Décadas atrás parecía existir por parte del público un mayor aprecio por la música grabada, no sólo por la actual facilidad para conseguir cualquier cosa con un solo click del ratón, que banaliza en muchas ocasiones el proceso auditivo, sino por el respeto y admiración que se tenía a los músicos y a determinadas propuestas arriesgadas, originales o simplemente experimentos que se valoraban como tal y eran capaces de colarse con extrema facilidad en las listas de los discos más vendidos, obras que en la actualidad serían de producción casi inconcebible en grandes compañías, como largas suites electrónicas, óperas de exagerado sinfonismo, o trabajos con pasajes recitados basados en obras inmortales de la literatura mundial. En los 70 empezaba a ser habitual que el mundo del rock incorporara en su repertorio elementos de la música clásica (Deep purple, Pink Floyd o ELP, entre otros), de ahí surgió el rock sinfónico, pero no era tan común que una obra de corte clásico por definición, incluyera instrumentos tan propios del rock como una poderosa guitarra eléctrica. De este modo, el compositor inglés David Bedford dió con "Star's end" un pequeño paso adelante en la historia de la música, al contar con el guitarrista Mike Oldfield y el percusionista Chris Cutler junto a la Royal Philharmonic Orchestra, dirigida por el elogiado Vernon George "Tod" Handley. Nacido en 1937, Bedford conoció a un joven Mike Oldfield gracias a los primeros acercamientos importantes de ambos hacia el rock, en la banda de Kevin Ayers, 'The whole world', y acabaron trabajando juntos en un buen número de discos de ambos artistas. En 1974 Oldfield estaba en boca de todos, pero Bedford aclaraba: "No le pedí a Mike que tocara porque se hubiera convertido en un hombre tan importante en la escena musical, sino porque era mi guitarrista preferido".
"Nurses song with elephants" fue la primera colaboración de Oldfield en un trabajo en solitario de Bedford, publicado en 1972 ("Tubular bells" aún no había sido editado, ni consecuentemente Virgin Records fundada) en el sello para músicas experimentales del influyente locutor John Peel, Dandelion Records. Con Oldfield ya en el estrellato, en 1974, llegó "Star's end", pero es conveniente destacar el álbum como una gran obra de David Bedford, fuera quien fuese el músico de rock invitado. Por otro lado, Bedford tenía una concepción muy distinta de la música que Oldfield, el mismo año que el de Reading publicó el pacífico "Hergest Ridge" con los arreglos de cuerdas y coro de David, este nos presentó una obra difícil aunque sorprendente, un desasosegante cuaderno de mágica confusión, entre la atonalidad y un vanguardista sinsentido orquestal, en el que conviven la extravagancia y la genialidad. "The heat death of the universe" fue el titulo inicial de la partitura, pero a la Royal Philharmonic no le gustó que incluyera la palabra 'muerte' (otras referencias atribuyen este hecho a Richard Branson, fundador y propietario de Virgin Records), por lo que acabó siendo cambiado por el definitivo, "Star's end", y vio su publicación por dicha compañía británica en 1974. Como seguidor fervoroso de la literatura de ciencia ficción, el título provenía de la novela de Isaac Asimov 'Segunda fundación' (tercer libro de la Trilogía original de la Fundación); traducido como 'En el extremo de las estrellas', es en dicha novela una pista sobre la ubicación de la Segunda Fundación. El álbum sin embargo no seguía esa estela, y venía a ser una historia del universo desde el Big Bang, y su enfriamiento y formación de las partículas y más tarde de las galaxias. Bedford lo afrontó con un tratamiento caótico, y pensó que algunos instrumentos del rock encajarían perfectamente, pero no quería una "chapuza rockera", en alusión a otros intentos anteriores, que calificó de aburridos y pretenciosos: "creo en el uso de los instrumentos para lo que fueron creados, y los instrumentos eléctricos sostienen y doblan notas". Bedford llenó el espacio disponible en el vinilo con esta pieza subyugante, con una carga insondable de emoción y misterio que puede llegar a atrapar. Un comienzo trémulo deviene en un intrigante adagio de fácil seguimiento que, tras varios intentos fallidos, acaba encontrando la salida hacia el pasaje mas recordado de la obra, en el que la percusión marca un paso firme y la guitarra ruge sobre las acometidas de la orquesta, un soberano clímax animado y excitante, que pone un final sobresaliente a la cara A del disco. Este primoroso culmen fue incluido en 1976 en la recopilación "Boxed" de Mike Oldfield con el título de "An extract from Star's end". Que la tensión y el desasosiego están presentes en cada minuto de la obra se manifiesta especialmente en un comienzo de la cara B digno de musicar una película de suspense, cuando las iracundas cuerdas parecen enfrentarse a la sinrazón, aliándose con una guitarra mas secundaria colmando diez apasionantes minutos, para acceder a un majestuoso pasaje (lamentablemente demasiado corto) marcado por los pulsos de los vientos, con coléricas entradas regulares. Una cacofónica irrupción de cuerdas marca el comienzo del fin, minutos ambientales que desembocan en la nueva explosión de la guitarra, y el dejarse llevar de la orquesta. David, que trabajó durante seis meses en la partitura, pensó para la grabación del álbum -en agosto en Barking Town Hall, Essex-, en el bajo de Oldfield, la guitarra de Mick Taylor (miembro hasta ese mismo año de los Rolling Stones, que había tocado en el concierto de presentación de "Tubular bells") y la percusión de Steve Broughton, si bien este último fue sustituido finalmente por Chris Cutler (de la banda de Virgin Henry Cow), y Taylor por Steve Hillage. Además, durante la grabación hubo problemas técnicos con la guitarra, por lo que tuvo que ser interpretada posteriormente y en The Manor, por Mike Oldfield, un Oldfield que no pudo tocar en el concierto de presentación, el 5 de noviembre en el Royal Festival Hall, por la reciente muerte de su madre. Fue sustituido por Fred Frith en la guitarra y Darryl Runswick en el bajo. La actividad rockera del compositor inglés en esa época le hizo vislumbrar algunas actitudes de rechazo entre el mundo clásico (escuchada la furiosa guitarra de oldfield, parece evidente que solo los muy puristas podrían verter pestes sobre su presencia en la obra, pudiendo llegar a considerarla como "un hermanamiento falso e interesado"), si bien también se encontró con un cierto esnobismo en otras ocasiones. En cuanto al recibimiento popular, esta pequeña emancipación estilística fue gratamente acogida a pesar de ser compleja, algo densa y tumultuosa. Al fin y al cabo, que determinados instrumentos no puedan entrar a formar parte de una orquesta sinfónica porque sí, es una idea tan limitada, incluso tan estúpida, como el suponer que la obra vaya a sonar mejor simplemente porque los músicos, en el foso, vistan de etiqueta, o el público acuda al teatro con sus mejores galas. Sin saber cuánta parte de culpa tuvo la aparición de Mike Oldfield, lo cierto es que "Star's end" se convirtió en el álbum clásico más vendido del año 1974.
La portada del disco, con la especial mística de las cubiertas grandes y elegantes del vinilo, presentaba una explosiva fotografía de Monique Froese, esposa de Edgar Froese desde este mismo año 1974 (el año en que Tangerine Dream comenzó a publicar en Virgin Records, concretamente una inquietante "Phaedra") hasta su muerte en el año 2000. La edición estadounidense la sustituyó sin embargo por otra, no menos bella, del fotógrafo Chris Callis, si bien la original fue la que se mantuvo en las reediciones en vinilo o CD del disco, incluso en la que en 2012 presentó la compañía independiente londinense Esoteric Recordings, especializada en rock progresivo, la misma que un año antes había reeditado asimismo el anteriormente mencionado "Nurses song with elephants". La palabra 'star' fue bastante común entre los epígrafes de David Bedford -"A dream of the seven lost stars", "Stars clusters, nebulae and places in Devon", "Some bright stars for Queens College", "Some stars above magnitude 2.9.", etc.-, si bien pocas de sus obras gozaron de la oportunidad de darse a conocer de "Star's end", un espectáculo de explosiva grandeza que se contempla atónito con el fluir del tiempo y el disfrute atento, pues se trata de una obra compacta que no admite distracción.
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9 comentarios:
Es una obra dura, en la que hace muchísimos años, me acerqué (reconozco), porque aparecía la guitarra de Oldfield. Esas colaboraciones que al principio se veían, y luego eran inencontrables (antes de que se editaran en CD).
Reconozco que al principio podía equivocarme de cara (cara A y B), y no darme cuenta hasta el final (puesto que en la cara A la guitarra de Oldfield brilla muchísimo más, donde se encuentra el "Extract" de Collaborations de Boxed.
David Bedford, era un atrevido, y también aquellos tiempos eran otros (tiene composiciones y arreglos muy diferentes, y muchas veces bellísimos). Escuchar obras como ésta, nos ha hecho llegar a ser muy abiertos de oido, y poder escuchar obras de tantos compositores con mucha más naturalidad, que la generalidad de la gente.
Y Oldfield, ejecutó piezas, que hoy existen gracias a Bedford.
Más o menos de acuerdo en todo, Jaime. Una obra difícil a la que me también me acerqué por 'culpa' de Oldfield. El encuentro de ambos genios posibilitó que la guitarra del de Reading apareciera (engrandeciera también) en canciones tan maravillosas como "The Rio Grande", "First excursion", "The sirens", y por supuesto ese final de la cara A de "Star's end" tan bello e indefinible.
Saludos, amigo.
A estas alturas identifico este álbum con un mundo perdido, el de Kevin Ayers & The Whole World. El fin de una estrella, o el fin de una banda. Una música de la desolación.
Podría ser un canto fúnebre por la banda.
Curiosamente coincide en el tiempo con el máximo brillo de la nueva estrella, Oldfield, que luego, también se fue apagando.
Keep talking.
S.
Me parece interesante éste disco, la verdad. El bueno de bedford tenía mucho talento creo, pero el camino que escogió no es precisamente fácil para el oyente. Está bien que no vea necesario ser comercial, pero al igual que sus maestros Nono, Webern, etc hacer siempre esa música tan jodida no le veo mucho sentido tampoco. Supongo alternar con cosas menos depresivas es más sensato e interesante, aunque ahora recuerdo que dirigió los coros de la extraordinaria BSO " la mision" y cómo no las transcripciones de los dos primeros discos de Oldfield (creo que mejor conseguida la del TB).
Si sois tan amables, aconsejarme algún otro trabajo de éste hombre, ya que imagino que este no es necesariamente el mejor.
En la época del fanzine orabidoo conocí a un tipo que, sobre la gira 'Then and now', afirmaba con rotundidad que prefería a los teloneros, Luar na lubre, antes que a Mike Oldfield. Respetable, no era fan de Oldfield, aunque se involucró en uno de los conciertos, cosa que un servidor y Jorge Andrés tenemos que agradecerle (lo que allí sucedió es otra historia).
De igual modo, más respetable me parecería si hubiera gente que, accediendo al mundo vanguardista de Bedford a través de Oldfield, se quedara prendado del creador de "Stars end". Y es que a pesar de la dificultad de algunas de sus obras, ha sabido combinarlas con rock y folclore para lograr momentos no sólo intensos sino accesibles. Tal vez sea "The odyssey" su trabajo más fácil de escuchar, y por tanto el más aconsejable para ti, José, aunque no dejo de recomendar esa especie de ópera titulada "Rigel 9", y por supuesto un clásico en su discografia, "The rime of the ancient mariner". Todos ellos desfilarán por este blog.
En cuanto a ti, sergio, me gusta eso de la música para la desolación, aunque no lo veo como un mundo perdido, al menos mientras estemos los que seguimos recordando trabajos como este.
Se trata de un disco muy singular, la trayectoria profesional de Bedford lo es: un compositor de avant-garde que por razones de subsistencia hace arreglos para discos pop y yendo aún más lejos se integra en una banda y en sus giras, si bien es una agrupación tan poco ortodoxa como la de Ayers.
Las referencias de Star's End están en la primera mitad del siglo XX cuando,simplificando un poco, Schoenberg y Stravinski eran las cabezas visibles de las dos corrientes principales y enfrentadas.
Para mi, y junto a The Rime of the Ancient Mariner, el punto álgido de las colaboraciones con Oldfield.
¿Cómo contradecir a un experto en Bedford y Ayers como Don Miguel? Efectivamente, Stravinski siempre está en boca de los críticos al hablar de discos como este.
"The rime..." no tardará en aparecer por aquí, te emplazo a ese momento, amigo maño-turolense-almeriense.
Me parece cojonudo que seamos abiertos de oído y podamos o por lo menos intentemos disfrutar de compositores "difíciles" ( e interesantes) como éste que comentamos, pero me temo que probablemente ( ojalá me equivoque) dejemos sin darle oportunidad si quiera a los maestros antecesores como Stravinsky que a salido a colación. Repito, sin quitarle mucho mérito en éste caso a Bedford, merece la pena disfrutar por ej de "la consagración de la primavera".
Yo soy de los que apenas escucho a músicos clásicos, pero tienes toda la razón, ya no los grandes nombres de siglos atrás, sino los que aún vivían y despuntaban a comienzos del siglo XX como Stravinski, Prokofiev, Holst, Debussy... merecen ser escuchados, y es tan fácil como entrar en spotify o en el propio youtube.
Ánimo, pero no dejéis de escuchar a Bedford, Oldfield y los que aparecen en este blog, las Nuevas Músicas tienen que resurgir!!!
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