7.4.17

YELLOW MAGIC ORCHESTRA:
"Yellow magic orchestra"

A finales de los lejanos 70 coincidieron en la escena musical japonesa tres nombres que iban a escribir una novedosa página en la historia de la música electrónica con el apelativo de Yellow Magic Orchestra, marcando tendencia y ayudando e influyendo, junto a Kraftwerk, Giorgio Moroder, Brian Eno y otros, en la implantación de estilos que, convenientemente evolucionados, conocemos hoy como synthpop (antecedente a su vez de house o techno, entre otros), electropop (o tecnopop), chiptune (música creada a partir de sonidos sintetizados de videojuegos) o j-pop (pop japonés). Los tres personajes implicados en esta revolución nipona eran Haruomi Hosono (bajo, teclados y voz), Yukihiro Takahashi (batería, percusiones, electrónica y voz) y -seguramente el más conocido- Ryuichi Sakamoto (teclados y electrónica). Un cuarto miembro en la sombra, el programador Hideki Matsutake, había sido técnico del pionero de los sintetizadores Isao Tomita, por lo que encajaba perfectamente (posiblemente tuvo mucho que ver en este tipo de sonido) en su labor de 'adelantados' en el campo de la tecnología electrónica aplicada a la música a través de aquellos famosos Moog, miniMoog, Korg, Oberheim, así como samplers, cajas de ritmos, vocoder, etc. Concretamente, este conjunto y Sakamoto en solitario, fueron los primeros en utilizar mundialmente el Roland MC-8 Microcomposer (programado por Matsutake), un carísimo secuenciador que fue vital para definir su característico sonido de videojuegos y computadoras, en el que también fueron pioneros.

La Yellow Magic Orchestra fue un proyecto que Hosono llevaba en la cabeza tiempo atrás, incluso como claro antecedente llegó a firmar alguno de sus discos anteriores como 'Harry Hosono and the Yellow Magic Band', por lo que en principio se pudo considerar como otro proyecto más de este ex-miembro del grupo Happy End, con Takahashi y Sakamoto como músicos invitados. La personalidad de estos dos y la fuerza del trío dejó atrás esa idea, y conformó una auténtica banda, conjuntada y de ideas repartidas, una bomba de relojería que ayudó a dinamitar la marea sonora de un Japón que estaba cambiando hacia un terreno más artificial y consumista. Ryuichi cuenta en su autobiografía que había conocido a Hosono grabando en el estudio del vocalista de Happy End, Eiichi Ohtaki, y hubo conexión, especialmente por su forma impresionista de entender la música. De Takahashi (que era batería de Sadistic Mika Band), sin embargo, le impresionó más su aspecto sofisticado, eran como de mundos distintos. Tras conocerse los tres músicos, comenzaron a colaborar entre ellos, especialmente en 1978, año de la publicación de los debuts en solitario de Yukihiro Takahashi ("Saravah!") y de Ryuichi Sakamoto ("Thousand knives", una atrevida obra que calificó como de preparación para la banda), donde partiparon los otros miembros de la terna. Ese mismo año, Sakamoto tocó los teclados en el soundtrack de 1978 de Hosono "Cochin moon", mientras que el propio Ryuichi y Takahashi colaboraban también en el trabajo de Hosono "Paraiso", una curiosa fusión japonesa-tropical que el artista firmó con el mencionado apelativo de 'Harry Hosono and The Yellow Magic Band', un burlesco juego de palabras por la popularidad de la magia negra en esa época en Japón. De ahí proviene, evidentemente, el nombre del grupo que propuso Hosono en febrero de 1978. Juntos, quisieron hacer algo pop, de fácil consumo, y la confluencia de los tres estilos estimularon muy favorablemente el ambiente creativo, dando lugar al álbum "Yellow magic orchestra". Otro invitado especial en este primer plástico de la YMO (acrónimo aceptado para la banda) fue el compositor y letrista británico Chris Mosdell, ubicado en Tokio desde mediados de los 70. Takahashi fue el primero que entro en contacto con él para utilizar sus poemas, y su colaboración continuó en los primeros álbumes de la Yellow Magic Orchestra. Su papel de letrista en este primer álbum se reduce a las canciones "Simoon" (en inglés) y "La femme chinoise" (en francés), donde sus fríos versos se unirán a lo maquinal de la música. En este trabajo, títulos como "Tong poo", "La femme chinoise" y "Mad pierrot" salieron de películas de Jean-Luc Godard, uno de los directores favoritos de Ryuichi; como su cine, la música de la YMO comulgó con la experimentación y el vanguardismo, hasta el punto de considerarse creadores de un estilo adelantado. El oyente se adentra en un mundo nuevo, exótico, de sonido avanzado, pero con alma y una latente pasión folclórica, el contraste entre la carga maquinal y la humana elabora un producto que engancha al instante. Hosono grabará años más tarde (en 1984) el disco seminal del chiptune "Video game music", música para juegos de ordenador de la compañía japonesa Namco (por ejemplo, para Pac-Man), aunque realmente fue el productor y mezclador, ya que las músicas no eran composiciones suyas (el conocido soniquete de 'Pac-Man', por ejemplo, era obra de Kai Toshifu), y en "Yellow magic orchestra" había ya tres composiciones que emulaban efectos de sonido para videojuegos, concretamente la entradilla, "Computer game (Theme from 'The circus')", y los cortes quinto ("Computer game (Theme from 'The invader')") y octavo ("Bridge over troubled music"). Son pistas de choque, curiosas, que recogen efectos de sonido de videojuegos auténticos de la época (como los éxitos de Atari 'Circus' o 'Space invaders', y de Taito 'Gun fight'), pero que no empañan la nitidez de la verdadera música del álbum, comenzando con el tema más popular del mismo en la época, el que quiso marcar el sonido de la banda, "Firecracker", versión de la composición del músico estadounidense Martin Denny, conocido como 'el padre de la música exótica'; esta pieza (que llevaba tiempo en el repertorio en directo de Hosono, interpretándola junto a Tin Pan Alley) presentaba ese exotismo jovial y novedoso, marcando un impactante contraste entre el Japón moderno, el de los videojuegos y luces de neón, y el tradicional, costumbrista -dos mundos que conviven en armonía aunque el primero fagocite poco a poco al de siempre-. El single "Computer game", que contenía realmente la entradilla al álbum y "Firecracker", vendió 400.000 copias en los Estados Unidos, pero la influencia de la canción fue más allá, llegando hasta el gurú del floreciente hip hop durante los años 80 Afrika Bambaataa, que admiraba sus sonidos electrónicos (así como los de Kraftwerk) y utilizó samples de "Firecracker" en su éxito de 1983 "Death mix", mientras que también otras bandas y músicos utilizaron posteriormente este tema de manera más o menos reconocible, entre ellos De la Soul o las cantantes Jennifer Lopez o Mariah Carey. "Yellow Magic (Tong Poo)" fue la cara B de aquel exitoso single, composición de Sakamoto que emula un suave sonido como de viento, insuflando así un ramalazo jazz a esta muy llevadera pieza de inspiración folclórica china, con la tímida voz femenina de Minalo Yoshida. La futura esposa de Sakamoto y colaboradora de la banda, Akiko Yano, versionó "Tong poo" poco después. "Cosmic surfin'" también fue otro single importante, y es que este genuino trío nipón era un contundente cocktail entre elementos muy variados, desde la tradición japonesa hasta Debussy, pasando por Kraftwerk e incluso los Beach Boys, y este surf cósmico era fresco y asequible, una gran melodía jazzy-pop muy adictiva ideada por Hosono, que podría ser perfectamente de ahora mismo, no ha perdido interés ni validez con el tiempo. Una pre-versión de "Cosmic surfin'" estaba incluída en el álbum de Hosono "Pacific", del propio año 1978. También de Hosono son "Simoon" (un lounge muy sensual cantado artificialmente -con Vocoder- por Shunichi Hashimoto, con aires paradisíacos, aunque se atisben influjos impresionistas de Sakamoto, y al hilo de esto, un inevitable recuerdo al 'sonido de Debussy' de aquel álbum pionero de 1974 de Tomita), y "Mad Pierrot" (una última pieza, de nuevo no exenta de exotismo oriental, si bien tal vez algo sobrecargada, con voces vocoderizadas en un delirio robótico de envoltura romántica). Queda por comentar el último single del álbum, aportación individual de Takahashi en el mismo de título "La femme chinoise", otra melodía pop (tecno-pop realmente, cuando el término no había sido aún acuñado) muy animada y desenfadada, que tuvo una genial utilización por parte de la banda OMD en su single de 1983 "Genetic engineering". No repetían las vocalistas en el álbum, ya que esta vez era Tomoko Nunoi la que ponía la definida como 'voz sexy'. Tanto en esta como en "Cosmic surfin'" sonaba la guitarra eléctrica de Masayoshi Takanaka. 

"Yellow magic orchestra" se publicó originalmente en 1978 en el sello japonés Alfa; la portada original es un dibujo extraño, poco atractivo. A&M Records reeditó el álbum en Europa con algunos cambios en 1979, con otra portada más bonita y elaborada, acorde con su interior, esa fusión entre la tradición y la tecnología. Además, la remezcla suavizaba algunos ritmos y eliminaba un ultimo corte presente en el original, "Acrobat", el final de este paso por el salón de máquinas recreativas. No hubo que esperar mucho para alcanzar un gran éxito en Japón (250.000 copias vendidas), especialmente con la publicación del segundo álbum, "Solid state survivor", de tal manera que hasta las vestimentas y los peinados de los miembros del grupo marcaron tendencia en su país. Este elegante lounge electrónico orientalizado encandilaba con sus toques exóticos ("Firecracker") y sensualidad jazz, el sonido sintético que ahora escuchamos como retro, con su regusto romántico (desde luego más jovial, mucho menos 'alemán' que el de Kraftwerk) invadía composiciones como "Tong poo" o "Simoon", deliciosas fruslerías dignas de ese guateque sideral que pregonará años después Subterfuge Records, mientras que "Cosmic surfin'" posee el encantador sentido lúdico que caracteriza a ciertas sintonías televisivas o radiofónicas, y "La femme chinoise" parece un anticipo de futuros éxitos de mayor nombre ("Rydeen"). No en vano su influencia se respira en obras de otros monstruos electrónicos como OMD, The Human League, Gary Numan o Depeche Mode, entre muchos otros. Escuchado décadas después, este disco sigue llamando la atención y encontrando nuevos oyentes sorprendidos ante esa gama de sonidos y melodías tan interesantes y prístinas, que marcaron nuevos caminos.









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