El incomparable skyline de Manhattan es la imagen que nos aborda para ilustrar "Adagios del siglo XX1", una recopilación con acento español, pero publicada por la compañía norteamericana -neoyorquina, de hecho- Elektra Nonesuch. La fotografía, obra de Paca Arceo tratada por ordenador que rememora décadas pasadas -y no sólo por incluir las torres gemelas-, refleja lo que vamos a encontrarnos en el suculento interior: esta interesantísima compilación nos introduce de lleno en una exitosa generación de músicos contemporáneos norteamericanos (salvo Piazzolla y Górecki) que despuntaron en varios momentos del siglo XX, tal vez no tan popular y nacionalista como la del salto del XIX al XX, pero con parecida esencia romántica y emocional a pesar del cambio de formas, dados los avances tecnológicos incorporados al arte musical con el tiempo. Era el minimalismo la propuesta más incorporada en el disco que nos ocupa, por mor de la fama y predicamento de algunos de los nombres implicados, y aunque temporalmente algunas de las creaciones del mismo databan de décadas atrás, supieron encontrar su hueco en las conciencias del cambio de siglo junto a las obras de otros músicos que en esos momentos destacaban en las listas de éxitos, no sólo de la música contemporánea sino de la clásica en general o del enorme saco de las nuevas músicas.
El siglo XX, conflictivo, revolucionario, dejaba paso a una nueva centuria prometedora, ilusionante, pero este disco se publicó realmente varios años antes de ese relevo, concretamente en 1997, por lo que los músicos adscritos lo son por visionarios, por buscadores de una belleza que más que recordar el pasado intentan ilusionar con el futuro, basándose en composiciones lentas y altivas como son por definición los adagios (se considera adagio a una pieza musical cuyo tempo es lento). Y en cuanto a 'buscar la belleza', quién mejor que Ramón Trecet para prologar el álbum, destacando en su escrito ese carácter actual, comprometido y luminoso ('del infierno del polvo al imperio de la luz') de los artistas que pueblan el CD. Lo inaugura Philip Glass, que proporciona tres temas al conjunto: "Living Waters" (creación magistral, de una impenetrable incertidumbre y aires de funeral -fluida como una incesante marea, escribe Ángel Romero en el libreto-, perteneciente al álbum "Anima Mundi" y recuperada sabiamente para la película "The Truman Show" dos años después de esta compilación), "1957 - Award Montage" (claro ejemplo de compases glassianos, pertenecientes en esta ocasión al film "Mishima" -interpretados por el Kronos Quartet para su disco "Kronos Quartet Performs Philip Glass"-, en el que Philip contribuyó notablemente a crear su intensa atmósfera onírica y dramática) y "The Unutterable" (otro adagio fílmico de una banda sonora tan imprescindible en la discografía de Glass como la de "Powaqqatsi"). No es el único que aporta su visión profundamente minimalista, pues de Steve Reich suena "Movement II" de su trabajo "Tehillim - Three Movements for Orchestra", una pieza intrigante y con interesante percusión en el cenit de la misma, si bien escasa duración para llegar a expresar algo más importante en el devenir de una compilación marcada especialmente por la enormidad de Barber o Górecki y lo accesible de Glass. Mientras tanto, un tercer minimalista americano en discordia, aunque algo más apartado del término, es John Adams, y en su composición "Tromba Lontana" -del logrado álbum "The Chairman Dances"-, podemos entrever ecos de Charles Ives y una especie de nueva 'pregunta sin respuesta' en la música americana, hermosa y atípica, que parece conectar con otra realidad, lejana e imperturbable; su segunda incorporación al álbum es "Disappointment Lake", pieza extraña en el de Massachussets, esencialmente por la guitarra, también por su disfrutable carga ambiental y una desconcertante experimentalidad para lo que el recopilatorio promete, es decir, adagios. Aun así, resulta profunda e interesante en su irreverencia. También el folclore tiene cabida en el disco, por medio de dos artistas de excepción, el argentino Astor Piazzolla ("Oblivion" es un lamento teatral de esencia tanguera, un homenaje al bandoneonista por parte de un cuarteto comandado por Gidon Kremer, que grabaron el CD "Hommage а Piazzolla") y el paisano de Philip Glass (nacidos ambos en Baltimore) Bill Frisell, del cual destaca el corte "Egg Radio" (balada con aires tropicales y final abrupto y desconcertante) algo más que esa suave mezcla de estilos titulada "Beautiful E.". El mundo del jazz viene representado, además de por la fusión del mencionado Frisell, por el clarinetista Don Byron, neoyorquino como Reich (la Costa Este domina totalmente la parte estadounidense del álbum), del cual se puede escuchar la versión que para su trabajo "Bug Music" realizó del pequeño tema "Charley's Prelude" de Louis C. Singer, una buena recreación, bailable y disfrutable (en absoluto un adagio, por lo que su inclusión es bastante forzada, aparte de su remota procedencia temporal), de una época lejana y descolorida, pero animada y glamourosa, como lo fueron los años 30 y 40 en New Orleans. Dentro de este conjunto variado y de sobrada excelencia, posiblemente queda lo mejor por comentar, y es que entre la celebridad de ciertos adagios de Albinoni, Beethoven, Rodrigo o Ravel, se encuentran también el "Adagio" de Samuel Barber y, algún peldaño por debajo en popularidad pero muy bien posicionado en cuanto a crítica y ventas, la "Tercera sinfonía" de Henrik Górecki. Sin palabras deja prácticamente el primero de ellos, la pieza de Barber fluye gratamente (no en vano se dice que está inspirada en la descripción que de un río hace Virgilio en su poema 'Las Geórgicas'), proponiendo por igual alegrías y tristezas, y cuando ya ha dado todo de sí, que es mucho, se esfuma tan silenciosamente como llegó, dejando un severo sentimiento de levedad en el oyente. Sin duda una obra inmortal por méritos y la extraordinaria inspiración del músico de Pensilvania fallecido en 1981. Generalmente se llamaba adagio al segundo o tercer movimiento de una sinfonía o concierto, así que la elección del segundo movimiento ('Lento e Largo - Tranquillissimo') de la "Symphony No.3" del compositor polaco Henryk Górecki es tan coherente para cerrar el disco como conmovedora es su escucha. La agonía que quedó impregnada en los campos de concentración sirvió para que Górecki creara su célebre 'Sinfonía de las lamentaciones', una partitura tiznada de eterna emoción que, en la versión de Elektra cantada por Dawn Upshaw, le aupó a las primeras posiciones de las listas de ventas no sólo clásicas sino generales, cifras de cinco dígitos dificiles de alcanzar en la música clásica, y más para un compositor cuyo nombre no sólo no era conocido sino difícil de pronunciar y de escribir.
Lleva activa muchos años con algunos saltos estilísticos, pero fue en la década de los 90 cuando Elektra Nonesuch, con un ojo en la música de los Estados Unidos y otro en la estética de la europea ECM, adquirió las características por las que será recordada, especialmente gracias al minimalismo americano. El gran público puede disfrutar desde entonces de grabaciones de calidad de los músicos arriba descritos y de otros como John Zorn, Morton Feldman o Robert Ashley. De impecable factura e innegable acierto, "Adagios del siglo XX1" era una compilación de postín, debemos sentirnos orgullosos al decir que se trataba de una edición exclusiva de nuestro país, ideada por Angel Romero y Pilar García, y publicada con el beneplácito de Elektra Nonesuch y concretamente de David Bither -su vicepresidente en aquel momento-. En un estilo parecido de música contemporánea de calidad, es necesario recomendar encarecidamente la escucha de otras dos compilaciones de la época: "Music at the Edge (The Ultimate New Music Collection)" (BMG, 1995), en la que se podía escuchar entre otros a Tavener, Pärt, Messiaen, Glass o el mismo corte antes mencionado de Górecki, y "Renaissance of the Humanity" (Catalyst, 1996), con composiciones de Arvo Pärt, Jan Jirasek o Hildegard von Bingen.
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2 comentarios:
Me compré este CD antes de haber escuchado a muchos de los artistas (y las obras completas) que contiene y me pareció bastante árido. Aunque supongo que me hice con él como parte de una cierta pose de "cultureta" que tenía por entonces, la verdad es que me abrió muchas ventanitas mentales, musicalmente hablando.
Feliz 2015, Pepe.
Todos hemos adoptado esas poses culturetas alguna vez, unas nos hemos arrepentido de la tontería, y otras hemos conectado con la propuesta y descubierto cosas tan interesantes como las de este disco.
Saludos, amigo.
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