Con poco más de 330.000 habitantes (un lejano puesto 181 del ranking), Islandia es sin embargo un país de una efervescencia musical extraordinaria, cuantitativa y calitativamente muy por encima que docenas de los que le preceden en dicha lista. Bjork, Sigur Ros, Amiina, Johann Johannsson o Valgeir Sigurdsson son algunos de los nombres más destacados entre los que combinan con sobrada pericia folclore, rock, clasicismo y electrónica, sin embargo desde mediados de la primera década de la nueva centuria cobró gran protagonismo el joven teclista, guitarrista y batería Olafur Arnalds, una figura emergente que iba más allá de las etiquetas en las que pudiera verse inmerso, post-rock neoclásico, indie clásico, postminimalismo, experimentación o el hardcore de sus inicios. Piano, cuerdas y una sutil electrónica eran la base de sus proyectos, cuya primera y sonora entrega vio la luz en 2007 bajo el título de "Eulogy for evolution" y el auspicio de la sublime compañía independiente londinense Erased Tapes Records. El primer prensaje se limitó a 500 copias, y un (necesario) segundo a 1500 ejemplares.
La irrupción de este artista no pudo ser más prometedora, de hecho Olafur dio el salto en solitario el mismo año 2007 en que Robert Raths fundara Erased Tapes, convirtiéndose de lleno en uno de sus artistas de cabecera junto a otras jóvenes promesas que llegarían en años sucesivos, como Peter Broderick, Nils Frahm, o grupos como A winged victory for the sullen (formado por Dustin O'Halloran y Adam Wiltzie). "Eulogy for evolution" es un trabajo de gran sentimiento, intenso y maduro para ser el primer capítulo en la discografía de un joven de 20 años. La obra representa el paso de la vida y sus títulos son sólo los tiempos de la misma: "El álbum está inspirado por la muerte de un familiar cercano, lo que me afectó bastante, y el nacimiento de su nieto poco tiempo después. Esto me hizo pensar sobre la evolución de la vida y cómo siempre que sucede algo malo significa el comienzo de algo nuevo". Trascendental de base, también el cine era una influencia para el músico, así como otros grupos de diversos estilos y artistas del mundo clásico como Max Richter, Shostakovich, Bach o Chopin. Richter es sin duda el nombre a recordar en mayor medida a la hora de comentar este impoluto debut, aunque en determinados momentos pueden aflorar otros, como los de sus compatriotas Sigur Ros y Johann Johannsson, sin olvidar su ubicación por parte de la crítica en el ambiente indie, el verdadero punto de partida de un álbum que fue modelándose poco a poco, unas veces con ideas predefinidas y otras simplemente improvisando. En este crossover moderno-clásico, un cuarteto de cuerda (chelo, viola y dos violines) acapara el protagonismo en gran medida en cada uno de los ocho cortes que presenta la obra, para la que Arnalds interpreta piano, bajo, guitarra, órgano, melódica y percusión (Olafur tocaba la batería en el grupo de hardcore Fighting Shit). Tras la furibunda entradilla y una llevadera tonada de piano (en este tema lo ejecuta Dagny Arnalds, prima de Olafur y hermana de la cantautora Olof Arnalds, otra famosa en la familia), se alza majestuosa en "0040" la rutilante melodía de cuerdas (de clara tendencia islandesa, aunque él se encargue de recalcar que en Islandia hay mucho más que lo que se escucha fuera), que volverá a aparecer engalanada en el tercer corte, "0952", de forma algo más tranquila, recordando a ciertos momentos ambientales del delicioso "IBM 1401, A user's manual" del mencionado Johannsson. Sin deslumbrar tanto, "0048_0729" ejerce un calmado poderío ambiental, mientras que "1440" agrada y embelesa con su aire meditativo, paseante, con un piano dominante y deliciosamente austero. Piano y violín se bastan para contar historias cercanas, como "1953", con matices que van del entusiasmo al enfado, manteniendo con coherencia y prístina nitidez el concepto que da alma al disco. Esa cuidada languidez se deshace -y es una ruptura aceptada y en absoluto desafiante- en la segunda mitad de "3055" cuando, tras un comienzo decididamente ambiental, Olafur acaba desmelenado, un final contundente y expeditivo en el que brilla la gozosa percusión. Ese sexto corte fue seleccionado como presentación del álbum y contó con su propio video-clip oficial, sin embargo es el siguiente el que podría considerarse como corte estrella del álbum, un "3326" eufórico y vehemente en una dramática sección de cuerdas que suena sospechosamente (¿homenaje tal vez?) al genial "Sur le fil" que grabara diez años atrás el francés Yann Tiersen. Acto seguido, "3704_3837" es un corto final con inclasificable delirio caótico incluido. A falta de interactuar con la electrónica (lo que felizmente ocurrirá poco después de este trabajo), melodías abstractas buscan la interioridad, sin evocar necesariamente bellos paisajes y sentimientos puros, pero aun así, a su manera, personalizando la belleza del paso de los días, la emoción del nacimiento, la infancia (teclas más juguetonas en las primeras canciones), la adolescencia (con su rebeldía), la madurez y el inevitable final. Jónas Valtýsson es el diseñador gráfico del álbum, un diseño repleto de retazos de una vida imaginaria y de fotografías de Stuart Bailes, las fotos de pequeños viajes por Islandia, "fotos de personas, lugares y cosas que pensamos que significaban algo para nosotros; una década después escribía: "Desde entonces, los niños han crecido, la fiesta se ha despejado, el fuego ha sido reemplazado y las montañas se han movido, pero las fotos siguen siendo las mismas. Es sorprendente cómo algunos recuerdos sobresalen como una piedra blanca en una playa negra, y afortunadamente estos estarán conmigo para siempre".
La irrupción de este artista no pudo ser más prometedora, de hecho Olafur dio el salto en solitario el mismo año 2007 en que Robert Raths fundara Erased Tapes, convirtiéndose de lleno en uno de sus artistas de cabecera junto a otras jóvenes promesas que llegarían en años sucesivos, como Peter Broderick, Nils Frahm, o grupos como A winged victory for the sullen (formado por Dustin O'Halloran y Adam Wiltzie). "Eulogy for evolution" es un trabajo de gran sentimiento, intenso y maduro para ser el primer capítulo en la discografía de un joven de 20 años. La obra representa el paso de la vida y sus títulos son sólo los tiempos de la misma: "El álbum está inspirado por la muerte de un familiar cercano, lo que me afectó bastante, y el nacimiento de su nieto poco tiempo después. Esto me hizo pensar sobre la evolución de la vida y cómo siempre que sucede algo malo significa el comienzo de algo nuevo". Trascendental de base, también el cine era una influencia para el músico, así como otros grupos de diversos estilos y artistas del mundo clásico como Max Richter, Shostakovich, Bach o Chopin. Richter es sin duda el nombre a recordar en mayor medida a la hora de comentar este impoluto debut, aunque en determinados momentos pueden aflorar otros, como los de sus compatriotas Sigur Ros y Johann Johannsson, sin olvidar su ubicación por parte de la crítica en el ambiente indie, el verdadero punto de partida de un álbum que fue modelándose poco a poco, unas veces con ideas predefinidas y otras simplemente improvisando. En este crossover moderno-clásico, un cuarteto de cuerda (chelo, viola y dos violines) acapara el protagonismo en gran medida en cada uno de los ocho cortes que presenta la obra, para la que Arnalds interpreta piano, bajo, guitarra, órgano, melódica y percusión (Olafur tocaba la batería en el grupo de hardcore Fighting Shit). Tras la furibunda entradilla y una llevadera tonada de piano (en este tema lo ejecuta Dagny Arnalds, prima de Olafur y hermana de la cantautora Olof Arnalds, otra famosa en la familia), se alza majestuosa en "0040" la rutilante melodía de cuerdas (de clara tendencia islandesa, aunque él se encargue de recalcar que en Islandia hay mucho más que lo que se escucha fuera), que volverá a aparecer engalanada en el tercer corte, "0952", de forma algo más tranquila, recordando a ciertos momentos ambientales del delicioso "IBM 1401, A user's manual" del mencionado Johannsson. Sin deslumbrar tanto, "0048_0729" ejerce un calmado poderío ambiental, mientras que "1440" agrada y embelesa con su aire meditativo, paseante, con un piano dominante y deliciosamente austero. Piano y violín se bastan para contar historias cercanas, como "1953", con matices que van del entusiasmo al enfado, manteniendo con coherencia y prístina nitidez el concepto que da alma al disco. Esa cuidada languidez se deshace -y es una ruptura aceptada y en absoluto desafiante- en la segunda mitad de "3055" cuando, tras un comienzo decididamente ambiental, Olafur acaba desmelenado, un final contundente y expeditivo en el que brilla la gozosa percusión. Ese sexto corte fue seleccionado como presentación del álbum y contó con su propio video-clip oficial, sin embargo es el siguiente el que podría considerarse como corte estrella del álbum, un "3326" eufórico y vehemente en una dramática sección de cuerdas que suena sospechosamente (¿homenaje tal vez?) al genial "Sur le fil" que grabara diez años atrás el francés Yann Tiersen. Acto seguido, "3704_3837" es un corto final con inclasificable delirio caótico incluido. A falta de interactuar con la electrónica (lo que felizmente ocurrirá poco después de este trabajo), melodías abstractas buscan la interioridad, sin evocar necesariamente bellos paisajes y sentimientos puros, pero aun así, a su manera, personalizando la belleza del paso de los días, la emoción del nacimiento, la infancia (teclas más juguetonas en las primeras canciones), la adolescencia (con su rebeldía), la madurez y el inevitable final. Jónas Valtýsson es el diseñador gráfico del álbum, un diseño repleto de retazos de una vida imaginaria y de fotografías de Stuart Bailes, las fotos de pequeños viajes por Islandia, "fotos de personas, lugares y cosas que pensamos que significaban algo para nosotros; una década después escribía: "Desde entonces, los niños han crecido, la fiesta se ha despejado, el fuego ha sido reemplazado y las montañas se han movido, pero las fotos siguen siendo las mismas. Es sorprendente cómo algunos recuerdos sobresalen como una piedra blanca en una playa negra, y afortunadamente estos estarán conmigo para siempre".
Por su inventiva postminimalista, su facilidad para conectar con un público joven y sus conexiones con otras figuras despuntantes en los primeros años del siglo XXI, la figura de Olafur Arnalds es actualmente de segura admiración, siempre que se busque una propuesta original y atractiva. Hablar de este álbum es hacerlo del sólido comienzo de una carrera gozosa y autentica, que ha evolucionado por caminos de obligado seguimiento, y es que en "Eulogy for evolution", Arnalds cruza con aparente facilidad la línea esencial entre lo difuso y lo sencillamente genial. El pensativo piano marca el camino, en un envoltorio académico con desarrollos pausados y ambientes recogidos. Las cuerdas enbellecen notablemente, aportando sin estridencias el descaro, buscando e incluso encontrando en ocasiones la melodía indistinguible, el chispazo mágico. Diez años después del lanzamiento del álbum, en 2017, Robert Raths (fundador de Erased Tapes) le ofreció a Olafur Arnalds la posibilidad de publicar una edición de aniversario, que llegó con distinta portada y diseño, remezclada por el propio Olafur y remasterizada por Nils Frahm. Sobre este "Eulogy for evolution 2017" hablaba así Arnalds: "Pasé un par de semanas en algún tipo de máquina del tiempo, abriendo y trabajando en grabaciones de hace 12 años. Había ruido en los micrófonos, algunos canales parecían silenciados accidentalmente, pero a veces me encontraba admirando lo que mi yo adolescente era capaz de hacer. Fue de alguna manera encantador. Bueno, casi todo. Así que arreglé las cosas que no lo eran antes de enviarlo a Nils Frahm para remasterizar". De este modo se puede disfrutar mejor este 'trabajo de adolescente', absolutamente esencial.
Hacía tiempo que lo tenía olvidado, de hecho escuchaba más a Johansson, y sobre todo Sigur Ros. Tengo que buscarme más discos suyos... incluida su incursión en el minimal techno, que el tío domina los géneros de forma impresionante:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=g3Q2OWWnFdY
Lo gracioso es que esta banda la he conocido por el otro miembro, del que seguía su carrera en Bloodgroup, un grupo sencillo de electrónica que vi en un bareto xD Islandia es pequeña, sí.
El proyecto minimal del que hablas, Kiasmos, es fantástico, también caerá por aquí, pero antes hay más discos que comentar del gran Olafur.
ResponderEliminarNo abandones a Johannsson y Sigur Ros, pero recupera a Arnalds, vaya trío de nombres islandeses, por Dios!!!
Escucho a éste artista y me seduce inmediatamente. Pura poesía. Bello, trágico. Pastillas de cine francés "de qualité". Música de cámara del siglo XXI.
Pero también me queda una sensación como de que es música hecha en plan "voy a hacer algo muy trascendente".
Me pasa por la cabeza la idea de que para llegar a tocar la fibra sensible del oyente hay que dosificar el reclamo "profundo" para no condensar demasiado el resultado, como el hecho de añadir una escena de risa en mitad de una peli de terror.
Ya no sé lo que digo.
Seguiremos a éste hombre, eso está claro.
Buena reflexión, puede que tengas razón. Supongo que es una técnica que saben utilizar los buenos músicos y los buenos cineastas, y que tal vez Arnalds necesita (o necesitaba, ya que ha pasado tiempo) algo más de madurez y experiencia. Si ha logrado perfeccionarlo es algo que debemos cuestionar escuchando sus siguientes trabajos. Ya hablaremos en futuras críticas de este hombre.
ResponderEliminarHola, necesito ayuda...alguien conoce el nombre de un poema de Olafur que habla sobre la muerte de alguien cercano? Un par de estrofas... Gracias
ResponderEliminarHola, Puri.
ResponderEliminarLamentablemente yo no te puedo ayudar en esa cuestión, no conozco el dato. Si nadie más lo sabe, tendrás que investigar por internet.