Envuelto en un mar de dudas, tanto musicales como personales, es posible que ni siquiera el propio Mike Oldfield llegara a pensar que podría crear a estas alturas de su carrera un disco como "Return to Ommadawn" (Universal Music, 2017), desafortunado título -por todo lo que representa- que tal vez debería haberse quedado simplemente en "Return", pues este trabajo es un presunto paseo por el tiempo, un regreso a algo que no es un lugar ('ommadawn', la locución inglesa de la palabra gaélica 'amadian', traducida como loco o idiota) sino una intención, un concepto musical sublime que va mas allá de cualquier denominación. Por eso la idea del título es tan ambigua como poética, su contaminación es más efectiva a nivel mediático que a nivel musical y hay que acabar aceptando la licencia en bien de las ganas de que resurja un artista (al que por otro lado pertenece dicho título y puede hacer con él lo que le plazca) que marcó un antes y un después en la música instrumental moderna. Este falso retorno (pues ya lo fue, veintisiete años antes, "Amarok") es al disco original como el Mike de ahora al de antaño, de aquel Oldfield sólo queda seguramente el famoso "I like beer, I like cheese", pues la música en su vida actual llevaba un tiempo en un segundo plano, sustituida por el reposo, la navegación y el ocio en las Bahamas. Lejos de lo esperado, entonces, es esta una obra sincera, auténtica y revestida de ecos del pasado, ahí están las intenciones del nuevo Mike, originadas por varias circunstancias vitales, una mezcla de melancolía (la muertes de su padre -en la época de "Ommadawn" fue su madre la que falleció- y de Dougal, su hijo mayor, a los 33 años), necesidad monetaria (el divorcio de Fanny -que no es ni mucho menos el primero- le ha dejado un importante agujero económico) y petición popular, que ha hecho resucitar la antigua magia de los cortes instrumentales sin parón durante más de veinte minutos (algo que no sucedía íntegramente en una de sus obras desde "Incantations"), y el resultado es lo suficientemente notable como para restaurar el interés por un artista único y un tipo de música imprescindible.
Al hilo de la controvertida portada, esta vigesimosexta entrega del británico no es sino una fantasía, es como esa ciudad-tortuga (ilustración de Rupert Lloyd que parece ampliar ideas de su estudio, Diablo Pixels, como la de 'Giant vs Jon', inspirada en 'Juego de tronos'), un todo -las dos partes son realmente una, cortada en dos- con vida en su interior, que se mueve lentamente pero llega muy dentro. Hay que reconocer, no obstante, que este Oldfield presuntamente prístino no lo es, especialmente por su falta de digitalización, circunstancia de la edad, el pasotismo y los excesos; la manera de tocar la guitarra del Mike setentero era de una pulcritud insolente, sus dedos se movían con la rapidez de un velocista jamaicano, algo que con los años y el sedentarismo se ha ido congelando paulatinamente. Tampoco los arreglos conllevan una seguridad aplastante, pero no son baladíes a pesar de todo las melodías de la obra, cálidas impresiones de un amanecer épico. La presunta falta de tensión se suple con familiaridad y el don de la experiencia en el estudio casero, resultando evidente una buscada simpleza de formas, una manera de tocar como en modo demo o maqueta. Las cuerdas tienen un papel principal (guitarras acústicas, eléctricas, flamenca, mandolinas, ukelele, banjo y bajo, así como pequeños detalles de arpa), todas ellas interpretadas por un Mike Oldfield que también se encarga de teclados (piano, órganos, mellotron), percusiones (bodhran, glokenspiel, tambores africanos) y penny whistles, echándose de menos sin duda a nombres importantes del original "Ommadawn" como Paddy Moloney, que hubiera hecho una buena aportación con la gaita irlandesa, o un productor con carácter como Tom Newman, antiguo compañero de grandezas, con voz y voto en las grandes obras maestras del de Reading; no faltarían voces discordantes en este supuesto caso de sobreproducción, pero si no se aceptan las condiciones del autor no se disfruta de la obra, y hay por delante más de 40 minutos de probable gozo: no es el comienzo lo mas afortunado de este trabajo, un tramo poco exigente y falto de gancho para el fan incondicional, si bien luminoso y práctico, pero se dice que si se ven los tres primeros capítulos de una serie, hay muchas posibilidades de acabarla, así que todo el que haya llegado a la parte media de esta primera pista no debería dudar en finalizar su escucha, especialmente teniendo en cuenta que restan los mejores momentos de la misma, una parte final fantástica desde que una guitarra rompe la calma y enseguida aparecen unas sirénidas voces sampleadas con percusión africana de fondo, que conducen al rítmico clímax final, intenso y correcto (aunque las comparaciones no le hagan ningún bien), al que sigue un prescindible postclímax. Con curiosidad se puede afrontar la segunda parte del álbum, y la sorpresa es mayúscula al encontrarnos con otra larga y completa suite de gran encanto y desarrollo emocionante, que supera por momentos a la primera y contiene dos instantes culminantes: en primer lugar el rescate en su parte media de una melodía de rock instrumental titulada "Telstar", que la banda The Tornados popularizó en 1962 -recordemos que Oldfield ya homenajeó a The Shadows en "QE2"- y nuestro multiinstrumentista convierte en una hermosísima y cabalgante pieza de guitarras que se erige como posible sencillo de promoción en radios. Tras su activa y atractiva continuación, donde siguen brillando las guitarras, aparece la parte nostálgica y nuevo momento inolvidable del álbum, el homenaje en tono folkie a aquel final cantado de "Ommadawn" titulado "On horseback", nuevo clímax que intenta simular una danza irlandesa, en el que se puede escuchar un tímido recuerdo del coro de niños original. En situaciones como esta se puede ver cómo este Mike sesentón aún sabe provocar sentimientos que van más allá de los altavoces, y es que homenajes o pequeñas referencias en este plástico hay bastantes, no sólo a "Ommadawn" -logicamente- sino también a "Tubular bells", "Hergest Ridge", "Amarok" o "Voyager", así como al mencionado "Telstar". En el "Ommadawn" original la sucesión de tonadas solapadas no dejaba lugar a la duda, cada minuto revelaba, como la portada de la obra, la cara de un joven genio que vomitaba sus experiencias -no muy buenas en esos momentos, por lo general- en forma de música. Si vació su cuerpo y su alma de tal forma que presentó al mundo su mejor trabajo (para algunos su último gran trabajo), es cosa de cada oyente calibrarlo, pero no se debería juzgar tan a la ligera su comportamiento futuro, ¿cómo se podía exigir a este muchacho que mantuviera el espectacular nivel de su trilogía original? 40 años después, y absolutamente humanizado, la conclusión de "Return to Ommadawn" es obvia: finalizada la escucha, y habiendo encontrado numerosos rudimentos y elementos díscolos, no deja de resultar curioso que la impresión general sea realmente buena, Oldfield no ha zozobrado en este proyecto, y si llega a convencer a pesar de sus inconvenientes, cabe pensar qué sería del mismo con un músico activo y en forma.
"Return to Ommadawn" es un trabajo sin excesos y con escaso riesgo que no alcanza, logicamente, a su padre del 75, pero desembarazandonos de tan gran influjo nos encontramos con una acertada alegría, la del regreso de un héroe, un músico todoterreno que vuelve a coger las riendas de un tipo de música que dificilmente se publica en las grandes compañías, salvo que te llames Jarre, Vangelis o Oldfield; de hecho, en estos tiempos en los que se exige cada vez menos para otorgar discos de oro y platino a discreción, también hay que aprender a valorar lo que se nos ofrece en cuanto a las músicas instrumentales, y el Oldfield de ahora se posiciona aquí un paso por delante de los demás grandes con su vuelta al espíritu folkie de los 70, algo que deseaban sus fans más acérrimos por delante de las canciones de onda rockera, de las sinfonías pseudoclásicas o de sus devaneos con el chillout, el tecno o los videojuegos. Hay muchas señales en este disco, de decadencia y de resurgimiento, de recuerdos y de miradas al futuro, de música de hace décadas y de literatura actual, pero no hace falta estudiar semiología o ser experto en Oldfield para escuchar en "Return to Ommadawn" un esfuerzo del músico por revitalizar un leitmotiv, una manera de hacer las cosas, que maravilló en el pasado. Actualmente el resultado es incierto, bonito aunque no visceral, técnicamente deja indiferente, pero anímicamente resurge el espíritu pionero de aquel folclore imaginario con retazos de rock y aromas irlandeses, un viento frío que acompaña al héroe en su largo viaje atravesando el inhóspito paisaje desértico.
ANTERIORES CRÍTICAS RELACIONADAS:
Una opinión muy acertada sobre el momento de este Return to Ommadawn, en cuanto a la composición y elaboración del disco. Cabe recordar que de alguna manera Mike Oldfield, ha efectuado esta obra no ya solo bajo el influjo de las circunstancias y acontecimientos que mencionas, sino que además han sido los propios "fans" los que le han impulsado a hacer una obra de este tipo. Por medio de su página y cuenta de facebook, preguntó hace años a sus seguidores cómo les gustaría que fuera su próxima obra, y este ha sido el resultado. Desde mi punta de vista, muy agradable, bien trabajado en ese estudio casero que tiene en las Bahamas, del que no creo que salga ni para hacer promoción del disco, ya que vive encerrado creando música, y disfrutando del clima. Igualmente el disco goza de dulzura, y momentos muy emotivos, bien producidos y si se me permite, mejor mezclados, pues en esto último Oldfield es un verdadero maestro. Como denominador común de su obra, él mismo se encarga de tocar todos los instrumentos "como en los viejos tiempos". En estos momentos complejos de ventas de CD´s y Lp´s, la verdad que la respuesta a nivel mundial está siendo muy positiva, mientras él ya se encuentra trabajando para su próximo disco: Tubular Bells IV.
ResponderEliminarAhora hay que ver si este tío hace con el nuevo Tubular bells cosas de mercachifle o lo trata con respeto. Con este Return ha ganado algún punto.
ResponderEliminarUn abrazo, Juanillo.
Con tres o cuatro escuchas, yo tengo sentimientos encontrados.
ResponderEliminarEsperaba más. Se nota demasiado el uso de samplers, de hecho la primera parte parece compuesta mezclando toda su carrera, sobre todo los primeros discos. Tampoco me ha calado en la memoria. Entra por un oído y sale por el otro. Por el otro lado, entra de un tirón, se hace corto y agradable.
En resumen, hasta que lo escuche mása fondo me parece un disco normalito, en la onda de Guitars o Songs of Distant Earth: correcto, con partes bonitas, pero parece una demo en vez del disco final. Obviamente, comparado con toda la morralla que ha hecho desde el Tubular Bells II, es bastante destacable.
La última frase está bien, je je
ResponderEliminarAgradezco tu opinión, la mayoría de la gente con la que he podido comentar el trabajo está bastante contenta con el mismo, excepto un par que están horrorizados!! La tuya es una nota intermedia, un ni fu ni fa que equilibra la balanza.
Ommadawn es mi disco favorito de Mike y por eso me daba un poco de miedo este nuevo trabajo. Sin embargo, tras una semana de escuchas,he de decir que me ha convencido.
ResponderEliminarSolo un detalle: en un tono general de buen rollete,echo de menos un poco de mala leche. Por lo demas le doy elvisto bueno a este renombrado Return ;)
Magnífico análisis, Pepe. Para mí, Return to Ommadawn tiene un título horrible para un disco maravilloso, con todos sus pros y sus contras (que los tiene, como todos los discos, incluido el propio y original Ommadawn). Los pros: su musicalidad, su espíritu, sus melodías preciosas, su capacidad de progresión y desarrollo... Esas marcas de la casa Oldfield. Y más aún: ¿Quién se atreve hoy a hacer un disco como este, dos partes de veinte minutos instrumentales, a base sobre todo de mandolines y guitarras españolas? Sí, hay músicos alternativos e independientes, y muy buenos. Pero ¿al nivel comercial de Oldfield?
ResponderEliminarLo maravilloso del disco se ha expresado perfectamente en el propio artículo de Pepe y en tantos comentarios de la red. Así que lo que más me interesa son los comentarios negativos: que el disco no nos "llegue" ahora es normal; a penas ha pasado una semana de su publicación. Ni cuando escuchamos por primera vez el original Ommadawn "sentimos" las melodías ya como "nuestras". De hecho, una de las características principales de los discos de Oldfield es que van entrando con las escuchas, lo que a su vez los convierte en inmortales, pues nunca cansan; todo lo contrario: ganan con las escuchas. En ese sentido, cuanto más lo escucho, más me atrapa este Return to Ommadawn.
Otra de las "quejas", de las que estoy totalmente de acuerdo, es la falta de virtusismo, garra, "mala leche" en la interpretación, algo que el propio Oldfield ha admitido, al no tener la agilidad de antaño, e incluso sentirse "oxidado" al pasarse demasiado tiempo sin practicar con las guitarras. Pero bueno, tenemos así otra madurez, otra forma de interpretación, más relajada, más sutil.
Para mí, una de las partes más sublimes es su final: ese nuevo On Horseback que es una auténtica delicia, y que por sí sola justifica la edición de todo el disco. En general, la segunda parte del disco me parece la más interesante, pero la primera también es brillante. Muy curioso que la guitarra eléctrica tenga tan poco peso (en comparación), para dejárselo a las mandolinas y las guitarras acústicas. Parece que estamos esperando siempre su irrupción furiosa y salvaje, pero no termina de llegar (esto no es una crítica, sino una simple observación; ese tipo de sonido no es imprescindible para hacer un buen disco).
Así pues, Return to Ommadawn es como una especie que se creía extinta pero que, oh milagro, todavía respira. La verdad es que reconozco que había perdido toda esperanza de volver a escuchar este tipo de sonidos en un disco de Mike Oldfield, y probablemente sea la última vez que lo disfrutemos. Sea como sea, hoy sólo brindo por ello. Y quizá sea porque está empezando a llover y centellea el cielo con la tormenta que ya estalla.
Tienes toda la razón, Santi, le faltan un par de momentos de mala leche al disco, hay un amago en la parte 1, pero no llega a los niveles que frecuentaba el Oldfield enrabietado, esos Caveman o Tormenta eléctrica que rompían con todo. Buena petición para un próximo proyecto, sea o no tubular (que sí).
ResponderEliminarHéctor, no había que perder la esoeranza, incluso hay que mantenerla a pesar del título del próximo proyecto. Primero escuchamos, luego opinamos. Y sí, las escuchas le suentan bien al disco, pero prefiero no gastarlo, voy con él con mucha calma, intentando no aprendermelo, para que mañana o pasado me vuelva a sorprender un poco.
Ante todo, felicitarte por la crítica que has hecho, eres un crack, ya sabes...
ResponderEliminarEn cuanto al disco, diré (esto no lo sabe nadie) que está dedicado a los reptiles (portada con una tortuga) y a los anfibios (minuto 6:10 de la cara A, Mike se convierte en rana). Es un cuento de los hermanos Grimm que se llama "La Rana Kolfil". Además, está el guerrero, el ciervo y la nevada. Ni siquiera el hombre del tiempo supo preveer mejor el temporal que nos vendría encima... Luego está lo del plagio al Castillo de los Pirineos, lo de juego de tronos...
La música tiene muchos guiños a muchos de sus discos, y se plagia a si mismo muchas veces. El comienzo de la cara A es Voyager, cambia alguna nota, cambia el tempo, pero es Voyager. Es como si a una canción popular de 80 palabras le cambiaras 15 y se quedara con 65, pues eso. Lo que está claro es que el disco no es original. Original es Ommadawn, lo fue y lo seguirá siendo siempre. RTO se queda en un disco creativo. De estos que es tan natural e imperfecto que sientes al artista como si lo tuvieras metido en tu casa vacilándote y tocando para ti. A mi eso me gusta, porque ya no se escuchan cosas así. La pega para mi, como guitarrista es que las guitarras acústicas y españolas que utiliza con pastilla no le quedan bien. La guitarra española del comienzo de Ommadawn está grabada con micrófono de toda la vida, algo que Mike no parece utilizar aquí. Además, el disco a una toma impide retocar esas imperfecciones. Claramente ha tocado lo que le ha salido de los pies y luego lo ha editado con el ordenador, pero sin perder el tiempo en volver a grabar el instrumento. Yo creo que es un disco muy personal y casi pensado para hacerlo en directo. Es esto lo que quiere hacer ahora y el sabe que podría haberlo hecho más perfecto, pero no le ha dado la gana, y precisamente por eso, es un disco con encanto, de esos que hacía hace décadas, pero con muchísima menos técnica en su guitarra. Se agradece toda esa simpleza, lo acústico como protagonista, lo eléctrico en segundo plano, el piano con pinceladas y los organillos de los 70 aquí y allá. Me ha encantado escuchar la guitarra de Islands en la cara B y todo ese juego de escalas y octavas que hacía tiempo que no utilizaba en sus obras. Las melodías son 4 o 5, que serían como 4 o 5 canciones de unos 20 minutos en total. Pero Oldfield las convierte en un disco entero, jugando con los sonidos, las repeticiones...
Lo que no me gusta de este tio es su parte "pesetera". Ese rollo que se ha montado con los recopilatorios, la camisetilla con el reptil y la mezcla 5.1 no es otra cosa que recaudar dinero para su nuevo barco. Un tío que tuviera cierta moralidad primero no le pone al disco Return To Ommadawn. Segundo no reedita los recopilatorios, tercero, no saca versiones 5.1 ni vende camisetas como los negros de las delicias. Con lo del 5.1 por ejemplo, este hombre me pone enfermo. Tiene manía de sacar algunos discos en 5.1 desde ya unos añicos. ¡Pero qué manía! El sonido 5.1 es más falso que los zapatos de un chino. Tu te ves una escena de una película en 5.1 y no tiene nada que ver con la vida real. 5.1 no es alta fidelidad. Tenemos dos pies, dos orejas y escuchemos con los pies, quiero decir, con las orejas, es decir, en estereo. Nuestro sistema auditivo y nuestro cerebro funcionan en 2.1 y no en 5.1. El tema del futuro juego virtual para Tubular Bells y el mismo título me espantan. Cuando acabé la primera escucha de este disco, lo primero que pensé es que este tío es un vaguzo, porque podría habernoslo dado esto mucho antes. Que nunca será como lo de antes, pero supera con creces a casi toda su etapa Warner. Nos ha dado tanta basura en estos últimos 15-20 años, salvando ciertas melodías que hubieran merecido ser tratadas mejor, que cuando escuchas RTO te dan ganas de pegarle una paliza. La música de RTO es para un aprobado digno pero todo el merchandising que rodea al disco y a lo que vendrá en el futuro no me gusta ni un pelo y lo suspendo.
ResponderEliminarHola.Creo que el análisis de RTO en líneas generales es bastante correcto aunque tiene,en mi opinión, algunos pequeños fallos de apreciación.
Menciona que la manera de tocar de Mike era de una pulcritud insolente y lo relaciona con la velocidad en el toque,la cual según dice se ha congelado.Quizás,hay una idea generalizada entre los fans de Oldfield pero para mí errónea sobre el toque de guitarra de Oldfield.Oldfield sigue conservando su virtuosismo a las guitarras como antaño, (las que usa en este disco son colosales).Pero la virtud no está reñida con la aparente falta de velocidad.De joven era más temperamental y agresivo tocando,pero ahora ha ganado en madurez.Quizás el haberse atemperado con los años añadido a otros factores que ya son conocidos haya influido.Pero nadie puede cuestionar que su toque sigue siendo impecable.Además,un detalle importante que se pasa habitualmente por alto es la forma magistral en que Oldfield usa las guitarras,más allá de si toca rápido o no.Creo que ningún músico,guitarrista o productor en el mundo es capaz de siquiera hacer algo parecido al uso que el da a las guitarras,aunque lógico por otra parte ya que quedaría muy mal parado.
Dice el artículo también que el comienzo de RTO no es afortunado y falto de gancho,pero yo creo que es todo lo contario.Esos penny wistles que retrotraen al oyente al majestuoso Hergest Ridge con algunas variaciones es emotivo y delicado como el terciopelo.Se habla igualmente de un postclímax prescindible de la primera parte,aunque a mi me resulta tierno, fresco e innovador.Ahora bien,el comentario más desacertado para mí es el que dice que es un trabajo que no alcanza ,a su padre del 75.Yo creo sinceramente que lo alcanza y lo coge de la mano.Ommadawn es sublime por su textura de melodías,armonías y elaboración compositiva.RTO es sublime igualmente por su sentimiento y profundidad melódica que te toca las emociones más internas.Ah,y para acabar,dice también que RTO técnicamente te deja indiferente,etc...Chico,si RTO técnicamente te deja indiferente,hum...,no sé que pensar!Creo que tendrás que escucharlo más veces.
Un saludo.
Ah,al usuario anónimo que dice que a RTO le da un aprobado digno,bueno....menos mal que no suspende,se agradece tanta deferencia.Por cierto,discrepo en cuanto a que Oldfield haya dado basura en los últimos 15 o 20 años.Para mí la basura es otra cosa,solo hay que ver ciertos programas de tv o escuchar ciertas cadenas de radio.Un saludo
ResponderEliminarMadre mía, cómo os gustan los comentarios largos a los fans de Oldfield. En fin, vamos allá.
ResponderEliminarEs cierto, Almo, que la forma de tocar de Mike es muy particular, pero eso me lo tenéis que asegurar los que tocais la guitarra, porque yo lamentablemente no he tenido nunca una ni he intentado comenzar a tocar, aunque ahora, a la larga, me hubiera gustado. Lo demás que me repruebas son opiniones personales, que mantengo una vez releidas, en especial lo de que RTO no alcanza a Ommadawn, pero está claro que a ti te ha impactado profundamente esta nueva obra de Oldfield. Estaré encantado de leer tu opinión completa en tu blog.
El usuario anónimo al que reprendes con poco tacto su humilde opinión es ni más ni menos -lo deduzco por sus curiosas expresiones- que Petetis, al que por aquí -Zaragoza y su grupo de seguidores de Oldfield- tenemos un gran respeto por su extrovertida personalidad. Además es un gran guitarrista. Ahora, yo tampoco estoy de acuerdo con la expresión 'basura', sus últimos discos me gustaban tal vez menos, pero siempre había momentos de esos que sólo un artista único como él podía desarrollar. En cuanto a lo demás, una buena opinión, y lo del tipo de sonido, 5.1 y demás mierdas, olé por decirlo así, porque yo, la verdad, también tengo dos orejas, y paso de tanto sonidito puro, que en realidad no existe en la naturaleza.
Hacemos comentarios estilo "parte 1 y parte 2",jaja.
EliminarDe nuevo felicitarte por el blog, ya que he entrado en ocasiones, leyendo varias reseñas, pero por razones técnicas creo que casi nunca tenía ocasión de comentar. Algo bueno tenían que tener los smartphones, jeje.
Saludos.
Buenoooo. Aquí lo que importa es la crítica de Solsticio de Invierno, que es cojonuda. Quizá me he pasado un poco cuando he dicho eso de "nos ha dado tanta basura en estos últimos 15-20 años"...pero es que me emociono cuando escribo, y más cuando se trata de alguien que fue la excusa para que yo empezase a tocar la guitarra hace más de 20 años. Este hombre me ha transmitido tantas cosas bellas, sobre todo en su etapa Virgin, que es como cuando le tienes mucho cariño a alguien y ves que está como depresivo y que no levanta cabeza. Y de pronto, sale el sol...ese sol es RTO para mi. No es un sol deslumbrante, pero es un amanecer. Y puede que hubiera días de sol en su etapa Warner y todo eso, y es cierto, TSODE me encanta. Pero Mike puede dar tanto y nos ha dado tan poco... perdón por lo de basura. Pero Almo, hasta Mike reconoce que ha estado años sin tocar la guitarra. Ya sabes que en esto de la música, hay que darle todos los días, porque sino los dedos no tienen la misma agilidad y soltura. La velocidad no importa, pero se nota cuando unos dedos se desmelenan y cuando no. Pero respeto tu opinión, sería un rollo que todos pensáramos igual.
ResponderEliminarTubos, eres un genio, me has reconocido. Gracias...
Hola de nuevo y gracias por tus observaciones.No es mi intención reprender a nadie, lo que pasa es que hay ciertas cosas que se dicen sobre este disco que uf ....me dejan sin palabras.Pero bien, cada cual que piense lo que quiera.Y ya que tu te reafirmas en tus opiniones,lo siento,yo en las mías.La mejor critica que he leído hasta ahora sobre RTO esta en Ommadawn.es.Me identifico 100 por 100 con ella.Te animo a que la leas.
ResponderEliminarUn saludo
La pasión que transmite RTO se nos contagia!! Bueno, está bien que cada uno tenga su parecer, aunque en el fondo lo que está claro es que este disco nos ha cautivado a casi todos.
ResponderEliminarAcabo de leer la crítica de Ommadawn.es, parece que todos decimos más o menos lo mismo.
Saludos, amigos.
Me parece muy interesante la observación de "petetis" acerca de la manera que ha tenido Mike de tocar y grabar con la española en éste RTO. No me extrañaría que lo hubiera hecho así.
ResponderEliminarEnvidio sinceramente a los que disfrutáis tanto con éste disco como con el Ommadawn del 75, pero he de admitir que es lo que más me ha llegado de Oldfield desde hace muuuchos años. No me lo esperaba y me ha puesto realmente contento.
Buena (y larga) crítica, pardiez; se ve que le tenías ganas al asunto, don José...
ResponderEliminarParece ser que hay consenso general en que el título es lo peor del disco, seguido por la portada; como bien apuntas, "Return" a secas habría sido más contundente y revelador. Y quitaría más tufillo a autoplagio.
Sobre el disco y la música, que es lo que más importa, y juzgando por lo que me transmite, me parece un álbum francamente bueno; creo sinceramente que, de haberlo firmado otra persona, se ensalzaría mucho más. Da la impresión de que a Mike se le pide más, con el agravante de que tiene que luchar, por decirlo así, con la nostalgia que en sus seguidores provocan los discos pasados.
En efecto, es conocido que, cuando un disco o una canción nos causan una honda impresión en una cierta etapa de nuestra vida, dejamos de escucharlos "objetivamente" para siempre, y comparar las nuevas creaciones con aquello que nos dejó una huella indeleble se hace difícil e injusto a la vez. Añadamos que Mike es famosísimo y tiene una auténtica legión de fanáticos, y la polémica puede surgir en cualquier momento si, pongamos, alguien neófito escucha este disco antes que los clásicos y acaba concluyendo que es mejor que algunos de ellos...
Sobre gustos no hay nada escrito, y la verdad es que este disco, personalmente, me resulta tan bello como inspirado. Es una delicia escucharlo de principio a fin sin que te canse en ningún momento. Te hace compañía, literalmente; es un caramelo para el oído. No me chirría ninguna parte y no me resulta predecible en ningún momento a pesar de varias escuchas. La música fluye libre y armoniosamente.
Es muy difícil juzgar de forma objetiva la música. Enfrentar una nueva composición a los recuerdos que evocan las antiguas es el camino seguro para no acabar disfrutando de lo nuevo. Como fuente de insatisfacción es también ver si ahora toca más lento o débil que de joven. ¿Qué tal escucharlo "puramente", sin comparar con nada ni nadie? Es una obra distinta, una música distinta a aquella, como distinto es el hombre que lo ha compuesto e interpretado. Nadie dice que tenga que gustarnos por decreto, pero creo que no pocos seguidores van a perder la ocasión de disfrutarlo más por perderse en comparaciones, y eso sería una verdadera lástima.A mí, afortunadamente y a pesar de conocer la música de Mike desde hace ya más de treinta años, no me ha pasado.
Le doy, de momento, un rotundo 9 y me alegro de que haya tomado este derrotero. Ahora me encantaría que sacara un disco con una cara instrumental y otra de canciones, aunque haya que pasar antes por TB4.
En cualquier caso, creo que ha ofrecido, tanto en composición como en interpretación, un álbum realmente bueno para alguien de su edad y trayectoria. Es un añadido, algo que podría no haber existido; y por eso me siento agradecido de tenerlo entre mi manos.
Los destellos de genio, por pequeños que sean, que nos ofrecen los artistas clásicos -hoy casi ancianos- a los que seguimos desde hace décadas son una bendición, un auténtico regalo que hay que cuidar como un tesoro.
Un día dejaremos de tenerlos.
Di que sí, José, lo valoraremos mejor dentro de un tiempo. Si entonces lo seguimos escuchando con ganas es que Oldfield ha ganado.
ResponderEliminarChristian, veo que estás encantado con el disco. Me ha gustado tu última frase, esa bendición que suponen estos destellos de genios como Oldfield, Mertens o Battiato (por citar tu terna mágica). Que tarde en llegar ese día en que no los tengamos entre nosotros.
Únicamente quiero intervenir para expresar mi más profunda admiración por el gran Petetis Alpargathanassiou, un genio de los comentarios sobre la vida y obra de Mike Oldfield. ¡Quiero un blog tuyo!
ResponderEliminarHe escrito incorrectamente el apellido del virtuoso piesista: es AlpargathaNASSAU, puesto que es bahameño como todo el mundo sabe.
ResponderEliminarSin duda eres Miguel, al parecer el mayor fan de Petetis Alpargathanassiou. Me uno al club.
ResponderEliminarY volviendo al tono serio, RTO ha sido número 1 en España la primera semana, olé!!!
Muy buena la reseña. Estoy de acuerdo en que el nivel de Oldfield nunca volverá al de los 70, pero es que eso es algo inevitable y natural. Vamos, creo que es algo que se debería de tener claro desde los 80 más o menos. Sin embargo, como han dicho otros participantes, esto no nos ha de impedir disfrutar de joyas del presente como puede ser éste RTO ( lo pongo aun en barbecho porque solo le di un par de escuchas ), sin mayores disquisiciones o perderse especulando en lo que podía ser y no fue, o más bien en lo que nos hubiera gustado que fuera para resultar "perfecto".
ResponderEliminarAlegría generalizada por constatar que Oldfield sigue vivo, creativo, reconciliando lo mejor de Oldfield con lo mejor de Newfield, calmado y maduro pero igualmente sutil y emocionante ....
Alegría porque Oldfield sigue vivo, como bien dices, Génesis, y vuelve a ser más Oldfield que Newfield.
ResponderEliminarLo de los problemas al hacer comentarios es algo que pasaba hace tiempo, espero que no vuelva a ocurrir!!
Pues llamarme nostálgico, pero cuanto más lo escucho más me gusta...
ResponderEliminarYo hace días que no me lo pongo, pero no tardaré, el sabor de boca es bueno. Veremos si dentro de unos meses seguimos con ganas.
ResponderEliminarEn primer lugar enhorabuena por la alta participación.
ResponderEliminarEn las influencias de RTO, se ven no sólo Ommadawn, también Hergest ridge, Amarok, y Voyager. El saldo es positivo.
Pero para mí RTO, más que Return to Ommadawn, es Return to Oldfield, en varios sentidos, por supuesto también en el bueno, de vuelta a lo auténtico (hasta donde buenamente se puede a estas alturas, que no es poco). Me recuerda a El movimiento capicúa de TB3, que comienza con Secrets (The Source of secrets), y finaliza con Secrets (More Secrets). De vuelta al principio a sus origenes, y así como en TB3 finalizaba el disco y sus conciertos de 1999, se cierra un estupendo con corolario la trayectoria de Oldfield como artista (por lo menos para mí).
Toda
Por cierto Pepe, escuchaste los dos discos en solitario publicados por Robert Reed llamados "Sanctuary"?. Son totalmente homenajeadores del estilo y el sonido clásico de Oldfield, y pese a su clara influencia clonadora, me parecen de una excelente calidad.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Jaime, está bien que RTO sea Return to Oldfield, lo importante es que no se vaya, que siga así.
ResponderEliminarEn cuanto a Robert Reed, Génesis, escuché el primer volumen de "Sanctuary", y hay que alabar el estilo, la forma de tocar típicamente oldfiana de este músico. Un sonido estupendo y un claro homenaje a Mike, aunque claro, queda el problema de la originalidad. Sea como sea, digno de escucha.