"Sea & sky"
A mediados de los 70, en pleno apogeo de la electrónica mezclada con psicodelia, el prolífico Klaus Schulze -sin duda, uno de los grandes de la época- grabó un interesante disco de rock sinfónico junto a grandes instrumentistas como Steve Winwood, Al Di Meola y Michael Shrieve. Un pilar de ese grupo de nombre Go, era el percusionista y sintesista japonés Stomu Yamashta, que alcanzó así su mayor éxito con una música que se acercaba por igual al rock de Pink Floyd (escuchad "Crossing the line") como al jazz de Weather Report, al sonido Canterbury o a la propia experimentalidad electrónica de Klaus Schulze. Desde sus inicios como percusionista en Japón, y gracias a su formación musical en Estados Unidos e Inglaterra, Yamashta ha deambulado por numerosos caminos estilísticos, como colaboraciones en discos de música contemporánea, trabajos únicamente de percusión, jazz experimental, bandas sonoras, o en un estilo electrónico que es el que más nos interesa aquí, el de un trabajo publicado en 1984 por la compañía alemana Kuckuck (y distribuido en norteamérica por su filial, Celestial Harmonies) titulado "Sea & Sky".
Esa ambigüedad estilística de Stomu Yamashta es el preludio de una grata sorpresa, un disco ambiental, imaginativo y con multitud de estímulos auditivos. Ecos adormecidos de un sinfonismo impresionista y de otros músicos más contemporáneos (por ejemplo, su compatriota Takemitsu) se entremezclan con música meditativa y con vagos rumores de un posible futuro post-apocalíptico (retazos de música para cine, como del Jerry Goldsmith de "El planeta de los simios" o "Alien"). Pero más que un futuro, se puede apostar a que el germen de "Sea & sky" es un pasado remoto, una visión musical de la creación del mundo, cuyo lema viene recogido en la extraña conjunción de los títulos de los ocho temas: "Un fotón apareció y tocó! Ah... Tiempo para ver, para conocer". Original en su comunión de formas orquestales y electrónicas occidentales con espiritualidad oriental, la música que Yamashta presenta en este disco, como resultado de su temática, ahonda en una particular concepción del espacio-tiempo musical, donde no sólo los instrumentos musicales, sino los sonidos naturales y los silencios, tienen su protagonismo. Los invitados: La Muse Orchestra dirigida por Paul Buckmaster, Stomu Yamashta, Takashi Kokubo y Sen Izumi a los sintetizadores, y el propio Yamashta a la percusión.
"A photon" es el comienzo de todo, la partícula primordial, y como tal la composición es misteriosa, alquímica, con un aire pulp algo retro pero muy efectivo, de intensidad creciente hasta llegar a un sugerente clímax final. La obra se va 'creando' como el propio mundo y la manera de expresar ese proceso es una gradual pacificación de la propia música, en un largo puente que va de lo inquietante y fantasmal a lo ordenado y melódico. Este primer tema y todo el trabajo en general se beneficia de una estupenda percusión de variado origen, como no podía ser menos en un ínclito percusionista como Yamashta. En "Appeared" es donde se llega al momento más enigmático, donde más cabe la comparación con ciertas bandas sonoras amelódicas como 'El planeta de los simios'; la genial obra de Goldsmith impactó por conseguir expresar el sentimiento de desconcierto y peligro de aquellos astronautas que se encontraron con un tiempo y lugar equivocados, mientras que aquí acompañamos a un espacio extraño cuya creación se intenta expresar mediante sonidos atonales y confusos. Dicha confusión desemboca sin embargo en la composición posiblemente más comercial del trabajo, "And", donde parece acompañarnos una extraña intención melódica (y algo psicodélica) contraria a esa cierta disonancia dominante hasta el momento. El sublime fondo burbujeante que acompaña toda la pieza se queda solo como puente hacia "Touched!", el tema más orquestal y puramente neoclásico del álbum, aunque se acabe rematando con un acompañamiento electrónico en su parte final, deudora de sueños orientales. "Ah..." es claramente ambiental, cuajado de sonidos naturales y electrónicos, mientras que "Time", que comienza como una sinfonía electrónica, se acaba fusionando con la orquesta en una forma de expresión tremendamente visual, de gran esplendor y atractivos detalles. Merece la pena fundirse con ella y acabar salpicado por las olas que conducen a "To see". Se confirma que esta particular creación del mundo provoca un ambiente más puro, composiciones más paisajísticas, lejos de la entropía inicial. Sin embargo "To know", tema de cierre, se permite remitirnos por momentos a pasajes que combinan aquella confusión con la cobrada belleza, en una cruenta lucha semejante a la de un volcán cuyo magma pugna por salir a la superficie. La victoria, representada por un final sinfónico, es de la belleza y la armonía natural.
No hay que dejar caer en el olvido la excepcional ilustración de portada, obra del gran diseñador Saul Bass, autor de carteles de películas tan legendarios como los de "Vértigo", "West side story" o "Anatomía de un asesinato", y de títulos de crédito para directores como Hitchcock, Kubrick, Ridley Scott o Scorsese. Con ese niño que camina hacia un enorme sol rojo de cabecera, más de uno apostaría por la influencia de "2001: Una odisea en el espacio", pero fuera de más referencias, lo que sí nos podemos encontrar aquí es un trabajo maravilloso y efectista de un músico que, aunque poco conocido, se prodigó bastante en las tres últimas décadas del siglo pasado, y aunque en su carrera se puedan encontrar obras muy difíciles, de verdad, ésta vale la pena escucharla.
Esa ambigüedad estilística de Stomu Yamashta es el preludio de una grata sorpresa, un disco ambiental, imaginativo y con multitud de estímulos auditivos. Ecos adormecidos de un sinfonismo impresionista y de otros músicos más contemporáneos (por ejemplo, su compatriota Takemitsu) se entremezclan con música meditativa y con vagos rumores de un posible futuro post-apocalíptico (retazos de música para cine, como del Jerry Goldsmith de "El planeta de los simios" o "Alien"). Pero más que un futuro, se puede apostar a que el germen de "Sea & sky" es un pasado remoto, una visión musical de la creación del mundo, cuyo lema viene recogido en la extraña conjunción de los títulos de los ocho temas: "Un fotón apareció y tocó! Ah... Tiempo para ver, para conocer". Original en su comunión de formas orquestales y electrónicas occidentales con espiritualidad oriental, la música que Yamashta presenta en este disco, como resultado de su temática, ahonda en una particular concepción del espacio-tiempo musical, donde no sólo los instrumentos musicales, sino los sonidos naturales y los silencios, tienen su protagonismo. Los invitados: La Muse Orchestra dirigida por Paul Buckmaster, Stomu Yamashta, Takashi Kokubo y Sen Izumi a los sintetizadores, y el propio Yamashta a la percusión.
"A photon" es el comienzo de todo, la partícula primordial, y como tal la composición es misteriosa, alquímica, con un aire pulp algo retro pero muy efectivo, de intensidad creciente hasta llegar a un sugerente clímax final. La obra se va 'creando' como el propio mundo y la manera de expresar ese proceso es una gradual pacificación de la propia música, en un largo puente que va de lo inquietante y fantasmal a lo ordenado y melódico. Este primer tema y todo el trabajo en general se beneficia de una estupenda percusión de variado origen, como no podía ser menos en un ínclito percusionista como Yamashta. En "Appeared" es donde se llega al momento más enigmático, donde más cabe la comparación con ciertas bandas sonoras amelódicas como 'El planeta de los simios'; la genial obra de Goldsmith impactó por conseguir expresar el sentimiento de desconcierto y peligro de aquellos astronautas que se encontraron con un tiempo y lugar equivocados, mientras que aquí acompañamos a un espacio extraño cuya creación se intenta expresar mediante sonidos atonales y confusos. Dicha confusión desemboca sin embargo en la composición posiblemente más comercial del trabajo, "And", donde parece acompañarnos una extraña intención melódica (y algo psicodélica) contraria a esa cierta disonancia dominante hasta el momento. El sublime fondo burbujeante que acompaña toda la pieza se queda solo como puente hacia "Touched!", el tema más orquestal y puramente neoclásico del álbum, aunque se acabe rematando con un acompañamiento electrónico en su parte final, deudora de sueños orientales. "Ah..." es claramente ambiental, cuajado de sonidos naturales y electrónicos, mientras que "Time", que comienza como una sinfonía electrónica, se acaba fusionando con la orquesta en una forma de expresión tremendamente visual, de gran esplendor y atractivos detalles. Merece la pena fundirse con ella y acabar salpicado por las olas que conducen a "To see". Se confirma que esta particular creación del mundo provoca un ambiente más puro, composiciones más paisajísticas, lejos de la entropía inicial. Sin embargo "To know", tema de cierre, se permite remitirnos por momentos a pasajes que combinan aquella confusión con la cobrada belleza, en una cruenta lucha semejante a la de un volcán cuyo magma pugna por salir a la superficie. La victoria, representada por un final sinfónico, es de la belleza y la armonía natural.
No hay que dejar caer en el olvido la excepcional ilustración de portada, obra del gran diseñador Saul Bass, autor de carteles de películas tan legendarios como los de "Vértigo", "West side story" o "Anatomía de un asesinato", y de títulos de crédito para directores como Hitchcock, Kubrick, Ridley Scott o Scorsese. Con ese niño que camina hacia un enorme sol rojo de cabecera, más de uno apostaría por la influencia de "2001: Una odisea en el espacio", pero fuera de más referencias, lo que sí nos podemos encontrar aquí es un trabajo maravilloso y efectista de un músico que, aunque poco conocido, se prodigó bastante en las tres últimas décadas del siglo pasado, y aunque en su carrera se puedan encontrar obras muy difíciles, de verdad, ésta vale la pena escucharla.
Otro autor que no conocía y me ha sorprendido gratamente. "Sea & Sky" es un gran disco, con gran cantidad de matices y sonoridades. Eso sí, requiere más de una escucha para asimilarlo.
ResponderEliminarUn abrazo!
Complemente de acuerdo, pero si se toma con ganas y se escucha entero, es una audición que merece la pena.
ResponderEliminarComo se hace el link para el download del CD?
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