Aunque la frase se haya atribuido por igual a Frank Zappa, Thelonious Monk, Charles Mingus o Elvis Costello, parece ser que fue el actor y cómico estadounidense Martin Mull (así lo advierte además el propio Costello en su autobiografía, "Música infiel y tinta invisible") el que dijo que "escribir sobre música es como bailar sobre arquitectura". Obviando en cierto modo la ironía, la tarea (hablar sobre determinados artistas) es si cabe más abstracta cuando hay que definir la labor de músicos inquietos y de difícil clasificación, como el escocés Craig Armstrong. Este glasgowiano ha cultivado en las últimas décadas los más variados frutos estilísticos, repasando su trayectoria resulta evidente que no es un artista de pintar siempre con los mismos colores, la variedad es su estilo, ya que ha transitado con igual éxito por el mundo clásico, la escena contemporánea o la música para cine (especial su idilio musical con el director Baz Luhrmann), coqueteando además sin problemas con el pop, algo de jazz y corrientes más avanzadas como el trip hop, lo que le atrajo más elogios que escepticismos: "Ahora no puedo ser un músico pop porque sé cómo analizar una partitura de Stockhausen, pero no puedo ser un músico clásico, porque entiendo lo que es tan emocionante del pop. Así que estoy tratando de ser honesto acerca de lo que fueron mis experiencias musicales. Me encanta Massive Attack. Me encanta Ravel. Estoy tratando de hacer música que atraiga todos mis amores". Muy especiales son sus proyectos personales, trabajos en los que se rodea de grandes vocalistas, combinando canciones con ideales piezas instrumentales. Dieciséis años después de su primera demostración de estilo, llegó sorpresivamente una nueva y poderosa obra, diecisiete temas englobados bajo el título "It's nearly tomorrow", y publicados en 2014 por BMG Chrysalis.
Grabado en Berlín, Glasgow, Londres, Los Angeles, Hailuoto, Praga y Estocolmo, y compuesto, producido y orquestado por Craig Armstrong, "It's nearly tomorrow" es otro destacable conjunto de esas pequeñas joyas sin aparente conexión entre sí, multiestilísticas, a las que el escocés nos acostumbró en sus primeros álbumes. La labor orquestal es monumental, a cargo -excepto en un par de los cortes- de la German Film Orchestra Babelsberg (o Deutsches Filmorchester Babelsberg), dirigida por Klaus-Peter Beyer. "Outside" es una tímida obertura, agradable y con un poso de fuerza, pero sin grandes despliegues que anticipen lo que va a llegar, lo que arriba con el segundo corte, "Dust", en el que comienzan las colaboraciones vocales, en su mayoría de artistas escoceses, como esta cantante de nombre Jerry Burns; tan solo la primera nota de piano, rotunda, presagia un tema audaz, intenso, impresión confirmada de lleno con la entrada de la voz; "Dust" tal vez no sea una canción tan acertada como lo fue la recordada "This love" (de su primer álbum, "The space between us", coescrita por Armstrong y Burns, aunque ésta no la cantara), pero tiene un poderoso trasfondo orquestal, agrada y ejerce de poderoso estimulo para seguir escuchando. Un poco más adelante, y cantada en esta ocasión por Katie O'Halloran, "Strange kind of love" está construida sobre la base de una majestuosa serenidad, es una canción maravillosa, certera, da en el punto exacto, en el hilo del que penden los sentidos. "Sing" presenta tratamiento y efectos de DJ sobre una base orquestal, una de esas fusiones que tan buenos frutos le dio a Armstrong en el pasado; el resultado es óptimo, precioso, origina movimiento sin dejar de admirar serenadamente el cuidado interior de tan completa e intensa pieza que cuenta con la programación de Pete Davis, al igual que otras en el álbum, como por ejemplo la tormentosa "15 Summers" o la impecable "Désolé", otro corte especial que entra directamente al terreno de un cuidadísimo downtempo. La voz masculina hace entrada por primera vez en el sexto corte del álbum, "Crash", pero lo hace a lo grande, pues canciones como esta (que lo mismo podrian formar parte del repertorio de bandas de rock como U2 como de mitos como Johnny Hurt), se benefician de unos arreglos orquestales de excepción que las hace joyas particulares; el vocalista es Brett Anderson, que fuera cantante de la banda de rock Suede (no es el primer rockero que hace su aparición estelar en los trabajos de Craig, recordemos la colaboración de Evan Dando -de los Lemonheads- en "As if to nothing"), y la canción contó con un CDsingle promocional para su radiodifusión. La alternancia de canciones e instrumentales favorece la fluidez del trabajo, no cansa en su escucha, y la duración de los cortes es apropiada. En "Violet" vuelve al estilo de banda sonora del siglo 21, algo de lo que Armstrong sabe sobremanera ("Moulin Rouge", "Love actually", "El gran Gatsby"), con un contenido potente y adictivo, favorecido tanto por la agitación de las cuerdas como por los efectos electrónicos, en esta ocasión a cargo del colaborador y amigo de Armstrong, Scott Fraser ("Rosa morta" o el grupo Winona han sido algunos de sus proyectos conjuntos más destacados), que repite en otras de las piezas, como por ejemplo "Lontano", donde la adición de sonidos originales y bien producidos, atrevidos fondos urbanos en contraste con la atmósfera flotante, combate una cierta sensación de dejá vu en algunas orquestaciones. Aun así, y lejos de difuminarse, el trabajo no se hace largo en su segunda mitad, sino que encuentra nuevos empujes en su belleza y creatividad prescindiendo de grandes añadidos electrónicos: "Powder" es una hermosa canción a dos voces (Jerry Burns y otro músico de Glasgow, James Grant), teatralizada, por lo que también parece pertenecer a los títulos finales de alguna película o a algún musical, y este influjo continúa en "All around love"; el desarrollo del tema que da título al disco, "It's nearly tomorrow", es ambiental, de creciente intensidad orquestal, sin necesidad de adiciones machaconas (aunque se da aquí la ayuda del músico electrónico finlandés Vladislav Delay, que había colaborado con Armstrong y Antye Greie (AGF) en 2005, formando un trío para publicar el álbum "The dolls", en un estilo de jazz electrónico), y en este sentido, es sin embargo "Tender" una de las piezas instrumentales mas bellas de la obra, de longitud efímera pero de una hermosura desbordante, como una caricia de piano a la que se suman, con igual ternura, las disposiciones orquestales. El músico escocés, bien conocedor de lo que necesita una obra a cada momento -casi un arquitecto del sonido-, opta en determinado momento por la incorporación de un instrumento que rompa con la linealidad, como la bien utilizada trompeta de "Inside", colaboración especial del aclamado compositor y trompetista estadounidense Chris Botti. Guardado para los instantes postreros, "It's not alright" es uno de los mejores ejemplos vocales del álbum, posiblemente su canción estrella -cuando ya no se esperaba algo así- donde la música, de gran hermosura, se rinde ante la enorme interpretación de otro viejo colaborador glasgowiano de Armstrong, Paul Buchanan, llegando un momento en que la fusión es perfecta, logrando un todo único, maravilloso, envolvente, simplemente genial. El final del álbum, "Endings", es relajado, un piano que evoca la paz de la portada, pero no es un final real si atendemos a la inclusión de tres cortes extras en la edición Deluxe, "The sun goes down in LA" (de nuevo con la voz de Katie O'Halloran), "In love" y "Threshold". En cuanto al diseño, nos recibe un libreto lleno de fotografías urbanas, no especialmente bellas, con la nota común de la nocturnidad, de ese 'ya es casi mañana' del título.
Son altamente valorables los artistas que no ponen etiquetas a la música y se centran exclusivamente en ofrecer la más bella muestra posible de su arte y de su desbordante, y en ocasiones sorprendente, talento. A Craig Armstrong no le faltan encargos y proyectos, y durante tres años, mientras trabajaba en varios soundtracks e incluso una ópera, fue desgranando su genio en pequeñas dosis hasta completar este "It's nearly tomorrow", una obra especial, ideada con argumentos pacíficos, que con su combinación de ataques orquestales, ritmos urbanos y voces de excepción, va generando una sorprendente energía durante su larga duración, setenta minutos durante los cuales el genio de este veterano escocés se explaya con total autoridad. Momentos de inaudita gracia se suceden con similar intensidad a la de varios lustros atrás, cuando el sello de Massive Attack, Melankolic, publicó aquellos soberbios "The space between us" y "As if to nothing", que junto a esta nueva entrega forman una trilogía imprescindible y de difícil catalogación (tal vez 'una película en sí misma', hablaba sobre esta música su amigo Baz Luhrmann), plagada de joyas, vocales e instrumentales, del cambio de siglo. Bien entrado este, la consolidación se titula "It's nearly tomorrow".
ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
No hay comentarios:
Publicar un comentario