Si lamentable es la pérdida de cualquier ser humano en la plenitud de su vida, la de Martyn Bennett, sin llegar a cumplir los 34 años, fue un duro varapalo para la nueva música escocesa. Llamado a abanderar la nueva corriente de renovación de dicha tradición, este imaginativo músico que nació realmente en Terranova (Canadá) pero que regresó a la tierra de sus raíces a los seis años, llegó a ser reconocido, en los pocos años de que dispuso para ello, como una figura emergente en Escocia por su combinación de influencias tradicionales con ritmos modernos, en un alarde de inventiva, de descaro y de demostración de sus capacidades interpretando una amplia gama de instrumentos que abarcaban desde el violín, las flautas o la gaita hasta los teclados y programaciones. Tal vez la separación de sus padres le impulsó a mostrar su rebeldía a través de esos instrumentos que descubrió a los 10 años, tal vez tan sólo se reencontró con algo que llevaba muy dentro y que solamente esperaba para aflorar (Martyn contaba que en su primera clase de gaita, a cargo de David Taylor, se sintió como si se hubiera encontrado con un viejo amigo), el caso es que el joven Martyn Bennett fue pasando por diversas escuelas, incluso por el conservatorio de Edimburgo, adquiriendo experiencia y habilidades, hasta que desgraciadamente, la palabra cáncer apareció en su vida poco antes de la graduación y acabó con ella en 2005.
Antes de su debut, Martyn Bennett colaboró en otro álbum que contribuyó a afianzar su rebeldía musical, pues "Mouth music" intentaba romper con el clima de calma que venía rodeando a la música tradicional escocesa salvo por alguna cierta resistencia ante lo profundamente académico. Martin Swan y Talitha MacKenzie fueron los que le brindaron esta oportunidad en este álbum de 1990 que se titulaba igual que el grupo que habían formado, Mouth Music, reivindicando el puirt à beul, la manera tradicional de canción escocesa en la que se había especializado Talitha. Contaba posteriormente Bennett que "trabajar con Swan fue probablemente la mayor influencia inicial para mí. Me dio la información que necesitaba para explorar la tecnología y la música tradicional dentro de los mismos terrenos, pero lo más importante fue como una voz de consentimiento: me dio el coraje para dar un paso adelante con mis propias ideas sabiendo que había, al menos, una persona que entendió mi deseo de injertar dos formas de música contrastantes". Un lustro después de aquello, la mezcla de tradición y academicismo, y una búsqueda particular en el jazz fusión fueron los ingredientes para, previa compra de un teclado, un secuenciador y un sampler, la creación en tan sólo siete días de un álbum tan impactante como "Martyn Bennett". En este luminoso trabajo se disfruta por igual de la tradición escocesa, presente de manera bastante potente en cada corte del disco, y de la electrónica de DJ, que deambula con sus ritmos, tan bailables como los del folk, por cada rincón, engalanando con sus jóvenes texturas las ya de por sí atractivas canciones: "A menudo me gustaría poder repetir esa energía ahora, pero era la energía del momento, una energía de ser desconocido, una energía con ninguna expectativa, y una energía de estar enamorado". Lo viejo y lo nuevo se hermanan y conviven en un mundo propio, que nombres como el suyo o como Paul Mounsey han sabido convertir en referencia, ejerciendo de gurús de las nuevas tendencias electrónicas aplicadas a la música celta. Este emocionante álbum comienza con un minuto y medio de aflautada introducción atmosférica, pero enseguida el cambio de ritmo conduce a esta pieza de título "Swallowtail" y al sentido último de la música de Martyn Bennett, la fusión de la cultura antigua (se trata de melodías tradicionales irlandesas que le descubrió el flautista Cathal McConnel, miembro fundador de la mítica banda The Boys of the Lough) con la vida moderna, donde la percusión es la que marca la diferencia, en un tratamiento más agresivo de lo normal para un resultado poderoso y muy atractivo. Influenciado por otra banda irlandesa, la Bothy Band, voces y sonidos atrevidos en "Erin" anticipan la inventiva del trabajo, introduciendo conceptos urbanos en el folclore tradicional, con lo que más allá de modernizar, engalana las piezas y las viste para el consumo actual, donde ciertas melodías pueden considerarse algo aburridas o, al menos, repetidas sin cambios perceptibles hasta la saciedad, lo que las ancla en un ajado pasado. Es en cortes como ese (y realmente en la totalidad del disco) en los que se agradece la capacidad y el ingenio de este malogrado artista que supo captar una nueva dimensión y posibilidades a la música escocesa. Ritmos bailables continúan su seguro despliegue en canciones destacadas como "Cuillin" (compuesta por Martyn, con sorprendente clímax de guitarra eléctrica en su primera parte -un recuerdo a los Cuillins, cadena de montañas rocosas ubicadas en la isla de Skye-) o la excepcional "3 sheeps 2 the wind" (poseedora de una magia que va más allá de denominaciones y encasillamientos, una magia irlandesa de hecho, y es que, dice Martyn, "habiendo nacido en Terranova, la música irlandesa está en mi sangre"), mientras que un comienzo funky y acompañamiento jazzístico caracteriza a "Deoch an dorus", en otra demostración de adaptación a ritmos ajenos (es el título de una canción de Sir Harry Lauder, estrella en la década de 1930), como el acercamiento al hip hop de "Floret silva undique" (arreglo del poema del escocés Hamish Henderson) o incluso a tendencias más modernas en la histórica "Jacobite bebop", en la que por momentos parece sonar el violín eléctrico de Ed-Alleyne Johnson (en absoluto, es Martyn en una faceta más cercana al rock sinfónico) en un fenomenal despliegue de fuerza, un tema reivindicativo sobre los jacobitas, leales al rey católico James VI de Escocia y partidarios del príncipe Charles Edward Stuart durante los levantamientos de 1745, que fueron derrotados en la Batalla de Culloden en 1746 marcando el final, añade Martyn, de un larga historia de la realeza escocesa y el comienzo de una era de opresión para el pueblo escocés, que en el siguiente siglo sufrió una emigración masiva de gaélicos en las Tierras Altas. Para finalizar, "Steam" desvela el carácter bromista de este multiinstrumentista que, tras un devaneo con el swing, concluye la pieza con un relajante sonido de lo que parece una pequeña caída de agua, si bien Bennett lo define como "un paseo por el parque y orinar en el estanque de los patos"; difícil de creer, pues el alivio se extiende durante más de veinte minutos. Grabado y mezclado en marzo de 1995, Eclectic Records publicó el disco en 1996 con Stuart Hamilton como ingeniero y la producción (textual) de madres, padres, hermanos, amigos, primos, amantes, limones, abejas, árboles, menta, montañas, lluvia, sol, amor, dolor, nacimiento, vida, muerte, Dios, Buddha, espíritus, hierba, energía, esperanza.
Aun formando parte de la misma familia que tantas bandas y músicos de origen y acabado celta, Martyn Bennett suena distinto, el tratamiento otorgado, el uso de las voces y la manera de acometer los ritmos le hace estar un paso por delante de la mayoría de sus coetáneos y acrecenta el interés hacia su música, que no pierde ni un ápice de la identidad escocesa, logrando de hecho un álbum enérgico e irrepetible, que llegó en el momento adecuado, la que él llamaba 'primavera' de la música tradicional escocesa, estación de la que habla el poema 'Floret silva undique', de la importante figura de la cultura escocéesa Hamish Henderson, que recrea Martyn en este trabajo. Importantes personajes de la escena celta o la world music como Donald Shaw o Peter Gabriel lamentaron profundamente la muerte de un Bennett que hablaba de su dolencia como de una prueba espiritual. Ese espíritu persiste sin duda en su legado, en discos como "Martyn Bennett", "Bothy culture", "Glen lyon" (cantado por su madre, Margaret) o "Grit", fruto a partes iguales de la rabia y de la tecnología. Grandiosos detalles y un conjunto asombroso acaban por rendirnos ante esta figura esencial del cambio de siglo celta, que recordaremos con veneración y con la misma actitud burlona con la que abre y cierra canciones como "Deoch and Dorus".
Superb posting, I share the same views. I wonder why this particular world truly does not picture for a moment like me and also the blog site creator :D
ResponderEliminarThanks, my friend!!
ResponderEliminarLamentablemente, no domino el idioma inglés, pero está claro que compartimos un mismo gusto musical, un estilo que merecería ser reconocido más ampliamente.