, incluso la agudiza creando otro tipo de atmósfera mas extensa (diez minutos que no se hacen largos, incluso se van tornando adictivos), constante e impulsiva (con la marcada percusión de Luis Peralta y valientes acometidas de las cuerdas y un bajo susurrante a cargo de Steve Allen), no tan melódica. Con "Wings to Altair" -un vuelo hacia la constelación de 'El águila' que comienza con un ambiente de flauta y sintetizador, que interpretan en este tema James Reynolds y Jonn Serrie- vuelve el Lanz romántico, de notas pausadas y remembranzas, que acabará por despuntar notablemente en el corte dedicado a su hijo de tres años, "Summer's Child", con un suave fondo jazz (una percusión constante y delicada y el elegante bajo) que marca una pieza ligera y cálida -especialmente disfrutable en momentos de absoluto relax-, muy popera, de tal modo que con letra hubiera resultado una buena canción, por ejemplo para alguna película de amor con pretensiones. En "Free Fall" -que fue algo así como un tercer sencillo del disco- regresa de nuevo la vertiente algo más movida, paisajista (en concordancia -como en "Spiral Dance" o "Gree Into Gold"- con su música a dúo con Speer) aunque también de melodía grácil en la que, eso sí, no es el piano el instrumento principal, sino que por primera vez actúa escondido, cediendo terreno a los protagonistas secundarios de la obra. El álbum necesitaba un cierre emocional y absoluto que lo acabara de redondear, y Lanz decidió, con buen criterio, grabar una versión de una de esas canciones inmortales del mundo del rock, un enorme éxito de los 60 que él mismo tocaba en su trabajo de piano-bar en Seattle, la prístina "A Whiter Shade of Pale", de Procol Harum: "Para crear mis versiones, únicamente selecciono las canciones que realmente me gustan, mi proceso consiste en reducir el original a su esencia para luego tratar de reorganizar todo el material como si yo mismo lo hubiera compuesto. En otras palabras, trato de hacer mía la canción". Si bien muchos oyentes del trabajo quedaron subyugados por el tema principal del álbum, descubrieron además un conjunto esplendoroso (cuerdas, vientos, órgano, la activa batería de Neal Speer) en esta versión intensa, auténtica, definitivamente un genial homenaje a la emocionante canción sesentera del grupo británico, realmente el primer sencillo del álbum en radios, en el que colaboraba al órgano Matthew Fisher, miembro original de la banda. No será ésta la única incursión en la discografía de Procol Harum de David, ya que en su trabajo de 1998 "Songs from an English Garden" versiona también su canción "Conquistador", junto a otro puñado de piezas de otros conjuntos británicos como The Hollies, The Rolling Stones o The Beatles (no hay que olvidar tampoco su esplendorosa versión de "Nights in White Satin", de The Moddy Blues, en el posterior disco "Skyline Firedance"). Un single -en vinilo y en CD- de "A Whiter Shade of Pale" fue comercializado por la compañía, con dos versiones de la canción, la del disco, algo recortada, y el solo de piano. Cada composición tiene su encanto en esta pequeña fiesta pianística, además, la conjunción instrumental, el añadido de otros sonidos aparte de las teclas, complementa de manera exquisita partituras tan míticas como "Cristofori's Dream" o "A Whiter Shade of Pale" (con el grandilocuente culmen de las cuerdas), contribuyen con dulzura en "Wings to Altair" o "Summer's Child", o se hacen imprescindibles en ambientes hipnóticos como "Green Into Gold". Cuando Lanz escuchó la mezcla definitiva junto a Speer pensó "este es un buen disco", pero su tremendo éxito le sorprendió: "El momento fue correcto, ya que la radio estaba muy abierta para el álbum. La versión de 'A Whiter Shade of Pale' fue un gran puente entre el pop instrumental y la música new age, y el hecho de que había aprovechado la historia y el nombre de Cristofori, llegó a los corazones, mentes y oídos del público". En esta época, Lanz comenzó a dar pequeños conciertos en librerías y tiendas de nueva era, que empezaron a quedarse pequeñas conforme el artista cobraba fama, obligándole a buscar otros recintos más amplios, aunque siguiera intentando mantener ese cercano contacto con el público.
La definición más clara de lo que es "Cristofori's Dream" la realiza el propio David Lanz en las notas del disco: "No me puedo imaginar el mundo sin el piano. En mi opinión, es el instrumento más divinamente inspirado de la Tierra, y el trabajo de Cristofori produjo avances de un salto cuántico en su desarrollo. Para la primera pieza de este álbum, imaginé a Cristofori en su taller a altas horas de la noche, guardando sus herramientas y apagando las velas después de un largo día de trabajo, preguntándose cómo sonaría su nuevo instrumento. Se duerme profundamente y en un sueño finalmente escucha la profundidad y belleza de nuestro piano moderno. Todos le debemos a Cristofori una deuda de gratitud, y este álbum está dedicado a él, un gran inventor a quien la historia ha pasado por alto. Que su 'sueño' viva para siempre". En 1999, se relanzó "Cristofi's Dream" remasterizado, con nueva portada y un tema extra, "Madre de la Tierra", un solo de piano en vivo que venía incluido originalmente en el trabajo de 1991 "Return to the Heart" (un álbum que también contaba con las versiones en directo de "Cristofori's Dream" y de "A Whiter Shade of Pale"). Mucho más adelante, en 2013, "Cristofori’s Dream... Re-Envisioned" fue un nuevo regreso al sueño de Cristofori, con el motivo de su 25 aniversario. Lanz lo regrabó con su piano en solitario, nuevas interpretaciones donde algunas piezas pierden intensidad ("Green Into Gold", por ejemplo), otras retoman su autentica esencia pianística ("Free Fall"), y vienen incluidas dos nuevas pistas en vivo, "Cristofori's Dream" con orquesta y "Seoul Improvisation", una afortunada improvisación en la capital coreana. Lanz lo vendió con un folleto de 16 páginas, junto a un DVD con entrevistas, fotos y documentales.
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Cada vez que este tema, "Cristofori's dream", me da un vuelco el corazon. Fui una gran seguidor del mítico programa "Dialogos 3" de mi admirado Ramón Trecet,...y hay dos temas que me llevaria a una isla desierta un lugar a dudas: este tema y "Ese amigo del alma" del Lito Vitale Cuarteto.
ResponderEliminarDos elecciones mayúsculas, sin duda. De la vieja escuela, también.
ResponderEliminarMe gustaría algún día hacer una encuesta en el blog sobre 'temas favoritos de los lectores', pero es algo básicamente imposible.